24 Ago

En el principio era el ritmo

EN EL PRINCIPIO ERA EL RITMO

 Texto para la exposición “Euritmia” de José Carlos Díaz de Cerio
Uno2tres galería de arte. Pamplona. 2008
Fernando Palacios

Cuando el ser humano miró el mar, puso sus manos sobre el pecho, y observó los astros, el día y la noche, las estaciones y los climas, comprobó que en todas partes existía un ordenamiento del tiempo; que todos los fenómenos obedecían a un orden y a una proporción: se dio cuenta de que había algo que impedía que la segunda ola llegara antes que la primera, que los días tuvieran duraciones variables, que el corazón no dejara de latir. Ese algo era el ritmo, una substancia que estaba en todas las actividades del tiempo. Siguió observando. Encontró leyes de equilibrio en los copos de nieve, en las espigas, en las hileras de hormigas; y también en su respiración, en el pulso, en todas las actividades de su organismo. Entonces se dio cuenta de que el ritmo lo invadía todo, de que estaba en todas partes, incluso en el amor.

“En el principio era el ritmo”. Esta frase de Hans von Bulow -importante director de orquesta del siglo XIX- nos sitúa en la antesala de la creación, en ese instante previo a que se forme el primer agujero negro. Antes de todo, antes del mundo, antes de “antes” estaba el ritmo. De él estamos constituidos, con el vivimos, y con él jugamos y trabajamos. Sin ritmo (si fuera posible tal cosa) nada tendría gracia, nada importaría. Eso lo sabe muy bien nuestro artista.

Cuando José Carlos se sitúa frente a su coro, levanta las manos y se hace el silencio, invoca a las eternas leyes del mundo, a las coordenadas que mantienen la vida. Con el movimiento de sus manos, la condensación de ritmos, retenida un instante por él, se dispersa en un orden que, aunque preestablecido por el creador, siempre es nuevo y original. El ritmo se hace arte y comunicación. Toda la geometría secreta y el cálculo matemático que mantiene viva la obra musical se traduce en belleza, y a través de ella nace una semilla de entusiasmo que crece en la misma proporción que lo hará la música.

Cuando José Carlos se sitúa frente a su diseño, se concentra, acerca sus pinceles al lienzo silencioso, y vuelve a invocar a las mismas leyes del mundo. Y los ritmos nuevamente se ponen a trabajar, hasta alcanzar el orden preciso. Otra vez el ritmo se transforma en arte y comunicación. No es necesario que se entienda toda la aritmética oculta, que adivinemos las proporciones exactas (tan queridas por el autor), pues las travesías de líneas y los recintos de color nos hacen disfrutar de una danza de los cinco sentidos que nuestro cuerpo (más que nuestra mente) reconoce como suya, ya que forma parte de todas nuestras sustancias.

Tiempo, espacio y movimiento; he ahí tres parámetros sobre los que se asientan la vida y el arte. Como todo lo fundamental de la existencia, son sencillos de constatar, pero difíciles de describir. Los vivimos, pero que nadie nos pida que les expliquemos cómo son; a pesar de que el género humano está construido a base de estos parámetros, sólo hay una cosa que nos permite penetrar en ellos para dar respuesta a nuestras constantes preguntas: el arte. El arte se desarrolla y juega con estos parámetros; es más, nos permite acercarnos con ellos a los misterios insondables de la vida al margen del razonamiento. La obra artística, independientemente de su procedencia, nos anima a instalarnos en ellos, a disfrutarlos en su conjunto en una dimensión desconocida. Allí, en su comunicación más profunda, los parámetros entran en conflicto, se confunden e intercambian: tiempo, espacio y movimiento pierden sus fronteras y confluyen, disueltos, en un lugar sin nombre más allá de toda explicación.

En ese conflicto de parámetros se encuentra la vivencia artística. La escultura –arte nacido en el espacio– tiene su tiempo, del mismo modo que una música –que se mueve en el eje del tiempo– posee su espacio. En la percepción, los parámetros se intercambian: aunque cada arte se evidencia en uno o varios de ellos, trasmiten sus misterios a través de los demás.

En ese conflicto de parámetros vive José Carlos. Primero escucha la trayectoria de sus líneas perfectas, las ve viajar por el espacio sonoro del tiempo, luego busca quien le hagan compañía y jueguen con ella, examina la proporción armónica exacta en la que pueden convivir, y deja que las leyes del ritmo hagan su labor. O quizás sea lo contrario, o al revés: puede que sea un timbre inicial, un color, el que le llame a arrebato, dicte las normas de conducta y construya un andamio sólido donde se vayan moviendo sus melodías rectas y exactas.

La artista plástica Laura Terré proponía en Los dibujos del sonido –curso de integración música-plástica– el siguiente enunciado: “La notación musical puede ser el nexo o excusa para integrar los lenguajes sonoro y visual; la partitura es un cuadro y todos los cuadros pueden sonar”. Y más adelante agrega: “Es importante observar que la mayoría de los nexos que encontraremos entre el sonido y el cuadro, entre las artes plásticas y la música, tienen su origen en una formulación verbal. Es la poesía (como búsqueda y expresión de imágenes interiores que resumen una experiencia inexpresable/indecible) la que ofrece las sugerencias para el trasvase de la experiencia estética que tiene su origen en el cuadro a la experiencia musical, o viceversa”. En efecto, ahí se encuentra José Carlos, en ese punto de encuentro, en ese término amplio y ambiguo que es la poesía.

Por esa razón, todos los espacios interesan a nuestro poeta, y en todos ellos interviene: desde la rotunda proporción microscópica de un insecto, o la tipología de un libro antiguo, hasta la instalación de los cuadros en las dimensiones de la galería. En todos los tinglados investiga el nacimiento de las leyes rítmicas que rigen todos los órdenes. En realidad -aunque él a lo mejor todavía no lo sabe- no importa demasiado si interviene en un lienzo, en un libro o en una partitura… Más adelante puede que fije su mirada de águila y su oído de centinela en una alfombra persa, en una hoja de helecho o en la pupila de uno de sus hijos, al fin y al cabo estará haciendo lo que ha hecho siempre: bucear en los misterios del ritmo. Y siempre trabajará como lo hace ahora, con una precisión quirúrgica y una técnica propia que sobrepasa a la del más meticuloso miniaturista. José Carlos riza el rizo y hace el más difícil todavía: someter al óleo a la técnica exacta y poética del tiralíneas.

Es fascinante recorrer este micro(macro)cosmos, dónde no sabemos si lo que vemos es música, si lo que oímos son dibujos, si lo representado es un destello de moléculas o de nebulosas, si son códigos de barras con doctorado en estética o recorridos imaginarios de insectos. Miramos y escuchamos sus ritmos, entramos en la profundidad de sus colores y no sabemos si debemos buscar la respuesta en las obras expuestas o en nosotros mismos. Misterio. Pero de algo sí estamos seguros: sólo alguien que es capaz de ver con sus oídos las sendas de los sonidos de un motete puede luego imaginar estas maravillas. El artista abre ante nosotros algunos de sus paraísos para que nos instalemos en ellos y sigamos la exploración que él ha iniciado con tanto acierto.

(Parte de estos textos han sido entresacados por el autor de su artículo “Vivir y educar en el arte” y del programa de radio “Pulso y Ritmo”)

© Fernando Palacios, 2008

 

11 Ago

36 Músicas sin pulso pero vivas

Programa radiofónico  nº 36 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

No todas las músicas tienen que estar sujetas a un pulso. Hay manifestaciones del sonido ordenado que olvida el ritmo a favor de otros aspectos, como la concentración, el tiempo infinito, la repetición constante. Es música que anda sobre una cinta de Moebius.

Haz clic para acceder a 36-Musicas-sin-pulso-pero-vivas.pdf

Una gran parte de las músicas que se hacen por todo el mundo tienen una clara pulsación ♫. El pulso de esta música que oímos es… “pum, pum, pum”. Y sobre este pulso los intérpretes confeccionan su ritmo: “tum chaca chaca chaca pum txin txin txin txin…”

Como veis, el pulso de la música tiene un gran parecido al de nuestro cuerpo. Puede ser más rápido y más lento, acelerar o retardar. En la música, el pulso y el ritmo funcionan como un corazón que impulsa la música hacia delante. De esto ya hablamos en el capítulo séptimo de esta emisión, llamado PULSO Y RITMO ♫. Pero hay otras músicas que no son impulsadas hacia ningún sitio. Simplemente flotan ♫.

No necesitan estas músicas flotantes ni bombeos, ni empujones, ni energías extraordinarias, ni alientos constantes. No necesitan motor, como las máquinas o los automóviles, porque no quieren ir a ningún sitio. No son músicas excitantes, nerviosas; tampoco tienen brío ni gran vitalidad, pero, ojo, no son músicas muertas. Son como los Océanos Pacíficos: tienen pocas olas y mucha extensión ♫. Son músicas que no tienen peso, que no tocan el suelo, se mantienen en el aire de una forma relajada sin tensiones de ningún tipo, como esas aves que se sostienen en el espacio sin mover las alas ♫.

Hay otra forma de vida en la música que no es la del pulso y el ritmo. Hay MÚSICAS SIN PULSO, PERO VIVAS ♫.

Tranquilidad, quietud, calma, paz, reposo… Así es como tenemos que recibir a la música que va a sonar en el programa de hoy ♫.

De Oriente nos llega un tipo de meditación llamado ZEN, donde vivir la calma es fundamental ♫. De esta música de gong llamada Pulsando el tiempo, pasamos a los sonidos quietos, suspendidos, de las campanas tibetanas ♫.

Ahora nos acompaña un diálogo entre un grito de elefante africano y un instrumento de viento hecho con un cuerno ♫. Otro animal hace su aparición: es el mono aullador del Amazonas; su canto profundo y seguido nos suena como el rumor del viento ♫.

Entramos de lleno en las voces ♫. Sobre un colchón sonoro aparece esta voz griega que se extiende ante nosotros con gran flexibilidad ♫. De Grecia a Japón, sin darnos apenas cuenta ♫. Pasamos por la India, lugar fundamental del arte contemplativo ♫. Continuamos con voces y llegamos a las armonías de este curioso dúo vocal ♫.  Hemos entrado en las polifonías de Albania ♫.

Retrocediendo cuatrocientos años hallamos polifonía religiosa, dilatada y constante. Se desliza con gran suavidad, como esta música de Orlando di Lasso ♫.

Las alturas del Tíbet nos indican que estamos ante las voces más graves de la tierra. Son los lamas, monjes budistas que visten de color naranja ♫.

Cuando el sonido de una flauta hechiza se detiene el tiempo. Seguramente no hay otro instrumento que consiga sostener y estirar más los sonidos. Las flautas sosiegan y aletargan los sentidos convirtiendo el aire en suave y sedoso hilo ♫. Oigamos sin decir palabra alguna flautas de Japón, Mongolia, Filipinas, Turquía y China ♫.

El instrumento rey de nuestra tradición, el órgano, a veces pierde la pulsación, se le para el corazón, y deja sonar sus tubos estáticos produciendo música sin fin, perpetua, aletargada ♫. Música horizontal, eterna ♫. Música congelada, petrificada, paralizada, como el viento de la Antártida y su diálogo con el gran órgano de tubos ♫.

Hay música contemporánea, hecha con sonidos envolventes que nos penetra como el Vicks Vaporub, paralizando hasta la atención Como una ola de fuerza y luz, así se titula esta obra del compositor italiano Luigi Nono ♫. Ligeti es otro gran compositor y maestro de la continuidad ♫.

La electroacústica ha ampliado enormemente el repertorio de músicas sin pulso pero vivas. Hagamos como antes con las flautas. Oigamos distintas músicas sin hablar entre ellas. Están hechas por compositores españoles: Juan Hidalgo, Luis de Pablo, Merçé Capdevila, Ramón González y Eduardo Polonio son nuestros transportistas ♫.

El jazz también se ha empapado de estatismo ofreciendo formas improvisadas, flexibles y tranquilas, sin dejar de ser jazz ♫.

Cuando un sonido seguido y sin variación alguna sirve de acompañamiento a una melodía le llamamos pedal o bordón ♫. Si la melodía es tranquila, el bordón o pedal suele producir un magnífico efecto de descanso, como cuando miramos un horizonte lejano, o los límites del mar ♫.

Cambiamos de bordón, y de la melodía de la voz pasamos a otra melodía hecha con una gaita irlandesa ♫.

Y entre pedales y bordones, con imágenes de infinito y con este estado de placidez que produce el sonido sin fin, terminamos nuestro programa ♫.

No lo olvidéis, en música no todo es marcha y desenfreno: a veces no hay pulso ni ritmo constante y sin embargo nos encontramos con maravillosos estatismos ♫.

El próximo programa tendremos INSTRUMENTOS RAROS Y MÁS RAROS.

Carlos Arévalo en el control y quien os habla os decimos ¡adiós y adiós!

© Fernando Palacios

01 Ago

00 Sonido y Oído – Guía didáctica

Programa radiofónico  “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

Sonido y Oído – Guía didáctica: En este episodio se informa sobre algunas posibilidades didácticas de «Sonido y oído», así como las relaciones de los programas entre sí, y de posibles trabajos a realizar a posteriori.

Haz clic para acceder a 00-Guia-didactica.pdf

♫ Como se habrá podido comprobar, todos los programas de SONIDO Y OÍDO son diferentes. No  obedecen a un patrón establecido, pues quieren ver el hecho musical desde distintos ángulos. Lo único que tienen en común es que constan de: una introducción, la presentación, el desarrollo del tema y  una conclusión con breves propuestas de trabajo ♫.

Los programas no están ordenados siguiendo progresión alguna, ni tienen entre ellos continuidad; o sea, cada uno es una unidad didáctica. Por lo tanto pueden ser oídos aisladamente sin establecer relación con ningún otro.

♫ Por nuestra parte, en la serie de programas SONIDO Y OÍDO ha habido muy poco margen a la improvisación. Todo su contenido, palabra, tipo de expresión, selección musical, montaje… ha sido sometido a minucioso cálculo. Puede observarse fácilmente que hay programas con mucho texto, otros con más música, unos con muchos ejemplos sonoros cortos, y otros con pocos y algo más largos. Todo esto es porque, además de estar planificados como clases de media hora, no dejan de ser en ningún momento programas radiofónicos de entretenimiento dirigidos tanto a niños como a mayores, con o sin formación musical ♫.

No todos los programas tienen la misma dificultad de escucha. Hay algunos más difíciles de oír que otros. En ello influye, naturalmente, la materia de que se trata. Unas veces por dificultad propia del tema, como es el caso del ritmo o el silencio, y otras por la densidad de la información, como los programas dedicados a la sonata o a la repetición. En la mayoría de los casos se recomienda varias audiciones, más o menos espaciadas de un mismo programa, pues es posible que muchos conceptos y detalles musicales pasen desapercibidos en una primera escucha ♫.

Una gran parte de los programas, no todos, puede ser seguida con un buen aprovechamiento por niños de nueve años en adelante. Eso sí, si han sido suficientemente motivados y si en ellos se han creado previamente hábitos de atención. Con niños de más de once años, estos programas no deberían, en principio, presentar ningún problema para su comprensión. En edades superiores, pueden utilizarse como termómetro para medir su grado de permeabilidad a la música, de sensibilidad hacia los sonidos y de capacidad de atención con los oídos ♫.

Del mismo modo que SONIDO Y OÍDO se ha servido constantemente de fragmentos musicales troceados y ordenados a gusto, quien quiera utilizar para su trabajo docente esta serie queda con plena libertad para servirse de ella como considere oportuno, troceando, invirtiendo y ordenando las casetes a su antojo. Puede ser utilizada en la docencia de muy distintas maneras:

1) Como aportación sonora: su selección musical es prolija y enormemente amplia. Pueden encontrarse músicas de todos los continentes y épocas agrupadas de diferentes maneras. La intención ha sido ofrecer un buen panorama de la música de todo el mundo  ♫

2) Como aportación de ejemplos específicos: hay programas como Pulso y ritmo, Microbios y gigantes o Un  asunto de perspectiva, que contienen ejemplos especialmente realizados para ellos por flauta, fagot, cello, violín y piano. Dichos ejemplos son susceptibles de ser utilizados de distintas maneras  ♫.

3) Como fuente de inspiración temática: sus planteamientos pueden despertar en los oyentes iniciativas imprevistas. De la misma forma que se muestran audiciones musicales tomando como hilo conductor temas diversos, como fuego, la noche y el día, o el hombre del tiempo, cada profesor puede organizarse otras audiciones musicales con temas de su cosecha, más afines a sus necesidades y gustos  ♫.

4) Como esquema a desarrollar: la mayoría de estos programas están muy concentrados y admiten audiciones partidas, con comentarios intermedios e incluso desarrollos de cada uno de sus puntos y secciones. En este sentido creo que son de especial interés las introducciones de cada uno de los programas, pues son especialmente interesantes  para organizar actividades, comentarios y desarrollos  ♫.

 5) Como germen sonoro a ampliar: al estar hecha la selección musical a base de fragmentos muy cortos por razones de tiempo y ritmo radiofónico, se recomienda a quienes quieran utilizar estos programas en la preparación de clases que, sin ningún temor, amplíen con una selección musical propia los momentos que consideren oportunos  ♫.

6) Como pretexto y acicate: su simple audición debe desencadenar conversaciones, discusiones y coloquios sobre música y, sobre todo, puede incitar a componerla e interpretarla  ♫.

 7) Como inicio o colofón de actividades musicales: a partir de la escucha de un programa de la serie pueden planificarse trabajos y ejercicios derivados de él. Del mismo modo, cada programa sirve de colofón a actividades previas programadas bajo el mismo tema  ♫.

Para quienes se acerquen a SONIDO Y OÍDO con interés metodológico observarán que, dentro de un esquema muy general, se pueden agrupar los programas en siete apartados:

1. El que se refiere a instrumentos musicales, que son: 

2. Programas que tratan del fenómeno musical: asuntos de análisis o estética musical muy “sui géneris”.

 3.  Programas que hablan de percepción musical

4.  Los que están hechos basados en una selección musical siguiendo un hilo conductor

 5. Los cuentos musicales

6.  Programas que incitan a cantar y bailar

7.  Otros

Confío que estas 40 horas de material didáctico musical puedan ser de interés y aprovechamiento a los diferentes estamentos docentes que tienen su objetivo en la música.

© Fernando Palacios