11 Ago

37 Instrumentos raros y más raros

Programa radiofónico  nº 37 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991.

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El mundo instrumental es más amplio de lo que nos parece. Aparte de los tradicionales y los clásicos, hay otros que, por su originalidad y rareza, deben ir en otro capítulo. Algunos son prototipos de difícil localización, otros están a nuestro alcance y no nos damos cuenta.

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♫ A principios de nuestro siglo se formaron unas originales orquestas burlescas que tocaban cosas así de graciosas ♫. Junto a las tubas, trompetas, saxofones y demás instrumentos conocidos, intervenían silbatos, tambores, metalófonos y un montón de aparatillos que hacían sonidos diferentes a los normales de la orquesta ♫. En esta pieza titulada El camino, podemos oír como imitan a un trenecillo que va pasando por distintos lugares. El resultado es parecido al de las viñetas de los tebeos ♫.

Los sonidos extraños que oímos no se pueden obtener con los instrumentos tradicionales tocados como siempre. Para sonidos nuevos, hay que inventar nuevos instrumentos, o bien tocar los conocidos de otra manera ♫.

En el programa de hoy nos vamos a ocupar de los instrumentos musicales que no son habituales. Unas veces porque tienen formas curiosas, otras porque se tocan de maneras insólitas y otras porque emiten sonidos extravagantes. El caso es que hoy acuden a nuestro espacio INSTRUMENTOS RAROS Y MÁS RAROS ♫.

Decimos que una cosa es rara cuando nos parece diferente de lo normal. Cuando indicamos que un edificio, una persona o una película son raros es porque se salen de lo corriente; son diferentes de lo que esperamos. También decimos que algo es raro cuando no lo entendemos bien o no lo conocemos. Pues con los instrumentos pasa lo mismo: para nosotros son raros los que no se parecen en la forma o en su sonido a los que conocemos. Yo recuerdo que la primera vez que vi una orquesta sinfónica me parecieron muy raros los fagotes, yo no los había visto nunca; y sin embargo son unos instrumentos muy antiguos e importantes, pero para mí eran extraños ♫.

Ahora los fagotes ya no me parecen nada raro, porque los he oído muchas veces ♫.  Lo mismo me ocurrió la primera vez que oí una orquesta de bidones del Caribe. Conocía los bidones, claro, por el petróleo y tal, pero no usados como instrumento musical ♫. Ahora que ya he escuchado muchas veces música tocada con bidones, me parece lo más natural del mundo ♫.

En programas anteriores hemos tenido instrumentos que seguro que os han sorprendido mucho, como el tubo armónico de Yugoslavia, la cora de Senegal, las flautas de nariz, la valiha de Madagascar, las turutas esas gigantes de Suiza y de Nepal, las flautas de encantar serpientes de Afganistán, las campanas del Tibet, la txalaparta del País Vasco, los reclamos, las macetas y sartenes… Ahora bien, una vez oídos ya no resultan tan extraños. Con los instrumentos de hoy va a pasar lo mismo, ya veréis ♫.

Estos son los Mills Brothers, un grupo formado por cuatro voces y una sola guitarra. No, no hay ni contrabajo, ni trompetas, son voces que imitan instrumentos ♫.

No, no es una trompa la que interpreta este concierto de Leopold Mozart con orquesta, es una manguera de goma. En un jardín una manguera no es nada raro, pero tocando con una orquesta sí lo es ♫.

♫ Lo que oís es un piano, pero está tocado de una manera distinta a la tradicional. En este caso se arañan, pulsan, golpean y rozan las cuerdas ♫.

♫ Esto también es un piano. La diferencia con el anterior es que éste sí se toca de manera normal, o sea, por medio del teclado. Lo que pasa es que se le han colocado tornillos, fieltros, corchos, cartones y demás utensilios entre las cuerdas; por eso suena así ♫.

♫ Esta guitarra también está preparada: lleva dos lapiceros levantando las cuerdas; así el diapasón queda dividido en tres partes ♫.

♫ La melodía que suena también está interpretada por una guitarra. No lo parece ¿verdad?. Claro que es una guitarra sintetizada, o sea, un sintetizador que se manipula por medio de las cuerdas de una guitarra ♫.

♫ Los países nórdicos de Europa tienen unos instrumentos de cuerda con arco muy curiosos. En Noruega está el violín hardanger, que tiene cuerdas de resonancia que le dan este sonido característico ♫.

♫ Una vez paseando encontré en la calle a un grupo de músicos suecos que tocaban estos  instrumentos de cuerda. Son como violines pero más grandes y llevan un teclado en la mano izquierda, parecido al de las zanfonas, con el que se pisan las cuerdas ♫.

De Suecia bajamos a Rumanía. Aquí nos encontramos este tipo de violín al que le han quitado la caja de resonancia y la han sustituido por un altavoz parecido al de los gramófonos antiguos. ¿Os acordáis cómo son? Pues así suena ♫. Su sonido es más nasal que el de los violines normales, pero también es más gracioso ♫. Sin movernos de Rumanía hallamos esta preciosa ocarina .

En Bulgaria tienen esta flauta de dos agujeros que siempre toca una sola persona ♫.

En Cerdeña encontramos el launeddas o las launeddas; un solo intérprete puede hacer todo esto simplemente soplando una triple caña, ni más ni menos ♫.

♫ Bajemos a África. En Tanzania tocan una sorprendente trompa hecha de cuerno y además se acompañan con un ritmo hecho con no se sabe qué cosa ♫.

♫ Los habitantes de Centroáfrica vacían los troncos de los árboles y confeccionan con ellos turutas que arman un escándalo considerable ♫.

Cuanto más desconocido es un país para nosotros, más rara nos suena su música. Por ejemplo Yemen, país de la península Arábiga, del sur, tiene entre otras muchas cosas esta lira llamada tambura . También tienen estas flautas denominadas gasabas . Y este canto con acompañamiento de un rarísimo tambor ♫.

Hablando de canto, en Mongolia saben hacer estas cosas con la voz . A veces la voz es un raro instrumento. ¿No es verdad? ♫ En este mismo país, Mongolia, hay un instrumento precioso de arco, tan grande como un violonchelo, que se llama viola de caballo. Posee dos cuerdas hechas, naturalmente, con crines de caballo ♫.

Así podríamos seguir recorriendo el mundo, descubriendo instrumentos raros y más raros. Pero nos vamos a detener en otro tipo de rareza: la de los instrumentos sencillos fabricados con materiales caseros.

A un tubo de cartón le añadimos unas cuerdas tirantes y poco más y ya tenemos un magnífico instrumento de cuerda golpeada. Esto es un trío de estos tubos con cuerda .

Unas cucharillas de plástico sujetas a una caja resultan ser lengüetas sonoras, un instrumento muy parecido a la sanza o kalimba africana . Si en vez de objetos de plástico le ponemos palitos de polo, suena así ♫. Y con pequeñas cañas de bambú… así ♫.

Sigamos: con un bote, un palo y una cuerda podemos construir un laúd rudimentario ♫.

Si además hacemos un arco con una percha y unas cuerdas, el mismo instrumento pasa a ser un primitivo violín ♫.

Si el bote es grande y las cuerdas son metálicas, es fácil hacer un arpa ♫.

Colgando palos, cacharros, campanillas, tubos, bidones, cañas, cuerdas, muelles, platos y todo lo que se os ocurra… podéis hacer o construir una hermosa escultura sonora. En ésta que oís están tocando veinte personas ♫.

Las trompetillas de plástico de las ferias unidas a grandes globos, nos ofrecen sonidos continuos, penetrantes y uniformes ♫.

Las boquillas de estas mismas trompetillas pueden estar incrustadas en un tubo de plástico, así se convierten en otro instrumento: el güisnicio .

Trompetillas, güisnicios y demás cachivaches trompetilleros, forman esta especie de Big-band de singular sonido ♫.

Unos grandes maestros en esto de construir instrumentos graciosos y raros son Les Luthiers  . En este quinteto de viento llamado El ventilador, intervienen un tubófono parafínicocromático, un gonhorn, un yerbatófono d’amore, un cazúdacasa, y un bestpipe a bara ♫. Además de música clásica, el grupo Les Luthiers también tocan jazz tradicional con sus instrumentos inventados ♫.

Durante el siglo pasado, antes de la aparición de tocadiscos y aparatos de radio, se construyeron infinidad de instrumentos mecánicos que funcionaban por medio de manivela o dándoles cuerda ♫. Esta es la caja de música Sinfonión ♫. Esta cajita se llama Serinete . Este es un órgano de salón . Y este un órgano tipo jazzbandófono . Y termina este breve muestrario con un orquestrión .

Y por último, os voy a mostrar el sonido de estos instrumentos llamados stealcellos, o sea violoncelos de acero ♫. Son planchas metálicas y tubos que forman unos nuevos instrumentos inventados por el americano Robert Rutmann ♫.

¿Cuántos instrumentos raros y más raros conoces tú? ¿Puedes grabarlos en una casete y añadirlos a este muestrario? Si lo haces, te irás dando cuenta de que el surtido de instrumentos curiosos no acaba nunca. El próximo programa estará dedicado a un cuento íntimamente ligado a la música. Os contaré  LA HISTORIA DE MI BAÚL ♫.

Carlos Arévalo estuvo atento a todos los asuntos técnicos y artísticos del programa. Nos oímos. Adiós y adiós

© Fernando Palacios

11 Ago

36 Músicas sin pulso pero vivas

Programa radiofónico  nº 36 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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No todas las músicas tienen que estar sujetas a un pulso. Hay manifestaciones del sonido ordenado que olvida el ritmo a favor de otros aspectos, como la concentración, el tiempo infinito, la repetición constante. Es música que anda sobre una cinta de Moebius.

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Una gran parte de las músicas que se hacen por todo el mundo tienen una clara pulsación ♫. El pulso de esta música que oímos es… “pum, pum, pum”. Y sobre este pulso los intérpretes confeccionan su ritmo: “tum chaca chaca chaca pum txin txin txin txin…”

Como veis, el pulso de la música tiene un gran parecido al de nuestro cuerpo. Puede ser más rápido y más lento, acelerar o retardar. En la música, el pulso y el ritmo funcionan como un corazón que impulsa la música hacia delante. De esto ya hablamos en el capítulo séptimo de esta emisión, llamado PULSO Y RITMO ♫. Pero hay otras músicas que no son impulsadas hacia ningún sitio. Simplemente flotan ♫.

No necesitan estas músicas flotantes ni bombeos, ni empujones, ni energías extraordinarias, ni alientos constantes. No necesitan motor, como las máquinas o los automóviles, porque no quieren ir a ningún sitio. No son músicas excitantes, nerviosas; tampoco tienen brío ni gran vitalidad, pero, ojo, no son músicas muertas. Son como los Océanos Pacíficos: tienen pocas olas y mucha extensión ♫. Son músicas que no tienen peso, que no tocan el suelo, se mantienen en el aire de una forma relajada sin tensiones de ningún tipo, como esas aves que se sostienen en el espacio sin mover las alas ♫.

Hay otra forma de vida en la música que no es la del pulso y el ritmo. Hay MÚSICAS SIN PULSO, PERO VIVAS ♫.

Tranquilidad, quietud, calma, paz, reposo… Así es como tenemos que recibir a la música que va a sonar en el programa de hoy ♫.

De Oriente nos llega un tipo de meditación llamado ZEN, donde vivir la calma es fundamental ♫. De esta música de gong llamada Pulsando el tiempo, pasamos a los sonidos quietos, suspendidos, de las campanas tibetanas ♫.

Ahora nos acompaña un diálogo entre un grito de elefante africano y un instrumento de viento hecho con un cuerno ♫. Otro animal hace su aparición: es el mono aullador del Amazonas; su canto profundo y seguido nos suena como el rumor del viento ♫.

Entramos de lleno en las voces ♫. Sobre un colchón sonoro aparece esta voz griega que se extiende ante nosotros con gran flexibilidad ♫. De Grecia a Japón, sin darnos apenas cuenta ♫. Pasamos por la India, lugar fundamental del arte contemplativo ♫. Continuamos con voces y llegamos a las armonías de este curioso dúo vocal ♫.  Hemos entrado en las polifonías de Albania ♫.

Retrocediendo cuatrocientos años hallamos polifonía religiosa, dilatada y constante. Se desliza con gran suavidad, como esta música de Orlando di Lasso ♫.

Las alturas del Tíbet nos indican que estamos ante las voces más graves de la tierra. Son los lamas, monjes budistas que visten de color naranja ♫.

Cuando el sonido de una flauta hechiza se detiene el tiempo. Seguramente no hay otro instrumento que consiga sostener y estirar más los sonidos. Las flautas sosiegan y aletargan los sentidos convirtiendo el aire en suave y sedoso hilo ♫. Oigamos sin decir palabra alguna flautas de Japón, Mongolia, Filipinas, Turquía y China ♫.

El instrumento rey de nuestra tradición, el órgano, a veces pierde la pulsación, se le para el corazón, y deja sonar sus tubos estáticos produciendo música sin fin, perpetua, aletargada ♫. Música horizontal, eterna ♫. Música congelada, petrificada, paralizada, como el viento de la Antártida y su diálogo con el gran órgano de tubos ♫.

Hay música contemporánea, hecha con sonidos envolventes que nos penetra como el Vicks Vaporub, paralizando hasta la atención Como una ola de fuerza y luz, así se titula esta obra del compositor italiano Luigi Nono ♫. Ligeti es otro gran compositor y maestro de la continuidad ♫.

La electroacústica ha ampliado enormemente el repertorio de músicas sin pulso pero vivas. Hagamos como antes con las flautas. Oigamos distintas músicas sin hablar entre ellas. Están hechas por compositores españoles: Juan Hidalgo, Luis de Pablo, Merçé Capdevila, Ramón González y Eduardo Polonio son nuestros transportistas ♫.

El jazz también se ha empapado de estatismo ofreciendo formas improvisadas, flexibles y tranquilas, sin dejar de ser jazz ♫.

Cuando un sonido seguido y sin variación alguna sirve de acompañamiento a una melodía le llamamos pedal o bordón ♫. Si la melodía es tranquila, el bordón o pedal suele producir un magnífico efecto de descanso, como cuando miramos un horizonte lejano, o los límites del mar ♫.

Cambiamos de bordón, y de la melodía de la voz pasamos a otra melodía hecha con una gaita irlandesa ♫.

Y entre pedales y bordones, con imágenes de infinito y con este estado de placidez que produce el sonido sin fin, terminamos nuestro programa ♫.

No lo olvidéis, en música no todo es marcha y desenfreno: a veces no hay pulso ni ritmo constante y sin embargo nos encontramos con maravillosos estatismos ♫.

El próximo programa tendremos INSTRUMENTOS RAROS Y MÁS RAROS.

Carlos Arévalo en el control y quien os habla os decimos ¡adiós y adiós!

© Fernando Palacios

11 Ago

35 La Sonata, todo un clásico

Programa radiofónico  nº 35 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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La sonata ha sido, sin duda, la forma musical que ha ofrecido más posibilidades a nuestra música. En su gran evolución (desde el Barroco a nuestros días), la palabra sonata es todo un símbolo sonoro de lo que entendemos por belleza.

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♫ Esto es una sonata: es de Giovanni Gabrielli  ♫. El ejemplo que sigue es otro tipo de sonata: es ni más ni menos de Arcangelo Corelli  ♫. El tercer ejemplo no deja de ser una sonata: en este caso pertenece a Domenico Scarlatti  ♫. Llegamos al cuarto ejemplo: una sonata igualmente es esta de Johann Sebastian Bach ♫ Incluso el quinto ejemplo es una sonata, oídla: es de Carl Philipp Emanuel Bach. ♫ Lo que sigue, el sexto ejemplo, es una sonata que pertenece a Ludwig van Beethoven ♫. El séptimo ejemplo ¿es sonata o no es? Pues sí es, la escribió Johannes Brahms ♫. El octavo ejemplo aunque parezca mentira también es una sonata: de Claude Debussy ♫. Último ejemplo, el más difícil todavía: esto es una sonata de Pierre Boulez ♫.

Nueve ejemplos han sido suficientes para hacernos un lío. Os preguntaréis: ¿cómo es posible que tantas músicas distintas sean una misma cosa, que tengan el mismo nombre? Pues sí, lo son, todo lo que hemos oído eran fragmentos de sonatas. Todas llevan como título sonata ♫.

Voy a intentar poner un poco de orden en esto que parece un desbarajuste. Pero desde ahora os advierto que no es cosa fácil. Voy a tener que contar con vuestra atención pues yo solo no lo puedo hacer. ¿Estáis dispuestos? En ese caso os presentaré el programa diciendo que hoy lo vamos a dedicar a LA SONATA: TODO UN CLÁSICO ♫.

Durante el Renacimiento, por los siglos XV y XVI, lo que más se hacía era cantar: unas veces sonaban las voces solas y otras se acompañaban con instrumentos ♫. Fue entonces cuando, por primera vez, se empezaron a interpretar algunas piezas vocales sólo con los instrumentos. A esto se llamó canzoni da sonar, o sea, canciones para tocar ♫. De esta manera resultó que había dos tipos de piezas diferentes: la cantata, que era la música para cantar, y la sonata, que era la música para hacer sonar, es decir, para tocar ♫. Este es el primer ejemplo que hemos oído al principio, la Sonata  nº 13 de Giovanni Gabrielli ♫.

Después de Gabrielli, durante el siglo XVII (o sea, ya en el Barroco) hubo dos tipos de sonatas: las que se tocaban en los salones de los palacios, llamadas Sonatas de cámara, que eran como una Suite de danzas, o sea un preludio y varias piezas de baile ♫. Y el otro tipo de sonatas eran las que se tocaban en la iglesia. Se llamaban Sonatas de iglesia. Eran más serias, tenían cuatro partes, es decir cuatro movimientos o cuatro tiempos. El primero era lento ♫; el segundo rápido, en forma de fuga ♫; el tercero otra vez lento ♫; y el cuarto otra vez rápido ♫.

A finales del siglo XVII, o sea ya en pleno Barroco, un importantísimo violinista y compositor italiano llamado Arcangelo Corelli hizo un tipo de sonatas que eran una mezcla resumida de los dos tipos de sonatas anteriores, de las de cámara y de las de iglesia. Se llamaban estas nuevas Sonatas en trío y, aunque parezca una contradicción, se tocaban con cuatro instrumentos (¡hay que ver!), por ejemplo, dos violines un clave y un violonchelo. Como ésta, que era el segundo ejemplo de la presentación del programa ♫.

Y llegamos a la primera mitad del siglo XVIII. Aquí es cuando termina el Barroco. En esta época hallamos dos tipos distintos de sonatas. Unas son las que tocaba un clavecinista fantástico que había por entonces llamado Domenico Scarlatti. Este gran clavecinista compuso (fijaos bien) 545 Sonatas según un único estilo. Eran de una sola pieza, o sea en un único movimiento y con dos temas distintos, con dos melodías diferentes. Éste era el tercer ejemplo del inicio ♫.

El otro tipo de sonatas de esta época fueron las que hizo el gran Johann Sebastian Bach. Se parecían a las de Corelli un poco. Sobre todo se parecían en que tenían varios movimientos, pero Bach las hacía sólo para un instrumento, como el ejemplo número cuatro ♫. Bueno, la verdad es que Bach también hacía sonatas para dos y más instrumentos ♫.

Y por fin nos presentamos en la segunda mitad del siglo XVIII, es decir, aparecemos en el Clasicismo. Aquí es donde nace el tipo de sonata que más va a dar que hablar: la Sonata clásica ♫.

El padre de esta sonata es uno de los hijos de Johann Sebastian Bach: el llamado Carl Philipp Emanuel Bach ♫. Este es el quinto ejemplo de la presentación del programa ♫. Carl Philipp Emanuel Bach compuso setenta sonatas para clave y todas tenían tres movimientos, tres tiempos: el primero era rápido ♫; el segundo lento ♫; y el tercero otra vez rápido ♫.

¿Habéis conseguido seguirme hasta aquí? Por si acaso repasemos los nombres y los acontecimientos más interesantes que han salido en este programa por orden de aparición.

1º- Gabrielli compone las primeras obras tituladas Sonatas

2º- Corelli inventa unas nuevas sonatas haciendo un cóctel con las Sonatas de cámara (las más alegres), y las Sonatas de iglesia (las más serias)

3º- Llega Doménico Scarlatti y hace un montón de sonatas a su estilo, con dos temas y un único movimiento.

4º- Juan Sebastián Bach sigue el estilo de Corelli, pero para pocos instrumentos.

5º- Uno de sus hijos, Carl Philipp Emanuel Bach construye la Sonata clásica, que es el verdadero eje de nuestro programa ♫.

Nos vamos a detener un poco en observar cómo es una Sonata clásica. Y lo vamos a hacer en la 1ª Sonata de Beethoven para piano, que era nuestro ejemplo número seis del principio ♫.

Lo primero que tenemos que saber de una sonata clásica es que normalmente tiene cuatro tiempos, o sea cuatro movimientos: el primero suele ser de carácter rápido ♫; el segundo más lento ♫; el tercero es más desenfadado, normalmente un minueto ♫, y el cuarto, el último, es rápido, casi siempre un rondó ♫. Veamos cada uno de estos movimientos más despacio.

El primero es el más importante. Os preguntareis por qué. Bien, porque tiene una forma peculiar. ¿Os acordáis de los que decíamos de las sonatas de Scarlatti, que tenían dos temas distintos, como dos melodías diferentes? Pues en los primeros movimientos de las sonatas clásicas les pasa eso mismo, que tienen dos temas diferentes enfrentados en la melodía y en el ritmo. Eso es la esencia de la trama de la sonata, el enfrentamiento de los dos personajes. El primer tema de esta sonata es éste ♫. Y el segundo tema, éste ♫. Son tan diferentes que el primero sube y el segundo baja. El primero es picado y el segundo más ligado. Bien, después de que han sonado los dos temas hay una conclusión, y a todo esto le llamamos Exposición.  Por si el oyente no se ha enterado todavía, se repite todo una vez ♫. Así concluye de verdad la Exposición.

Entramos en la parte central de este interesantísimo movimiento que se llama Desarrollo. Aquí el compositor, en este caso Beethoven, se pone a jugar con los temas y nos muestra todo lo que sabe hacer. Es el momento del conflicto, como en las obras de teatro ♫.

Y en la tercera sección volvemos otra vez al principio. Llamamos Recapitulación a todo esto. Vuelven a sonar los dos temas y ya se acaba ♫.

¿Habéis oído? El primer movimiento de una sonata tiene esta forma que ha pasado a llamarse Forma sonata, por eso, porque es la forma de los primeros movimientos de las sonatas. Siempre tienen Exposición, Desarrollo y Recapitulación.

El segundo movimiento de las sonatas, es decir el lento, es como una canción, pero instrumental ♫.

El tercer movimiento es el minueto. Tiene tres partes. La primera… ♫; su parte central ♫; y su vuelta al principio ♫.

El cuarto movimiento es un rondó, o sea, una pieza con un estribillo que se repite cada poco tiempo; por eso se llama rondó, porque es como una rueda, como una noria: siempre acaba pasando por el mismo sitio ♫.

Después de este breve análisis de la 1º Sonata para piano de Beethoven, os voy a decir algunas importantes cuestiones. Hay obras musicales que se llaman de muchas maneras y sin embargo son sonatas. Os diréis ¡vaya lío! No, no, no es tanto, os lo voy a explicar. Una sonata para un instrumento se llama Sonata, eso ya lo sabéis ♫. Una sonata para dos instrumentos también se llama sonata ♫. Una sonata para tres instrumentos, por ejemplo para violín, violoncello y piano, no se llama sonata: se llama Trío ♫. Una sonata para cuarteto de cuerda se llama Cuarteto ♫. Una sonata para un quinteto, para un quinteto de viento, para un quinteto de cuerda, ¡lo que sea!, se llama Quinteto ♫. Una sonata para orquesta se llama, ¡atención!, Sinfonía ♫. Y una sonata para un solista con orquesta se llama Concierto ♫.

Otra curiosidad es que desde el Renacimiento hasta ahora no se han dejado de hacer obras con la forma sonata. Claro, todo ha ido evolucionando poco a poco. Los románticos ya introdujeron varios temas en los primeros movimientos de sus obras. Además, lo que más les gustaba era hacer largos desarrollos. El séptimo ejemplo del comienzo era de Brahms, de una Sonata para cello y piano

Después de los románticos las sonatas se complicaron todavía más, pero su esencia se mantenía. Eso de jugar con varios temas diferentes y desarrollarlos, siguió siendo un procedimiento que no se agotaba. De Debussy era el octavo ejemplo, era de su Sonata para flauta, viola y arpa ♫.

A los compositores de ahora no hay quien les adivine cómo son los temas y los desarrollos. Pero por ejemplo Pierre Boulez asegura que su 2ª Sonata, aunque sea rara, sigue siendo eso, una sonata; lo que oímos en el último ejemplo de la presentación del programa ♫.

Hasta aquí nuestro tiempo dedicado a la sonata ¡todo un clásico! ♫

Os recomendaría que le dijerais a alguien que conozca esto de la sonata que os ayudara a analizar algún trío, o cuarteto, o sinfonía o concierto de compositores clásicos. Los mejores para esto son Haydn, Mozart y Beethoven. Cuando tengáis algo de práctica lo podréis hacer vosotros sin ningún problema ♫.

El próximo día el programa estará dedicado a unas músicas muy distintas a las de hoy. Serán MÚSICAS SIN PULSO PERO VIVAS ♫.

En la técnica estuvo nuestro amigo Carlos Arévalo, el mago ♫.

Nos oímos. Adiós y adiós.

© Fernando Palacios

11 Ago

34 Un asunto de perspectiva

Programa radiofónico  nº 34 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Hay tres factores importantes que proporcionan a la música relieve y especialidad: el volumen, la panorámica y la resonancia. A través de estos principios se pasa revista a algunas obras con disposiciones especiales en la distribución escénica.

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♫ De la misma manera que con dos ojos conseguimos adivinar el volumen de las cosas y la distancia que hay entre los objetos, gracias a que tenemos dos oídos podemos oír con relieve  ♫.

Si nos tapamos un ojo nos resulta difícil coger a la primera un objeto. ¡Intentadlo! No podemos calcular la distancia. Bueno, pues con un solo oído nos pasa algo parecido; no llegamos a saber de donde llegan los sonidos. Pero afortunadamente tenemos dos y por lo tanto, a no ser que andemos algo sordos, podemos saber perfectamente si un sonido viene del piso de arriba, viene de la habitación de atrás o de la calle; es decir, oímos con perspectiva, sabemos localizar dónde están los sonidos, si hay una carretera cerca, si canta un pájaro al lado de nuestra ventana, si gritan en la calle. La separación de los dos oídos nos permite distinguir la dirección de dónde llegan los sonidos  ♫.

Imaginemos que entramos en una arboleda o en un bosque. Oímos: arriba pájaros cercanos y pájaros lejanos; abajo está el ruido de nuestras pisadas; atrás, adelante y a los lados, otros ruidos más alejados. Ahora salimos de la arboleda y vemos un pueblecito a lo lejos que está en fiestas. No sólo lo vemos, sino que también lo oímos. Conforme nos acercamos a él, vamos oyendo los cohetes ♫, las campanas de la iglesia ♫, y más tarde oímos a la banda del pueblo que toca en el quiosco de la plaza  ♫. Y si nos alejamos, pues lo mismo, pero al revés  ♫.

La diferencia entre sonidos fuertes y suaves junto a la situación y la forma de sonar hacen que simplemente con el oído podamos hacernos una idea de cómo son los lugares y dónde están algunos objetos. O sea, gracias a que tenemos dos oídos, oímos en todas las dimensiones  ♫.  No olvidemos que los murciélagos oyen tanto que no necesitan ver  ♫. Nuestros dos oídos, como podéis comprobar, están perfectamente dispuestos para escuchar el relieve que tiene la música. Porque la música también tiene su espacio y su relieve. A veces suena fuerte ♫, otras suena flojo ♫, según sea el lugar puede sonar con reverberación ♫, o con sonido seco ♫. También es importante el sitio donde estamos colocados nosotros, pues oiremos a unos instrumentos más que a otros ♫. Asimismo influye en nuestra escucha la manera en que se coloquen los músicos, pues no es igual juntos ♫ que separados   ♫

Como oís, los sonidos tienen volumen y espacio. Nuestro programa de hoy trata de algunos aspectos espaciales de la música. Hoy tratamos de UN ASUNTO DE PERSPECTIVA 

Santi, por favor, ven tocando el violín hasta aquí y luego vete por el otro lado, a ver qué pasa  ♫.  ¿Habéis observado? Nuestro amigo Santi ha venido de la derecha hasta el micrófono y se ha alejado por la izquierda. Ahora vamos a escuchar a Salva con su flauta pero al revés. ¡Cuando quieras Salva!.

♫ ¿Os habéis dado cuenta? Yo estoy aquí, en el centro, ha venido tocando y se ha ido. Vosotros que los habéis escuchado podéis adivinar el recorrido que han hecho Santi y Salva, y además simplemente oyéndolos. Pues bien, hay tres importantes fenómenos que ocurren a la vez y por eso, aún sin ver a los músicos, notáis que se han trasladado tocando de un sitio a otro.

  • El primero es el volumen, cuando se acercan suena más y cuando se alejan suena menos.
  • El segundo fenómeno es la panorámica: si tenéis un aparato estéreo notareis que el sonido pasa de un altavoz a otro.
  • El tercer fenómeno es la resonancia, los sonidos que están más lejanos tienen más resonancia que los que están cercanos  ♫.

Bien, pues fijaos en esto: por procedimientos técnicos podemos hacer algo parecido. Uno de los botones que tenéis en vuestro equipo de sonido es el de volumen, aquí tenemos otro. Por ejemplo, mientras yo hablo el técnico del programa, que es Carlos Arévalo, puede bajar el volumen, bajarlo, más, más, más, subirlo, subirlo, subirlo mucho más hasta… bueno, basta. Vosotros podéis hacerlo también, de hecho lo hacéis a menudo. Otro botón, si vuestro equipo es estéreo es el del balance, el de la panorámica, que sirve para llevar el sonido de un altavoz hasta el otro. Gracias a este botón ahora puedo hablar por el altavoz de la izquierda y puedo ir pasando poco a poco al altavoz de la derecha. Ya lo estáis escuchando. Pues así es, esto es la panorámica: el relieve hasta que me quedo en el centro. En la radio, además, tenemos un aparatito (que tú seguramente no tendrás) que se llama reverberación, y sirve para que mi  voz suene como en una catedral (¡oooeeeoooo…!), o que suene seca, como siempre.

Ahora vais a escuchar un juego que vamos a hacer con estos tres botones. Cogemos este disco que tiene música de banda  ♫

  • Primero vamos a jugar con el volumen: acercamos y alejamos la banda  ♫.
  • Segundo jugamos con la panorámica: llevaremos la banda de derecha a izquierda  ♫.
  • Tercero hacemos las dos cosas a la vez: vendrán de lejos por la derecha y se irán por la izquierda  ♫.
  • Cuarto y último juego, le añadiremos resonancia a las lejanías. El resultado será éste  ♫.

Casi los hemos podido ver, pequeñitos al principio, grandes en el centro y otra vez pequeños al final. Lo hemos podido medir con nuestro oído gracias a los tres botones. Conclusión: si queremos que una música vaya y venga, o bien hacemos que los músicos se desplacen, o si no lo hacemos con los botones de la mesa de mezclas. Precisamente lo que intenta la técnica es imitar el relieve y la atmósfera sonora natural: por eso los técnicos se esfuerzan en grabar cada vez con mayor nitidez (con los micrófonos más sensibles), con los medios más cómodos (el disco, la casete, el compacto, la radio) y con la reproducción más fiel (los altavoces mejores)  ♫.

Hay un famosísimo libro que escribió el director de orquesta Leopold Stokowski que ya se ha comentado en algún que otro programa de SONIDO Y OÍDO: un libro que se titula Música para todos nosotros. En un capítulo dedicado a la música grabada Stokowski cuenta lo siguiente   ♫:

“El escuchar la música de los discos puede a veces acercarse a lo ideal. Una de mis sensaciones más bellas de este género es escuchar los discos en casa de un amigo en Arizona. Esta persona es un granjero que construyó con sus propias manos la pequeña casa de adobes en la cual vive. Fabricó su propio grupo reproductor, instalando conjuntamente el mejor motor disponible, giradiscos, amplificador, y altavoz circular de un diámetro más bien grande. El aparato se encuentra dentro de la casa de adobes, pero por la noche escuchamos la música en su pequeño jardín. Tiene el giradiscos fuera para poder poner nuevos discos y a la mano se encuentra el amplificador con controles independientes de altas y bajas frecuencias. Su granja se halla en medio del desierto y, a distancia, puede verse una meseta llana en una dirección y grandes montañas en la otra. Nunca podré olvidar la belleza mágica de las estrellas y la luna, el misterio y silencio del desierto y la quietud absoluta de una noche en Arizona, mientras escuchaba la música que parecía llenar todo el jardín viniendo de la casita de adobes. En tal ocasión escuchamos no tan sólo la música más bella de América y Europa, sino también aquella música de Java y Bali, la India y China, la de las islas de los mares del Sur y África, la de los gitanos y la árabe. Con sus propias manos y por los medios más sencillos, mi amigo había creado una manera ideal de escuchar la música  ♫.

Lo que tiene gracia de esto es que cuando Stokowski lo escribió todavía no se había inventado la alta fidelidad  ♫.

La casete, la radio, el compact disc… todos estos medios para escuchar música son cómodos, estupendos para la difusión cultural y para la pedagogía. Tienen muchas virtudes, pero como la música en vivo no hay nada. Por muy bien que grabe una orquesta, no llega ni a descalzar la escucha de la misma orquesta en un concierto. Así que, dejémonos de técnicas y pasemos a ver la perspectiva sonora de la música música-música, no de si suena mejor su grabación o peor. Empezaremos como antes, por el Volumen  .

Fue en el Renacimiento cuando los pintores italianos consiguieron perfeccionar la perspectiva de sus dibujos, dándoles una profundidad muy real. Poco tiempo después en Venecia, un compositor llamado Giovanni Gabrielli, compuso la Sonata piano e forte  para ser interpretada suave y fuerte. Era una manera de hacer perspectiva con la música  ♫.

Es un recurso musical muy importante este del volumen, ¿verdad?. Cuando un compositor quiere destacar algo lo hace sonar más fuerte que el resto. Es como ponerlo en primer plano. Por ejemplo, este piano toca en primer plano y la orquesta en segundo plano, o sea, la orquesta acompaña al piano  ♫.

En la música de cámara todos los instrumentos están constantemente pasando de primero a segundo plano, según interese que estén más presentes o menos, que suenen más o que suenen menos. Así se consigue un relieve musical interesantísimo  ♫.

Aparte de este relieve natural que tiene la música cuando se utilizan los distintos planos sonoros, es decir, cuando unos tocan más fuerte que otros, otras veces el compositor quiere distanciar algún instrumento de la orquesta. Por ejemplo, en la Obertura Leonora III de Beethoven un trompetista debe tocar fuera del escenario  ♫. A veces ha sucedido que los acomodadores de la sala de conciertos, sin saber nada de esto, no le han dejado tocar creyendo que es un gamberro  ♫.

Hay otros muchos casos de instrumentos que deben sonar fuera del escenario. BerliozMahler, Strauss, Nielsen, tienen obras con este efecto de lejanía. Pero donde más veces se hace es en la ópera. Hay muchos casos de coros que entran a escena cantando desde lejos. Estos peregrinos de la Ópera Tannhäuser de Wagner vienen desde Tierra Santa cantando. Así se presentan   ♫.

Al final del II Acto de La Bohème de Puccini entra en escena una banda que dialoga con la orquesta  ♫.

En zarzuela también tenemos casos de perspectiva sonora de este tipo: en La canción del olvido aparece una ronda nocturna  ♫. En La Verbena de la Paloma se canta una canción desde una lejana taberna  ♫.

En la obra Tres lugares de Nueva Inglaterra del americano Charles Ives suenan tres músicas distintas a la vez. Es como si se encontraran tres bandas en el mismo lugar y nosotros estuviéramos en el centro. Es un caso insólito de perspectiva musical  ♫.

Algunos casos de ausencia total de perspectiva musical son los conciertos de rock, especialmente los de heavy. Recuerdo una actuación del grupo Motorhead en el pabellón del Real Madrid, donde el volumen era tan excesivo que no se distinguía absolutamente nada. Era un tremendo ruido sin matiz alguno. Para mí, una bestialidad ♫.

Y después del volumen nos ocupamos de la Panorámica  ♫.

En los monasterios se celebran ritos en los que dialogan varios coros colocados en distintos lugares. Unos están en el altar, otros en el coro y otros en el púlpito: la perspectiva sonora en estado puro  ♫.

En la catedral de San Marcos de Venecia en el siglo XVI, los hermanos Gabrielli, que ya hemos mencionado hace un momento, componían música para varios grupos que se colocaban en los extremos de la nave principal. Los oyentes se situaban en el centro y así escuchaban la música que les llegaba de direcciones opuestas  ♫.

Johann Sebastian Bach también utiliza dos orquestas y tres coros en su famosa Pasión según San Mateo, consiguiendo preciosos efectos de relieve sonoro  ♫.

La lista de obras musicales con instrumentistas colocados en diferentes sitios es larguísima. Sobre todo en nuestro siglo donde se prodigan los conciertos con los músicos tocando alrededor del público o en variopintos lugares, como el anfiteatro o los pasillos. Siempre intentando ofrecer perspectivas musicales diversas ♫.

Como os decía al principio, la música suena diferente dependiendo del lugar donde se haga. Los auditorios y las salas de conciertos suelen ser los mejores sitios para oír música, por una razón muy sencilla: se hacen especialmente para eso, para que la música suene lo mejor posible dentro de ellos. En estos lugares los sonidos tienen una reverberación justa. No tienen ni mucha, ni tienen poca: justa ♫.

Las iglesias, como tienen bóvedas y cúpulas, son lugares de mucha reverberación. En ellas suena bien la música de órgano, la música polifónica, por estar pensadas para estos lugares  ♫.

En el Baptisterio de Pisa, un edificio que está al lado de la célebre torre inclinada, el guía hace demostraciones de la gran reverberación de la cúpula cantando algo así   ♫.

Ya hemos llegado al final del programa. En estos últimos momentos os voy a contar algunas anécdotas relacionadas con el tema de hoy  ♫.

Luis II de Baviera, el rey loco, tenía un teatro con una sola butaca, la suya.

Cada vez que en mi casa pongo este disco  ♫  todos miran al suelo para coger la moneda que se ha caído, y no la encuentran, porque es sólo el sonido de la moneda el que está grabado en el disco  ♫.

Podríamos decir que la música de las iglesias es música desde arriba, porque se toca en el coro. Y la de las óperas, música desde abajo, porque se toca en el foso  ♫.

Este motete que suena llamado Spem in alium lo compuso el inglés Thomas Talis  para cuarenta voces diferentes. Para grabarlo se colocaron varios coros rodeando los micrófonos  ♫.

Las sordinas se colocan en los instrumentos cuando se quiere dar sensación de lejanía  ♫.

Y una duda de despedida: ¿sabéis por qué es tan difícil localizar el lugar exacto donde se encuentra un grillo cuando canta?

El próximo día nuestro programa se titulará así LA SONATA: TODO UN CLÁSICO.   ♫

Carlos Arévalo y yo os decimos adiós y adiós.

© Fernando Palacios

Perspectiva

11 Ago

33 Tensión, relajación

Programa radiofónico  nº 33 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

Una raga de la India; el Bolero de Ravel, el Adagio de Barber, la 7ª Sinfonía de Bruckner, la 4ª Sinfonía de Chaikovsky, y el Dafnis y Cloe de Ravel: seis músicas observadas desde el punto de vista de las tensiones y relajaciones que ofrecen.

Haz clic para acceder a 33-Tension-y-relajacion.OK_.pdf

♫ El intérprete ha salido al escenario y el público asistente al concierto ha empezado a aplaudir  ♫. Él está un poquito nervioso porque eso de tocar ante el público siempre impone. Pero, por otra parte, conoce perfectamente la obra, la ha estudiado un montonazo de veces. Sin ir más lejos, hace un par de horas la ha repasado y le sale estupendamente. No en vano lleva toda la vida tocando la percusión. En fin, ha saludado al público y se ha colocado frente a sus tambores, timbales, platos, caja, bombo, gong y otros muchos instrumentos de percusión. La partitura sobre el atril le da una cierta seguridad y le relaja un poco. Con muchos nervios no podría ni sujetar las baquetas, y ya no digamos tocar. Se hace el silencio y se tensa un poco el ambiente. Todo el público está pendiente de él. El percusionista se concentra, y a esa concentración se une una pequeña tensión controlada en sus músculos y en su sistema nervioso, que es fundamental para transmitir la música con la máxima emoción. Seguramente sin esa tensión la música le saldría sosa, sin ninguna gracia. Claro que, si la tensión se desborda le bloquea y no le deja tocar con agilidad y fluidez. Pero no, está en un buen equilibrio de tensión – relajación. La música empieza  ♫.

La música que toca nuestro intérprete tiene momentos que suenan muy poco. Son suaves y relajantes, frente a otros que suenan fuertes y nerviosos, que crean una cierta intranquilidad  ♫.

Hay instantes de impaciencia que van a parar a otros donde reina la calma ♫. A veces, cuando aumenta el sonido y se multiplican las notas, se crea una especie de zozobra que es justamente lo que quería plasmar el compositor en su partitura y que ahora también vive el intérprete haciendo salir los sonidos de sus instrumentos. También el público siente esa misma tensión, e incluso nosotros cuando oímos esta música  ♫.

Más tarde, vuelve a aflojarse la tirantez que había cogido la música. El compositor quiere que su música se tranquilice un rato  ♫.

Después, vuelve a tomar otra vez una nueva tensión  ♫.

Y el final, después de todo lo ocurrido, la obra termina en un estado de sosiego y quietud  ♫.

Al público parece que le ha gustado. Ha seguido con interés cómo la música pasaba de momentos de descanso a otros muy nerviosos; de las partes esforzadas a las más distendidas. El percusionista era Xavier Joaquín y la obra estaba compuesta por el catalán Joan Guinjoan. Su título es Tensión, relax, es decir, como nuestro programa de hoy, que va a tratar de TENSIÓN, RELAJACIÓN  ♫.

Nuestra vida se desenvuelve en una mezcolanza de tensiones y relajaciones. Por ejemplo, llaman a la puerta  ♫ Nos preguntamos ¿quién será? Se crea un pequeño estado de tensión. Mientras vamos a abrir la puerta, vuelven a llamar  ♫  ¡Ay, qué impaciencia! Sube la tensión y se acelera nuestro pulso. Abrimos. ¡Ah! Es un amigo que viene a verme. Se relaja la situación  ♫.

Estamos en clase. Hoy toca examen oral. El profe saca la lista de los nombres de cada uno de nosotros y se produce una gran tensión  ♫. Dice un nombre: José Alberto Mendizábal. No está, contestan. Hoy no ha venido porque está enfermo. Sigue mirando la lista. Crece todavía más la tensión  ♫. Dice otro nombre: Jesús María Manrique. Jesús se levanta y acude al estrado. En él crece la tensión emocional, pero en nosotros baja  ♫.

Estamos en un partido de tenis. Saca uno de los dos jugadores. Devuelve la pelota el contrario, pero se la deja muy fácil. Aquí se produce una gran tensión  ♫. Le da suavemente con la raqueta y la coloca en un sitio muy complicado de devolver. Crece más la tensión  ♫. Corre a por ella el jugador y, con gran habilidad, la consigue colocar en el otro extremo. Sigue creciendo la tensión de todos  ♫. Al final, uno de los dos falla. ¡Oh! Decae toda la tensión hasta el siguiente tanto, es decir, relax  ♫.

Ya veis que para crear tensiones se necesita un tiempo y para descargarlas también se precisa de otro tiempo. A veces el tiempo es mayor y a veces menor; depende de la circunstancia de cada cosa, de cada instante. Imaginaos una película que empezara con la muerte del protagonista. Esa muerte no tendría casi tensión. Sin embargo, si después de una gran aventura, en una lucha espectacular, muere el protagonista, sí que tiene mucha tensión dramática. Pero para que se produzca dicha emoción es necesario que antes hayamos visto un buen pedazo de película, que nos haya conducido esa película a ese importante momento  ♫.

Hay tensiones que nos crean gratas emociones. Otras, sin embargo, nos crean angustia. Hay relajaciones que nos traen alivio. Otras nos aburren. El asunto no es nada sencillo de aclarar. Sólo una cosa me atrevo a decir: que la tensión y la relajación son complementarias. O sea, que no pueden vivir la una sin la otra. Igual que el trabajo necesita del descanso, pues lo mismo, cuando tenemos exceso de tensión necesitamos relajarnos, serenarnos  ♫.

Un exceso de relajación pide a nuestro cuerpo algo de tensión, algo de vidilla ♫. Todo esto depende de nosotros, de nuestras formas de ser, del lugar en que vivimos. Bueno, pues a la música le ocurre lo mismo. Dependiendo de la época, el lugar, el autor o los intérpretes, habrá músicas relajadas, tensas, tranquilas, contrastadas, nerviosas, angustiosas y, naturalmente, habrá músicas que tengan un poquito de todo  ♫.

Si os parece vamos a observar cómo funcionan algunas músicas miradas desde el punto de vista de la tensión y la relajación  ♫.

En la India se hace una hermosa música que nunca tiene grandes contrastes; no pasa del fuerte al piano bruscamente, ni se para de repente y vuelve a arrancar. No, es una música fluida que transcurre como un tranquilo río. Paulatinamente va creciendo, se va haciendo más rápida, con más cantidad de notas hasta que al final, al cabo de un rato, se acaba; eso sí, después de haber envuelto a los oyentes. Es una música que empieza muy relajada y va pasando por distintas partes cada vez con un poco más de tensión  ♫.

En un libro llamado ‘‘Música, pensamiento y educación’’ viene una breve descripción de un adolescente inglés de diecisiete años que explica su primera experiencia en un recital de sitar de la India. Durante veinticinco minutos no observó nada de particular, pero estuvo a la espera de lo que pudiera ocurrir. Y ocurrió. Lo cuenta así   ♫:

“Sucedió algo mágico. Al cabo de un rato, la música empezó a envolverme insidiosamente. Poco a poco mi mente quedó estupefacta. Arrebatado por los sonidos suaves pero irresistibles, me sentí transportado a un mundo nuevo de colores y formas musicales. Casi sentí como si los músicos me estuvieran pulsando a mí, en lugar de sus instrumentos y yo también aplaudí y suspiré con todos los demás. Perdí la noción del tiempo y de todo lo que no fuera música. Después, todo acabó, pero estoy seguro de que aquello fue el comienzo de una profunda admiración que yo profesaré siempre a una forma de arte que había ignorado hasta ese momento  ”.

Está claro que al joven que escribió esto le gustó la música; aunque no tenía grandes cambios ni tensiones desatadas, llegó a apasionarle. Esto nos demuestra que, aunque el juego de tensar y relajar la música produce normalmente emociones, también hay muchas músicas que no se tensan y, sin embargo, emocionan. Podemos llamarlas músicas líricas, como el sitar que hemos oído, o como esta flauta del Rajastán  .

Vamos a ver ahora, es decir, vamos a oír, un curioso caso. Es el famoso Bolero de Ravel. Es una obra para orquesta que dura quince minutos y se pasa todo el tiempo repitiendo una única melodía y sin acelerar nada en ningún momento. Ravel en esta obra consigue que los oyentes empecemos muy relajados y terminemos con una gran tensión emocional. ¿Cómo lo hace?, os preguntareis. Pues sencillamente, incorporando los instrumentos de la orquesta poco a poco y, de paso, aumentando la intensidad. O sea, comienza un instrumento y terminan tocando todos. Empieza la obra muy pianito  y termina fortísimo. Así aumenta la tensión y empieza de forma lírica y se va dramatizando con el paso de los minutos. Su comienzo es así  ♫. A los seis minutos va así   ♫. A los nueve minutos ya suena así   ♫. Y el final es éste   ♫:

¡Buf! ¡Qué tensión! ¡Qué barbaridad! Bien, pasemos al ejemplo siguiente. Pertenece a otra famosa obra: el Adagio para instrumentos de cuerda del compositor americano Samuel Barber. Este Adagio dura unos siete minutos. Comienza muy tranquilo, pero cuando la obra va por la mitad empieza a coger bastante tensión, o sea, se dramatiza. ¿De qué manera? Pues repitiendo pequeñas partes de la melodía que suben poco a poco hasta las mayores alturas, tocando varias melodías a la vez, acelerando un poco el ritmo, y además haciendo lo mismo que hizo Ravel en su bolero, es decir, subir el volumen del sonido. Y ocurre una cosa extraordinaria: cuando la música llega a un punto de máxima tensión, se produce un largo silencio. Y es ese silencio el que potencia la tirantez dramática conseguida y, a la vez, la descarga para la calma que viene después. Es un silencio que conduce la gran tensión acumulada hacia una aliviadora distensión. Oigámoslo   ♫.

Antes de oír la siguiente música, hagamos un ejercicio con las manos. Es el siguiente: unimos nuestras manos y, lentamente apretamos una contra otra. Ahora aflojamos poco a poco; y volvemos a apretar otra vez más que antes; y volvemos a aflojar pero muy poco porque seguimos apretando más todavía; aflojamos un poquito y ahora, con todas nuestras fuerzas, apretamos todo lo que podemos, y aflojamos lentamente;  aflojamos hasta conseguir una completa relajación. Este procedimiento es muy utilizado en la música romántica. Es como subir cada vez a montañas más altas, hasta llegar a la cumbre de la montaña más importante, para después volver a bajar por el atajo más cercano. A esa cumbre en música se le llama clímax. Observad cómo sube a ese clímax el II mov. de la 7ª Sinfonía del compositor alemán Anton Bruckner   ♫.

Si alguno de vosotros quiere experimentar un cierto tipo de emociones como la expectación, la duda, la desesperación, el anhelo, el ensueño, el furor, el sufrimiento, la embriaguez, la meditación, etc, etc… no tiene nada más que escuchar música dramática y sus deseos se verán cumplidos, especialmente si la música está compuesta en el siglo pasado. Sin ir más lejos, ésta que oímos pertenece a la 4ª Sinfonía de Chaikovsky. Vais a ver cómo se carga el ambiente, se tensa como una goma tirante, está a punto de romperse y luego se afloja. ¿Cómo lo consigue Chaikovsky? Pues por el infalible método de repetir, acumular, subir, aumentar la fuerza, los instrumentos, la velocidad, ampliar la armonía y después, serenarlo todo y aflojar toda la tensión. En fin, esto se hace con procedimientos musicales que se han inventado para eso, para crear emociones  ♫.

Y del último ejemplo que viene no os digo nada. Simplemente oídlo y observad cómo se atiranta y relaja la música varias veces. Luego os diré qué es  ♫. ¡Magnífico! Era el final del ballet de Ravel llamado Dafnis y Cloe, una auténtica demostración de cómo tensar y destensar, estirar y aflojar, presionar y aliviar.

Y nada más. Os invito a que pongáis en vuestro equipo de sonido cualquier música que os guste del s. XIX ó XX, y analicéis sus tensiones y relajaciones.

El próximo día tendremos en SONIDO Y OÍDO: UN ASUNTO DE PERSPECTIVA. Estaremos como siempre en la segura compañía técnica de Carlos Arévalo. Hasta entonces: Adiós y adiós.

© Fernando Palacios

11 Ago

32 Todos los fuegos. El fuego

Programa radiofónico nº 32 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

Una selección musical tomando como centro el elemento más luminoso, caluroso y mágico de cuantos hay. Personajes íntimamente ligados al fuego desfilan por aquí: Prometeo, Orfeo, Fausto, Juana de Arco… Y, por supuesto, un repaso a los fuegos musicales.

Haz clic para acceder a 32-Todos-los-fuegos-el-fuego.pdf

 

Roland tantea en la mesa baja hasta encontrar cigarrillos, pone uno en los labios de Sonia, acerca el suyo y los enciende al mismo tiempo. Se miran apenas, somnolientos, y Roland agita el fósforo y lo posa en la mesa donde en alguna parte hay un cenicero. Sonia es la primera en adormecerse y él le quita muy despacio el cigarrillo de la boca, lo junta con el suyo y los abandona en la mesa, resbalando contra Sonia en un sueño pesado y sin imágenes. El pañuelo de gasa arde sin llama al borde del cenicero, chamuscándose lentamente, cae sobre la alfombra junto al montón de ropas y una copa de coñac. ♫

Algo más tarde, Sonia grita queriendo desatarse del abrazo ardiente que la envuelve desde el sueño, y su primer alarido se confunde con el de Roland que inútilmente quiere enderezarse, ahogado por el humo negro. Todavía gritan, cada vez más débilmente, cuando el carro de bomberos entra a toda máquina por la calle atestada de curiosos. “Es en el décimo piso”, dice el teniente. “Va a ser duro, hay viento del norte. Vamos”.

Así termina un estupendo cuento del escritor argentino Julio Cortázar que se llama Todos los fuegos, el fuego. Nuestro programa de hoy toma el título de este cuento porque va a tratar del elemento más luminoso, caluroso y mágico de cuantos hay. Hoy disfrutaremos de la compañía de TODOS LOS FUEGOS, EL FUEGO. ♫

Cuenta la mitología griega que en la antigüedad sólo conocían el fuego los dioses, pero un titán llamado Prometeo lo robó, lo metió en un bastón hueco y lo entregó a los hombres. Y además, de propina, también entregó a la humanidad la cultura, que no es paja. Por esta razón los dioses le castigaron. Esta historia ha sido muchas veces contada por escritores y puesta en música por compositores como Beethoven, Hugo Wolf, Schubert, y Scriabin. Precisamente de este último, de Alexander Scriabin es la obra que estamos escuchando: Prometeo, poema del fuego. ♫

El compositor alemán Ricardo Wagner utilizó muchísimo el fuego en su monumental obra El anillo del Nibelungo, basada en la mitología nórdica. Cada vez que Wotan, el dios supremo, necesita fuego se lo pide a Loge, que es naturalmente el dios del fuego. Las llamaradas son descritas así por la orquesta  ♫. Al final de este gran drama de diecisiete horas que es El anillo del Nibelungo, la heroína, llamada Brunilda, se tira con su caballo al fuego donde está su amado Sigfrido. El fuego crece hasta que destruye toda la ciudad de los dioses  ♫. Este es el final de El anillo del Nibelungo  .

Seguramente uno de los fuegos que más tinta ha hecho y hace correr es el que viene en la Biblia como fuego eterno, o sea, aquello que se ha dado en llamar infierno. Así lo describe Listz en su Sinfonía Dante  ♫. Algunos de los personajes más famosos de la literatura y de la música han pasado por el infierno. Orfeo, sin ir más lejos, acudió a buscar a su desaparecida Eurídice para devolverla al mundo de los vivos  ♫.

Cientos de compositores han hecho música sobre la historia de Orfeo. Entre ellos Monteverdi, Gluck, Stravinsky, y un graciosísimo compositor de operetas llamado Offenbach, que hizo una sátira sobre esta historia llamada Orfeo en los infiernos. Esta es su música  ♫.

Otro famoso personaje que fue a parar a los fuegos del infierno por vender su alma al diablo fue Fausto, otra historia muy querida por los compositores románticos. Schubert, Schumann, Wagner, Listz, Gounod, y por su puesto Berlioz, que le dedicó una gran ópera llamada La condenación de Fausto  ♫.

Aparte de mitologías y leyendas, lo que sí es cierto es que hombres y mujeres hemos buscado siempre el fuego para calentarnos cuando hace frío, iluminarnos en la oscuridad. Nos viene de perlas para cocinar, esterilizar las cosas, secarlas, moldear los objetos y para solucionarnos un sinfín de necesidades. Una película del director francés Jean Jacques Annaud  titulada En busca del fuego trata de eso, de como una tribu de la prehistoria pierde el fuego que tanto les había costado conseguir y, al no saber cómo hacerlo, tienen que mandar una comisión en busca del fuego. Su banda sonora suena así  ♫.

Pues si, el fuego es algo fundamental. Además de sus importantes aplicaciones, el fuego es utilizado también en todo el mundo como algo sagrado y mágico. Por estas razones se mantiene encendido perpetuamente en los templos. Incluso en algunos ritos se pasa el fuego de vela a vela para mantener su significado sagrado  ♫.

Tampoco debemos olvidar que el fuego se utilizó de una manera terrible y macabra para purificar las almas de los que, en tiempos pasados, eran considerados herejes y brujos por la Inquisición. Juana de Arco, la famosa heroína francesa, fue una de las víctimas. Murió en la hoguera  ♫. Honegger, compositor de nuestro siglo, compuso una ópera preciosa sobre esta historia que tituló Juana de Arco en la hoguera  ♫.

En países del Pacífico y en la India se practica la incineración, que es la destrucción de los cadáveres por el fuego, para que el alma se purifique, se libere del cuerpo y ascienda al cielo. En Benarés, ciudad santa de la India, después de la cremación se esparcen las cenizas por el río sagrado que pasa por allí mismo: es el Ganges  ♫.

Pero dejémonos de estas truculencias y consideremos el fuego como arte, o sea, como algo que puede ser modificado por nosotros para conseguir belleza. Ya sabéis a qué me refiero, a los fuegos artificiales  ♫. Esta música la compuso Händel para acompañar una sesión real de fuegos artificiales  ♫.

Si Händel hizo esta espléndida música para ambientar las sesiones de fuegos del rey, Debussy tiempo después simplemente los describe con el piano en uno de sus Preludios  ♫.

Una de las grandes apoteosis del fuego como fiesta se celebra en Valencia; son sus célebres Fallas  ♫. Ya en el siglo XVI, en la noche del día de San José, los carpinteros valencianos hacían grandes hogueras a las que tiraban al final un muñeco. El espectáculo fue evolucionando hasta llegar al derroche de ingenio escultórico que, en breves minutos, es pasto de las llamas al son de este pasodoble  ♫.

No siempre se quema solo lo que se quiere (como ocurre en las Fallas), a veces domina el propio fuego: una simple chispa, un cigarro mal apagado, un cable de la luz, una brasa, un rayo de sol que pasa por una botella o un loco pirómano y, de repente, el fuego se hace dueño de la situación y se produce un incendio  ♫.

Si alguien ha vivido o ha visto un incendio alguna vez se habrá dado cuenta de que es algo terrible. El fuego con su fuerza devastadora es capaz de aniquilar todo lo que se le pone por delante. Los incendios se han comido bibliotecas donde se guardaban libros que contenían todos los conocimientos de una época, como ocurrió en Alejandría. Se ha comido Museos con obras únicas, puertos enteros, bosques… hasta ciudades, como Roma, Londres, Lisboa o Santander, han sucumbido a sus llamas  ♫.

¿Recordáis el final de la película Rebeca de Hitchcock con la pérfida ama de llaves dentro de la casa incendiada por ella misma?  ♫ ¿Y El coloso en llamas con toda una ciudad intentando sofocarlo?  ♫ ¿Y la escena de El nombre de la Rosa con una increíble y monumental biblioteca pasto de las llamas?  ♫  En fin, los incendios son un mal que todos debemos intentar evitar. No hay que dejarlo todo a los bomberos  ♫.

En música no solamente hay los fuegos que habéis oído en este programa, ¡hay muchos más! Por ejemplo, tenemos la ensalada de Mateo Flecha que se titula así: El fuego  ♫. También aparece el fuego en las obras que tratan de los elementos del mundo, como en ésta de Jean-Fèry Rebel  ♫ De las 104 sinfonías que compuso Haydn, hay una que se llama El fuego. ¿Sabéis cuál es? La 59  ♫.

Así mismo, hay una zarzuela de Barbieri que tiene mucho que ver con nuestro tema de hoy, pues se titula  Jugar con fuego  ♫. Hay también una polca de Joseph Strauss que es una Prueba de fuego  ♫. Hay hasta un Ángel de fuego compuesto por Prokofiev  ♫. El pájaro más bailarín, El pájaro de fuego de Stravinsky  ♫.

Un cantante de rock and roll tiene tanto dinamismo que arrasa el escenario  ♫. Es Jerry Lee Lewis, o sea, Bola de fuego  .

La pasión, el entusiasmo, la efusividad y el arrebato, están íntimamente relacionados con el calor, con las llamas, con el fuego. Por eso decimos tantas veces las llamas del amor, la fogosa pasión, o el ardiente corazón. Esta canción de Gesualdo da Venosa, un gran compositor del Renacimiento, se llama así: Arde mi corazón, arde por ti, bien mío  ♫.

Cuando un compositor quiere que el intérprete toque su partitura con pasión, con fuerza, con calor, le escribe en la partitura con fuego. Así empieza el 4º Mov de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Antonín Dvorák: es un Allegro con fuoco  .

También hay músicas de fuego en los cigarros, de fuego en los cañones, como el final de la Obertura 1812 de Tchaikovsky, con cañones disparando entre el escándalo de la orquesta y las campanas  ♫.

Bueno, se acabó lo que se daba. Hemos llegado al final. Espero que entre tanto fuego no hayáis salido chamuscados  ♫. Por cierto, ¿podríais añadir a las músicas de fuego que hemos oído hoy todas las que os sabéis? ¡Menuda colección de fuegos!  ♫  Este que estamos oyendo, sin ir más lejos, se titula Fuego en la montaña.

El próximo día, SONIDO Y OÍDO tratará de un fenómeno importantísimo de la música: LA TENSIÓN Y LA RELAJACIÓN  ♫.

El comandante Arévalo puso orden en los mandos  ♫

Nos oímos el próximo día. Adiós y adiós  ♫

© Fernando Palacios

Clave de Sol fuego

11 Ago

31 Sonidos en libertad

Programa radiofónico  nº 31 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991.

PODCAST disponible aquí.

¿Pueden ser los sonidos libres? Lennon, Kant, Hegel, Buda, Stravinsky, Cage, Schwitters, Orquesta de las nubes, Blackmusicina, Dylan, Waits, Richards, Barber, Jarrett y Vostell: gentes dispares que nos dan su opinión, siempre partiendo del movimiento futurista.

Haz clic para acceder a 31-Sonidos-en-libertad.pdf

♫  Marinetti, escritor italiano, fundó en 1909 un movimiento artístico llamado Futurismo. Los artistas futuristas querían romper con las formas tradicionales creando nuevos lenguajes artísticos. En la pintura proponían el movimiento, en la música, el arte de los ruidos y, en la poesía, las palabras en libertad  ♫.

Los pintores futuristas buscaron el movimiento dividiendo las figuras en fragmentos, señalando las líneas y con coloridas geometrías. Los músicos profetizaron los ruidos como materia musical, adelantándose a la música concreta e incluso a gran parte de la música de la actualidad. Los escritores suprimieron los adjetivos y la puntuación y utilizaron diferentes tipos de letras y una nueva ortografía que denominaron libre expresión  ♫.

El Movimiento Futurista dio un gran impulso desde Italia al arte del siglo XX, hasta tal punto que en estos últimos años se están volviendo a utilizar muchas de las denominaciones que tenían los futuristas a principio de siglo para definir su trabajo. Arte de los ruidos, palabras en libertad, libre expresión, son términos que hoy día se oyen en muchas bocas. Observemos dos casos. El Aula de Música de la Universidad Complutense de Madrid organizó a principios de los 80 unos interesantísimos Festivales de la libre expresión sonora, donde se presentaban artistas que presentaban músicas abiertas sin ningún tipo de limitaciones ni prohibiciones  ♫.

El segundo caso es el siguiente. Hace un año y medio aproximadamente en el programa Ars Sonora de esta misma emisora se emitieron cuatro programas titulados Los sonidos en libertad donde se escucharon obras musicales de nuestro siglo de una gran libertad de planteamientos que, además, estaban hechas por poetas y artistas plásticos, no por músicos  ♫. Como veis, Libre expresión sonora y Sonidos en libertad son títulos sacados de aquellos manifiestos futuristas de principio de siglo  ♫.

¿Qué piensan determinados artistas de hoy sobre su propia libertad a la hora de hacer música? ¿Qué nos cuentan sobre este asunto ciertos compositores de pop, rock y de jazz? ¿Qué nos dicen sobre la libre expresión algunos improvisadores de música? Lo vamos a oír inmediatamente en este programa que está confeccionado con las opiniones de pensadores y de artistas que se encuentran en esa situación de utilizar su libertad para hacer música. Hoy nuestro programa trata de eso, de SONIDOS EN LIBERTAD.  ♫

“Fundamentalmente amo la libertad, por eso soy un artista “.

Esto lo decía John Lennon, el magnífico compositor e intérprete de The Beatles.  Es algo que ya en el siglo XVIII contaba el gran filósofo alemán Immanuel Kant. Decía esto:

“El músico obra como si fuera libre, cree en su libertad y por eso mismo es y será libre.”  ♫

Otro filósofo alemán, algo posterior a Kant, llamado Hegel pasaba largas horas meditando sobre la música. Pensaba cosas de este tipo:

“La música tiene la misión de representar en toda su libertad las manifestaciones de la vida. La música nos gusta a todos no porque parezca natural, sino porque se hace naturalmente. La música se hace como un acto de libertad.”  ♫

En el siglo V antes de Cristo, vivió un sabio en Oriente llamado Buda. Oigamos una frase suya.

“Es dentro de ti donde debes procurar lo que es necesario para tu libertad. Cada hombre construye su propia prisión.”  ♫

Para que muchos artistas puedan trabajar con más intensidad, se suelen marcar sus propios límites. Stravinsky, ese gran compositor que muchas veces mencionamos, pensaba que cuanto más limitado, trabajado y vigilado se halla el arte, más libre es. Parece mentira, pero es así. Si todo está permitido, lo mejor y lo peor, si ninguna resistencia y desafío se ofrece, todo esfuerzo es inconcebible. No puede fundarse nada. Declaraba Stravinsky:

“Mi libertad consiste en mis movimientos dentro de un estrecho marco que yo mismo me he asignado para cada una de mis empresas; ella será tanto más grande y profunda cuanto más estrechamente limite mi campo de acción y me imponga más obstáculos.”  

Otra manera de observar la libertad de la música es la del octogenario compositor americano y gran pensador John Cage. Algunos de sus pensamientos son éstos:

“Como mi padre era inventor, yo pensé que me correspondía hacer descubrimientos musicales. 

“El compositor debe elaborar la situación para que los sonidos puedan ser  libres” 

“Busco una música donde los sonidos sean tan sólo sonidos. Mi música no expresa emociones” 

“Según un texto que he leído del Tíbet, debemos trabajar como si escribiéramos en el agua. Cuando se trabaja en el agua no queda nada, así que tenemos libertad para hacer lo que queramos porque el agua lo absorbe todo. Es una idea maravillosa”.

“Cuando no tengo música para escuchar, escucho el sonido del ambiente. Me gustan todos los ruidos”. 

Kurt Schwitters, un artista plástico y poeta alemán de principios de siglo, inventó la palabra merz a la que dio significado de muchas cosas. Era una palabra suya y hacía con ella lo que quería. Escuchemos lo que dice el propio Kurt Schwitters:

“Merz busca la liberación de todas las ataduras. Libertad no es desenfreno, sino el resultado de una severa disciplina artística. Mertz significa también tolerancia con respecto a cualquier limitación por motivos artísticos. Se le debe permitir a cualquier artista poder componer una obra o una imagen tal vez solamente a base de papel secante si él sabe conformarla.” 

En estos últimos años ha venido funcionando un grupo musical de tres componentes llamado La Orquesta de las nubes. Explican así su trabajo:

“Combinamos todas las experiencias musicales adquiridas: experimental, jazz, pop, barroco… con elementos de otras culturas: africanas asiáticas caribeñas… dándoles un tratamiento unificador y abierto. Quien vaya a escuchar un concierto de La Orquesta de las Nubes no puede llevar una sola ventana abierta. Tiene que abrir las puertas de par en par y dejar que todo entre y salga sin esfuerzo.” 

Un grupo español fantasma, de esos que no sabemos si existen o no existen, se ha puesto el nombre de una medicina. Se llaman Blacmusicina, antídoto contra la cultura de la sobredosis. Toda su filosofía musical viene escrita en forma de prospecto de farmacia. Os leo algunas cosas de él:

Descripción y acción: La blacmusicina es un compuesto de distintos agentes sonoros cuyo principio activo fundamental, la bluesina, se combina con otras sustancias como el vivopol, la freeformina, el afrocubanato y diversos extractos etnomusicológicos de efecto auditivo y corporal concomitante. Proporciona una rápida acción sobre los centros rítmicos del organismo, y facilita la percepción de intensidades variables.

Indicaciones: La blacmusicina está indicada en todos los síndromes de sobredosis sonora y más especialmente en los trastornos inducidos por el abuso de la popmusicina. En la úlcera de Decibelius, a los pocos días del tratamiento, el paciente recupera una moderada intuición del mezzoforte y en pocas semanas es capaz de mover las extremidades inferiores por efecto de, digamos, un blues de West Montgomery. Continuando las tomas llega a relamerse, el muy cochino, en los silencios erizados de Thelonious Monk. En la afección aguda de discotecosis con esclerosis timpánica irreversible, el paciente logra una moderada pero apreciable buena disposición hacia las volutas de humo que, barridas por el trajín casi culinario de las escobillas, se deshacen de feeling. 

Posología y administración: Puede tomarse en muy diversas dosis a horas tempestivas o temperaturas, en soledad o en compañía. En todos los casos, la automedicación es sumamente recomendable y la consulta al especialista raramente provechosa.  ♫

Contraindicaciones: No tiene. El preparado es perfectamente compatible con todo otro tratamiento sonoro y su efecto se ve positivamente reforzado por la administración simultánea de reaguerastafarina, flamencol, salsasaborine, electroacustone, romanticil, sambabrasiliato, etc. Los afectados de sobredosis aguda deben abstenerse temporalmente de popmusicina. Aún hoy, los afectados de cardiopatía han de espaciar prudentemente las tomas de baladas y blues de Billie Holiday, por si acaso.  ♫

Presentación: Se suministra en forma de jalea y de jaleo, en versión forte y piano, en conserva y en directo. La aplicación en directo, tópica, carnal y sudorosa, multiplica los efectos benéficos del preparado.  ♫

Puede y debe mantenerse al alcance de los niños 

Ya veis, son artistas del sonido con alto grado de libertad musical que buscan oyentes libres de prejuicios, que no tengan manías a ningún tipo de música. Oyentes que se salgan del bombardeo monótono de la música comercial. Oyentes que no dediquen su oído sólo a un estilo de música. O sea, oyentes buenos, que abran los oídos y escuchen.  ♫

Os voy a contar ahora algunas de las meditaciones sobre el acto de componer música de tres famosos compositores e intérpretes del mundo del pop-rock: Bob Dylan, Tom Waits, y Keith Richards. Nos hablan de la utilización de su libertad para explorar territorios desconocidos, para buscar un agujero por donde ver lo que se puede hacer, para oír la llamada de las canciones a la puerta.  ♫

 Bob Dylan nos dice esto:

“Componer es explorar un territorio desconocido, penetrar en una zona donde no hay nadie más, donde nunca nadie transitó. Ahí es preciso estar constantemente atento a los propios pasos. No te puedes desviar de rumbo. Debes equilibrarte en esa cuerda floja hasta el fin. Cualquiera es capaz de fantasear: niños, ancianos, todo el mundo tiene derecho a entrar en el terreno de sus fantasías. Mas la mayoría no pasa de eso, de simples imaginerías. Un creador va más allá del paseo de la imaginación y entra en un sueño.” 

Tom Waits se expresa así:

“Componer es buscar una abertura, una rendija, un pequeño agujero. De pronto, aparece una luz y consigues ver todo. Cuando compongo, la vida se convierte en un acuario. Algunas cosas flotan, otras no; algunas respiran y otras se ahogan; algunas parecen mejores, otras peores. Y en ese momento sé que estoy creando. Cuando la sala se llena de agua.” 

Keith Richards  nos explica esto:

“En el proceso de composición eres una especie de receptor. De cierta forma eres un médium. No creo que muchos sean capaces de decir que se sentaron y compusieron esa música, pues no saben de donde proviene realmente. Creo que las canciones golpean en nuestra puerta; solo debes oír la llamada y darles la oportunidad de existir. Todo es cuestión de saber recibirlas y captarlas, porque la mayoría de las canciones se escriben solas: es un proceso irreversible. Solo ayudas, vas detrás, pero no puedes controlar la música. Todo es cuestión de saber recibir, como un médium.” 

La improvisación produce un tipo de música donde se juega con la libertad de los sonidos. Hay improvisaciones donde hay mucha libertad y otras donde hay menos. De esto nos hablan dos músicos especialistas: el español Llorenç Barber, y el americano Keith Jarrett.  ♫

En las notas a los programas de los conciertos del grupo de música improvisada Taller de música mundana, Llorens Barber, su fundador, dice esto:

“Improvisar para nosotros consiste en no prohibirse nada, no excluir práctica musical alguna; por el contrario, servirse como método de entrenamiento colectivo, de: repeticiones, fusiones, variaciones, iniciativas, equivocaciones, acumulaciones y selecciones, respiraciones que den lugar a flujos y éxtasis que transformen lo existente en algo fresco. En esta habilidad encontramos la técnica básica y más difícil de dominar de la improvisación: cambios y repeticiones son las dos facetas articuladas de un mismo método que nos acerca a la auténtica improvisación. El resultado de nuestras sesiones de trabajo son producto de un “toma y daca” entre nosotros, de un diálogo”. ♫

Keith Jarrett es un famosísimo pianista actual que toca tanto obras de los clásicos como improvisaciones y piezas suyas. Las dos cosas le parecen igualmente interesantes, e igualmente distintas. Oigamos lo que dice:

“Para una obra clásica suelo prepararme del mismo modo que si fuera a interpretar mi propia música escrita. Si fuera para una improvisación, la preparación sería a la inversa. Cuando improvisas no sabes que lenguaje escogerás, o que forma musical va a surgir en esos momentos. No debes escuchar pianos o estar cerca de ellos por algún tiempo. Tiene que brotar cada vez un nuevo sonido, desde un comienzo casi primitivo. Siento que la improvisación musical es la manera más profunda de relacionarte con la realidad del momento presente. Es una forma de meditación; pero no creo que sea menos profundo trabajar sobre la música de otra persona, pues encontrar su profundidad es exactamente lo mismo: un encuentro con lo real. Los grandes compositores desarrollaron una relación muy fuerte con la improvisación espontánea y libre.”

Esto se va acabando, queridos amigos. Aprovecharemos de todos modos los últimos minutos para oír otras cosillas sobre SONIDOS EN LIBERTAD. Por ejemplo, Eduardo Polonio, compositor español, tiene una obra que se titula así: Flautas, voces, animales, pájaros, sierra, la fragua de protones, trompetas, frialdad con sangre, arpas judías, trompetillas, agua, agujero negro. ♫

El jardín de las delicias es una ópera del artista austríaco Wolf Vostell. El autor recomienda lo siguiente:

“Ruego a ustedes se imaginen El jardín de las delicias como una autopista de veinte carriles sobre la cual, en tráfico fluido, se producen simultáneamente veinte fenómenos óptico-acústicos. Se superponen, forman un diálogo y crean una polifonía de voces y ruidos junto a sonidos electrónicos.”

Edgar Gismonti, clarinetista brasileño, dice esto:

“Si tú crees que eres loco por hacer una música completamente loca, no te asustes. Un día serás lúcido.”

Amigos, ya habéis oído. La libertad de los sonidos, de las músicas, de los compositores y de los improvisadores da mucho de sí. Espero que os haya interesado.

Este programa se puede complementar con el nº 8 de nuestra serie, llamado IMPROVISAR Y CREAR, y con el 16 titulado ORDEN Y CAOS. Os podría venir bien darles un repasillo, ¿no? Bueno, en caso de que lo tengáis, claro.  ♫

El próximo programa tendrá como protagonista a un ardoroso personaje: EL FUEGO.  ♫

Estaremos también con Carlos Arévalo, nuestro técnico favorito.

♫ Hasta entonces, adiós y adiós

© Fernando Palacios

11 Ago

30 Golpear, raspar, arañar

Programa radiofónico  nº 30 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

Golpear, raspar, arañar, frotar, chocar, sacudir, aporrear, percutir, rozar, estrujar, friccionar, restregar… Todo esto es lo que se hace con los instrumentos de percusión. Un recorrido por el planeta en busca de tambores, maracas y rascadores.

Haz clic para acceder a 30-Golpear-raspar-aranar.OK_.pdf

♫ Así suenan los cencerros colgados a los cuellos de las vacas en Suiza ♫.

♫ Lo que viene ahora es el tema del 3º mov. de la 1º Sinfonía de Mahler, tocado con timbales y tambores afinados  ♫

Recibimos la música de una Danza de Birmania, interpretada por gongs, platillos y tambores 

Estas son pequeñas castañuelas que se tocan en el País Vasco

♫ Este músico está improvisando sobre un vibráfono, que es un instrumento de láminas metálicas afinadas.

♫ Del vibráfono a esta música africana hecha con sanzas, unos pequeñitos instrumentos hechos con lengüetas sujetas a unas cajas de madera.

♫ Todos estos instrumentos tan diferentes que hemos escuchado: los cencerros, timbales, tambores, gongs, platillos, castañuelas, vibráfonos y sansas, pertenecen a una familia de instrumentos musicales enormemente extensa y vistosa. Es: LA FAMILIA DE LA PERCUSIÓN  ♫.

Aparentemente los instrumentos que hemos oído no tienen mucho que ver entre sí. ¿En qué se parece un tambor a un cencerro, por ejemplo? ¿O un gran gong de esos de un par de metros a unas pequeñas castañuelas que se meten entre las manos y casi no se ven?. En principio no se parecen en nada, pero sí hay algo que unifica a esta variopinta familia, y es que todos los instrumentos suenan cuando son golpeados, frotados, raspados o sacudidos  ♫.

Llamamos PERCUSIÓN a todo el conjunto de instrumentos musicales que no pertenecen ni a la cuerda ni al viento. Así de fácil  ♫.

Hoy en nuestro programa vamos a estar rodeados de este tipo de instrumentos, por eso lo he titulado GOLPEAR, RASPAR, ARAÑAR, FROTAR, CHOCAR, SACUDIR, APORREAR, PERCUTIR, ROZAR, ESTRUJAR, FRICCIONAR…

El pájaro carpintero perfora la madera de los árboles con su pico percutiendo como si fuera un tambor  ♫.  Las cigüeñas hacen un curioso chasquido golpeando las partes superior e inferior de su pico ♫. Podríamos decir que tanto las cigüeñas como los pájaros carpintero son unos estupendos instrumentistas de percusión, pues hacen con sus picos ruidos parecidos a los que hacemos las personas con nuestro cuerpo o con nuestros instrumentos  ♫.

Si hacéis un esfuerzo de memoria, recordaréis que la percusión hecha con dedos, manos, pies, tacones y el resto de cuerpo apareció en nuestro programa nº 6: QUERAMOS O NO QUERAMOS, SIEMPRE SONAMOS.

Las músicas hechas a base de golpear y rozar botellas, vasos, tubos, menaje de cocina, tablas de lavar, bidones, palos, palitos y máquinas de escribir estuvieron presentes en nuestro programa nº 19: MÚSICA CON CUALQUIER COSA.

El piano es un instrumento de percusión; de él dimos cuenta en el programa nº 23: UNA CURIOSA HISTORIA: EL PIANO. 

Ha habido muchas clasificaciones distintas de todos los instrumentos de percusión. Hoy día la más normal es la que los divide en dos grandes grupos:

* MEMBRANÓFONOS, que son los instrumentos que tienen una o dos membranas muy tensadas que cuando se golpean o frotan, suenan. Es el caso de los tambores, panderos y zambombas .

* IDIÓFONOS, los instrumentos construidos con un material sonoro que vibra cuando se toca, ya sean de madera o de metal. Por ejemplo, las campanas, los platillos, los xilófonos y las maracas son idiófonos  ♫.

* Vamos ya con los MEMBRANÓFONOS, o sea, los instrumentos de membrana. Si tenemos un tubo, una vasija o cualquier cosa hueca y le ponemos una piel bien tirante que cubra el agujero, ya tenemos un tambor  ♫.

Hay tambores de todas las formas, colores y tamaños imaginables. Uno de los más grandes es el daiko japonés, que tiene forma de tonel de varios metros y se coloca sobre una torre golpeándose con dos grandes mazas  ♫.

Y uno de los más pequeños es el tamboril que acompaña al flaviol en las coblas catalanas. Es del tamaño de un puño y suena así:  ♫

Sólo de tambores podríamos hacer montones de programas de radio, porque por  todos los rincones del planeta hay tambores. Sin ir más lejos, compré en un mercadillo de León este tamborcillo de juguete  . Es sencillísimo: unos aros de madera cogidos con grapas, una piel de conejo por arriba y por abajo, y dos baquetas, o sea, dos palillos para golpear: un tamborcillo barato que da gloria oírlo ♫.

Pero no todos los tambores son así de sencillos, ¡qué va!. En Burundi, un país de África, construyen estos otros  ♫. Hacen unos huecos profundos a los troncos de los árboles y los cubren con una curtida y gruesa piel que sujetan con unos palos que están hincados al madero. Una vez construidos y pintados de vivos colores, se los colocan sobre sus cabezas y los golpean con dos fuertes palos mientras danzan.  Su sonido es impresionante  ♫.

♫ Esto que oímos ahora es una conga, el instrumento fundamental de todo el Caribe. No se toca con baquetas, sino con las manos  ♫.

♫ Los timbales, sin embargo, se tocan con dos palillos que tienen una bola de fieltro en su extremo ♫. Son instrumentos que se pueden afinar perfectamente y tienen gran importancia en la música sinfónica. Escúchalos en este momento de la Sinfonía Inextinguible del compositor Nielsen ♫. Los timbales casi se apoderan de toda la orquesta  ♫.

En la Sinfonía nº 5 del mismo compositor, hay un solo de caja, que es el tambor más conocido por todos nosotros, pues lo llevan las bandas, los desfiles y, naturalmente, las orquestas  ♫.

Además de los tambores, timbales, cajas, bongos y bombos, que conocéis perfectamente, están los panderos, dentro del grupo de los membranófonos. Los panderos se componen de un aro, una membrana y ¡ya está!. Claro que con esto pasa como con todo: puede haber panderos buenos y malos, bonitos y feos, sencillos y complicados. Seguramente el más hermoso y perfeccionado sea el irlandés. Se llama bodram y suena así  ♫. Se toca con una pequeña baqueta que golpea con los dos extremos, y con la otra mano tensa y destensa la membrana de piel, haciendo subir y bajar el sonido  ♫.

De los membranófonos pasamos al segundo grupo de percusión, los idiófonos, o sea, los demás. Por ejemplo, estos son instrumentos de metal percutidos con baquetas  ♫. Y esto que oímos, una orquesta de campanas de la China. También son instrumentos de metal e idiófonos  ♫. Este por el contrario es un instrumento láminas de madera de Thailandia, el ronad-ek  ♫ Y esto una marimba  ♫.

Hay instrumentos que no se golpean, sino que se raspan: son los rascadores. Siempre que haya una superficie rugosa podremos rascarla con un palito. Por ejemplo, aquí tengo un rodillo de amasar que tiene su superficie estriada; le paso por encima esta caña y suena así ♫. Naturalmente me viene de perlas para hacer ritmo ♫. Así suena un raspador en una auténtica cumbia ♫. Lo mismo ocurre frotando dos pequeñas conchas marinas ♫. El cambio de sonoridad  lo hago con las manos, dejando la resonancia más o menos hueca  ♫. Y esto son dos piñas piñoneras  .

También hay instrumentos de percusión que se sacuden, como las maracas. Los iberoamericanos son grandes maestros; fíjate como suenan en este pasaje venezolano  ♫.

Otros instrumentos de percusión del grupo de los idiófonos son los entrechocados, como los platillos, las castañuelas, las cucharillas o la caña rajada, que suena así  ♫.

También están los punteados, o sea, aquellos instrumentos que se componen de lengüetas que vibran cuando se pulsan con los dedos, como el arpa de boca, que también se llama guimbarda. Incluso hay conciertos para guimbarda y orquesta, como éste que estamos escuchando, que es de Albrechtberger  .

En fin, es un mundo apasionante éste de la percusión, por eso antes de despedirme os voy a dejar con la incógnita de varias preguntas muy sencillas, para que investiguéis la solución:

– La 1ª es ésta: ¿Qué instrumento es este que suena?  ♫

– ¿Qué instrumentos de percusión suenan aquí?  ♫

– ¿De qué país puede ser esta música?  ♫

– En el cuento musical PEDRO Y EL LOBO ¿qué instrumento imita los disparos de los cazadores?  ♫         

– Además de una voz hay otro instrumento ¿Qué es eso?  ♫

– ¿Es posible que esto sea simplemente un tubo de cartón con un globo en un extremo al que estoy pellizcando?  ♫

Se acabó. El próximo día tendremos un programa dedicado a los SONIDOS EN LIBERTAD. No os lo perdáis. Carlos Arévalo y yo os esperamos y ya os decimos adiós y adiós porque sino seguiríamos con los güiros, calimbas, cabaças, palos de agua, reco-recos, sonajeros, cascabeles, flexatrones, sistros, balafones, metalófonos, carracas, triángulos, carrillones…

© Fernando Palacios

11 Ago

29 – Sonido y Oído – Oímos, escuchamos, entendemos

Programa radiofónico  nº 29 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Oír, escuchar y entender son cosas diferentes. Este programa valora estas tres particularidades, partiendo de estos dos principios: 1) Aprender a escuchar es lo primero y principal en alguien que quiera acercarse a la música. 2) A escuchar se aprende escuchando.

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♫ ¿Habéis oído eso? ¿Lo habéis escuchado bien? ¿Qué era? ¿Os ha gustado? Seguramente vuestras respuestas serán muy distintas. Para empezar, una gran mayoría no lo habrá oído; son aquellos que tienen la radio apagada o la tienen sintonizada en otra emisora; es natural que sean muchos los que no han oído este curioso sonido. Otros lo han oído, pero no se han dado cuenta de él; estaban distraídos en otra cosa y les ha pasado desapercibido; sin embargo, tenían la radio puesta y sus oídos han recibido el sonido: ellos lo han oído pero no lo han escuchado. Otros lo han oído, lo han escuchado pero no lo han entendido: estaban atentos a la radio, han escuchado perfectamente el sonido, pero no saben qué tipo de sonido es, ni cómo se ha hecho, ni el instrumento o instrumentos que lo han producido; ellos lo han oído, lo han escuchado, pero no lo han entendido.  Por fin, una buena parte de los que han oído el sonido y lo han escuchado con atención se han dado cuenta de que era primero una campana grandísima o un gong y después un instrumento pequeñito de madera de sonido hueco con dos bolita que percutían y que yo tocaba con la mano. Algunos incluso podrán decir que era un trémolo precedido de una gran explosión. Exacto: han entendido toda la información sonora que recibían; han oído, han escuchado y han entendido. Es posible que estos oyentes tengan alguna experiencia sobre este tipo de sonidos. O, ¿quién sabe?, a lo mejor es que conocen los instrumentos.

♫ Oír, escuchar y entender, ya veis que son cosas diferentes. Si nuestro oído recibe un sonido: oímos; si ese sonido provoca una reacción en nosotros: escuchamos; si nos damos cuenta del significado de lo que escuchamos: entendemos.

♫ Otro ejemplo: supongamos que cerca de nosotros hay un francés hablando en su idioma; si yo estoy a lo mío, haciendo mis cosas, sin hacer caso a nada: oiré al francés pero no atenderé a lo que dice;  si, por la razón que sea me interesa el francés, lo escucharé; y si yo se hablar ese idioma lo entenderé.

♫ Cuando alguien hace un programa de radio es con la intención de que la gente lo oiga, lo escuche y lo entienda. A mí, naturalmente, me pasa lo mismo. Quiero que pongáis la radio, subáis el volumen para percibir bien mi voz y la música que pongo, quiero que prestéis atención, que escuchéis, o sea, que no estéis distraídos con otras cosas, y además intento explicar las cosas de la manera más fácil posible para que lo entendáis, no sólo para que paséis el rato escuchando. Por eso el programa de hoy va a tratar de OÍMOS, ESCUCHAMOS, ENTENDEMOS.

 ♫ Dice una antigua adivinanza: ¿Qué viene con un carruaje y se va con él, no le sirve de nada y sin embargo, el carruaje no puede moverse sin él? ♫ La respuesta es: el ruido que hace.

♫ El sonido tiene gran utilidad para nosotros y los animales. Muchas de las cosas que ocurren (cuando chocan dos objetos, cuando uno rueda, cuando el mueve el viento…) provocan sonidos. Esos sonidos penetran en nuestros oídos, los oímos y gracias a eso nos enteramos de lo que ocurre: el teléfono llama  ♫  el automóvil pita  ♫ el policía toca el silbato  ♫  Cada sonido lleva un mensaje claro. Aquí tenéis unos cuantos sonidos con mensaje:  ♫, ♫, ♫, ♫, ♫, ♫

Hace dos siglos se discutía mucho sobre lo siguiente: si cae un árbol en el bosque y no hay nadie que lo oiga ¿hay sonido? ♫. Bueno pues los filósofos decían que no, que el sonido era solamente una sensación de los oídos. No tenían en cuenta que sonido es tanto lo que sale de los objetos como lo que recibimos en el oído ♫. Se le llama sonido a  lo que despide la vibración de una campana que se ha golpeado y a la sensación que provoca en nuestro oído. Las dos cosas son sonido. En realidad son casi la misma cosa.

♫ Por cierto, ¿cuántas campanadas han sonado? ¿Tres, cuatro, cinco? ¿Estabais  oyendo o estabais escuchando? Bueno, bueno, sigamos. El sonido no sólo se transmite por el aire, también lo hace a través de muchos materiales. ¿Os acordáis de esas películas de indios cuando el explorador pone la oreja en el suelo y dice: – Vienen quince jinetes a galope. Están a unos dos kilómetros. A través de la tierra, a veces se pueden oír cosas mejor que a través del aire. Comprobad como se oye en una barandilla: si una persona golpea en un extremo, otra podrá oír perfectamente en el otro si junta una oreja a la barandilla. Y es que el sonido se mueve que es una barbaridad.

♫ En los ojos tenemos párpados, cuando queremos los cerramos o los abrimos. En los oídos no tenemos párpados; los oídos están siempre abiertos, expuestos a todo. Son nuestros centinelas que nunca descansan ♫. Cuando queremos aislarnos de un ruido desagradable no nos queda más remedio que taparnos los oídos con las manos, o con unos cascos, o con tapones.  Claro que entonces tampoco podemos oír algo que nos interese.

♫ ¿Este sonido qué es: una mosca, una mariposa, una abeja, un mosquito…? Exacto, un mosquito ♫. La sensibilidad del oído humano es increíble. Puede oír el zumbido de un mosquito que suena muy poquito, y también el despegue de un avión que suena muchísimo. El oído distingue lo que tocan los violines de lo que tocan las flautas. Es capaz de borrar el murmullo de las conversaciones de una fiesta y concentrarse sólo en una voz. Incluso durante el sueño, el oído funciona. ¿Cuántas veces nos dormimos con la tele puesta y nos despierta el suave zumbido de un despertador?. El oído diferencia perfectamente lo que deseamos de lo indeseable; filtra los sonidos y así nos permite concentrarnos en lo que deseamos escuchar ♫.

Lo que no pueden filtrar nuestros oídos son los ruidos desagradables que suenan junto a la música cuando estamos escuchando de verdad, “cuando escuchamos de verdad”, no cuando oímos así, de otras maneras. Un disco rallado impide que escuchemos con claridad: mezcla sonidos horribles con sonidos preciosos… en fin, el resultado es bastante molesto  ♫

En los conciertos de música clásica el público se pone en estado de escucha; está atento y concentrado exclusivamente en la música: una tos, una puerta, una butaca… distraen la atención, estropea la escucha  ♫. Para escuchar bien es necesario que haya silencio, así la música sonará sin perturbaciones  ♫.

Lo contrario a esto es la poca atención que se presta a la música en bares y disco-pub. Todo el mundo hablando en voz bien alta y la música de fondo también bastante alta. En este caso se oye pero no se escucha; da igual que suenen las voces o la cafetera, que interrumpan. Da lo mismo. Es una música que amuebla el local, como si fuera un espejo o un armario: es música para no escuchar, para oír simplemente  ♫.

La verdad es que eso de escuchar tiene mucha miga. No es tan fácil como parece. Sobre todo en nuestro país que lleva fama de ser uno de los que menos se escucha del mundo. Nuestras conversaciones suelen ser de hablar mucho y de escuchar poco. Parece que no interesa lo que nos cuentan, por eso entra por un oído y sale por otro, sin quedar nada dentro. Para que se quede dentro de nosotros algo de una conversación o de una música es necesario prestar atención, aguzar el oído, intentar que no se nos escape ni media. Este requisito es fundamental para poder disfrutar y pasarlo bien con la música. Oír sin escuchar es un aburrimiento. Escuchad esto un momento, a ver qué os parece; sólo me podréis dar vuestra opinión si lo escucháis  ♫.

¿Qué os ha parecido? ¿Os ha resultado difícil escuchar esta canción? ¿Os gustaría escucharla otra vez? Pues nada, vamos a por ella  ♫.

Los médicos, psiquiatras y confesores son especialistas en escuchar, pues sin saber lo que le pasa al paciente no le pueden decir nada. Los amantes de la música también son especialistas en escuchar: están atentos a los dibujos que hacen las melodías, a los cambios de ritmo, a los timbres de los instrumentos, intentan no perderse detalle, porque cuantas más cosas oyen, más les gusta, y por lo tanto más se emocionan y más felices son ¡Hombre!, a ver si a vosotros os emociona esto  ♫. A mí me emociona muchísimo.

De todo lo dicho hasta ahora podríamos sacar por lo menos dos conclusiones:

* Aprender a escuchar es lo primero y principal en alguien que quiere acercarse a la música. * A escuchar se aprende escuchando.

♫ Conforme más tiempo estemos escuchando, más cosas distinguiremos. Al final seremos capaces de diferenciar una orquesta buena de una regular, a un intérprete de otro, a un compositor de otro. No cabe duda de que escuchar cuesta su trabajo, pero compensa, porque entre otras cosas escuchar educa el oído y nos hace mejores.

♫ Escuchando, participando con todo nuestro ser en los sonidos, es como la música vive realmente en nosotros. La audición no debe ser sólo exterior. También debe ser interior; debemos intervenir activamente y no como simples receptores de sonidos. Escuchar es poner de nuestra parte, vencer la vaguería. Claro que cuando nos gusta una cosa lo hacemos de mil amores.

♫ Se ha repetido muchas veces que lo que dice la música no se puede explicar con palabras, solamente con la misma música. Es famosa la anécdota de aquella señora que preguntó a Beethoven qué quería decir con una obra que acababa de tocar al piano el gran compositor. Beethoven, con el genio que tenía, volvió al piano, la tocó otra vez entera y le contestó a la señora: Quiero decir exactamente esto que he tocado, ni más ni menos  ♫.

De todos modos sobre música se ha escrito muchísimo. Sobre vidas de compositores e intérpretes, sobre historia de la música, sobre lectura musical y técnica, sobre estética y formas musicales, y también sobre cómo se puede escuchar y dónde están las claves de su misterio. Es decir, hay muchos libros para entender mejor la música. Bien, pues os voy a resumir brevemente algunas ideas que he sacado de algunos de estos libros, para que os ayuden a entender el significado del arte de los sonidos.

♫ El famoso violinista Yehudi Menuhim en su libro La música del hombre dice:

Muchas veces me han preguntado después de un concierto qué significa para mí la música que interpreté. He tenido que idear una serie de frases muy sutiles para explicar lo que la música significa. La diferencia fundamental entre la música y el lenguaje hablado es que las palabras se refieren ante todo al mundo que nos rodea, a las cosas que vemos. La música, en cambio, se refiere especialmente a nuestro ser interior.

Gino Stefani tiene un libro titulado Comprender la música. En él nos dice esto:

Cualquiera que sea la forma en que nos comportemos frente a la música, nos apropiamos de ella, es como si nos la comiéramos. Cantando o silbando una canción bajo la ducha o en la cocina estamos repitiendo pero al mismo tiempo recreamos la canción. Muchos tienen experiencias de interpretación musical: algunos en el coro de la parroquia, otros en las vacaciones en la montaña alrededor del fuego durante la noche, en los scouts, en la banda o en la escuela. Hacer música es importante para entender la música. Se pueden descubrir nuevos sentidos y nuevas funciones, cambiar nuestro punto de vista. Como oyentes estamos atentos para descubrir signos, mensajes, sensaciones y significados. En cambio al interpretarla se entra en la técnica de la construcción musical, en el mundo de la obtención de sonidos y de efectos. De esta manera se llega a entender mejor cómo expresa la música un determinado sentimiento.

♫ El diccionario Oxford de la Música tiene un artículo titulado La memoria como base de  toda actividad musical, de gran interés. Viene a decir que:

La composición, la interpretación y el placer de la escucha de la música dependen de la memoria. El goce del oyente depende de su familiaridad con las melodías y los ritmos que recuerda.

♫ El director de orquesta Leoplod Stokowsky escribió un famoso libro hace 50 años llamado Música para todos nosotros. En el capítulo La mente y la música, dice esto:

Cuando escuchamos música nos puede llegar de maneras diferentes. Algunos gozan con la belleza del sonido; otros responden a la música con sus emociones; otros siguen el desarrollo de la forma musical, están atentos a todas sus fases: ¿qué instrumentos tocan la melodía principal? ¿cuál es la secundaria? ¿qué instrumentos tocan las armonías de fondo?  ¿cómo se relacionan los fragmentos sonoros?. Para estos oyentes la mejor manera de comprender la música es a través del cerebro, es decir, son oyentes intelectuales. Todos hemos de descubrir nuestra manera de escuchar la música, porque todos somos distintos.

Y colorín colorado OÍR, ESCUCHAR Y ENTENDER se ha acabado.

El próximo día más. Concretamente, el programa estará dedicado a los instrumentos de percusión, por eso se titulará: GOLPEAR, RASPAR, ARAÑAR

En los mandos estuvo el de siempre, Carlos Arévalo. Hasta entonces, adiós y adiós ♫

© Fernando Palacios

11 Ago

28 – Sonido y Oído – Música y Teatro

Programa radiofónico  nº 28 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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El teatro y la música tienen muchos puntos en común: se desarrollan en el tiempo; se escriben, leen y estudian; se interpretan; se hacen en edificios parecidos; y lo más importante: hay muchos espectáculos que se hacen con música y teatro.

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♫ ¿Sabéis lo que me ocurrió ayer? ¡Me tocó la lotería!. ¡Cómo lo oís! Lo que fue terrible es que había guardado el décimo premiado en el bolsillo de un chaleco precioso que tengo y cuando fui a cogerlo no estaba en casa. Mi madre lo había llevado a la tintorería. Casi me da un patatús. Al final hubo suerte porque mi hermano se lo puso para ir a una fiesta antes de que mi madre llevara toda la ropa a la tintorería. De esta manera pude recuperar el décimo. De todos modos lo pasamos fatal.

♫ Esta misma anécdota os la voy a contar ahora de otra manera.

Ayer me ocurrió el caso más curioso de mi vida. Estaba buscando mi chaleco y no lo encontraba. Le  pregunté a mi madre:

– Mamá, mamá ¿tú sabes dónde está mi chaleco?  Si, si, el chaleco, el único que tengo.

– En la tintorería, me contestó.

– ¿En la tintorería? ¿Has mirado en los bolsillos?

– No, yo  nunca miro, dijo.

– ¡Pues mira qué bien! Había un billete de lotería que me ha tocado.

¡Madre mía, qué berrinche! ¿Sabéis al final lo que pasó? Que entró por la puerta mi hermanito con el chaleco puesto, que lo había cogido para ir a una fiesta.

– ¡Oye Fernando!, me dijo, en este bolsillo hay un billete de lotería, no sé si sabes; tómalo no vaya a ser que esté premiado.

♫ Esto ha sido la misma historia contada de dos maneras distintas. La primera la he contado de forma narrativa, o sea, he referido lo ocurrido sin repetir palabras exactas ni imitar a los protagonistas. La segunda versión, sin embargo, era mucho más teatral; he revivido un poco los personajes, he actuado.

La primera forma era narrativa. La segunda, teatral. Esa era la diferencia. Puede decirse que todos hacemos teatro a diario: nos demos cuenta o no nos demos cuenta. Tendemos a representar lo que vemos y lo que oímos. Incluso a veces lo revivimos intensamente: entonces hacemos teatro. Claro que para eso es necesario que alguien nos haga caso. Por ejemplo, vosotros sois los espectadores, por eso os lo cuento, porque estáis escuchando. Ésta es la forma más elemental del teatro. Siempre que hay interés por lo que ocurre a nuestro alrededor y arte para mostrar lo más interesante, ¡hay teatro!

♫ Para relatar una historia o representarla se necesita algo de tiempo. Una anécdota se puede contar en un momento, en un plis-plás y se acaba. Pero para describir la vida de una persona, por ejemplo, se precisa de mucho más tiempo. A la música le pasa lo mismo. Una canción es breve, se acaba pronto, pero una sinfonía, donde hay partes diferentes, temas y desarrollados, dura mucho más

♫ El teatro y la música no sólo se parecen en que se desarrollan en el tiempo y en sus distintos tamaños, tienen otros puntos en común. Normalmente la música y el teatro se escriben, después se leen y se estudian, y más tarde se interpretan. Los autores se sirven de intérpretes para mostrar su arte a los espectadores. También hay músicas y teatros que se improvisan, e incluso que se transmiten de boca a boca.

 

♫ Los dos son espectáculos que se hacen en edificios especiales que se llaman teatros, donde hay escenario, patio de butacas, plateas, camerinos.

♫ Y lo más importante: hay muchos espectáculos que se hacen con música y teatro.  ♫ En fin, hoy nuestro programa se ocupa de la MÚSICA Y TEATRO.

♫ La historia que os he contado al principio de dos formas diferentes, ¿os acordáis? Bueno, pues no era cierta. ¡Qué más quisiera yo que me hubiera tocado la lotería! La verdad es que es un cuento que se inventó a principios de siglo Ramos Carrión y le puso música Chueca. Es una forma de teatro musical, o sea, una obra de teatro que también es una obra de música. Las dos cosas encajan perfectamente, porque el autor del texto se adaptó a las exigencias musicales y el compositor a las teatrales. El resultado: una obra humorística que pertenece al estilo que llamamos GÉNERO CHICO y se titula El chaleco blanco. Una maravilla.

♫ Las historias, historietas y acontecimientos se pueden narrar fríamente como lo hacen los noticiarios de la radio ♫. También se pueden narrar con acompañamiento musical ♫. Algunas historias se teatralizan sin música, como el teatro normal, el teatro clásico ♫. Otras historias se cantan ♫. Y por fin, se puede hacer todo junto: contar algo cantando, actuando, declamando, bailando, con escenografía, decorados y una música compuesta especialmente para cada momento.

♫ La música y el teatro se llevan muy bien entre sí, desde siempre, además. Aunque los dos viven perfectamente separados, también viven estupendamente juntos; seguramente porque la música tiene mucho de teatro y el teatro mucho de música. No hay más que ver un concierto de una orquesta sinfónica por ejemplo: todos los músicos vestidos para la representación, el director moviéndose en el podio, los espectadores en silencio ♫. O en un concierto de rock: los artistas vestidos de formas estrambóticas, las luces, el humo, los movimientos de todos… no cabe duda: hay mucho teatro en la música.

♫ En el teatro los actores a veces gritan, otras susurran, hay silencios de tensión, entonaciones diversas, ritmo… tampoco cabe duda: hay mucha música en el teatro.

♫ En la mayoría de las civilizaciones de la tierra ha habido, hay y habrá teatro musical. Además del mismo modo que hay gentes, formas de vida e historias de todos los tipos: hay teatros musicales para todos los gustos imaginables. En el Sur de la India, en Kerala hay un teatro bailado llamado Kathakali, es sólo de hombres y requiere una formación impresionante; empiezan a estudiar a los seis años. En este teatro el recitado, el mimo, la música y la danza son indisolubles ♫. En la China existe el espectáculo más antiguo que se conoce: la Ópera china. Es un espectáculo gigantesco que tiene de todo: circo, malabarismo, danza, máscaras, canto, escenas, trajes, orquesta y muchísimo maquillaje ♫. En Corea hay un teatro musical muy característico llamado P’ansori. Es completamente distinto a la ópera china. Éste dura por lo menos seis horas y sale un solo intérprete que lleva un abanico: representa una historia con el acompañamiento de un solo tambor ♫. En Japón hay dos tipos de teatro musical: el popular, llamado Kabuki, y el más clásico que se llama Noh. Este último es un drama lírico de origen muy antiguo.

♫ En África los ritos religiosos y las aventuras cantadas son formas de teatro que se transmiten de generación en generación. Se dice que cuando un anciano africano muere es como una biblioteca que se quema.

♫ En  Europa y en Norteamérica tenemos muchos géneros teatro-musicales diferentes. El Musical de Broadway o la conjunción de comedia, baile y canciones ♫. La Ópera rock, la música joven con guión teatral ♫. La Opereta vienesa: alta sociedad, nobleza, valses y finura ♫. El Singspiel alemán: entre los diálogos de la función, canción tras canción ♫. El Vodevil francés es un espectáculo de variedades, o sea, teatro con números de cualquier género ♫. Y la Zarzuela española, nuestro teatro lírico con partes habladas y partes cantadas.

♫ Hay otros muchos géneros que me dejo como el Music-hall, el Masque, la Tonadilla escénica, la Revista, la música escénica y otros muchos. Pero no importa demasiado porque: ¡Señoras  y  señores, niñas  y  niños, os presento el espectáculo rey del teatro musical: la Ópera!

♫ Alrededor de 1600 se estrenaron en unos palacios italianos unas fábulas con música que son consideradas las primeras de la historia occidental. Como este Orfeo de Monteverdi.

♫ Esto no quiere decir, ni mucho menos, que antes de 1600 no hubiera en Europa teatro musical. Los griegos y romanos utilizaban música en sus tragedias y comedias;  y en la Edad Media aparecieron los dramas litúrgicos, como este Misterio de Elche.

♫ Han pasado ya cuatro siglos desde la primera ópera. Desde entonces se han compuesto más de treinta mil, de las cuales cien son extraordinarias y se siguen representando.

♫ Hay óperas barrocas, clásicas, románticas, nacionalistas, contemporáneas. Hay óperas en todos los idiomas: en francés, en inglés, en alemán, en italiano, en ruso, en checo, en polaco. Hay óperas trágicas, dramáticas, gloriosas, cómicas… En fin, hay de todo: largas y cortas, amenas y pesadas, grandiosas y pequeñitas. Es un estilo de teatro musical que ha dado y está dando mucho de sí. Seguramente es la forma de arte escénico y musical más elevada de nuestra cultura.

♫ Para que una obra se ponga en marcha es necesario que un escritor y un músico trabajen durante mucho tiempo juntos, que un teatro de ópera estrene la obra, que un público pague una buena cantidad de dinero por la entrada y que le guste a todo el mundo, especialmente a la crítica de teatro y a la crítica musical, naturalmente. También es necesario que una orquesta sinfónica (de unos cien componentes), un coro (otros cien más o menos), un ballet (algunos menos pero por lo menos más de cincuenta), figurantes, tramoyistas, productores, regidores, carpinteros, decoradores, pintores, modistas, diseñadores, maquilladores, directores de escena, directores musicales, programadores… y por supuesto los cantantes, que en la mayoría de la veces son los que atraen al público a la ópera. Como veis, la ópera es el espectáculo más caro que hay.

♫ Hay otras muchas formas de relacionarse la música y el teatro muy distintas a la ópera. En estos breves momentos que quedan os voy a contar algunas. ♫ La obra Match de Mauricio Kagel es una competición entre dos violoncelistas. El árbitro es un timbal. Tom Johnson tiene un ópera titulada Ópera de cuatro notas; y como su título indica sólo se cantan cuatro notas de la escala. Luciano Berio escribió su Secuencia Quinta para Trombón solo: el trombonista además de tocar tiene que hacer gestos, hablar y hacer otras muchas cosas.

Los hapenings, performances y demás espectáculos multimedia que están en la mitad de distintas cosas, tienen como misión poner sobre el escenario los actos más insólitos: pianistas que comen bocadillos, flautistas que no tocan ni una sola nota, cantantes que actúan y no cantan. Algunas de estas acciones músico-teatrales irritan muchísimo al público, aunque siempre hay alguien que se interesa e incluso que se divierte.

Amigos, punto y final. Nuestro programa de música y teatro se acabó. El tema para la semana que viene es muy interesante. Será el siguiente:

¿OIMOS? ¿ESCUCHAMOS? ¿ENTENDEMOS?

En los magnetofones, compactos, platos, estuvo Carlos Arévalo.

Hasta entonces, adiós y adiós.

http://fernandopalacios.es/28-sonido-y-oido-musica-y-teatro/

© Fernando Palacios

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