09 Oct

Programa pedagógico del Teatro Real 2018-19

¡Todos a la Gayarre!
Talleres de introducción a la música para familias
con Fernando Palacios

 Todas las edades. Domingos: 12:00 y 17:00

EL REAL JUNIOR

INTRODUCCIÓN

Séptima temporada de ¡Todos a la Gayarre!, manteniendo los principios que la alentaron.

. Personal: El profesor y uno o dos artistas invitados en cada sesión.
. Lugar: Sala Gayarre
. Horario: Un domingo al mes, en sesiones de mañana y tarde: domingos 12:00 y 17:00
. Duración: Unos 70 minutos
. Objetivo: Formar a padres y niños en la escucha de la música con clases entretenidas
. Contenido: Cuentos, canciones, miniconciertos, explicaciones, análisis e instrumentos insólitos
. Procedimiento: Clases con explicaciones, participación y proyecciones

PROGRAMA

I. El diablo acecha
(Actividad paralela a Fausto de Gounod)
Mefistófeles intentará seducirnos, pero se lo pondremos difícil
07 de octubre de 2018, 12.00 y 17.00 horas
El diablo acecha (pdf para descargar)

2. Los viajes del muñeco de madera
(Actividad paralela a El Cascanueces de la Compañía Nacional de Danza)
El célebre cascador de nueces combate su aburrimiento viajando.
11 de noviembre de 2018, 12.00 y 17.00 horas
Los viajes del muñeco de madera (pdf para descargar)
Siyahambas en «Todos a la Gayarre» (link al video)

3. El nombre secreto

(Actividad paralela a Turandot)
Un tenor no nos dejará dormir hasta adivinar los tres acertijos.
2 de diciembre de 2018, 12.00 y 17.00 horas
El nombre secreto (pdf para descargar)

4. Aventura bajo el agua
(Actividad paralela a Das Reinhold)
El nibelungo Alberico fabrica un anillo mágico con el oro de las ninfas.
13 de enero de 2019, 12.00 y 17.00 horas
Das Rheingold (pdf para descargar)
Aventura bajo el agua (link al video)

5. Troyanos y cretenses
(Actividad paralela a Idomeneo)
El príncipe mata a la serpiente marina de Neptuno y termina convirtiéndose en rey.
10 de febrero de 2019, 12.00 y 17.00 horas
Idomeneo (pdf para descargar)

6. Diosas y ninfas
(Actividad paralela a La Calisto)
De muchacha a osa y de osa a Osa Mayor.
10 de marzo de 2019, 12.00 y 17.00 horas
La Calisto (pdf para descargar)

7. El vividor que se reía del mundo
(Actividad paralela a Falstaff)
Torpe, vanidoso, cobarde, gordinflón, pendenciero… pero muy simpático
28 de abril de 2019, 12.00 y 17.00 horas
Falstaff (pdf para descargar)

8. Hoy estamos de capricho
(Actividad paralela a Capriccio)
La condesa tiene dudas: no sabe si quedarse con el poeta o con el músico
26 de mayo de 2019, 12.00 y 17.00 horas
Capriccio (pdf para descargar)

9. ¿Quién ronda en la noche?
(Actividad paralela a Il trovatore)
Un misterioso trovador entona siempre la misma canción
23 de juniode 2019, 12.00 y 17.00 horas
Il Trovatore (pdf para descargar)

P R Ó X I M A M E N T E

09 Oct

El oído atento – Nace una orquesta

Nace una orquesta

Para escuchar el programa de radio, pincha AQUI

Nace una orquesta. Comenzamos nuestro programa con una Orquesta Clásica. No tiene trombones, ni tuba…  y hay sólo 27 músicos. ¿Por qué no hay más?… Porque interpretan una obra del clasicismo, que necesita tan sólo una orquesta clásica, no una romántica. Ésta es música del siglo XVIII, y no del XIX o XX.

Es impresionante escuchar cómo la orquesta va desapareciendo, de qué manera se le escapa la vida a cada uno de sus órganos: la respiración de los instrumentos de viento, el latido del corazón de la cuerda. Una cosa es cierta: escuchando y entendiendo cómo se escapa la vida, también comprendemos mejor lo contrario: cómo surge. Por eso el programa de hoy no se titula “Muere una orquesta”, sino “Nace una orquesta”.

Cuatro historias donde se cuentan diferentes formas de hacer nacer o morir una orquesta: Haydn (Sinf. 45), J. Strauss (Perpetuum mobile), Ravel (Bolero) y Rimsky-Korsakov (Capricho español)

Guión completo en LA BRÚJULA AL OÍDO

© Fernando Palacios
(12/12/2010)

08 Oct

El arte de escuchar

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12 Sep

Todos tocan juntos

Concierto didáctico con presentador

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LA HISTORIA DE LA ORQUESTA

A través del concierto ‘Todos tocan juntos’ pretendemos mostrar, de forma clara y concisa, la historia de la orquesta, por medio de una serie de ejemplos musicales procedentes de diferentes estilos y épocas. Éstos, unidos a las explicaciones del presentador, nos mostrarán la evolución de la música orquestal en función del desarrollo de la escritura y los recursos musicales surgidos para cada agrupación de intérpretes: del pequeño conjunto de cámara a la orquesta de orquesta; de la música escénica al repertorio concertístico.

El repertorio del CONCIERTO, constituido por una selección de movimientos completos de obras de diferentes épocas y autores, desde el Barroco hasta nuestros días, será interpretado por una orquesta de cámara formada por 5 violines primeros, 4 violines segundos, 2 violas, 2 violonchelos y un contrabajo, es decir, una pequeña orquesta de cuerda.

29 Ago

Programa pedagógico del Teatro Real 2014-15

¡Todos a la Gayarre!
Talleres de introducción a la música para familias
con Fernando Palacios

 Todas las edades. Sábados y domingos: 17:00, 12:00 y 17:00

INTRODUCCIÓN

Dada la demanda de las primeras ediciones de ¡Los Domingos a la Gayarre!, proponemos ¡Los findes a la Gayarre III! para la temporada 2014-15.

  • Personal: El profesor y uno o dos artistas invitados en cada sesión.
  • Lugar: Sala Gayarre.
  • Horario: Un domingo al mes, en sesiones de tarde y mañana: sábado 17:00 y domingo 12:00 y 17:00.
  • Duración: unos 70 minutos.
  • Objetivo: Formar a padres y niños en la escucha de la música con clases entretenidas.
  • Contenido: Cuentos, canciones, miniconciertos, explicaciones, análisis e instrumentos insólitos.
  • Procedimiento: Clases con explicaciones, participación y proyecciones.

Este ciclo ya aprobado por el público, tras varias temporadas en el Teatro, ofrece talleres para padres y niños con la intención de acercar los universos sonoros de los principales títulos de la programación del Teatro Real. Talleres de caracteres prácticos en los que todos pueden compartir canciones, participar y reflexionar sobre la música y sus temáticas.

PROGRAMA

4 – 5 oct. 14 I – ¡Fígaro se casa! (Las bodas de Fígaro)
Por fin se celebra la boda del célebre personaje de ópera

15 – 16 nov. 14 II – A golpe de marcha (La fille du règiment)
Invitamos al cantinero del regimiento de soldaditos de plomo

20 – 21 dic. 14 III – Romeo y Julieta (Romeo y Julieta)
Nueva cita con nuestros amigos “Romea” y “Julito”

10 -11 ene 15 IV – La casa de chocolate (Hänsel y Gretel)
Merienda con el cuento de la bruja y los intrépidos hermanos

14 -15 feb. 15 V – Nos hacemos un retrato (El público)
Poemas y canciones de Lorca, con y sin música

21 -22 mar. 15 VI – Paseo en góndola (Muerte en Venecia)
Turismo musical por la ciudad de los canales, puentes y palacios

18 – 19 abr. 15 VII – Brindamos por Verdi (La Traviata)
El compositor de melodías y coros que todos queremos cantar

23 – 24 mayo 15 VIII – El que la sigue… (Fidelio)
Viaje misterioso por el cerebro y el corazón de Beethoven

20 – 21 junio 15 IX – Final: España-Italia (Goyescas y Gianni Schichi)
Una ópera española y otra italiana llegan a la final del torneo.

29 Ago

Programa pedagógico del Teatro Real 2013-14

¡Los domingos, a la Gayarre 2!
Talleres de introducción a la música para familias
con Fernando Palacios

 Todas las edades. Domingos a las 12:00 y a las 17:00

INTRODUCCIÓN

Dada la demanda de la primera edición de ¡Los Domingos a la Gayarre!, proponemos una segunda para la temporada 2013-14.

  • Personal: El profesor y uno o dos artistas invitados en cada sesión.
  • Lugar: Sala Gayarre.
  • Horario: Un domingo al mes, a las 12:00 de la mañana y a las 17:00 de la tarde.
  • Duración: de 60 a 70 minutos.
  • Objetivo: Formar a padres y niños en la escucha de la música con clases entretenidas.
  • Contenido: Cuentos, canciones, miniconciertos, explicaciones, análisis e instrumentos insólitos.
  • Procedimiento: Clases con explicaciones, participación y proyecciones.

DOMINGOS A LA GAYARRE 2

Continuamos esta nueva temporada con nuestra habitual cita de los domingos a las 12:00 (ahora ampliada también a las 5 de la tarde, para que podáis elegir horario) Como ya es costumbre, seguiremos el hilo de las óperas y ballets de la sala principal, comentando a nuestra manera los aspectos que más nos interesen: unas veces cantaremos algunos de sus coros (cambiándoles la letra, claro), otras analizaremos su obertura o haremos bailar a sus personajes, y en algunos casos tomaremos el tema por los pelos y lo desarrollaremos por alguna ruta insólita. El caso es hablar, escuchar, cantar, bailar y pensar la música, con una variada serie de actuaciones-sorpresa y de apariciones de instrumentos poco comunes.

En el primer domingo de esta temporada (el 6 de octubre) tomaremos como referencia al barbero más parlanchín de Sevilla (que ya tiene mérito, en una ciudad donde hay una arraigada costumbre de ser simpático). Dado que se autodenomina el “factotum” de la ciudad, vamos a entrar disimuladamente en su barbería para espiar todo lo que allí ocurre: husmearemos sus navajas, peines y tijeras, tomaremos nota de su clientela y de las intrigas que allí se cuecen, y revisaremos el repertorio de canciones que se cantan en sus horas de juerga; para ello contaremos (y cantaremos) con la presencia de varios grupos de “música de barbería” (Barberidad, Investigators y Fourtunatta).

PROGRAMA

6 oct. 13 I – ¡Todos a la barbería! (Barbero de Sevilla)
Juegos con la música de Rossini
Barberidad (grupo vocal de música de barbería)

24 nov. 13 II – De hadas y de indios (Indian Queen)
La reina de las hadas viaja a Perú
Soniqueterías (quinteto femenino de profesoras de música)

22 dic. 13 III – Elixires y venenos (L’elisir d’amore)
Brebajes, pócimas, potingues y demás bálsamos amorosos.
Isidro Anaya (barítono) y Daniel Oyarzábal (piano)

26 ene 14 IV – Amantes medievales (Tristan und Isolde)
Barcos, amores, guerreros, espadas, heridos y más allá.
Álvaro Núñez García (oboe) y Sara Morgado Martín (chelo)

2 feb. 14 V – Escalando montañas (Brokeback Mountain)
Desvelamos algunos misterios que encierran las alturas
Elíes Hernandis (trombón) y Miguel Moreno (tuba)

30 mar. 14 VI – Apolo, Hércules y Mercurio (Alceste)
Nos vamos de expedición al Olimpo
Andreas Prittwitz (flautas y saxofones)

27 abr. 14 VII – El caballero del cisne (Lohengrin)
Historias sobre El holandés errante, Brunhilda y Lohengrin
Patricia Barton (piano)

18 mayo 14 VIII – Los cuentos de Hoffmann(Cuentos de Hoffmann)
Repaso a las músicas más divertidas de Offenbach
Laia Falcón (soprano) y Alexis Delgado (piano)

22 junio 14 IX – Orfeo, el mago de la música (Orfeo y Euridice)
Seguimos las peripecias del mito griego: el patrón de la música
Coro Pequeños Cantores de la JORCAM. Dir. Ana González. Laura
Scarbó (piano)

29 Ago

Programa pedagógico del Teatro Real 2012-13

¡Los domingos, a la Gayarre!
Talleres de introducción a la música para familias

Todas las edades. Domingos a las 12:00
14 X, 25 XI, 9 XII, 17 II, 10 III, 28 IV, 19 V, 16 VI
INTRODUCCIÓN

Personal: El profesor y uno o dos artistas invitados en cada sesión indian viagra line.
Lugar: Sala Gayarre.
Horario: Un domingo al mes, a las 12:00 de la mañana.
Duración: de 60 a 70 minutos.
Objetivo: Formar ….. Leer más […]

25 Ago

Piccolo, Saxo y compañía

Fernando Palacios -Piccolo, Saxo y Cía

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La música que suena en este disco está compuesta expresamente para la pequeña historia de la gran orquesta que se cuenta. En ella se pueden escuchar todos los instrumentos de la orquesta por separado, reunidos en familias y todos juntos. Además, aparecen otros que no son los habituales en las orquestas sinfónicas, como los saxofones o la guitarra. Los instrumentos de cuerda tocan una especie de marcha, los saxofones con un ritmo muy parecido al del jazz, los instrumentos de viento-madera llegan con una música suave y algo misteriosa, la guitarra con sonidos que nos traen recuerdos de castillos con trovadores y juglares. Como si fuera un desfile, se presenta una potente fanfarria, que es la tarjeta de visita de los instrumentos de percusión y de viento-metal. Por último, el piano hace un típico solo de concierto y da paso a toda la orquesta en una brillantísima pieza final.

11 Ago

25 La rara inspiración de Fernández

Programa radiofónico  nº 25 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

Se cuenta la triste historia de un joven compositor con una extraña facultad: la de componer lo ya compuesto. Fernández sin él saberlo- es Prokofiev, Mahler, Brahms. Su vida transcurre entre músicas que compone, sin saber que años atrás fueron creadas por otros artistas.

Haz clic para acceder a 25-La-rara-inspiracion-Fernandez.pdf

♫ Fernández es un compositor contemporáneo de treinta y pocos años. Es un chico de hoy, inteligente, con cierta soltura, nervioso, despistado y algo atolondrado que se dedica a componer música. ¡Hay que ver, hay gente para todo! No por ello tiene aspecto de memo, ni mucho menos, aunque sí resulta algo ridículo para las gentes de bien. Va vestido al estilo de la arruga es bella, con chaqueta y pantalón claros y corbatita estrecha suelta, pero siempre algo descuidado. Usa gafas último grito con una patilla empalmada con celo ♫.

El apartamento donde vive Fernández es pequeño, es de esos que tiene la cocina junto a la sala de estar. Por una ventana que da a la calle siempre entra una tenue luz. En general, es un apartamento moderno, con detalles de decoración vanguardista, aunque está ligeramente abigarrado de cosas y un poco revuelto. Tiene platos sin fregar, muchos libros, partituras y discos por todas partes. También tiene botellas de ginebra tiradas por el suelo, vasos y ceniceros sucios. Eso sí, el sofá, las sillas, los muebles y las lámparas son de diseño moderno. La sala tiene, además, un equipo de alta fidelidad, un piano (de pared naturalmente) y una televisión frente al sofá  ♫.

Bien, ya os he contado quién es Fernández y cómo es la casa donde vive. ¿Queréis conocer la increíble historia de este joven? En estos momentos comienza ya esta narración fantástica titulada LA RARA INSPIRACIÓN DE FERNÁNDEZ ♫.

Todo comenzó aquella tarde. Fernández en su apartamento se encontraba alegre, cantarín y nervioso por terminar de guisar, pues tenía gran apetito. Ahí estaba batiendo los huevos en un plato para hacer espaguetis carbonara  ♫. El ritmo de batir, se fue transformando poco a poco en una marcha  ♫.

Fernández empezó a canturrear y tararear olvidando la cocina  ♫. Se acercó al piano, dejó el plato, sacó papel pautado de entre un montón de hojas polvorientas y se puso a escribir el ritmo  ♫. Tachó, volvió a escribir, comprobó en el piano, tarareó, dio un grito de alegría y, sin dejar de canturrear, cogió nuevamente el plato y batiendo los huevos volvió a la cocina  ♫. Poco a poco, tarareando, fue perfilando la melodía de la marcha. Dejó nuevamente el plato y se dirigió otra vez al piano y siguió escribiendo la música, cantándola cada vez más entusiasmado  ♫.

Fernández, por fin, compuso la pieza y entre medias se comió los espagueti. Se quedó un momento después pensando el título y escribió Marcha, y firmó con su nombre: Fernández. Se quitó el delantal, se puso la chaqueta, cogió la partitura y contento y feliz se fue a enseñársela a su novia. La obra que había compuesto era ésta  ♫.

Fernández salió a la calle: estaba exultante de alegría. Al pasar por una sala de conciertos vio un cartel que anunciaba un recital, y se detuvo a leerlo. ‘Hoy, a las 7:30, recital de piano’. ¡Mira que bien! Eran las 7:15, así que sacó una entrada, entró en la sala y se sentó en su butaca. La primera de las obras era la Marcha del Amor de las Tres Naranjas de Sergei Prokofiev. Se apagaron las luces, salió el pianista entre aplausos, Fernández sonriente, se acomodó bien, cerró los ojos, y se concentró. Comenzó el recital   ♫.

Su sonrisa se fue transformando en sorpresa. Abrió poco a poco los ojos y miró con odio al pianista. Abrió la partitura que acababa de escribir y comprobó. ¡Era increíble! ¡Milagroso! ¡Terrorífico! ¡La música que sonaba era exactamente igual a la que acababa de componer! No podía entenderlo  ♫. Igual, exactamente igual. Aquí pasaba algo. Llegó hasta tal punto su indignación que se levantó y se marchó. En la misma puerta de la sala rompió la partitura en pedazos y se fue completamente desconcertado  ♫.

No muy lejos de allí, un violinista callejero tocaba una bella melodía  ♫. Fernández, desolado todavía por la gran impresión sufrida, andaba a trancas y barrancas. Pasó de largo ante el violinista. Pero una vez que lo había sobrepasado, se detuvo. Frunció el ceño, se volvió hacia él y escuchó el tema musical. Hizo una pequeña muestra de asentimiento, se miró en los bolsillos, pero no llevaba ni una peseta, se lo había gastado todo en el concierto. Al rato empezó a tararear el tema del violinista  ♫.

¡Mmm! Le gustaba. De los bolsillos sólo consiguió sacar un papel y un bolígrafo y con ellos anotó el tema musical, cosa que realizó a toda velocidad y con gran interés. El violinista, sin dejar de tocar, le miró con mosqueo, ya que no le estaba echando ni una perra y encima le estaba copiando el tema. Incluso llegó a hacer un pequeño gesto señalando la funda del violín, a ver si echaba algo. Fernández tuvo que marcharse de allí a las prisas, con algo de sentimiento de culpa, pero bastante satisfecho con el hallazgo musical. Mientras iba a su casa, sacó el papel donde había anotado el tema, lo cantó entre risitas imitando el violín. ♫ Luego lo cantó como si lo tocara una trompeta ♫ Después, más sosegadamente como si lo interpretaran trompas y trombones ♫.

Fernández volvía a estar como al principio de esta historia: nervioso y contento. Rápidamente se dirigió a su casa. Entró en su habitación atolondradamente, cogió el piano, se sentó ante él, sacó papel pautado y escribió en el centro de la primera página Primera Sinfonía de Fernández. Y se puso a componer desaforadamente, en plenitud de fuerzas, contentísimo. Hacía gestos de dirigir su música. Se llevaba una mano a la cabeza, escribía, comprobaba con el piano, cerraba los ojos con gesto de inspiración, tachaba cosas. ¡Uy, aquello era un torbellino! Al cabo de un rato, Fernández había compuesto varias páginas de su primera sinfonía. Esa música sonaba así  ♫.

Se levantó satisfecho de su trabajo, cogió una cerveza del frigorífico, encendió la televisión y se sentó un rato a descansar y distraerse. En esos momentos comenzaba el programa Concierto y ponían la III Sinfonía de Gustav Mahler. Estupendo, dijo Fernández. A ver qué tal es esta sinfonía que no conozco. Salió el director entre aplausos y comenzó la música  ♫.

Nada más escuchar las primeras notas, Fernández dio un bote en el sofá. En un brusco movimiento, acercó la cabeza al televisor. ¡No se lo podía creer! Lo que sonaba era exactamente igual que lo que acababa de componer. Estaba atónito, paralizado. No podía reaccionar. ¡Dos veces! Con la boca abierta y los ojos desorbitados, escuchó concentrado e inmóvil ♫. Bruscamente se levantó, cogió la partitura, la abrió precipitadamente y siguió con el dedo las notas. Una a una, era todo exactamente igual. ¡Pero si esa música se la acababa de inventar él basándose en el tema del violinista callejero! ¿Cómo era posible que ya estuviera compuesta? Su estado era ya de enorme excitación. Se tapaba los oídos. No sabía qué hacer. Cogió la partitura, abrió la ventana y la tiró a la calle  ♫.

Ya sabía lo que iba a hacer: se suicidaría tirándose por la ventana. ¿Para qué iba a seguir viviendo si todo lo que hacía ya estaba hecho? Era un copión sin saberlo. ¡Horrible, lo peor que podía ser un compositor! Sacó una pierna por la ventana, miró hacia abajo y cuando ya estaba dispuesto a hacerlo… va y se estropea la televisión  ♫. Encima se quedó emitiendo un zumbido grave ♫  “¡Ahora que estaba a punto de acabar con mi vida acompañado de mi propia música! ¡Ni siquiera eso puedo hacer!” pensaba Fernández. Así que bajó de la ventana enfadadísimo, tocó los  botones de la televisión y le dio una patada como venganza. “¡Nada, pues sin música no merece la pena ni suicidarse!”, decía Fernández desesperado y abatido. Se sentó en el sofá con la cabeza entre las manos. Sólo se oía el grave zumbido de la televisión  ♫. La miró con odio, pero a la vez con cierto interés. Imitó la nota con la voz y se concentró en la nota mientras se preguntaba ¿Y si compongo algo triste sobre esta nota? ♫  Se levantó lentamente del sofá, bruscamente se dirigió al piano y sobre un papel escribió decidido: Un Requiem español de Fernández. Y se puso a componer. Pero no había hecho nada más que empezar, cuando le asaltó una nueva duda: ¿y si compongo otra vez algo que ya está compuesto?  Tomó una resolución. Se dirigió hacia un montón de partituras y cogió cuatro de ellas cuyos títulos eran los siguientes: Requiem de Mozart, Requiem de Verdi, Requiem de Fauré, Requiem de Victoria. Así no había ninguna duda, se estudiaría todo eso. Así que nada, volvió al piano ojeando las partituras y con cara de cierta satisfacción pero con algo de mosqueo, se puso a escribir la música  ♫.

Esta vez Fernández estaba más serio, más maduro. Componía sin el agobio de otras veces, aunque sin detenerse ni un sólo instante, claro. Como si estuvieran dictándole del más allá. Trabajaba en todos los lugares del apartamento: en el sofá, en la cocina, en el suelo con la partitura en el techo… En fin, su música la verdad es que era estupenda  ♫. Fernández no paraba. Oía unos cuantos golpes en una puerta vecina, y los incorporaba a su composición  ♫. Fernández seguía componiendo sin parar. Oía el sonido de una tubería cantarina, la tarareaba, y la metía en la partitura  ♫.  Fernández confrontaba de vez en cuando su música con la de los otros Requiem famosos. Comprobaba que sus ideas eran originales, y nuevamente seguía componiendo  ♫.

Así consiguió ponerle fin a su Requiem Español, después de días de intenso trabajo. Llevaba barba y grandes ojeras, su ropa estaba ajada, el apartamento era un poema; aquello era un desastre, no había nada en su sitio. Fernández, agotado, se levantó, reunió sus manuscritos y salió a la calle. Andaba con pasos vacilantes y cansados. Estaba como hipnotizado. Tenía que patentar su obra, registrarla para que nadie se la copiara, no podía ocurrir lo de las veces anteriores, naturalmente  ♫.

Por fin llegó al Registro de la Propiedad Intelectual. Fernández llamó a la ventanilla y cuando la abrió el empleado, sin mediar palabra, depositó en ella su gruesa partitura. El funcionario la recogió con desgana y se retiró a su mesa a observarla. Tarareó algunas melodías. Se quedó sorprendido. Hizo algunos gestos de asombro y cogió una gruesa partitura de la librería donde se leía con claridad Requiem Alemán de Johannes Brahms. Las comparó y comprobó que eran iguales. No entendía nada el pobre hombre. Pasó un montón de hojas y volvió a comparar. Exactamente iguales. Observó por la ventanilla a Fernández que andaba por el local hablándose solo y haciendo raras muecas. El funcionario dio muestras de comprenderlo todo por fin. El individuo al que observaba estaba completamente loco. Tomó rápidamente una determinación. Cogió con cuidado el teléfono y marcó el número del manicomio. Poco después aparecieron dos señores con bata blanca que se llevaron a Fernández. El pobre compositor les seguía con toda naturalidad, como si no les viera, ensimismado en su mundo. Los loqueros le dejaron en una celda y se fueron  ♫.

En veinte años no se supo nada de él. Fue sólo hace unos pocos meses, cuando un amigo del conservatorio que había sido compañero de Fernández precisamente, me contó esta historia que os he narrado. La historia de un músico que, sin saberlo él, componía música que ya estaba compuesta por otros músicos. Verdaderamente fascinante. Estuvimos investigando el paradero de Fernández hasta que dimos con él. Era un manicomio modesto y en una de sus habitaciones, allí estaba Fernández. Llevaba veinte años sin salir de allí y sin parar de componer música, naturalmente. Estaba más calvo y con el pelo muy largo. La pinta era de loco total. La pequeña celda estaba completamente llena de páginas manuscritas de música. Mientras mirábamos sus partituras, Fernández no dejaba de escribir. En realidad no se daba cuenta ni de estábamos allí. La primera de las músicas llevaba por título Los Cantores de Teruel de Fernández  ♫. Era música de Wagner pero sin dejar de ser de Fernández  ♫.  En otra partitura ponía: Preludio para órgano de Fernández  Era de Johann Sebastian Bach, pero también era de Fernández  ♫.  Se repetía la misma historia con Derivadas de Fernández, que era la misma música que Integrales de Varèse ♫. Y lo mismo con el Concierto para violoncelo y orquesta de Fernández, o de Haydn, nunca se sabe ♫.

Fernández continuaba componiendo. Precisamente mientras estábamos allí se le ocurrió un nuevo tema genial. Lo tarareó emocionado y entre risas. Era éste  ♫. ¡Increíble! Estaba componiendo la V Sinfonía de Beethoven  ♫.

En fin, allí dejamos a Fernández, frenético, sin parar de escribir y accionando las manos con gestos exagerados ♫.  A lo mejor Fernández no estaba loco, sino que hacía lo mismo que otros muchos compositores: inventaba música que ya se había inventado. Al fin y al cabo, otros hacen lo mismo y no los internan en un manicomio  ♫.

Así termina la historia de La rara inspiración de Fernández. Y también nuestro programa  ♫. El próximo día tendremos músicas que se suelen utilizar para asuntos muy diferentes. El espacio se titulará: HAY MÚSICAS PARA TODO  ♫.

Siempre en la compañía de Carlos Arévalo. Hasta entonces, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

11 Ago

24 El Silencio, el Rey

Programa radiofónico  nº 24 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

¿Cómo iba a tener música un programa dedicado al silencio? Este es uno de los programas más difíciles de escuchar, pues no tiene ninguna música de apoyo. Durante la media hora se comentan obras hechas con silencio, espectáculos de silencio, reinos del silencio, historias sobre el silencio.

Haz clic para acceder a 24-El-silencio-el-rey.pdf

Cuando no hay ruido o sonido, a eso le llamamos silencio. Si decimos ‘un silencio profundo llenaba la casa’, eso significa que todos los rincones de esa casa estaban llenos de silencio, o sea, no se oía nada dentro de ella.

También decimos que alguien está en silencio cuando está callado, o no quiere hablar; como vosotros que estáis callados para oírme hablar a mí. Si pronunciáis una palabra, no oís lo que estoy diciendo.

Guardar silencio sobre algo es cuando no se quiere hablar de ello. Es guardar un secreto. Si decimos que alguien padece en silencio es que ni protesta ni se queja.

Imponer silencio es hacer callar, mandar que no haya ruido. Romper el silencio es volver a hablar o hacer ruido después de haber estado cierto tiempo callado.

Os voy a poner un ejemplo muy sencillo. Ahora en Radio 2 no hay silencio porque yo estoy haciendo ruido con la voz, o sea, estoy hablando. Pero si dejo de hacer ruido se impone el silencio. (…)

Y ahora rompo el silencio con mi voz. Por cierto, durante este rato en que yo he estado callado  ¿qué habéis hecho vosotros?, ¿habéis hecho algún ruido?, ¿habéis oído algún sonido?, ¿os acordáis de cuáles? Ahora os voy a pedir que estemos todos un rato en silencio. Si, ya se que es difícil, pero vamos a intentarlo. Durante este tiempo silencioso tenéis que escuchar atentamente todos los sonidos que haya a vuestro alrededor y después recordarlos. ¿Estáis preparados? ¿Seguro? Bueno, pues abramos la puerta del silencio y que pase. (…)

¿Cuántos sonidos diferentes habéis escuchado? Había sonidos de la calle, sonidos de algún vecino, sonidos de vuestra casa, sonidos de vosotros mismos. ¿Ha hecho algún ruido la radio? ¿Habéis oído mi respiración? Seguro que todos habéis oído algo durante este rato. Eso es porque el silencio es algo dificilísimo de conseguir. Siempre hay algún ruido dispuesto a romperlo. (…)

Cada vez es más difícil obtener silencio. Por todos lados hay ruidos de coches. Aparatos, casetes. Por eso, cada vez el silencio es más valioso. Hoy día sí que se puede decir aquello de que  ‘el silencio es oro’. O como hemos llamado a nuestro programa de hoy: EL SILENCIO: EL REY. (…)

El silencio se suele relacionar con la oscuridad, con la noche, con el color negro. Es porque la noche es más silenciosa que el día. La luz es sonido y la oscuridad silencio.

Pero también ocurre lo contrario. Una hoja de papel en blanco es como un silencio, no hay nada escrito. Un lienzo blanco no tiene pintura, también es como el silencio, como una partitura sin notas; luego el silencio también puede ser blanco. En realidad puede ser negro o blanco, según en qué ocasiones.

El silencio es también quietud, paz. Las cosas cuando se mueven hacen ruido, por lo tanto cuando están quietas, inmóviles, son imágenes del silencio.

El desierto, las superficies heladas, el vacío y la nada, siempre se relacionan con el silencio. Todo lo que tiene poca vida es silencioso. Lo más, la muerte: es silencio puro.

Como mejor leemos es en silencio, sin nada que perturbe nuestra concentración en la lectura. Por eso los libros son silenciosos, como los mimos, que hacen teatro sin decir ni una sola palabra, sólo con gestos. O el cine antiguo, aquél que no tenía sonido y se llamaba cine mudo. En esas películas se pueden ver actores que salen gritando y no se oye nada, pero se adivina el sonido por la expresión de su cara. Es un silencio a gritos.

En el cine hay películas que tienen en si título la palabra silencio, como por ejemplo ‘La ley del silencio’, ‘El silencio’, ‘Tiempo de silencio’, ‘Los gritos del silencio’, ‘El silencio de los corderos’. Todas ellas tratan el asunto del silencio de diferentes maneras.

Los dibujos, los cuadros, las fotografías y las esculturas van dirigidas a la vista y no al oído; por eso no suenan. Tienen una comunicación silenciosa. Aunque en el cuadro haya una catarata, o una moto o un camión, nosotros no oímos su sonido. Sin embargo nos lo podemos imaginar. Nos podemos imaginar perfectamente el sonido de una campana (…), el sonido de una voz que canta (…), o el sonido de un violín (…).

Hay personas que por un defecto en el oído no pueden escuchar nada. Los sordos son los que están en lo que se llama mundo del silencio. Como no se pueden comunicar con sonidos, lo hacen con señas. También se llama reino del silencio a las profundidades marinas. Los peces no gritan, por eso da tanta tranquilidad ver un acuario. Tranquilidad, eso es lo que necesitan los hospitales para que se curen los enfermos. En sus alrededores siempre hay carteles que dicen ¡silencio, por favor!

Hay lugares que si no tienen completo silencio, no se puede trabajar en ellos, como los estudios de grabación, los estudios de las emisoras de radio. Aquí, por ejemplo, donde estoy yo ahora, delante de mi hay una luz roja encendida que quiere decir silencio, están hablando. Si alguien entra en este estudio ahora, lo tendrá que hacer con sigilo, como si fuera un gato, para no hacer ningún ruido que te moleste a ti que estás escuchando el programa. La verdad es que aquí hay un estupendo silencio. Oíd un poco. (…)

No sólo en los estudios de radio hay buen silencio. En la provincia de León hay un valle que se llama ‘Valle del Silencio’ porque no hay ni río, ni pájaros, ni suele haber insectos. Además está apartado de la civilización y no se oye ni el ruido de coches, ni nada de eso. En realidad no se oye casi nada. Seguro que os gustaría un paseo por allí, oiríais vuestros pasos con perfecta nitidez: un paso, otro paso, un paso, otro paso, cloc, cloc, cloc, cloc, cloc, cloc…

En los monasterios suele haber claustros silenciosos, pero siempre hay alguna fuente o algún pájaro que rompe el silencio. Sin embargo, dentro de las pequeñas capillitas de los monasterios, allí sí que hay buen silencio. San Bruno fundó en el siglo XI la orden monástica de los cartujos. Estos monjes tienen voto de silencio, es decir, no hablan nunca. Antonio Muñoz Molina, un estupendo escritor de ahora, tiene un artículo periodístico llamado así: voto de silencio. En él cuenta lo siguiente:

“Conozco aventureros que no viajan para descubrir paisajes, sino para descubrir variedades más puras de silencio. Un amigo aficionado a la vela me cuenta que sólo cuando se ha alejado cuatro millas del puerto deja de oír el tráfico de la ciudad en que vive y de la carretera de la costa. Hablo con un espeleólogo y lo primero que le pregunto es qué se oye en una gruta a doscientos metros bajo tierra. Me contesta: caudales súbitos y ocultos de agua, gotas de agua solitarias y aritméticas que llevan milenios culminando una estalactita, silencio, el silencio más denso que ha podido percibir un oído humano, un silencio arcaico, fósil, aterrador algunas veces, que otorga una categoría de riada y de escándalo al flujo de la sangre en las sienes cuando el explorador ha apagado su lámpara y se queda quieto, cobijado en su saco de dormir y ya no sabe si en el mundo exterior es de día o de noche, ni recuerda otros sonidos que los de sus pasos y su respiración”.

Hay unas habitaciones construidas especialmente para el silencio: son las cámaras anecoicas. Tienen unos muros de dos metros de hormigón. Para entrar hay que pasar por varias puertas, todas gordas. Las paredes, el techo, el suelo, las puertas, todo está recubierto de una especie de esponja que absorbe cualquier ruido. Hace cuarenta años entró en una de estas cámaras silenciosas un compositor americano llamado John Cage. Cuando llevaba un rato dentro de ella empezó a oír dos sonidos distintos. Al salir le dijo al técnico: -Esta cámara está mal porque se oyen dos sonidos. El técnico le contestó: – ¡dígame cómo son!. John Cage le dijo que uno de los sonidos era alto y otro un poco más bajo. El técnico le dijo que el alto era su sistema nervioso funcionando, y el bajo la sangre circulando por las venas. Así descubrió el compositor que todos nosotros, todos los seres humanos, producimos siempre dos sonidos sin querer. Por lo tanto, el silencio absoluto no existe. Siempre hay algo que suena, y, si no, sonamos nosotros mismos. (…) Un tiempo después de la experiencia de la habitación del silencio, John Cage compuso una obra que se tituló 4’33’’. Esta pieza consiste simplemente en cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio. Ni más ni menos. Los músicos que interpretan esta pieza tienen que estar 4’33’’ en silencio. Es una obra musical que podéis interpretar cuando queráis. No es necesario ni siquiera saber tocar un instrumento.

Yoko Ono, una artista japonesa que pasó a la fama por casarse con el músico de los Beatles John Lennon, tiene varios espectáculos que se basan en el silencio. Uno de ellos se titula ‘Cerillas’. Es así: la sala está a oscuras, cada espectador recibe al entrar una cerilla que puede encender cuando quiera ver lo que ocurre en el escenario. Otra obra de Yoko Ono se titula ‘Pieza de bicicleta para orquesta’. En ella, cien actores pedalean silenciosamente sobre bicicletas. Otra obra, llamada ‘Despertador’, consiste en esperar en silencio a que suene la alarma de un despertador instalado en el centro del escenario. ¿Os imagináis? Tic, tac, tic, tac… así durante mucho rato y sin saber cuándo ¡riiinnnnggg! Un ring tremendo. En fin, éstas son obras de Yoko Ono.

El compositor György Ligeti fue invitado en una ocasión a dar una conferencia sobre el futuro de la música. Ligeti se sentó en su mesa de conferenciante y se mantuvo en silencio durante los ocho minutos que duró su actuación. El público reaccionó haciendo todo tipo de ruidos, gritos, insultos, hasta que expulsaron al conferenciante de la sala. Todos los ruidos que hicieron los oyentes era una creación sonora del compositor. Ligeti se fue muy satisfecho.

Como veis, hay muchos casos de obras musicales que se basan en el silencio. Os mencionaré un par de casos más. George Bredit, tiene un cuarteto de cuerda que consiste en lo siguiente: salen los cuatro músicos, suben al escenario, se dan la mano, saludan al público y desaparecen.

Nam Yune Paik compuso otra obra titulada ‘Una para violín solo’ en la cual el violinista levanta en silencio y con mucho esfuerzo un violín por el mango y en el momento culminante lo estrella con todas sus fuerzas contra una mesa. Éstas son obras que se sirven del silencio para crear una gran tensión. Porque no hay que olvidar que, sobre todo, el silencio tensa el ambiente o lo relaja, según en que situación nos encontremos.

Los escritores y poetas se preocupan mucho del silencio. La razón ya os la contaba antes cada vez escasea más. El famoso escritor Arthur Clark tiene un precioso cuento titulado ‘Silencio, por favor’ en el que cuenta la historia de un joven científico que inventó una máquina a la que llamó ‘Silenciador Fenton’. Era una máquina capaz de anular los ruidos de su alrededor, y dejar toda la estancia en silencio. El joven Fenton se llevó su máquina a la ópera y se la enchufó a una soprano cuando estaba cantando un aria. De repente se produjo un increíble silencio. Nadie oía a la soprano que abría la boca. Cantaba con todas sus fuerzas pero no se oía nada. El público no se lo podía creer. Al final, la máquina acumuló tanta energía que explotó, y claro, mató a su inventor, por eso seguimos sin tener ninguna máquina que imponga el silencio.

Hay otras muchas narraciones, cuentos y poesías que nos hablan del silencio. En realidad es uno de los temas favoritos de los artistas. Recuerdo una historia de un señor que coleccionaba silencios musicales: cada vez que le gustaba un silencio dentro de una música lo grababa en una casete. Grababa sólo el silencio. Al cabo de los años de coleccionar silencios tenía muchísimos. Silencios de Schubert, de Beethoven, de Brahms, de Bruckner, de Webern, de Falla. Cuando este extraño coleccionista estaba tranquilo en su casa, se ponía todos los silencios, uno tras otro y era feliz. ¿Os imagináis coleccionar los más bellos silencios de la música? Que conste que yo también los colecciono. Y además os invito a que lo hagáis vosotros. Es una colección preciosa. Cuando escuchéis un silencio que os guste, ¡pumba!, lo grabáis, lo archiváis en vuestra colección. Algún día nos podríamos intercambiar los silencios repes para completar los que nos faltan, en fin, como si fuera una colección de cromos.

También recuerdo aquel vagabundo que, cuando estaba en el bosque y había tormenta, sacaba una flauta que tocaba solo silencios: en la mitad del ruido de la tormenta se oía una divina melodía de silencios. O también recuerdo aquellas sirenas que atraían a los marineros pero no porque cantaran, sino por sus atractivos silencios.

Pero todavía más emocionante que estas historias es cuando asistimos a manifestaciones y espectáculos de silencio. Pocas cosas hay en la vida más impresionantes que ver pasar por las estrechas y recogidas calles de Sevilla a la ‘Procesión del Silencio’. Miles de personas con hábitos negros, cada una con un gran cirio, van desfilando pausadamente en un silencio sepulcral. Se oyen solamente los pasos descalzos: cloc, cloc… como aquellos del ‘Valle del Silencio’… cloc, cloc. Silencio impresionante es también cuando, antes de empezar un espectáculo o un concierto, todo el mundo se levanta del asiento y guarda un minuto de silencio por la muerte de una persona conocida. O esas manifestaciones silenciosas. Miles, casi millones de personas sin decir ‘esta boca es mía’.

En muchos espectáculos el silencio del público es fundamental. En el teatro, porque si no, no se oye a los actores. En el tenis, porque el ruido desconcentra a los deportistas. En los toros porque se juega la vida el torero y necesita concentración y silencio. Y en los conciertos porque sobre todo la música requiere silencio para, a partir de él, edificar arquitecturas de sonido.

El día de Viernes Santo, a las doce de la mañana, en un pueblecito de Teruel llamado Calanda, se reúnen unos cinco mil tambores y bombos en la plaza. Todos están en completo silencio, vestidos de morado. Dan las doce campanadas y, cuando da la última, todos a la vez se ponen a tocar juntos. Se mueven las paredes de las casas y el suelo. A esto le llaman ‘la rompida del silencio’.

Ahora os voy a leer un anuncio de aire acondicionado que recorté de un periódico este año pasado. Dice así:

“Aire acondicionado Bon Air. La ley del silencio. En Bon Air hay algo que tenemos como ley, para el verdadero confort el silencio es básico, tanto como una atmósfera totalmente sana y limpia, a una temperatura y grado de humedad ideales y constantes. Todo esto es lo que le ofrece la nueva serie Europa de aire acondicionado Bon Air. Con lo último en diseño y tecnología. Serie Europa, una serie líder para los líderes del confort. Bon Air, la ley del silencio”.

También tengo anuncios de equipos de Alta Fidelidad. Por ejemplo, éste:

“La más alta tecnología del sonido en Alta Fidelidad sólo se puede demostrar de una manera: con el silencio. Porque sólo cuando se puede reproducir con absoluta perfección el silencio se está en condiciones de reproducir con absoluta fidelidad el sonido. El sistema 4300 de Taiwa es el ejemplo. En él no suena nada que no deba sonar. Nada estorba a la hora de la reproducción. Es el sistema perfecto para oírlo todo sin oír nada. Taiwa, la alta fidelidad que se mide con el silencio”.

Hay una casa discográfica llamada ECM que tiene el siguiente eslogan:

“El sonido más bello después del silencio”

Otra casa discográfica llamada Windham Hill tiene el siguiente eslogan

“El sonido de una gota de agua”

Hace un rato he hecho una experiencia. He ido al ordenador y le he pedido títulos de músicas que tuvieran la palabra silencio. Y me ha dado un montón de ellas. Os voy a leer unas cuantas.

Por ejemplo: Alphonse Diepenbruck, un compositor entre el siglo pasado y éste tiene una obra que se llama ‘En gran silencio’. Félix Ibarrondo tiene una obra para piano titulada ‘Silencios Ondulados’. Arre Marie Canto una para coro que se llama solamente así: ‘Silencio’. Otro compositor, Aaron Copland, compositor de este siglo, americano, tiene una obra para trompeta, corno inglés y cuerdas llamada ‘Ciudad silenciosa’. Otro compositor alemán, Hermann Reutter tiene una obra llamada ‘Tu silencio, mi voz’. Y un compositor sueco, Tommy Shredder una obra muy graciosa; se titula así: ‘Música para sonreír y después guardar silencio’. El compositor español Pablo Sorozábal tiene siete canciones sobre poesías de Heyne, una de ellas se llama ‘Noche fría y silenciosa’. José de la Vega tiene también una obra llamada ‘Silencio’. José Manuel Berea, un compañero nuestro de la radio también compositor, tiene una obra para grupo de cámara que se titula ‘Incendio de silencio’. Félix Ibarrondo, otra vez sale el mismo compositor de antes, tiene una obra llamada ‘Luego el silencio’. María Escribano también tiene una obra silenciosa, se titula así: ‘Breve introducción a la historia del silencio’.  Una obra de José Enrique Pedreira se titula ‘Tres diálogos con el silencio’. Y una muy famosa de Antonin Dvorak, ‘Bosques silenciosos’. Tadeusz Baird, un compositor polaco de la actualidad, tiene un soneto de Shakespeare puesto en música que se titula así: ‘Aprende a leer lo que ha escrito un amor en silencio’.

Pero ahí no queda la cosa; hay muchos más aquí, no vamos a acabar nunca. Por ejemplo, Charles Boc tiene una obra llamada ‘Silencioso como la noche’. Michael Praetorius, un compositor del S. XVI o XVII, entre medias, un famoso villancico, ‘En medio del silencio’. Leonard Bernstein, una suite sinfónica que se llama ‘La ley del silencio’. Oliver Messiaen, dentro de ‘Las miradas del Niño Jesús’, hay una mirada que es ‘La mirada del silencio’. Y termino esta larga lista mencionando una obra de Montserrat Bellés titulada ‘Música para un silencio’. Y esto ha sido sólo introduciendo el dato silencio en el ordenador. Si hubiera metido el dato Silent o Silence, o silencio en alemán o en otros idiomas hubieran salido otro montón de obras. Hay muchísimas obras musicales que llevan por título algo que se relaciona con el silencio.

Y ya, para terminar, os vamos a hacer una pequeña cata de distintos silencios. Os vamos a mostrar diferentes silencios en esta emisora. No es lo mismo dejar de hablar (este silencio es un silencio en el que se nota mucho el paso de la cinta; hay una pequeña sustancia sonora que es parecida al silencio), a si yo interrumpo mi voz y paramos el magnetofón, con lo cual el silencio es muchísimo más profundo, como éste.

En fin, podríamos seguir hablando muchísimo sobre esta maravilla que es el silencio. En fin, queridos amigos, ya hemos llegado al final de nuestro programa. Habéis podido comprobar que hoy no hemos tenido ninguna música en el espacio y sí hemos tenido sin embargo muchos silencios porque ‘el silencio es la más hermosa de las músicas’. Y eso no es porque lo diga yo, ni mucho menos, lo dicen muchísimos músicos, intérpretes, compositores, muchos escritores, poetas, filósofos, pensadores, industriales. En realidad lo dice casi todo el mundo. En realidad creo que lo pensamos todos. Por eso le hemos llamado a este programa hoy EL SILENCIO: EL REY.

Un poeta decía: “sólo hay tres cosas dignas de romper el silencio: la poesía, la música y el amor”.

El próximo día os contaré las extraordinarias aventuras de un joven compositor que tenía una manera muy curiosa de componer. Será un cuento titulado LA RARA INSPIRACIÓN DE FERNÁNDEZ.

El piloto de nuestro avión es el de siempre, Carlos Arévalo. Hasta el siguiente programa, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

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