23 Sep

El oído atento – A A B A – (La repetición)

El oído atento - AABA - P1020521

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El oído atento – AABA: A la hora de hablar de algo que se refiera a las formas musicales, debemos partir de una base muy elemental. El sistema que la música utiliza para orientar el oído es la repetición. La repetición, a su vez, se detecta gracias a que tenemos memoria y la memoria es la que nos dice: esto es nuevo, esto no, esto se parece a lo de antes, esto es repetición de lo que hemos escuchado hace un rato, etc etc

Se puede decir, por tanto, que la música es un juego entre repetición y memoria. Los sonidos repiten, para que la memoria los detecte.

La repetición es cómoda para todos. Para el autor, así hace que sus ideas musicales se puedan escuchar varias veces; y para el oyente, que siempre desea volver a escuchar lo que le gusta. ¡Hombre!, y para el intérprete, así tiene que estudiar menos.

La música que siempre es nueva, dificulta la escucha. Al no poder entrar en funcionamiento la memoria, reina el desconcierto.  

© Fernando Palacios
(08/05/2011)

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11 Ago

25 La rara inspiración de Fernández

Programa radiofónico  nº 25 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Se cuenta la triste historia de un joven compositor con una extraña facultad: la de componer lo ya compuesto. Fernández sin él saberlo- es Prokofiev, Mahler, Brahms. Su vida transcurre entre músicas que compone, sin saber que años atrás fueron creadas por otros artistas.

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♫ Fernández es un compositor contemporáneo de treinta y pocos años. Es un chico de hoy, inteligente, con cierta soltura, nervioso, despistado y algo atolondrado que se dedica a componer música. ¡Hay que ver, hay gente para todo! No por ello tiene aspecto de memo, ni mucho menos, aunque sí resulta algo ridículo para las gentes de bien. Va vestido al estilo de la arruga es bella, con chaqueta y pantalón claros y corbatita estrecha suelta, pero siempre algo descuidado. Usa gafas último grito con una patilla empalmada con celo ♫.

El apartamento donde vive Fernández es pequeño, es de esos que tiene la cocina junto a la sala de estar. Por una ventana que da a la calle siempre entra una tenue luz. En general, es un apartamento moderno, con detalles de decoración vanguardista, aunque está ligeramente abigarrado de cosas y un poco revuelto. Tiene platos sin fregar, muchos libros, partituras y discos por todas partes. También tiene botellas de ginebra tiradas por el suelo, vasos y ceniceros sucios. Eso sí, el sofá, las sillas, los muebles y las lámparas son de diseño moderno. La sala tiene, además, un equipo de alta fidelidad, un piano (de pared naturalmente) y una televisión frente al sofá  ♫.

Bien, ya os he contado quién es Fernández y cómo es la casa donde vive. ¿Queréis conocer la increíble historia de este joven? En estos momentos comienza ya esta narración fantástica titulada LA RARA INSPIRACIÓN DE FERNÁNDEZ ♫.

Todo comenzó aquella tarde. Fernández en su apartamento se encontraba alegre, cantarín y nervioso por terminar de guisar, pues tenía gran apetito. Ahí estaba batiendo los huevos en un plato para hacer espaguetis carbonara  ♫. El ritmo de batir, se fue transformando poco a poco en una marcha  ♫.

Fernández empezó a canturrear y tararear olvidando la cocina  ♫. Se acercó al piano, dejó el plato, sacó papel pautado de entre un montón de hojas polvorientas y se puso a escribir el ritmo  ♫. Tachó, volvió a escribir, comprobó en el piano, tarareó, dio un grito de alegría y, sin dejar de canturrear, cogió nuevamente el plato y batiendo los huevos volvió a la cocina  ♫. Poco a poco, tarareando, fue perfilando la melodía de la marcha. Dejó nuevamente el plato y se dirigió otra vez al piano y siguió escribiendo la música, cantándola cada vez más entusiasmado  ♫.

Fernández, por fin, compuso la pieza y entre medias se comió los espagueti. Se quedó un momento después pensando el título y escribió Marcha, y firmó con su nombre: Fernández. Se quitó el delantal, se puso la chaqueta, cogió la partitura y contento y feliz se fue a enseñársela a su novia. La obra que había compuesto era ésta  ♫.

Fernández salió a la calle: estaba exultante de alegría. Al pasar por una sala de conciertos vio un cartel que anunciaba un recital, y se detuvo a leerlo. ‘Hoy, a las 7:30, recital de piano’. ¡Mira que bien! Eran las 7:15, así que sacó una entrada, entró en la sala y se sentó en su butaca. La primera de las obras era la Marcha del Amor de las Tres Naranjas de Sergei Prokofiev. Se apagaron las luces, salió el pianista entre aplausos, Fernández sonriente, se acomodó bien, cerró los ojos, y se concentró. Comenzó el recital   ♫.

Su sonrisa se fue transformando en sorpresa. Abrió poco a poco los ojos y miró con odio al pianista. Abrió la partitura que acababa de escribir y comprobó. ¡Era increíble! ¡Milagroso! ¡Terrorífico! ¡La música que sonaba era exactamente igual a la que acababa de componer! No podía entenderlo  ♫. Igual, exactamente igual. Aquí pasaba algo. Llegó hasta tal punto su indignación que se levantó y se marchó. En la misma puerta de la sala rompió la partitura en pedazos y se fue completamente desconcertado  ♫.

No muy lejos de allí, un violinista callejero tocaba una bella melodía  ♫. Fernández, desolado todavía por la gran impresión sufrida, andaba a trancas y barrancas. Pasó de largo ante el violinista. Pero una vez que lo había sobrepasado, se detuvo. Frunció el ceño, se volvió hacia él y escuchó el tema musical. Hizo una pequeña muestra de asentimiento, se miró en los bolsillos, pero no llevaba ni una peseta, se lo había gastado todo en el concierto. Al rato empezó a tararear el tema del violinista  ♫.

¡Mmm! Le gustaba. De los bolsillos sólo consiguió sacar un papel y un bolígrafo y con ellos anotó el tema musical, cosa que realizó a toda velocidad y con gran interés. El violinista, sin dejar de tocar, le miró con mosqueo, ya que no le estaba echando ni una perra y encima le estaba copiando el tema. Incluso llegó a hacer un pequeño gesto señalando la funda del violín, a ver si echaba algo. Fernández tuvo que marcharse de allí a las prisas, con algo de sentimiento de culpa, pero bastante satisfecho con el hallazgo musical. Mientras iba a su casa, sacó el papel donde había anotado el tema, lo cantó entre risitas imitando el violín. ♫ Luego lo cantó como si lo tocara una trompeta ♫ Después, más sosegadamente como si lo interpretaran trompas y trombones ♫.

Fernández volvía a estar como al principio de esta historia: nervioso y contento. Rápidamente se dirigió a su casa. Entró en su habitación atolondradamente, cogió el piano, se sentó ante él, sacó papel pautado y escribió en el centro de la primera página Primera Sinfonía de Fernández. Y se puso a componer desaforadamente, en plenitud de fuerzas, contentísimo. Hacía gestos de dirigir su música. Se llevaba una mano a la cabeza, escribía, comprobaba con el piano, cerraba los ojos con gesto de inspiración, tachaba cosas. ¡Uy, aquello era un torbellino! Al cabo de un rato, Fernández había compuesto varias páginas de su primera sinfonía. Esa música sonaba así  ♫.

Se levantó satisfecho de su trabajo, cogió una cerveza del frigorífico, encendió la televisión y se sentó un rato a descansar y distraerse. En esos momentos comenzaba el programa Concierto y ponían la III Sinfonía de Gustav Mahler. Estupendo, dijo Fernández. A ver qué tal es esta sinfonía que no conozco. Salió el director entre aplausos y comenzó la música  ♫.

Nada más escuchar las primeras notas, Fernández dio un bote en el sofá. En un brusco movimiento, acercó la cabeza al televisor. ¡No se lo podía creer! Lo que sonaba era exactamente igual que lo que acababa de componer. Estaba atónito, paralizado. No podía reaccionar. ¡Dos veces! Con la boca abierta y los ojos desorbitados, escuchó concentrado e inmóvil ♫. Bruscamente se levantó, cogió la partitura, la abrió precipitadamente y siguió con el dedo las notas. Una a una, era todo exactamente igual. ¡Pero si esa música se la acababa de inventar él basándose en el tema del violinista callejero! ¿Cómo era posible que ya estuviera compuesta? Su estado era ya de enorme excitación. Se tapaba los oídos. No sabía qué hacer. Cogió la partitura, abrió la ventana y la tiró a la calle  ♫.

Ya sabía lo que iba a hacer: se suicidaría tirándose por la ventana. ¿Para qué iba a seguir viviendo si todo lo que hacía ya estaba hecho? Era un copión sin saberlo. ¡Horrible, lo peor que podía ser un compositor! Sacó una pierna por la ventana, miró hacia abajo y cuando ya estaba dispuesto a hacerlo… va y se estropea la televisión  ♫. Encima se quedó emitiendo un zumbido grave ♫  “¡Ahora que estaba a punto de acabar con mi vida acompañado de mi propia música! ¡Ni siquiera eso puedo hacer!” pensaba Fernández. Así que bajó de la ventana enfadadísimo, tocó los  botones de la televisión y le dio una patada como venganza. “¡Nada, pues sin música no merece la pena ni suicidarse!”, decía Fernández desesperado y abatido. Se sentó en el sofá con la cabeza entre las manos. Sólo se oía el grave zumbido de la televisión  ♫. La miró con odio, pero a la vez con cierto interés. Imitó la nota con la voz y se concentró en la nota mientras se preguntaba ¿Y si compongo algo triste sobre esta nota? ♫  Se levantó lentamente del sofá, bruscamente se dirigió al piano y sobre un papel escribió decidido: Un Requiem español de Fernández. Y se puso a componer. Pero no había hecho nada más que empezar, cuando le asaltó una nueva duda: ¿y si compongo otra vez algo que ya está compuesto?  Tomó una resolución. Se dirigió hacia un montón de partituras y cogió cuatro de ellas cuyos títulos eran los siguientes: Requiem de Mozart, Requiem de Verdi, Requiem de Fauré, Requiem de Victoria. Así no había ninguna duda, se estudiaría todo eso. Así que nada, volvió al piano ojeando las partituras y con cara de cierta satisfacción pero con algo de mosqueo, se puso a escribir la música  ♫.

Esta vez Fernández estaba más serio, más maduro. Componía sin el agobio de otras veces, aunque sin detenerse ni un sólo instante, claro. Como si estuvieran dictándole del más allá. Trabajaba en todos los lugares del apartamento: en el sofá, en la cocina, en el suelo con la partitura en el techo… En fin, su música la verdad es que era estupenda  ♫. Fernández no paraba. Oía unos cuantos golpes en una puerta vecina, y los incorporaba a su composición  ♫. Fernández seguía componiendo sin parar. Oía el sonido de una tubería cantarina, la tarareaba, y la metía en la partitura  ♫.  Fernández confrontaba de vez en cuando su música con la de los otros Requiem famosos. Comprobaba que sus ideas eran originales, y nuevamente seguía componiendo  ♫.

Así consiguió ponerle fin a su Requiem Español, después de días de intenso trabajo. Llevaba barba y grandes ojeras, su ropa estaba ajada, el apartamento era un poema; aquello era un desastre, no había nada en su sitio. Fernández, agotado, se levantó, reunió sus manuscritos y salió a la calle. Andaba con pasos vacilantes y cansados. Estaba como hipnotizado. Tenía que patentar su obra, registrarla para que nadie se la copiara, no podía ocurrir lo de las veces anteriores, naturalmente  ♫.

Por fin llegó al Registro de la Propiedad Intelectual. Fernández llamó a la ventanilla y cuando la abrió el empleado, sin mediar palabra, depositó en ella su gruesa partitura. El funcionario la recogió con desgana y se retiró a su mesa a observarla. Tarareó algunas melodías. Se quedó sorprendido. Hizo algunos gestos de asombro y cogió una gruesa partitura de la librería donde se leía con claridad Requiem Alemán de Johannes Brahms. Las comparó y comprobó que eran iguales. No entendía nada el pobre hombre. Pasó un montón de hojas y volvió a comparar. Exactamente iguales. Observó por la ventanilla a Fernández que andaba por el local hablándose solo y haciendo raras muecas. El funcionario dio muestras de comprenderlo todo por fin. El individuo al que observaba estaba completamente loco. Tomó rápidamente una determinación. Cogió con cuidado el teléfono y marcó el número del manicomio. Poco después aparecieron dos señores con bata blanca que se llevaron a Fernández. El pobre compositor les seguía con toda naturalidad, como si no les viera, ensimismado en su mundo. Los loqueros le dejaron en una celda y se fueron  ♫.

En veinte años no se supo nada de él. Fue sólo hace unos pocos meses, cuando un amigo del conservatorio que había sido compañero de Fernández precisamente, me contó esta historia que os he narrado. La historia de un músico que, sin saberlo él, componía música que ya estaba compuesta por otros músicos. Verdaderamente fascinante. Estuvimos investigando el paradero de Fernández hasta que dimos con él. Era un manicomio modesto y en una de sus habitaciones, allí estaba Fernández. Llevaba veinte años sin salir de allí y sin parar de componer música, naturalmente. Estaba más calvo y con el pelo muy largo. La pinta era de loco total. La pequeña celda estaba completamente llena de páginas manuscritas de música. Mientras mirábamos sus partituras, Fernández no dejaba de escribir. En realidad no se daba cuenta ni de estábamos allí. La primera de las músicas llevaba por título Los Cantores de Teruel de Fernández  ♫. Era música de Wagner pero sin dejar de ser de Fernández  ♫.  En otra partitura ponía: Preludio para órgano de Fernández  Era de Johann Sebastian Bach, pero también era de Fernández  ♫.  Se repetía la misma historia con Derivadas de Fernández, que era la misma música que Integrales de Varèse ♫. Y lo mismo con el Concierto para violoncelo y orquesta de Fernández, o de Haydn, nunca se sabe ♫.

Fernández continuaba componiendo. Precisamente mientras estábamos allí se le ocurrió un nuevo tema genial. Lo tarareó emocionado y entre risas. Era éste  ♫. ¡Increíble! Estaba componiendo la V Sinfonía de Beethoven  ♫.

En fin, allí dejamos a Fernández, frenético, sin parar de escribir y accionando las manos con gestos exagerados ♫.  A lo mejor Fernández no estaba loco, sino que hacía lo mismo que otros muchos compositores: inventaba música que ya se había inventado. Al fin y al cabo, otros hacen lo mismo y no los internan en un manicomio  ♫.

Así termina la historia de La rara inspiración de Fernández. Y también nuestro programa  ♫. El próximo día tendremos músicas que se suelen utilizar para asuntos muy diferentes. El espacio se titulará: HAY MÚSICAS PARA TODO  ♫.

Siempre en la compañía de Carlos Arévalo. Hasta entonces, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

11 Ago

24 El Silencio, el Rey

Programa radiofónico  nº 24 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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¿Cómo iba a tener música un programa dedicado al silencio? Este es uno de los programas más difíciles de escuchar, pues no tiene ninguna música de apoyo. Durante la media hora se comentan obras hechas con silencio, espectáculos de silencio, reinos del silencio, historias sobre el silencio.

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Cuando no hay ruido o sonido, a eso le llamamos silencio. Si decimos ‘un silencio profundo llenaba la casa’, eso significa que todos los rincones de esa casa estaban llenos de silencio, o sea, no se oía nada dentro de ella.

También decimos que alguien está en silencio cuando está callado, o no quiere hablar; como vosotros que estáis callados para oírme hablar a mí. Si pronunciáis una palabra, no oís lo que estoy diciendo.

Guardar silencio sobre algo es cuando no se quiere hablar de ello. Es guardar un secreto. Si decimos que alguien padece en silencio es que ni protesta ni se queja.

Imponer silencio es hacer callar, mandar que no haya ruido. Romper el silencio es volver a hablar o hacer ruido después de haber estado cierto tiempo callado.

Os voy a poner un ejemplo muy sencillo. Ahora en Radio 2 no hay silencio porque yo estoy haciendo ruido con la voz, o sea, estoy hablando. Pero si dejo de hacer ruido se impone el silencio. (…)

Y ahora rompo el silencio con mi voz. Por cierto, durante este rato en que yo he estado callado  ¿qué habéis hecho vosotros?, ¿habéis hecho algún ruido?, ¿habéis oído algún sonido?, ¿os acordáis de cuáles? Ahora os voy a pedir que estemos todos un rato en silencio. Si, ya se que es difícil, pero vamos a intentarlo. Durante este tiempo silencioso tenéis que escuchar atentamente todos los sonidos que haya a vuestro alrededor y después recordarlos. ¿Estáis preparados? ¿Seguro? Bueno, pues abramos la puerta del silencio y que pase. (…)

¿Cuántos sonidos diferentes habéis escuchado? Había sonidos de la calle, sonidos de algún vecino, sonidos de vuestra casa, sonidos de vosotros mismos. ¿Ha hecho algún ruido la radio? ¿Habéis oído mi respiración? Seguro que todos habéis oído algo durante este rato. Eso es porque el silencio es algo dificilísimo de conseguir. Siempre hay algún ruido dispuesto a romperlo. (…)

Cada vez es más difícil obtener silencio. Por todos lados hay ruidos de coches. Aparatos, casetes. Por eso, cada vez el silencio es más valioso. Hoy día sí que se puede decir aquello de que  ‘el silencio es oro’. O como hemos llamado a nuestro programa de hoy: EL SILENCIO: EL REY. (…)

El silencio se suele relacionar con la oscuridad, con la noche, con el color negro. Es porque la noche es más silenciosa que el día. La luz es sonido y la oscuridad silencio.

Pero también ocurre lo contrario. Una hoja de papel en blanco es como un silencio, no hay nada escrito. Un lienzo blanco no tiene pintura, también es como el silencio, como una partitura sin notas; luego el silencio también puede ser blanco. En realidad puede ser negro o blanco, según en qué ocasiones.

El silencio es también quietud, paz. Las cosas cuando se mueven hacen ruido, por lo tanto cuando están quietas, inmóviles, son imágenes del silencio.

El desierto, las superficies heladas, el vacío y la nada, siempre se relacionan con el silencio. Todo lo que tiene poca vida es silencioso. Lo más, la muerte: es silencio puro.

Como mejor leemos es en silencio, sin nada que perturbe nuestra concentración en la lectura. Por eso los libros son silenciosos, como los mimos, que hacen teatro sin decir ni una sola palabra, sólo con gestos. O el cine antiguo, aquél que no tenía sonido y se llamaba cine mudo. En esas películas se pueden ver actores que salen gritando y no se oye nada, pero se adivina el sonido por la expresión de su cara. Es un silencio a gritos.

En el cine hay películas que tienen en si título la palabra silencio, como por ejemplo ‘La ley del silencio’, ‘El silencio’, ‘Tiempo de silencio’, ‘Los gritos del silencio’, ‘El silencio de los corderos’. Todas ellas tratan el asunto del silencio de diferentes maneras.

Los dibujos, los cuadros, las fotografías y las esculturas van dirigidas a la vista y no al oído; por eso no suenan. Tienen una comunicación silenciosa. Aunque en el cuadro haya una catarata, o una moto o un camión, nosotros no oímos su sonido. Sin embargo nos lo podemos imaginar. Nos podemos imaginar perfectamente el sonido de una campana (…), el sonido de una voz que canta (…), o el sonido de un violín (…).

Hay personas que por un defecto en el oído no pueden escuchar nada. Los sordos son los que están en lo que se llama mundo del silencio. Como no se pueden comunicar con sonidos, lo hacen con señas. También se llama reino del silencio a las profundidades marinas. Los peces no gritan, por eso da tanta tranquilidad ver un acuario. Tranquilidad, eso es lo que necesitan los hospitales para que se curen los enfermos. En sus alrededores siempre hay carteles que dicen ¡silencio, por favor!

Hay lugares que si no tienen completo silencio, no se puede trabajar en ellos, como los estudios de grabación, los estudios de las emisoras de radio. Aquí, por ejemplo, donde estoy yo ahora, delante de mi hay una luz roja encendida que quiere decir silencio, están hablando. Si alguien entra en este estudio ahora, lo tendrá que hacer con sigilo, como si fuera un gato, para no hacer ningún ruido que te moleste a ti que estás escuchando el programa. La verdad es que aquí hay un estupendo silencio. Oíd un poco. (…)

No sólo en los estudios de radio hay buen silencio. En la provincia de León hay un valle que se llama ‘Valle del Silencio’ porque no hay ni río, ni pájaros, ni suele haber insectos. Además está apartado de la civilización y no se oye ni el ruido de coches, ni nada de eso. En realidad no se oye casi nada. Seguro que os gustaría un paseo por allí, oiríais vuestros pasos con perfecta nitidez: un paso, otro paso, un paso, otro paso, cloc, cloc, cloc, cloc, cloc, cloc…

En los monasterios suele haber claustros silenciosos, pero siempre hay alguna fuente o algún pájaro que rompe el silencio. Sin embargo, dentro de las pequeñas capillitas de los monasterios, allí sí que hay buen silencio. San Bruno fundó en el siglo XI la orden monástica de los cartujos. Estos monjes tienen voto de silencio, es decir, no hablan nunca. Antonio Muñoz Molina, un estupendo escritor de ahora, tiene un artículo periodístico llamado así: voto de silencio. En él cuenta lo siguiente:

“Conozco aventureros que no viajan para descubrir paisajes, sino para descubrir variedades más puras de silencio. Un amigo aficionado a la vela me cuenta que sólo cuando se ha alejado cuatro millas del puerto deja de oír el tráfico de la ciudad en que vive y de la carretera de la costa. Hablo con un espeleólogo y lo primero que le pregunto es qué se oye en una gruta a doscientos metros bajo tierra. Me contesta: caudales súbitos y ocultos de agua, gotas de agua solitarias y aritméticas que llevan milenios culminando una estalactita, silencio, el silencio más denso que ha podido percibir un oído humano, un silencio arcaico, fósil, aterrador algunas veces, que otorga una categoría de riada y de escándalo al flujo de la sangre en las sienes cuando el explorador ha apagado su lámpara y se queda quieto, cobijado en su saco de dormir y ya no sabe si en el mundo exterior es de día o de noche, ni recuerda otros sonidos que los de sus pasos y su respiración”.

Hay unas habitaciones construidas especialmente para el silencio: son las cámaras anecoicas. Tienen unos muros de dos metros de hormigón. Para entrar hay que pasar por varias puertas, todas gordas. Las paredes, el techo, el suelo, las puertas, todo está recubierto de una especie de esponja que absorbe cualquier ruido. Hace cuarenta años entró en una de estas cámaras silenciosas un compositor americano llamado John Cage. Cuando llevaba un rato dentro de ella empezó a oír dos sonidos distintos. Al salir le dijo al técnico: -Esta cámara está mal porque se oyen dos sonidos. El técnico le contestó: – ¡dígame cómo son!. John Cage le dijo que uno de los sonidos era alto y otro un poco más bajo. El técnico le dijo que el alto era su sistema nervioso funcionando, y el bajo la sangre circulando por las venas. Así descubrió el compositor que todos nosotros, todos los seres humanos, producimos siempre dos sonidos sin querer. Por lo tanto, el silencio absoluto no existe. Siempre hay algo que suena, y, si no, sonamos nosotros mismos. (…) Un tiempo después de la experiencia de la habitación del silencio, John Cage compuso una obra que se tituló 4’33’’. Esta pieza consiste simplemente en cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio. Ni más ni menos. Los músicos que interpretan esta pieza tienen que estar 4’33’’ en silencio. Es una obra musical que podéis interpretar cuando queráis. No es necesario ni siquiera saber tocar un instrumento.

Yoko Ono, una artista japonesa que pasó a la fama por casarse con el músico de los Beatles John Lennon, tiene varios espectáculos que se basan en el silencio. Uno de ellos se titula ‘Cerillas’. Es así: la sala está a oscuras, cada espectador recibe al entrar una cerilla que puede encender cuando quiera ver lo que ocurre en el escenario. Otra obra de Yoko Ono se titula ‘Pieza de bicicleta para orquesta’. En ella, cien actores pedalean silenciosamente sobre bicicletas. Otra obra, llamada ‘Despertador’, consiste en esperar en silencio a que suene la alarma de un despertador instalado en el centro del escenario. ¿Os imagináis? Tic, tac, tic, tac… así durante mucho rato y sin saber cuándo ¡riiinnnnggg! Un ring tremendo. En fin, éstas son obras de Yoko Ono.

El compositor György Ligeti fue invitado en una ocasión a dar una conferencia sobre el futuro de la música. Ligeti se sentó en su mesa de conferenciante y se mantuvo en silencio durante los ocho minutos que duró su actuación. El público reaccionó haciendo todo tipo de ruidos, gritos, insultos, hasta que expulsaron al conferenciante de la sala. Todos los ruidos que hicieron los oyentes era una creación sonora del compositor. Ligeti se fue muy satisfecho.

Como veis, hay muchos casos de obras musicales que se basan en el silencio. Os mencionaré un par de casos más. George Bredit, tiene un cuarteto de cuerda que consiste en lo siguiente: salen los cuatro músicos, suben al escenario, se dan la mano, saludan al público y desaparecen.

Nam Yune Paik compuso otra obra titulada ‘Una para violín solo’ en la cual el violinista levanta en silencio y con mucho esfuerzo un violín por el mango y en el momento culminante lo estrella con todas sus fuerzas contra una mesa. Éstas son obras que se sirven del silencio para crear una gran tensión. Porque no hay que olvidar que, sobre todo, el silencio tensa el ambiente o lo relaja, según en que situación nos encontremos.

Los escritores y poetas se preocupan mucho del silencio. La razón ya os la contaba antes cada vez escasea más. El famoso escritor Arthur Clark tiene un precioso cuento titulado ‘Silencio, por favor’ en el que cuenta la historia de un joven científico que inventó una máquina a la que llamó ‘Silenciador Fenton’. Era una máquina capaz de anular los ruidos de su alrededor, y dejar toda la estancia en silencio. El joven Fenton se llevó su máquina a la ópera y se la enchufó a una soprano cuando estaba cantando un aria. De repente se produjo un increíble silencio. Nadie oía a la soprano que abría la boca. Cantaba con todas sus fuerzas pero no se oía nada. El público no se lo podía creer. Al final, la máquina acumuló tanta energía que explotó, y claro, mató a su inventor, por eso seguimos sin tener ninguna máquina que imponga el silencio.

Hay otras muchas narraciones, cuentos y poesías que nos hablan del silencio. En realidad es uno de los temas favoritos de los artistas. Recuerdo una historia de un señor que coleccionaba silencios musicales: cada vez que le gustaba un silencio dentro de una música lo grababa en una casete. Grababa sólo el silencio. Al cabo de los años de coleccionar silencios tenía muchísimos. Silencios de Schubert, de Beethoven, de Brahms, de Bruckner, de Webern, de Falla. Cuando este extraño coleccionista estaba tranquilo en su casa, se ponía todos los silencios, uno tras otro y era feliz. ¿Os imagináis coleccionar los más bellos silencios de la música? Que conste que yo también los colecciono. Y además os invito a que lo hagáis vosotros. Es una colección preciosa. Cuando escuchéis un silencio que os guste, ¡pumba!, lo grabáis, lo archiváis en vuestra colección. Algún día nos podríamos intercambiar los silencios repes para completar los que nos faltan, en fin, como si fuera una colección de cromos.

También recuerdo aquel vagabundo que, cuando estaba en el bosque y había tormenta, sacaba una flauta que tocaba solo silencios: en la mitad del ruido de la tormenta se oía una divina melodía de silencios. O también recuerdo aquellas sirenas que atraían a los marineros pero no porque cantaran, sino por sus atractivos silencios.

Pero todavía más emocionante que estas historias es cuando asistimos a manifestaciones y espectáculos de silencio. Pocas cosas hay en la vida más impresionantes que ver pasar por las estrechas y recogidas calles de Sevilla a la ‘Procesión del Silencio’. Miles de personas con hábitos negros, cada una con un gran cirio, van desfilando pausadamente en un silencio sepulcral. Se oyen solamente los pasos descalzos: cloc, cloc… como aquellos del ‘Valle del Silencio’… cloc, cloc. Silencio impresionante es también cuando, antes de empezar un espectáculo o un concierto, todo el mundo se levanta del asiento y guarda un minuto de silencio por la muerte de una persona conocida. O esas manifestaciones silenciosas. Miles, casi millones de personas sin decir ‘esta boca es mía’.

En muchos espectáculos el silencio del público es fundamental. En el teatro, porque si no, no se oye a los actores. En el tenis, porque el ruido desconcentra a los deportistas. En los toros porque se juega la vida el torero y necesita concentración y silencio. Y en los conciertos porque sobre todo la música requiere silencio para, a partir de él, edificar arquitecturas de sonido.

El día de Viernes Santo, a las doce de la mañana, en un pueblecito de Teruel llamado Calanda, se reúnen unos cinco mil tambores y bombos en la plaza. Todos están en completo silencio, vestidos de morado. Dan las doce campanadas y, cuando da la última, todos a la vez se ponen a tocar juntos. Se mueven las paredes de las casas y el suelo. A esto le llaman ‘la rompida del silencio’.

Ahora os voy a leer un anuncio de aire acondicionado que recorté de un periódico este año pasado. Dice así:

“Aire acondicionado Bon Air. La ley del silencio. En Bon Air hay algo que tenemos como ley, para el verdadero confort el silencio es básico, tanto como una atmósfera totalmente sana y limpia, a una temperatura y grado de humedad ideales y constantes. Todo esto es lo que le ofrece la nueva serie Europa de aire acondicionado Bon Air. Con lo último en diseño y tecnología. Serie Europa, una serie líder para los líderes del confort. Bon Air, la ley del silencio”.

También tengo anuncios de equipos de Alta Fidelidad. Por ejemplo, éste:

“La más alta tecnología del sonido en Alta Fidelidad sólo se puede demostrar de una manera: con el silencio. Porque sólo cuando se puede reproducir con absoluta perfección el silencio se está en condiciones de reproducir con absoluta fidelidad el sonido. El sistema 4300 de Taiwa es el ejemplo. En él no suena nada que no deba sonar. Nada estorba a la hora de la reproducción. Es el sistema perfecto para oírlo todo sin oír nada. Taiwa, la alta fidelidad que se mide con el silencio”.

Hay una casa discográfica llamada ECM que tiene el siguiente eslogan:

“El sonido más bello después del silencio”

Otra casa discográfica llamada Windham Hill tiene el siguiente eslogan

“El sonido de una gota de agua”

Hace un rato he hecho una experiencia. He ido al ordenador y le he pedido títulos de músicas que tuvieran la palabra silencio. Y me ha dado un montón de ellas. Os voy a leer unas cuantas.

Por ejemplo: Alphonse Diepenbruck, un compositor entre el siglo pasado y éste tiene una obra que se llama ‘En gran silencio’. Félix Ibarrondo tiene una obra para piano titulada ‘Silencios Ondulados’. Arre Marie Canto una para coro que se llama solamente así: ‘Silencio’. Otro compositor, Aaron Copland, compositor de este siglo, americano, tiene una obra para trompeta, corno inglés y cuerdas llamada ‘Ciudad silenciosa’. Otro compositor alemán, Hermann Reutter tiene una obra llamada ‘Tu silencio, mi voz’. Y un compositor sueco, Tommy Shredder una obra muy graciosa; se titula así: ‘Música para sonreír y después guardar silencio’. El compositor español Pablo Sorozábal tiene siete canciones sobre poesías de Heyne, una de ellas se llama ‘Noche fría y silenciosa’. José de la Vega tiene también una obra llamada ‘Silencio’. José Manuel Berea, un compañero nuestro de la radio también compositor, tiene una obra para grupo de cámara que se titula ‘Incendio de silencio’. Félix Ibarrondo, otra vez sale el mismo compositor de antes, tiene una obra llamada ‘Luego el silencio’. María Escribano también tiene una obra silenciosa, se titula así: ‘Breve introducción a la historia del silencio’.  Una obra de José Enrique Pedreira se titula ‘Tres diálogos con el silencio’. Y una muy famosa de Antonin Dvorak, ‘Bosques silenciosos’. Tadeusz Baird, un compositor polaco de la actualidad, tiene un soneto de Shakespeare puesto en música que se titula así: ‘Aprende a leer lo que ha escrito un amor en silencio’.

Pero ahí no queda la cosa; hay muchos más aquí, no vamos a acabar nunca. Por ejemplo, Charles Boc tiene una obra llamada ‘Silencioso como la noche’. Michael Praetorius, un compositor del S. XVI o XVII, entre medias, un famoso villancico, ‘En medio del silencio’. Leonard Bernstein, una suite sinfónica que se llama ‘La ley del silencio’. Oliver Messiaen, dentro de ‘Las miradas del Niño Jesús’, hay una mirada que es ‘La mirada del silencio’. Y termino esta larga lista mencionando una obra de Montserrat Bellés titulada ‘Música para un silencio’. Y esto ha sido sólo introduciendo el dato silencio en el ordenador. Si hubiera metido el dato Silent o Silence, o silencio en alemán o en otros idiomas hubieran salido otro montón de obras. Hay muchísimas obras musicales que llevan por título algo que se relaciona con el silencio.

Y ya, para terminar, os vamos a hacer una pequeña cata de distintos silencios. Os vamos a mostrar diferentes silencios en esta emisora. No es lo mismo dejar de hablar (este silencio es un silencio en el que se nota mucho el paso de la cinta; hay una pequeña sustancia sonora que es parecida al silencio), a si yo interrumpo mi voz y paramos el magnetofón, con lo cual el silencio es muchísimo más profundo, como éste.

En fin, podríamos seguir hablando muchísimo sobre esta maravilla que es el silencio. En fin, queridos amigos, ya hemos llegado al final de nuestro programa. Habéis podido comprobar que hoy no hemos tenido ninguna música en el espacio y sí hemos tenido sin embargo muchos silencios porque ‘el silencio es la más hermosa de las músicas’. Y eso no es porque lo diga yo, ni mucho menos, lo dicen muchísimos músicos, intérpretes, compositores, muchos escritores, poetas, filósofos, pensadores, industriales. En realidad lo dice casi todo el mundo. En realidad creo que lo pensamos todos. Por eso le hemos llamado a este programa hoy EL SILENCIO: EL REY.

Un poeta decía: “sólo hay tres cosas dignas de romper el silencio: la poesía, la música y el amor”.

El próximo día os contaré las extraordinarias aventuras de un joven compositor que tenía una manera muy curiosa de componer. Será un cuento titulado LA RARA INSPIRACIÓN DE FERNÁNDEZ.

El piloto de nuestro avión es el de siempre, Carlos Arévalo. Hasta el siguiente programa, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

silencio

11 Ago

23 Una curiosa historia. El piano

Programa radiofónico  nº 23 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92. 

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El piano es uno de los instrumentos más curiosos que hay: es el más conocido, el que más se estudia en los conservatorios, el que más teclas tiene, el más pesado y el que sirve para tocar músicas más distintas. Además, el piano es el instrumento con la historia más fascinante.

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De todos los instrumentos, el piano es el mejor comediante”, esto lo decía un gran pianista que se llamaba Busoni

Otro pianista, Anton Rubinstein, que no es Arthur Rubinstein, sino uno anterior, decía otra frase muy graciosa: “Un piano no es un instrumento, sino cien”

Neupert, un constructor de claves, llamaba al piano “instrumento de mayor amplitud”

Neuhaus, otro gran pianista, decía que el piano era “el más intelectual”

Schneider, un musicólogo alemán, lo definía como “el instrumento más romántico”

Sigamos con las frases y definiciones. Un filósofo llamado Max Weber afirmaba lo siguiente: “de acuerdo con su naturaleza musical, el piano es un instrumento burgués”

Chopin siempre decía: el piano es mi segundo yo

Un compositor y pianista americano llamado Goltschak opinaba esto: “Me imagino el infierno como un lugar de reunión de todos los pianos. Allí los condenados tendrían que escuchar una obra en la que tocaran todos los pianistas del mundo. De haber conocido Dante el piano ¿no lo habría añadido a los tormentos de su infierno?

Como veis cada persona opina una cosa distinta del piano. Recuerdo incluso una vez que un chico me dijo que las teclas negras le sonaban más tristes que las teclas blancas. ¿Habrase visto qué barbaridad? ♫

Sí, sí, no cabe duda: el piano es uno de los instrumentos más curiosos que hay. No sólo es el más conocido, el que más se estudia en los conservatorios, el que más teclas tiene, el que más pesa, y el que sirve para tocar músicas más distintas, sino que encima el piano también es el instrumento que tiene la historia más fascinante. Además se pueden relatar miles de anécdotas y cuentos de él. Pero no vamos a contarlo todo, simplemente hoy vamos a estar acompañados por UNA CURIOSA HISTORIA: EL PIANO ♫

Hace un par de meses, en “Sonido y Oído”, os presenté un programa que se titulaba ENTRE LAS CUERDAS. En aquel programa os contaba que hay cinco familias de instrumentos de cuerda: la de los arcos musicales, la de las liras, la de las arpas, la de los laúdes y la de las cítaras ♫

Precisamente el piano pertenece a la familia de las cítaras, aunque no lo parezca ♫ ¿Sabéis por qué? Porque si le levantáis la tapa y os fijáis bien en lo que tiene dentro, os daréis cuenta de que tiene un montón de cuerdas que están tensadas paralelamente a la caja de resonancia, como las cítaras, los salterios, los cimbalones y otros muchos instrumentos ♫. La diferencia está en que las cítaras se tocan con los dedos y con una púa, los salterios y cimbalones golpeando las cuerdas con unos martillitos, y en el piano son unos macillos con fieltro los que golpean las cuerdas. Además, y eso es lo más importante, los macillos se manejan por medio de un teclado. ♫ O sea, el piano pertenece a la familia de instrumentos de cuerda, y también a la de instrumentos de tecla ♫

♫ Todo viene desde el siglo XII. Teófilo, que era un benedictino muy mañoso, encontró un método práctico para fabricar alambre, o sea, hilo de hierro. Antes todos los instrumentos de cuerda se hacían con cuerdas de tripa, pero los constructores de entonces empezaron ya, después de Teófilo, a hacer instrumentos con cables de hierro. El éxito fue enorme. Parece ser que un alemán del S. XIV llamado  Simius construyó un aparato con cuerdas y teclado. Un siglo después, Giovanni Spinetti inventó un cacharro al que le puso su mismo nombre: espineta. Era un instrumento de cuerdas y teclado donde el sonido se producía cuando unas plumas de cuervo arañaban las cuerdas, y esas plumas eran accionadas desde un teclado  ♫.

Pero el antecesor del piano es un instrumento pequeñito, que se puede transportar y que suena muy poco, y se llama clavicordio. En él las cuerdas son golpeadas. Siglos después le ocurrirá lo mismo al piano, cuando unos macillos golpeen las cuerdas  ♫.

Al iniciarse el siglo XVIII los instrumentos de teclado eran de tres tipos: el órgano, que no pinta nada en esta historia; el clavicordio, que acabamos de escuchar, que tenía el problema de que casi no se oía, y el clave, que era una especie de espineta grande de cola que se utilizaba en todos los conciertos ♫

François Couperin, que era un gran clavecinista, decía: El clave es perfecto por la cantidad de notas que tiene y por su sonido tan brillante y tan bonito, pero como no se puede aumentar y disminuir el volumen de ese sonido yo quisiera que alguien construyera un instrumento que fuera capaz de tener más expresión”

Lo que no sabía Couperin es que cuatro años antes de decir eso, en 1709, en Florencia, Cristofori había inventado un instrumento y le llamó ‘clavicembalo col piano e forte’, o sea, clave con sonidos suaves y fuertes. Cristofori quitó las plumas que pellizcaban las cuerdas y puso unos martillitos que las golpeaban. Si dabas fuerte a las teclas sonaba fuerte, le dabas piano a las teclas y sonaba piano, es decir, sonaba suave; por eso le puso el nombre de pianoforte, es decir, un instrumento capaz de sonar piano y forte. Más tarde se quedó sólo con el nombre de piano  ♫.

El francés Marius y el alemán Schroeder hicieron inventos parecidos a los de Cristofori pero no tan buenos. El primero que los comercializó fue un inteligente constructor y comerciante de instrumentos alemán llamado Silbermann. Los primeros no estaban muy perfeccionados, pero poco a poco fueron mejorando. Ya en la época de Mozart sonaban así ♫

Los primeros compositores que hicieron obras especialmente para piano, no para clave o clavicordio, fueron Clementi y Haydn  ♫. A finales del siglo XVIII el piano ya estaba bastante perfeccionado; el teclado se podía tocar con mucha agilidad y la potencia sonora aumentó. Todo estaba preparado para la llegada de Beethoven 

En el siglo XIX fue la gran explosión del piano, pues llegó el Romanticismo y se colocó en cabeza de todos los instrumentos. Le pusieron bastidor de hierro, con lo cual se podían tensar mucho más las cuerdas, los pedales para sostener el sonido, el doble escape para que pudieran repetir las notas a toda velocidad. Y así se quedó el piano. Con estos instrumentos Franz Lizst hacía verdaderas barbaridades  ♫. El sonido del piano también se convirtió en más lleno y más delicado, perfecto para Chopin  ♫.

Liszt y Chopin le sacaron todo el jugo a la técnica pianística y dejaron el camino abierto a otro gran compositor y pianista: Johannes Brahms  ♫. De esta manera, perfeccionándose poco a poco, llegó a ser tal y como lo conocemos ahora. Hubo compositores que le sacaron atmósferas increíbles, como Debussy  ♫  Otros lo utilizaron casi como instrumento de percusión, como Bela Bartók  ♫ Albéniz  le puso un toque flamenco  ♫ Rachmaninov  le dio un toque sentimental ♫ Schoenberg le añadió abstracción ♫ Messiaen le puso espiritualidad  ♫ Stockhausen se lo comía con patatas fritas  ♫

En fin, es un instrumento que desde que se inventó hasta ahora ha dado muchísimo de si  ♫. Y colorín colorado, esta historia resumida del piano se ha acabado. Pero aún me quedan muchas cosas que contaros de este instrumento tan peculiar  ♫

El piano no se toca siempre sólo, ni mucho menos. Es un instrumento ideal para formar dúos  ♫ También se pueden formar tríos  ♫   De vez en cuando también se hacen cuartetos con piano  ♫ Y también se hacen quintetos con piano   ♫   Y es el instrumento ideal para hacer conciertos con orquesta  ♫  Y siempre que hay que acompañar canciones ahí está el piano  ♫ Con el piano se pueden tocar músicas de muy distintos estilos. Es fantástico para el jazz  tradicional  ♫ Y para el jazz más moderno  ♫   También en él se tocan los boogi-woogies   ♫   Y es magnífico para el rock ‘n roll  ♫   Y no digamos para la música de los cafés  ♫

Los pianos pueden tener diferentes formas. Pueden ser de gran cola de concierto, de cola pequeñita, verticales, pianos de mesa cuadrados, piano de cola vertical, piano de gabinete: todo depende de cómo estén colocadas las cuerdas. Además hay pianolas, que son pianos con pedales que tocan la música que está grabada en un trozo de papel.  Esto es una pianola  ♫  También hay toda una colección de pianos mecánicos. En París hay un museo que tiene  muchos pianos mecánicos diferentes. Vamos a oír algunos ♫. Otro tipo de pianos son los eléctricos ♫ Y los pianos preparados, o sea, aquellos que tienen tornillos, clavos, fieltros y demás ferretería entre las cuerdas, como éste que se inventó John Cage 

Y con esta historieta hemos llegado al final de nuestro programa de hoy. Nuestro único invitado ha sido ese gran instrumento musical llamado piano  ♫. El programa del próximo día tratará sobre un asunto sonoro de capital importancia. En vez de hablar de sonido, hablaré de silencio. Al programa le he puesto este título: EL SILENCIO, EL REY ♫ Hasta pronto, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

Una curiosa historia: el piano - Fernando Palacios

10 Ago

22 ¿Qué es lo que más nos gusta?

Programa radiofónico  nº 22 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Intentamos contestar esta complicada pregunta con la ayuda de tres preciosos libros: ‘El compositor en el aula’, de Murray Schafer; ‘Cómo escuchar un concierto’, de Jorge D’Urbano y ‘El pensamiento musical’, de Carlos Chávez. También hay encuestas y alguna que otra conclusión.

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– A mí me gusta la música romántica sobre todo.

– A mí me gusta la música romántica, porque me transporta a otros mundos y me siento extasiada y… en fin, me olvido de mí misma

– Pues a mí me gusta la música clásica también, porque me gusta también. Y la pop también, algunas canciones.

– Bueno pues a mí me gusta la música clásica por lo que representa y porque me gusta, o sea, porque sí, porque desde pequeñito la escucho. Y me gusta el rock porque sí, porque hay cosas que me gustan porque lo escucho, porque se lleva. Pero no me gusta en exceso. O sea, la música clásica tiene una cosa que es que me gusta y se queda, mientras que en el rock me puede gustar una canción, otra, pero pasan. Me pueden gustar, yo que sé, un mes, pero nada más

– Pues a mí me gusta mucho la salsa, porque es muy rítmica, tiene muchas combinaciones de timbres rítmicos. Bueno pues por eso es lo que más me gusta, porque también tiene algo de melodía variada aunque las letras son un poco horteras. Pero bueno, está bien, se puede bailar, se puede cantar, se puede acompañar con instrumentos y me divierte y me gusta.

– Bueno, pues la que más me gusta ahora mismo, porque igual mañana me gusta más otra, es una que se llama “Jalousie” y que dice: tarirará tirará…etc. Bueno y me gusta porque es muy bonita y porque me gusta ¿yo que sé?

– A mí lo que más me gusta es el tango. Lleva muchísima pasión y me encanta

– Eh, bueno, me gusta mucho la música de percusión o la que está relacionada con ella, por ejemplo, los carnavales de Sudamérica, porque transmiten una emoción muy directa y llega muy rápido.

– Pues entre muchas músicas a mí ahora mismo la que más me gusta es la música africana, porque es una música que está muy cercana a los orígenes de la vida y por lo menos allí en muchos lugares la siguen manteniendo, y por eso tiene muchísima fuerza, a parte de mucha belleza

– Bueno pues a mí la música que más me gusta pues es el impresionismo, porque me resulta una música muy sugerente y muy abierta.

– Bueno pues a mí me gusta como compositor Bach, porque pienso que es el mejor de todos los compositores, por lo menos para mí.

– Yo adoro la música contemporánea de mi país, que yo soy húngara. Y concretamente Bartók, porque aparte de tener los motivos de las canciones folclóricas húngaras, también tiene el mensaje universal de la música

– ¿Qué me gusta a mí? ¡Yo que se! A mí de tó: los Chunguitos, los Chichos, Luis Cobos y me lo monto bien así, ¿me entiendes? Y también me va un poquito el AC-DC, Iron Miden y tal. Pero vamos, bien, sí.

– Bueno a mí la música, el estilo que más me gusta de música es el estilo cósmico, aquél que intenta desarrollar el hombre para relacionarse con el cosmos

– Pues evidentemente me gusta mucho Tom Waits, porque me gusta como canta, me gusta como compone. Me gusta todo.

– A mí me gusta el rock sinfónico, porque me recuerda ahora mis tiempos en que me daba por cogerme rollos psicodélicos con Pink Floyd y Génesis. La verdad es que me trae recuerdos muy buenos.

– A mí me gusta la música de Queen, música que no podremos volver a escuchar.

– A mí me gusta Bruce Springsteen porque es muy bueno, es un músico muy bueno

– Me gustan las jotas de mi tierra, soy de Guadalajara y la verdad es que cuando oigo esta música me emociono un poquillo. Y bueno, me gusta bailarla, hacer lo que puedo, que tampoco mucho.

– Pues a mí me gusta el jazz, el jazz y el flamenco. Le veo muchas similitudes y raíces por ejemplo, sobre todo raíces

– Pues yo la música que más escucho es la música clásica, sobre todo música de flauta ya que es el instrumento que yo toco y entonces puedo aprender un montón de cosas. Y además es la música que más me llega, al fin y al cabo, y que de alguna manera más entiendo

– A mí me gusta toda la música porque creo que cada estilo de música te puede aportar un montón de ideas nuevas.

– Pues todo tipo de música con un mínimo de calidad y lo que no me gusta en absoluto es todo tipo de ruidos y estruendos del rock, el po, y bacalaos, etc.

– Pues a mí me gusta toda la música, siempre y cuando sea buena o muy buena o buenísima

¿Por qué a unos nos gusta un tipo de música y a otras personas otro? ¿Es normal que nos puedan deleitar músicas muy distintas? ¿Cómo podemos llegar a disfrutar con lo desconocido? ¿Podemos gozar de todas las músicas? ¿El gusto se modifica? Éstas son preguntas que casi todos nos hacemos constantemente. Aunque es muy difícil contestar perfectamente a todas ellas, en la media hora de nuestro espacio voy a procurar esclarecer un poco este asunto tan espinoso con la ayuda de tres grandes músicos que ahora os comentaré. Hoy nuestro programa trata de  ¿QUÉ  ES  LO  QUE MÁS  NOS  GUSTA? ♫

El primero de los músicos elegidos para que nos eche una mano es el compositor y pedagogo canadiense Murray Schafer. En el año 1965 este extraordinario músico estuvo dando clase a jóvenes y sus experiencias se reflejaron en una serie de libros muy interesantes. El primero de estos libros se titula: El compositor en el aula. El primer día de clase Murray Schafer preguntó a sus alumnos por su gusto musical. Les pidió que le dijeran qué tipos de música les gustaban más y cuales les gustaban menos. El resultado fue éste: las músicas que más querían eran el jazz, la música popular, la música de cámara, la ópera, el country, la música de bandas, las comedias musicales y los temas favoritos de música ligera. Las músicas más rechazadas por los alumnos eran: la música folclórica, la ópera, el jazz, la música contemporánea, la música electroacústica, la música sinfónica y el country. Después de esto, profesor y alumnos estuvieron mucho rato hablando. De entre las interesantes conclusiones que sacaron he seleccionado las nueve siguientes ♫

“Cada persona tiene gustos diferentes en música. Esto es estupendo porque demuestra que existen muchas personalidades diferentes y un tipo especial de música para cada personalidad”

“A cada persona le pueden gustar varios géneros musicales. Uno no puede ser comunista y capitalista a la vez, ni musulmán y católico juntamente, pero con el arte no sucede de la misma manera. Se pueden descubrir cosas nuevas, aunque te sigan gustando las anteriores”

“La música de Mozart iba dirigida a la fina aristocracia europea de hace dos siglos. El jazz sin embargo empezó como expresión musical de los esclavos negros de Norteamérica. Nosotros no somos ni aristócratas ni esclavos, y sin embargo nos pueden gustar mucho estas dos músicas”

“A los profesores les suele gustar la música de cámara y a los alumnos los éxitos del pop-rock. Parece ser que hay diferentes clases de música para diferentes clases de gente. Esto suele ocurrir, pero hay que tener en cuenta que no siempre es así”

“No es bueno que los profesores se nieguen a oír los éxitos del pop-rock, ni que los alumnos rechacen la música de cámara. La música no es propiedad privada de cierta gente. Cada pieza musical fue escrita para todos los hombres”

“Tener curiosidad por la música es síntoma de buena salud. Si alguien quiere descubrir música interesante tendrá que buscarla”

“A la persona que durante toda la vida sólo le gusta el mismo tipo de música sin entusiasmarse por otro, es un caso paralizado, lisiado, consumido. Esa persona tiene detenido su desarrollo”

“Para desarrollar el gusto es necesario curiosidad y valentía. Curiosidad para ir en busca de lo nuevo, de lo oculto. Valentía para desarrollar el gusto personal sin reparar en lo que los demás puedan decir o pensar”

“Escuchar música bien seleccionada ayudará a hacer surgir lo personal y original que se encuentra en cada uno de nosotros”

Así terminó la primera clase que dio Murray Schafer a sus alumnos de Canadá ♫

Nuestro segundo invitado de hoy se llama Jorge D’Urbano y es un crítico musical argentino que editó un libro en el año 1953 titulado Cómo escuchar un concierto. El último capítulo de este precioso libro se llama Apreciación musical. De él he seleccionado unos cuantos fragmentos ♫

“Un grupo de personas puede conversar sobre cualquier tema por raro que sea y llegar a grandes acuerdos. Se intercambian ideas y todo suele ir bien. Pero como alguien diga algo sobre su gusto se acabó la armonía y apareció la discusión. Lo que para unos es bonito para otros es feo. Si uno dice que una música es sublime otro dice que es pesada. Al final de la discusión nadie cede ni un milímetro de su opinión. Si a alguien le faltan palabras para discutir siempre le queda un último recurso, dice aquello de ‘‘es cuestión de gusto”

“Cuando una persona da una opinión que se basa en el gusto, ya no se puede seguir conversando. Lo normal es que si a alguien no le gustan las manzanas, o Picasso, o Chopin, es imposible que nadie le convenza de otra cosa. Cuando una persona dice ‘‘es posible que tengas razón, pero a mí no me gusta’’, ahí se acabó el intercambio de ideas. Ha salido el gusto a relucir para terminar con la conversación. Sin embargo creo que el gusto se puede educar y variar”

 Os voy a contar algo que me ha pasado a mí, bueno esto le ha pasado a Jorge D’Urbano, que es el autor de estos textos:

“Mi entrada en la música fue la ópera. De niño me llevaron a espectáculos de ópera italiana que me gustaron muchísimo. Sin embargo, la primera vez que escuché a Wagner me salí del teatro. No le veía ni belleza ni nada que me atrajera ♫ Un día, de repente, se produjo el milagro y me empezó a apasionar Wagner. No se por qué. A partir de entonces las óperas italianas me parecieron ñoñas, sin sal, sólo me gustaba la grandiosa música de Wagner ♫.

Después me empezó a gustar la música sinfónica y abandoné a Wagner. Pero cada vez me gustaban más cosas. Me emocionaba Beethoven, pero también Schumann y Händel y Mozart. Después vino la música de cámara, la contemporánea, etc. Pero cuando creía que ya había abarcado toda la música, me di cuenta de que tenía que volver a mi niñez y recuperar las músicas que había abandonado: las óperas italianas, Wagner y todo aquello. Ahora sí, ahora puedo elegir lo que más me gusta en cada momento. Y todavía me queda mucho camino por delante. Reconozco que ahora soy más feliz

“El gusto es variable. Está sometido a diversas influencias, o sea no es siempre igual y puede ser mejorado y refinado. Lo importante es que cada persona sea capaz de sacar las diferencias de las cosas sobre una base. La reacción ante una obra de arte puede siempre ir avanzando”

“La diferencia entre un aficionado a la música y otro que no lo es, está en que el aficionado acostumbra a estar muchas veces en compañía del mundo de los sonidos. El otro no. Saber disfrutar de la música no es un regalo de la naturaleza, sino un premio de la inteligencia”

“Muchas veces se dice: ‘‘me gusta la música pero no la entiendo’’. ¡Cómo si entender fuera privilegio de unas pocas personas con grandes inteligencias! Nada más lejos. Lo que ocurre es que hay que desarrollar un poco la concentración y la memoria. Hay personas que son capaces de estar tres horas jugando a las cartas, concentradas, acordándose de todas las cartas que han salido, y son incapaces de concentrarse diez minutos en una sonata. Esas gentes suelen considerar a la música sólo como una distracción y pasatiempo, y no como una vivencia artística. El día que se den cuenta de que el arte es una de las manifestaciones más importantes de la humanidad, entonces observarán la música, la plástica, la poesía y el resto de las artes con más atención que un partido de futbol”

Esto es lo que viene a decir Jorge D’Urbano en su libro Cómo escuchar un concierto.  ¿Os ha gustado? ♫

Bien, vamos con el tercer músico del día. Es el compositor mejicano Carlos Chávez. En el año 1959 dio unas conferencias en la Universidad de Harvard. La última se llamaba El goce de la música y de ella he entresacado algunas ideas ♫

“El goce de la música y, en general, el goce del arte es uno de los privilegios especiales del que uno puede nunca puede estar bastante agradecido. Gozar del arte es uno de los atributos más altos del espíritu humano. Y lo tienen todas las personas, no se le niega a ninguna. Las que tienen menos, siempre pueden aumentar la capacidad de deleitarse con el arte”

“Cuando una persona escucha música vuelve a vivir las mismas sensaciones que tuvo el compositor. El oyente, el oyente de verdad no es pasivo, es activo, escucha activamente. Cuanto más activamente oye, más intensamente, más inteligentemente, comprende más cosas y por lo tanto disfruta más”

“Una persona musical es la que sabe distinguir todo lo que ocurre en la música: el ritmo, la melodía, la armonía, la forma, los temas. Cuantas más cosas sea capaz de oír más musical debe ser considerada”

“El valor de una obra de arte, es decir, su belleza está en las posibilidades de darnos felicidad”

Y escuchando estas hermosas palabras de Carlos Chávez hemos llegado al final de nuestro programa ♫ Hemos de dar las gracias a los músicos que nos han ofrecido sus palabras: a Murray Schafer, a Jorge D’Urbano y a Carlos Chávez ♫ Voy por último a resumir lo que decían nuestros invitados en cinco breves puntos ♫

– Todos podemos gozar de la música.

– La música no acaba en el pop-rock, sino que hay otras muchas cosas estupendas.

– El gusto se puede modificar perfectamente.

– Hay que arriesgarse a disfrutar con lo nuevo; es una aventura magnífica.

– El arte proporciona felicidad ♫

Espero que haya servido para algo este programa. Carlos Arévalo, que estuvo en el control, también lo espera ♫

Hasta el próximo espacio, adiós y adiós ♫

© Fernando Palacios

Curriculum

10 Ago

21 El hombre del tiempo

Programa radiofónico  nº 21 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Con mañana soleada, música alegre y ruidosa. Con mañana cubierta y fría, paseo meditativo. Tarde radiante: playa, barca y danza campestre. Si el tiempo empeora y nos cae un chaparrón encima, nos secamos en el fuego de la chimenea. El hombre del tiempo nos ha ayudado a hacer esta selección musical.

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“Continúan las altas presiones afectando a todo el país debido a la presencia de un anticiclón fuerte, situado al Oeste de las Azores y otro sobre la meseta Sur. Tenemos débil borrasca muy al Sur de las Canarias y que en las próximas veinticuatro horas afectará al archipiélago, produciendo algunas precipitaciones”.

“Tenemos sobre Escocia una borrasca fuerte con un frente frío asociado que se extiende por el Noroeste de Francia, de tal manera que su extremo rozará al Cantábrico. En alta mar fuerte marejada”.

“Ambiente muy agradable por la tarde. Ligera subida de las máximas y ligero descenso de las mínimas. Para mañana seguiremos con cielos despejados, con neblinas dispersas a primeras horas y calimas posteriormente con viento muy suave”.

“Otra borrasca fuerte en el extremo Norte de Rusia con un frente frío por la mitad Sureste del país. Se esperan fuertes heladas”.

Esto era un resumen de las previsiones del tiempo para el sábado pasado. Como ahora estamos en invierno hemos oído palabras propias de esta estación como lluvia, marejada, heladas, borrascas. Y no sólo hemos oído esas palabras sino que también ha sonado la lluvia, el mar, el viento. Se me ocurre una cosa: vamos a volver a escuchar el tiempo pero ahora con una sorpresa. ¿A ver qué os parece?

 “Continúan las altas presiones afectando a todo el país debido a la presencia de un anticiclón fuerte situado al Oeste de las Azores y otro sobre la meseta Sur. Tenemos débil borrasca muy al Sur de las Canarias y que en las próximas veinticuatro horas afectará al archipiélago produciendo algunas precipitaciones”.

Tenemos sobre Escocia una borrasca fuerte con un frente frío asociado que se extiende por el Noroeste de Francia, de tal manera que su extremo rozará al Cantábrico. En alta mar fuerte marejada”.

 Ambiente muy agradable por la tarde. Ligera subida de las máximas y ligero descenso de las mínimas. Para mañana seguiremos con cielos despejados, con neblinas dispersas a primeras horas y calimas posteriormente con viento muy suave”.

Otra borrasca fuerte en el extremo Norte de Rusia con un frente frío por la mitad Sureste del país. Se esperan fuertes heladas”.

♫ ¿Os ha gustado la sorpresa? Era muy sencilla. Con la lluvia hemos escuchado un fragmento de la canción Cantando bajo la lluvia. Con la marejada, un poco de La tempestad de Tchaikovsky. Con el ambiente agradable la pieza Canción de  la  mañana de Elgar. Con la borrasca helada un breve trozo de la Sinfonía Antártica de Vaughan Williams.

La verdad es que no es muy difícil encontrar músicas que contengan lluvias, tempestades, vientos, porque a los compositores les encanta desde siempre imitar a la naturaleza. Por eso existe un amplio catálogo de obras musicales sobre los elementos de la naturaleza, o sea, agua, aire, tierra y fuego. Sobre las estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. Sobre los astros: el sol, la luna, las estrellas. Sobre montañas, sobre ríos, bosques, animales, jardines, paisajes. De todo esto no va a tratar nuestro programa de hoy, ¡qué va! Sólo vamos a tener algunas músicas relacionadas con EL HOMBRE DEL TIEMPO, o la mujer del tiempo.

♫ El primer hombre del tiempo nos dice que vamos a tener una mañana estupenda, algo fresca pero muy soleada y agradable. Bueno, os voy a sugerir que demos un paseo por el parque. A lo mejor hoy ha salido a tocar ese joven del violonchelo y nos deleita con un buen Bach  ♫.

Y si no ha salido el violoncelista, casi seguro que estará tocando cerca de la fuente el grupo sudamericano que no tiene nombre, ni son famosos pero que tocan muy bien  ♫.

Los que no faltan ni un solo sábado son los muchachos del grupo Orquestrío, una orquesta que a la vez es un trío, con un violín, una flauta y un charango que, ayudados por una casete, organizan una buena escandalera ♫.

El segundo hombre del tiempo nos anuncia, ¡mira por dónde!, que el día va a estar cubierto y con bastante frío. Bueno, para todo hay solución. Nos abrigamos bien y vamos a ver como pasa el río tranquilamente sin tener ninguna prisa. Es algo que nos relajará esta mañana. Aquí tenemos un río, el Guadalquivir, que es descrito así por el compositor español Joaquín Turina en su Sinfonía Sevillana  ♫.

Si no nos apetece en esta fresca mañana meditar en el río y queremos desfogarnos un poco, podemos hacer una marcha por el monte. Es importante llevar unas buenas botas y un palo de apoyo. Nos puede acompañar la música de Ricardo Strauss llamada Sinfonía Alpina; como su nombre indica está dedicada a los Alpes, que eso si que son montes  ♫.

Para los más tranquilos podemos buscar otra solución, quedarnos en la cama dejando que viaje nuestra imaginación y no nuestro cuerpo. Es posible que así creamos ver pasar por debajo de nuestra ventana aquel vagabundo errante que cantaba una triste canción de Schubert, canción de un libro llamado Viaje de Invierno  ♫.

Si nos ataca el sueño, no nos importe. Quizá soñemos un viaje como éste que nos cuenta Chaikovsky en su I Sinfonía llamada Sueños del viaje de invierno .

Y si todavía no te gustan ninguno de estos planes, seguro que éste si es de tu agrado. Si no quieres salir a la calle, quédate escuchando “Radio 2 Clásica”. En este momento va a sonar El Invierno del oratorio Las Estaciones de Haydn ♫.

El tercero de los hombres del tiempo nos dice otra cosa, ¡cómo no! Nos anuncia ahora que el día va a estar magnífico, ¡si es que no se ponen de acuerdo! En caso de que tenga razón, si el día va a ser caluroso podemos hacer muchas cosas. Los que tengáis el mar cerca y soportéis el agua fresca de estos tiempos lo tenéis claro: ¡a la playa! al son de esta música de  Eduardo Toldrá que se llama Vistas al mar  ♫.

Los que tengáis cerca un lago ¡a por él! Eso es lo que hizo el pianista Franz Listz cuando pasó por el Lago de Wallenstadt. Le dedicó esta pieza  ♫.

Los que no tengáis ni mar, ni lago tendréis río, digo yo. Si no está contaminado, cosa bastante difícil, podéis daros un chapuzón como el de esta obra del compositor inglés Delius que se titula Por el río y pertenece a su Suite Florida ♫.

Si no hay chapuzón, un paseíto en barca ¡Qué gustazo! Esto que oímos es Una barca en el Océano de Ravel ♫.

Otra estupenda posibilidad con el buen tiempo es ir al campo. Allí podemos bailar esta Danza campestre ♫.

También podemos entrar dentro de una chopera, o un pinar, o un hayedo, lo que tengamos cerca. ¡Humm!, qué gusto estar rodeado de árboles por todos lados, ¿eh? Así se inspiró Johann Strauss para hacer sus Cuentos de los bosques de Viena  ♫.

Para los más vagos también tenemos solución: pasear por el jardín. Puede que con un poquito de suerte resulte un jardín mágico como éste de la obra Mi madre la Oca de Ravel  ♫.

¡Vaya hombre, se ha puesto a llover! Las primeras gotas caen al ritmo de Jardines bajo la lluvia de Debussy  ♫.

¡Pues si que nos la ha jugado bien este hombre del tiempo! A los que hayan ido al campo les va a pillar este tormentón que se avecina en el centro. Va a ser por lo menos como el de la VI Sinfonía de Beethoven que se llama Sinfonía Pastoral  ♫.

Si, pero peor lo van a pasar los que hayan ido en barca. Va a ser tremendo, como el  4º Interludio marino del compositor inglés Benjamin Britten 

¡Menudo chapuzón que nos hemos dado! Todo por hacerle caso a este hombre del tiempo, el tercero, que no ha acertado ni una. Bueno, habrá que volver rápidamente a casa a secarnos en la chimenea encendida. Esta pieza de Schumann se llama así: En la chimenea ♫.

La chimenea además es un buen sitio para contar cuentos y para ver raras imágenes en el fuego  ♫. Este es el Fuego fatuo de Manuel de Falla  ♫.

La tormenta pasa. Llega la noche. Sale la luna ♫. Con este Claro de luna de Debussy va terminando nuestro programa  ♫.

Es buena cosa esta de coleccionar músicas sobre el hombre del tiempo o la mujer del tiempo, ¿verdad?. ¿Cuántas conoces tú? ♫

El próximo programa va a ir dirigido al gusto. Nos haremos la siguiente pregunta: ¿QUÉ ES LO QUE MÁS NOS GUSTA? ♫

En el timón técnico del programa, como siempre, estuvo Carlos Arévalo ♫.

Hasta entonces ¡Adiós y adiós!  ♫

«En mi pueblo le llamaban el hombre del tiempo porque predecía con exactitud los tiempos de sequía y las épocas de lluvia. Y no sólo eso: podía anunciar una tormenta con algunas horas de anticipación. Era una brújula andante. Le bullían en la cabeza los vientos del Norte que acarreaban agua. Y el viento africano, promotor de calurosas neblinas polvorientas, le producía una extraña comezón en los pies. Recuerdo que una soleada tarde de verano extendió su brazo izquierdo balanceando la mano como si iniciase un 3/4, marcando el tiempo con una medida que sólo él conocía.  De pronto su mano se inmovilizó, y él dijo: -Esta noche tendremos tormenta-. Y la tuvimos. Hace tanto tiempo que no se nada de él, yo ahora vivo en la ciudad, que me pregunto si se lo habrá llevado el tiempo o seguirá siendo el consejero climatológico del pueblo. Aunque ahora, la verdad, es que corren otros tiempos».

© Fernando Palacios

10 Ago

20 Tortugas y galgos

Programa radiofónico  nº 20 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Haydn, Beethoven, Wagner y las ragas de la India son algunos de los principales protagonistas. Desde la antigüedad nos llega la tradición de alternar en el baile las piezas rápidas con las lentas. Por esta razón nuestras músicas están plagadas de momentos veloces junto a otros serenos.

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♫ Las tortugas son tranquilas, flemáticas. Tienen un andar lento, como éste  ♫. En el polo opuesto de las tortugas están los galgos. Son veloces, ligeros, impetuosos. Su pulso es mucho más rápido  ♫.

En música también tenemos tortugas y galgos. Unas son pausadas y se expresan con tranquilidad, sin prisas, diciendo las cosas poco a poco, todo a su tiempo. Su pulso es así  ♫. Al igual que hay animales lánguidos como los caracoles, las perezosas, las babosas o los percebes, hay músicas lánguidas. Éstas se suelen indicar con palabras como grave, largo, sostenuto. Son palabras italianas  ♫.

Al contrario de estas músicas lentas, lentas están las músicas vertiginosas y se expresan con mucha actividad, con prisa, diciendo las cosas rápidamente, sin esperar a nada; su pulso es rápido  ♫. Al igual que hay animales ágiles como los guepardos, los ratones, las lagartijas o las liebres, hay músicas ágiles. Éstas se suelen indicar con otras palabras italianas como prestísimo, agitato, vivace  .

Normalmente, para evitar la monotonía y la repetición excesiva, se suelen combinar estos dos tipos de música: la música tortuga y la música galga. Así hay más variedad  y la atención no se distrae. Por eso se suelen alternar las canciones lentas  ♫  con las canciones rápidas  ♫.  Con esta sucesión se obtiene, primero un galgo  ♫,  después una tortuga  ♫, más tarde otro galgo  ♫,  otra tortuga  ♫

Bien, hoy nos vamos a dedicar a esto que os cuento, a escuchar músicas que en su velocidad se parecen a TORTUGAS Y GALGOS. ♫

♫ Seguro que el baile ha tenido mucho que ver en esto de mezclar las tortugas y los galgos musicales. Ya en el Renacimiento Europeo bailaban una rápida  ♫ y después, para descansar, una más lenta  ♫. Esta combinación que era tan adecuada para la danza, gustó tanto que fue quedando como modelo. Y así desde el siglo XVIII las obras musicales empezaban con una pieza rápida para llamar la atención, luego llegaba una lenta para relajarse, y después se  terminaba con otra muy rápida para despedirse con alegría y que la gente aplaudiera.

Esto mismo es lo que ocurre en este “Concierto para piano y orquesta en Re” de Joseph Haydn. Comienza con un galgo vivo que se llama vivace, es decir vivaz. Su pulso es de 140 al minuto  ♫.  El segundo tiempo se llama un poco adagio, un poco lento, que va a un paso de 58 al minuto  ♫.  El final es otro galgo llamado allegro assai, que quiere decir bastante alegre: va a 160 por minuto  ♫.

Otro ejemplo estupendo de combinación de estos dos pulsos tan distintos lo tenemos en Viena en el siglo pasado. Allí la nobleza, que no tenía gran cosa que hacer, como siempre, se pasaba gran parte del día bailando valses y polcas ♫.  Algunos valses tienen un poco de tortugas  ♫.  Algunas polcas, un poco de galgos  ♫.

El mismo esquema ha llegado hasta nosotros. En nuestra época siempre se han organizado los guateques uniendo las rápidas, o sea las de bailar suelto ♫, con las lentas, las de bailar agarrado   ♫.

Frecuentemente solemos relacionar las situaciones de la vida y los sentimientos con  la velocidad de la música. Las ceremonias majestuosas son grandes tortugas pues el paso en ellas es pausado y solemne ♫. Las pasiones desatadas son galgos apresurados pues los corazones palpitan a toda velocidad  ♫.  La noche es una tortuga pues es descanso y meditación  ♫.  Aunque a veces también la noche es un galgo de juerga y desenfreno  ♫.

Una obra de piano de Beethoven describe con su tempo, que quiere decir velocidad,  tres situaciones de la vida. Es la sonata llamada “Los Adioses”. El primer tiempo se llama “La despedida” y la tristeza está envuelta en lentitud  ♫.  El segundo tiempo se llama “La ausencia”; la música sigue pausada, aunque un poco menos porque hay esperanza ♫.  El tercer tiempo se llama “El retorno”. La alegría va a toda velocidad  ♫.

Pero toda la música no es tortuga o galgo solamente, es decir, no toda la música es o muy lenta o muy rápida. Entre ambos extremos hay muchos puntos intermedios. Nosotros podemos andar a distintas velocidades. La música también. Puede ir normal, que se llama andante  ♫;  a paso algo más lento, se llama adagio  ♫; algo más rápido, llamado moderato ♫; o bastante más rápido, como este allegro ♫.  Así pues tenemos todo un amplio repertorio de velocidades que van desde las tortugas más tortugas hasta los galgos más galgos. Hay incluso músicas que empiezan lentísimas y acaban rapidísimas.

Un caso curioso es el de las ragas de la India. Bueno, os diré que se llama raga a la forma de organizar los sonidos en la música clásica de la India. Por ejemplo esta raga llamada Hamavati empieza así de lenta ♫. Y acaba a toda velocidad  ♫ A lo largo de la hora que dura, porque dura sesenta y tantos minutos, pasa por distintos ritmos; por este  ♫,  por este otro  ♫  y acaba como ya habíamos oído, así  ♫

Ahora os voy a poner una pieza del folclore americano con banjo y guitarra, una canción que se llama “El galope del búfalo”. Esta pieza tiene un curioso cambio de velocidad en el centro. Es como esos pingüinos que van lentos por la tierra firme pero se tiran al agua y pueden ir a toda velocidad. A ver si os vais dando cuenta cuando esta música tipo pingüino se tira al agua  ♫.

No era difícil adivinar el sitio donde había un cambio de velocidad. Era éste  ♫

Y hoy vamos a acabar nuestro programa con una breve fantasía de tortugas y galgos. Músicas lentísimas y rapidísimas enlazadas por la sabiduría de nuestro técnico Carlos Arévalo. Una, dos y tres ¡adelante!  ♫

Ya hemos llegado al final de nuestro espacio. Tanto estirar y aflojar el tiempo… se  nos ha acabado. No se os ocurra perderos el próximo programa. Vamos a tener de invitado a EL HOMBRE DEL TIEMPO, pero no hay que precipitarse, eso será dentro de una semana ♫

Carlos Arévalo y yo os esperamos entonces. ¡Adiós y adiós!  ♫

© Fernando Palacios

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10 Ago

19 Música con cualquier cosa

Programa radiofónico  nº 19 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Si en el Caribe hubieran destruido los bidones de petróleo, ahora no existirían ‘steel drums’. Sigamos este ejemplo y probemos a sacar sonidos de tablas de lavar, maderos, cuencos de porcelana, cacharros, tuberías… En este programa se muestran algunas posibilidades muy accesibles.

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♫ En la primera de nuestras emisiones, hace unos 4 meses, nos preguntábamos qué era o qué no era la música. ¿Os acordáis? Entre muchos ejemplos llegamos a oír algunos muy curiosos de obras compuestas para extraños instrumentos musicales que en principio no lo eran, es decir, objetos de la vida cotidiana que fueron o que pueden ser utilizados como instrumentos musicales.  Ahí tenéis los ejemplos de  las sillas plegables  ♫, de los papeles y cartones  ♫, o de las bisagras de las puertas ♫

En otro programa anterior de hace unos tres meses, que se llamaba ‘Queramos o no queramos, siempre sonamos’, hacíamos un recorrido por sonidos del cuerpo y su aplicación musical. Pudimos oír percusión corporal  ♫, la voz, naturalmente  ♫, las palmas  ♫ o el silbido ♫

Pero hay otras muchas músicas que se pueden hacer con casi nada, con lo primero que pillamos. El asunto es dar con el objeto adecuado y sacarle el mejor sonido que tenga; con ello hacemos música para él, para ese objeto. Por ejemplo, la Orquesta de las Nubes utilizaba en sus conciertos un gran despliegue de macetas colgadas, que los músicos de la orquesta cogieron de sus casas. Sí, de tiestos de barro, ordenados por alturas, formaron un precioso y gran instrumento de percusión afinado ♫

Ya lo oís. Hoy vamos a escuchar y a practicar MÚSICA CON CUALQUIER COSA.

Para tocar un preludio de Chopin, necesitamos, para empezar, un piano (que es un instrumento muy complicado). Con una calabaza no podemos tocar un Preludio de Chopin, pero podemos hacer otras cosas ♫ El pueblo Dakpa de Centroáfrica, golpea las calabazas así para que huyan las termitas ♫

Cogemos dos tablones de carpintería, los colocamos horizontalmente sobre dos apoyos, los golpeamos son dos palos y  ya tenemos una Txalaparta, un instrumento de percusión que tocan los vascos ♫

Las piedras también se pueden golpear, y con ellas hacer música estupenda ♫

Cualquier miembro del pueblo Fulani, en Níger, coge una caña fina o un palito recto y apoyándolo en la boca lo convierte en una guimbarda. Con estos palitos, tocan estas músicas ♫

En España se unen unos cuantos huesos de distintos animales y forman el arrabel ♫

De todo esto ya podemos sacar una conclusión. Hay muchísimos materiales y objetos que podemos aprovechar para hacer música; incluso cacharros que vamos a tirar, si lo pensamos mejor, nos pueden servir como instrumento ♫

En unas islas del Caribe, las  llamadas Trinidad y Tobago, en vez de tirar los bidones de petróleo que tanto abundan por allí, los han convertido en instrumentos y han formado grandes orquestas de bidones como esta: ♫ Hoy día es el instrumento más típico de aquellas islas, y hasta tocan música clásica como ésta: ♫

La antigua tabla de lavar se ha utilizado siempre como instrumento de percusión. Si le añadimos una botella de anís, que también es rugosa, y unas cajitas de madera, ya tenemos casi una batería. Eso sí, para rascar hay que ponerse dedales ♫

Los vasos y copas de cristal también han formado desde hace dos siglos instrumentos preciosos. Se pueden afinar si les ponemos más o menos agua, y suenan cuando rozamos con los dedos humedecidos el borde ♫. Cuando se afinan y ordenan bien, forman una armónica de cristal ♫

En la India hay instrumento formado por cuencos de porcelana tocados con  baquetas de madera. Se llama jalatarangam. Y una vasija cerámica que se golpea a manotazos, se llama ghatam ♫

Y ya sabéis, en África convierten todo en instrumento. Allí hasta cuando machacan los cereales hacen música ♫

También hacen música los niños de Camerún cuando golpean el agua con las manos. Transforman un río en un tambor  ♫.

Entre los muchísimos juguetes que hay, unos cuantos se pueden utilizar para hacer músicas bien diferentes. Aquí tenéis tres ejemplos: ♫ Los pianitos de juguete en música contemporánea ♫. O las trompetillas de plástico en música de baile ♫. También hay orquestas hechas con instrumentos de juguete  ♫

Y la cocina, ¿qué me decís de la cocina? Es un pozo sin fondo. Hay montones de instrumentos que suenan de maravilla, como las botellas y sartenes ♫. Sobre los  cubiertos hay distintas opiniones:

  • Con una cucharilla y un tenedor… sí se puede hacer música.
  • Pues no, con una cucharilla y un tenedor, no se puede hacer música.
  • ¡Yo sí que puedo hacer música con una cucharilla y un tenedor!
  • Yo… cuando… ¿cuándo sale?

 ♫ Aquí tenéis esta canción que se acompaña con instrumentos de la cocina, y que cantan y tocan unos niños americanos de seis años ♫.  Y aquí una obra compuesta para todo lo que hay en la cocina; se llama ‘Menaje’ y es de Carlos Cruz de Castro  ♫  Continuamos en la cocina: podemos soplar las botellas  ♫. Convertir un corta-huevos en un arpa  ♫ O tocar los tradicionales almireces  ♫ Ya os digo, la cocina es un prodigio musical si sabe utilizar. Pero sigamos.

Con tubos, reclamos, tentetiesos y otros aparatejos podemos formar un singular grupo ♫  Si nos pasamos por la ferretería y compramos clavos y puntas de distintos tamaños, ya está formado un perfecto metalófono  ♫. Sigamos buscando. Con gomas de neumáticos de coche hacemos tambores  ♫. Con tuberías, singulares instrumentos de viento ♫. Con papeles enrollados formando tubos y golpeados con la mano, instrumentos de distintas alturas  ♫. Con pajitas para beber refrescos hacemos oboes  ♫.

Ya veis la cantidad de instrumentos que tenemos, sólo aprovechando los materiales más comunes. Un paseo por el campo puede ser también muy interesante para fabricar instrumentos. Los xilófonos se pueden fabricar con palos ♫, con mosaicos rotos ♫  y con otros muchos materiales.  Al final se puede formar una gran orquesta con piedras, palitos, troncos, ramas, latas. Esta que suena es de unos chavales de Madrid en un paseo que dimos por la Casa de Campo  ♫. ¡Ah! me dejaba las hojas; son instrumentos de viento de gran virtuosismo  ♫. Tampoco debemos olvidar, que con una caña, una navaja, un poco de habilidad y algo de conocimiento, podemos hacer una flauta, una flauta de paseo. Unos agujeros en la caña y a soplar ♫. Si soplamos sobre los capuchones de los bolígrafos y rotuladores, obtenemos una flauta de pan. Bueno, en este caso, una flauta de plástico  ♫. Si echamos unos garbanzos en un pandero, obtenemos una música que nos recuerda al mar  ♫.

Con máquinas de escribir, Nico Daza hizo una obra llamada “Poema mecánico” ♫.

Los tubos de cartón son un filón para esto de la música. A un tubo de planos le atamos una cuerda bien tensa y ya está hecho un instrumento muy divertido. Oigamos esta pieza tocada por tres de estos aparatos  ♫. Los tubos a su vez transforman la voz y resuenan cuando les echamos cosas dentro. Esta música fue pensada para un instrumento fabricado a base de tubos de cartón  ♫.

Y podríamos seguir así horas y horas y cada vez nos iríamos dando cuenta de que se puede hacer música con cualquier cosa. Que la música no acaba con los instrumentos especializados. Que la música es, además, otras muchas cosas. Lo importante es despertar la curiosidad por hacer esas otras muchas cosas con el sonido ♫. Con las simples piedras se pueden hacer maravillas, como ésta de Pepe Iges  ♫.

Seguro que sin ninguna dificultad encontraréis serruchos, arandelas, cajas tubos y podéis montar una orquesta casera que dé gusto oírla ♫.

Nuestro próximo programa irá, muy deprisa y muy despacio a la vez, pues llevará el título de TORTUGAS Y GALGOS ♫.

Yo me disfrazaré de tortuga y de galgo irá, Carlos Arévalo ♫.

Hasta entonces, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

Artilugios e instrumentos para hacer música

10 Ago

18 Melodías ocultas

Programa radiofónico  nº 18 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Las melodías tienen muy distintas maneras de ocultarse: unas se esconden en libros olvidados, otras en la inmensidad del océano. Pero también se disimulan en entramados musicales: acompañamientos, acumulaciones, fugas, citas, variaciones e improvisaciones.

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♫ Esta canción tradicional escocesa se llama “Tan temprano en la primavera”; Jacqui la canta sin acompañamiento ninguno. ♫ Su voz describe un hermoso dibujo hecho con el sonido. Eso es una melodía. Con sólo una melodía se puede hacer una perfecta obra musical. Hay muchas que son así: una sola melodía. Otras, más abundantes, consisten en melodía con acompañamiento. Un instrumento o una voz hacen la melodía y otro u otros hacen el acompañamiento. ♫ Hay incluso otras músicas que no tienen ni melodía, ni acompañamiento, ni nada de eso.

♫ Pero hoy no me voy a ocupar de esos casos, sino de aquellos en los que las melodías se disimulan, se esconden, se enmascaran, se tapan, como ésta que está sonando pianito por debajo de mi voz. Está luchando por salir y yo no le dejo. Se mantiene casi callada, ignorada. Bueno, bueno, me voy a callar para que brote y se pueda oír. ♫

Hemos escuchado como esa melodía ha venido y se ha ido, se ha ocultado. Hay muchas músicas que contienen melodías que se transforman, se retiran, aparecen, desaparecen. De eso va a tratar el programa de hoy: de las MELODÍAS OCULTAS

♫ Las melodías tienen muy diferentes maneras de ocultarse, de disimular. Unas veces lo hacen de unas formas y otras lo hacen de formas diferentes. Vamos a observar algunas. Hay melodías que permanecen durante siglos escondidas entre los pentagramas de libros muy antiguos. Casi nadie les hace caso. Allí están en las catedrales, en los museos, en las bibliotecas, esperando a que llegue un investigador, las estudie y las saque a la luz. La mayoría no tienen suerte y están siglos y siglos sin poder sonar. Pero algunas son curioseadas por un musicólogo y al poco tiempo suenan esplendorosamente, como esta que oímos. Luis Lozano la sacó de un viejo libro de la Biblioteca Nacional y ahora, después de cinco siglos en conserva, la podemos escuchar. Ha tenido mucha suerte y nosotros también por poder oír ahora esta música que se utilizaba en ceremonias mágicas contra enfermedades infecciosas. ♫

Las ballenas componen preciosas melodías que muy pocos pueden escuchar. Estas melodías quedan ocultas entre el rumor incesante del mar. Además, son tan graves que nosotros no los podríamos oír, a no ser que alguien las grabara y les subiera el tono, reproduciendo la grabación a más velocidad. Gracias a estos intrépidos reporteros podemos escuchar, sin movernos de nuestra casa, las extrañas, las mágicas melodías de las ballenas. ♫

Hay un caso que en música se repite muchas veces: es el de las melodías que se dejan tapar por otras nuevas. O sea, una melodía se oculta tras otra y, aunque suenan las dos, nuestra atención se centra en la nueva, quedando la primera como apoyo, como acompañamiento. Es como si pusiéramos una red delante de una tela: se ve la tela que está debajo, pero sobre todo se ve la red que está encima.

El ejemplo musical es el siguiente: tenemos esta magnífica melodía de violín ♫ ¿Habéis oído qué maravilla? Bueno, pues cuando acaba aparece una voz de mujer cantando que nos llama la atención. En ese momento la melodía de violín pasa a un segundo plano, para no interferir, o sea, se oculta. ♫

Este ejemplo de Liszt es muy curioso. Empieza la melodía así: ♫ Es muy sencilla, ya  lo oís, no tiene más, pero lo repite otra vez: ♫ Y repitiendo sin cesar cada parte de esta melodía obtiene el acompañamiento de la melodía siguiente ♫

Existen músicas que están hechas por muchas melodías que suenan a la vez; por eso es difícil fijarse en una sola. Además, del mismo modo que nos fijamos en la superficie de los objetos, también atendemos a la superficie de la música y nos cuesta escuchar los entresijos, lo que está por debajo. Es decir, resulta difícil oír las melodías ocultas de estas músicas llamadas polifónicas, y se llaman así porque tienen varias melodías superpuestas ♫

Hubo un curioso compositor americano llamado Charles Ives que le encantaba componer acumulando melodías diferentes que tuvieran poco que ver unas con otras.  De esa forma se organizaba un barullo considerable que es lo que él pretendía. En su obra ‘Central Park en la oscuridad’ se escuchan los sonidos de la ciudad en la noche  ♫

Durante los siglos XV y XVI a los compositores les gustaba componer obras basándose en melodías conocidas, ya fueran populares o religiosas. Que estaba de moda la canción ‘El hombre armado’, por ejemplo, pues componían misas  enteras sobre esta canción. Utilizaban parte de la melodía, la subían, la bajaban, le cambiaban el ritmo, la hacían más lenta… y con estos y otros muchos procedimientos ponían en pie obras grandiosas, construidas a partir de pequeñas canciones. Por ejemplo, aquí tenéis una famosa melodía religiosa: ♫ A partir de esta melodía, el gran compositor Josquin des Pres hizo esta misa: ♫

Un caso todavía más complicado es el de esas pequeñas melodías que inventan los compositores para organizar con ellas el entramado más complicado que hay en música: la fuga. Cada fuga se compone tomando una de esas melodías; primero suena sola, después aparece otra vez, y otra, y otra… como en los cánones. Y así va discurriendo la fuga, con apariciones y desapariciones de la melodía. Es como el río Guadiana que se esconde, sale, se vuelve a esconder, vuelve a salir. El máximo artista de este tipo de música es Johann Sebastian Bach. De él vamos a oír esta fuga para teclado. La melodía es ésta: ♫ La escuchamos en entradas sucesivas ♫. Y ahora oímos entera la fuga. Podéis contar las veces que asoma la cabeza la melodía ♫

Una práctica común en nuestros días es citar melodías conocidas. Se hace normalmente en improvisaciones y en composiciones escritas. La cosa consiste en que alguien está tocando una música cualquiera y de repente aparece una melodía de otro lugar, como si fuera clandestina. ¡Claro que esto se puede hacer bien y mal, con buen o mal gusto! Cuando se hace bien el público, si está atento, disfruta una barbaridad. Pero si no está atento el público, puede pasar la melodía disimuladamente, oculta. Vais a ver cómo en esta música contemporánea el violín toca el tema de “Pedro y el lobo” de Prokofiev, ese que dice ♫. Estad atentos ♫

A las melodías les encanta disfrazarse de múltiples formas, ocultarse tras diferentes disfraces. A veces se ponen disfraces tan raros que no las reconocemos, pero aunque varían su forma, nunca dejan de ser ellas mismas. En música a esto se le llama variación. Los artistas van cambiando el disfraz a la melodía: unas veces la melodía se convierte en lenta y majestuosa, otras rápida y ligera, otras triste, otras grandilocuente. Ese es el arte de la variación. Tomemos un famoso ejemplo ♫. Esa es la melodía; oigamos una variación: ♫  Y ahora otra distinta  ♫

Vamos con un segundo ejemplo. El tema es éste: ♫.  Aquí llega una variación ♫. Y aquí otra, con un disfraz tan romántico y extraño que no se reconoce la melodía original: ♫

Hay otras muchas maneras de disfrazar melodías. Por ejemplo el jazz, es una música que se hace por medio de la improvisación sobre una melodía, o sea, los intérpretes van inventando disfraces para la melodía. Observad, seguramente conoceréis esta música ♫. Se llama “Summertime” y la canta la famosa Ella Fitzgerald. Bien pues, tras cantar la melodía tal y como es, la disfraza de esta manera  ♫

Aquí tenemos otro ejemplo. La canción se llama “Carioca”: ♫  El primer disfraz se lo pone el saxofón, es decir, el saxofonista improvisa sobre la canción: ♫ Ahora le llega el turno a la trompeta. Mientras tanto, el saxo se oculta tras ella: ♫. Y para finalizar, los dos juntos interpretan la melodía pero cada uno toca un fragmento distinto y, milagrosamente, queda perfecto: ♫

Otras melodías se ocultan tras su propia dificultad. Son tan difíciles que no se ven, permanecen indescifrables. Para que una melodía se entienda y se pueda tararear no debe ser muy complicada pues sino su propia complejidad la oculta: ♫

Más difícil todavía: ¡hay melodías que no son de notas!, ¿qué os parece? A Anton Webern, un compositor de principios de siglo, se le ocurrió hacer melodías de timbres, o sea, no de alturas de los sonidos sino de colores de los sonidos. Es como si en vez de hacer una melodía tradicional (…) la hiciera así (…). El resultado es este: ♫

Vamos a ver ya nuestro último caso por hoy. El ritmo es un elemento de gran importancia en la melodía. Os voy a poner un ejemplo. Si yo toco esto: ♫ ¿A qué os suena? ¿A esto? ♫ ¿Sabéis por qué os suena a eso? Porque detrás del ritmo se oculta una melodía que conocíamos y sólo su ritmo nos la descubre. Si yo conozco una melodía así: ♫  Cuando escuche esto ♫ rápidamente recordaré la melodía que se ocultaba tras ese ritmo: ♫

Pues hoy hemos tenido en nuestro programa melodías ocultas, melodías que permanecen encerradas en libros gordos, melodías de ballenas, melodías que ocultan a otras, que suenan a la vez, que generan obras, que se citan, que se disfrazan, que se complican, que se recuerdan… O sea, algunos tipos de ocultamientos melódicos. Ya sabéis lo que os toca: buscar melodías ocultas en las polifonías, en las fugas, en las variaciones. Están ahí para que tú las descubras ♫

El próximo programa estaremos la media hora haciendo MÚSICA CON CUALQUIER COSA.

Hoy, como siempre, nos acompañó en el asunto técnico, Carlos Arévalo.

Hasta entonces, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

10 Ago

17 Todo el mundo canta

Programa radiofónico  nº 17 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991.

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Hay canciones para todos los gustos, de todos los temas imaginables, cantadas por las voces más dispares. Aquí espigamos unas cuantas de todo el mundo. Las hay de amor, nocturnas, salseras, fúnebres, de beber, de trabajo, de despedida…

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♫ ¿Habéis oído? Esto se grabó tal cual algunos unos años en Miranda del Castañar, un precioso pueblo de la provincia de Salamanca. Estaba la tía Petra sentada en su mesa camilla cuando, como de costumbre, llegaron Francisca (la vecina) y Víctor (el de la flauta y el tambor) y se pusieron a cantar. Así de sencillo, sin más complicaciones. ♫

Lo que viene ahora es algo parecido. Llega la madrugada en el llano venezolano. Canta el gallo. Aparece un ordeñador de vacas dispuesto a despertar a otro, a su amigo, que es más remolón, para ponerse a trabajar. Mientras preparan el desayuno, cogen un cuatro, que es una guitarrilla pequeña, un arpa, y las maracas. Y contrapunteo que te crió. Así de sencillo, sin más complicaciones. ♫

Si es que esto de cantar, es algo fundamental. Es bueno para todo: para el espíritu, para el oído, para el corazón, para la comunicación con todo el mundo, para mejorar la diversión, para liberar la pena. En música, cantar es lo primero y lo más importante porque, ya sabéis: el que canta su mal espanta. ♫

En nuestro programa de hoy os voy a mostrar canciones, solamente canciones. Canciones rápidas y lentas, alegres y tristes, largas y cortas, cantadas fuerte y cantadas bajito. Canciones, canciones de distintas partes del mundo, pues hay que tener en cuenta que cantar es una de las principales actividades de la vida. Por eso TODO EL MUNDO CANTA.

Hay canciones para todos los gustos, de todos los temas imaginables y cantadas por las voces más dispares. En nuestro recorrido voy a espigar unas cuantas de las infinitas canciones que se cantan o se cantaban por el mundo. ♫

Uno de los temas favoritos en las canciones es el amor. Esta es una canción de amor de Vidiapati, un poeta indio del siglo XIV. Soy joven y mi marido está lejos, canta Jahawarlal y de su delicada voz nace la tristeza de la ausencia. ♫

De amor es también esta canción de Sayadian, un trovador armenio del siglo XVIII. “Durante todos los años que viva te adoraré”, se llama esta canción que interpreta el Grupo de música Armenia. ♫

Siguen las canciones de tema amoroso. Ésta es de Laos, un país de Extremo Oriente. La señorita Sai Thay improvisa la letra y la música de este canto de amor. ♫

De Laos a Egipto. La más grande cantante de los países árabes: Om Kalsum nos dice que volvieron los días y pasaron los días; amaneció después del abandono deseándome los buenos días y con la luz, despertó la alegría. Una hermosísima canción compuesta por Mohamed Abdelhuahab. ♫

Esta canción que sigue ya no es de amor, pero sí es de amaneceres y luceros de la noche. Es una zamba argentina donde el latido del corazón es el bombo y la voz, la genial Mercedes Sosa. ♫

Una canción ahora de noche, de noche profunda. Es una canción zíngara de ese pueblo que nunca deja de cantar: el gitano. Lalia Dimitrevich evoca en este canto las noches de fiesta donde las canciones son como medicinas; lo curan todo. ♫

Quien crea que para cantar bien es necesario tener una voz clara, potente e impostada como la del señor Domingo está sin duda en un error. Para cantar un blues, por ejemplo, es necesario tener otro tipo de voz. Tom Waits la tiene grave, ronca, pastosa, áspera y ruda. Y ahí lo tenéis, marcándose este blues titulado “Veintinueve dólares”. ♫

Se acelera el ritmo. El grupo Muluk el Hwa de Marruecos, pide pista con esta canción: “Haiao”, donde la repetición es el fundamento. ♫

Otro tipo de canción repetitiva es ésta del Caribe, un cóctel de son cubano, montuno, merengue, jazz, y otras especies caribeñas producen la salsa. Héctor Lavoe se ríe en esta canción de los refranes de su abuelita: “dime con quien andas, ojo por ojo diente por diente,  etc.” ♫

Después de la salsa, el té. Una canción para acompañar la ceremonia del té en Taiwan. Una señorita de la etnia Ami lo hace así: ♫

Nos hemos ido al lugar más lejano de nuestro país. Estamos en Australia y de ese gran islón he seleccionado esta canción fúnebre. Una vez más se demuestra que los pueblos cantan todos los acontecimientos de la vida. ♫

Le llega ya el turno a las canciones de beber juntos. La bebida suelta la lengua, desinhibe la mente, exalta la amistad y provoca el canto. El grupo francés La Bamboche interpreta “Bebamos, amigos”.  ♫

Seguramente el país más cantarín sea Irlanda. Allí se canta a todas horas, en todos los lugares y participa todo el mundo. Sobre todo en los pubs, auténticos paraísos de cerveza negra y canciones como ésta que se titula “Tres doncellas borrachas”, que interpreta el grupo Planxty  ♫

“Vareando aceitunas se hacen las bodas. El que no va a aceitunas no se enamora” Es una letra popular de una cantina andaluza que canta Carmen Linares. ♫

Otro tema que suelen tratar las canciones es el de las diferencias entre hombres y mujeres. Sale una pareja y entre los dos se preguntan y contestan con picardía y venenillo. Es el caso de Gal Costa y Poupa Nova en esta alegre cancioncilla brasileira. ♫

Esta canción que sigue dice así: “Soplan oscuros vientos, llegan desde Somogy County, pienso en mi vida”. Marta Sebastian una de las mejores voces húngaras nos lo dice así. ♫

Y como el programa se va acabando, ahí va una canción de despedidas y ausencias. Lleva por título ‘El tren sale a las ocho’ y es la incomparable voz de la mezzosoprano Agnes Baltsa quien canta esta canción de su país: Grecia. ♫

¿Os han gustado las canciones de hoy? Espero que sí. ♫ Os recomendaría que empezarais una colección de canciones de todo el mundo. En principio parece difícil, pero no lo es tanto. Cada vez que un familiar o un amigo vaya al extranjero le encargáis un disco. Cada cumpleaños, lo mismo. Al cabo de un tiempo, podréis recorrer Europa, Asia, África, América y Oceanía sin bajaros de sus canciones.

El próximo programa estaremos acompañados de MELODÍAS OCULTAS.

En los mandos estuvo don Carlos Arévalo. Hasta entonces, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

Todo el mundo canta - Fernando Palacios