05 Ago

07 – Sonido y Oído – Pulso y Ritmo

Programa radiofónico  nº 7 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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El ritmo es el cuerpo de la música; su forma más simple y elemental es el pulso. Tomamos contacto con el elemento más difícil de entender, pero más fácil de practicar. Músicos de diferentes culturas nos traen sus músicas para aclarárnoslo.

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San Juan inició su Evangelio diciendo: “en el principio era el verbo”. Hans von Bülow, un célebre director de orquesta del siglo pasado, dijo: “en el principio era el ritmo”, sentencia a la que todos los músicos han prestado su conformidad .

El hombre miró el mar, puso sus manos sobre el pecho, observó los astros, el día y la noche, las estaciones, los climas. Comprobó que en todas partes existía un ordenamiento del tiempo, que todos los fenómenos, todos todos, obedecían a un orden y una proporción. Se dio cuenta que había algo que impedía que la segunda ola llegara antes que la primera, que los días tuvieran duraciones variables, que el corazón no dejara de latir constantemente. Era el ritmo. Eso que estaba en todas las actividades del tiempo. El ritmo, un elemento premusical que se encuentra por doquier en la naturaleza, en todas partes; es una de sus leyes de equilibrio .

El ritmo también lo encontramos en las cosas más pequeñas: en los copos de nieve, en las espigas, en las hileras de hormigas y naturalmente en el hombre, pues tiene un papel definitivo en nuestra vida. Obsérvate un momento: la respiración, el pulso, todas las actividades del organismo, todo.  El ritmo lo invade todo .

Pero el ritmo no sólo nos afecta en las pequeñas cosas; en las grandes, también. Nos afectan las fases lunares, los climas, las vacaciones. ¿Cuántas veces hemos dicho que un viaje nos ha cambiado el ritmo vital?  Los biorritmos, los ritmos cardíacos, los ritmos respiratorios. Todos esos ritmos nos hablan además de nuestra salud, de nuestro temperamento, del humor y de muchas otras cosas .

El ritmo hace más fáciles y llevaderas todas las actividades, iguala los movimientos de los brazos al remar, al cavar o al nadar, de las piernas al caminar, correr o bailar. Es completamente necesario para realizar mejor todas las tareas. No sólo nos lo impone nuestro organismo, sino que es una necesidad del espíritu humano. Nosotros podemos dividir un todo en partes, como una tarta en distintas porciones. Podemos ordenar esas partes y agruparlas, podemos distinguir las que son iguales y las diferentes, hacer proporciones, o sea, podemos hacer ritmos .

La tendencia a preferir el esfuerzo ordenado al desordenado ha dado lugar al nacimiento de gritos que regulan el esfuerzo de los hombres que hacen un trabajo común: las galeras y su monótono tambor, los desfiles y los redobles de caja, incluso en las manifestaciones . Este elemento ordenador, el ritmo, tiene un carácter tan fuerte que puede ser un arte en sí mismo . Así como en el cuerpo humano si no hay cuerpo no hay alma ni inteligencia, en música sin ritmo no hay melodía ni armonía, luego es el cuerpo de la música . Hoy vamos a estar en compañía de ese cuerpo. Hoy es el día del pulso y el ritmo .

  • Pulsos 
  • Ritmos  
  • Pulsos   
  • Ritmos  
  • Pulsos 
  • Ritmos 

El segundo programa de SONIDO Y OÍDO estaba dedicado a los elementos de la música. Entre estos elementos estaban el pulso y el ritmo. La forma más simple y elemental del ritmo se expresa como un pulso, como un latido, como un péndulo. Si sobre los pulsos se organizan conjuntos de sonidos de más o menos duración, de mayor o menor acentuación, tenemos los ritmos .

Según el pedagogo Edgar Willems, “el ritmo es el movimiento ordenado”. Imaginaos un objeto en movimiento, aquí lo tenemos; de repente encuentra un obstáculo, ¡plack!, se produce un choque sonoro. Eso es lo que hace un tambor, un instrumento creado para el ritmo .

El ritmo dice: “yo estoy aquí y quiero ir hacia allá” . También solemos decir: esta película es magnífica, tiene un ritmo trepidante, o en aquella obra de teatro había momentos muy aburridos, se caía el ritmo, o también recuerdo una conferencia que estaba deslavazada, no tenía ritmo ninguno. Porque el ritmo no sólo afecta al arte musical, sino a todas las artes. Se habla del ritmo de un dibujo, de una fachada, de un poema, de una escultura, o sea, el ritmo no sólo se oye; se ve, se toca y sobre todo, se siente.

 Esta canción de Duke Ellington se titula: «No significa nada si no tiene ritmo». Y es una gran verdad, ¡menudo título! Atended bien porque además es una canción con sorpresas, sorpresas de Chopin, Chaikovsky y otros .

En nuestra civilización occidental la poesía, la música y la danza han sido organizadas con los mismos módulos de ritmo y pulso; tiempos largos y cortos, acentos y no acentos. Por ejemplo: ponemos el pie en tierra o baja las manos el director o se acentúa una palabra: eso es “tesis”. Levantamos el pie, suben las manos del director, etc: eso es “arsis”. Este es nuestro fundamento del ritmo, que nos viene desde los griegos .

La música reposa sobre este elemento organizador de las duraciones de los sonidos, aunque el ritmo también puede producirse por un solo sonido repetido con diferentes intensidades .

Si a una música le quitamos el ritmo, sólo oiremos los sonidos. Si no hay duraciones desiguales y acentos… mala cosa, porque unos cuantos sonidos sólo forman una idea musical cuando tienen ritmo . Dicho de otra manera: el ritmo surge cuando hay contraste, cambios. Si se producen cambios en el sonido, en la melodía o en la armonía, ahí está el ritmo. Está en todo, ya lo hemos dicho antes, desde que empieza una música hasta que acaba .

Estoy seguro que a todos nosotros cuando éramos niños nos han hecho ese precioso juego rítmico colocándonos encima de las rodillas de alguien: «Al paso, al paso, al paso… al trote, al trote, al trote… al galope, al galope, al galope». Es magnífico. Es uno de esos juegos divertidos, inocentes que encierran una gran sabiduría: tres ritmos diferentes que van aumentando de velocidad y que se viven con todo el cuerpo. Primero pausado pero andando (al paso) . Después trotando, el cuerpo nota el cambio, la velocidad, el balanceo y todo eso (al trote) . Y después a galopar casi en el aire, embriagados en el ritmo (al galope) . Siempre que tengáis un niño pequeño, hacedle esto, se morirá de gusto y de risa.

 Curiosamente, los beduinos, hombres del desierto, dividían la música en dos partes: la “Hid”a (la que tenía el ritmo derivado del andar del camello) y la “Habab” (la que tenía el ritmo derivado del andar del caballo). Pasaban largas horas subidos en estos animales y su forma de andar quedaba en el cuerpo.

En Irán los ritmos tienen dos categorías: los exclusivamente musicales y los que derivan de la lengua hablada .

En África, como veíamos en el programa anterior, muchos ritmos derivan del lenguaje tonal, de la lengua tonal. Este ejemplo nos llega desde Centroáfrica. Hablan y tocan lo mismo .

 En el canto gregoriano, el pulso no es como el tic-tac del reloj, monótono y constante. En esta música el pulso tiene un tira y afloja, una tensión y relajación. No es “tac tac tac tac” ¿Sabéis por qué?, porque se basa exclusivamente en el lenguaje, que tiene su propio ritmo y como el lenguaje tiene sus propios acentos, estos pasan al canto. El resultado es de una gran libertad y fluidez rítmica .

 Cuando al final de la Edad Media, la polifonía sustituyó a la monodia, o sea, el canto de varias melodías a la vez sustituyó al de una sola, ¿qué es lo que pasó?, pues que para sincronizar todas las voces hubo que crear un sistema de notación rítmica, o sea, el pulso se hizo más monótono y el ritmo más rígido .

En su precioso libro “Limpieza de oídos”, Murray Schafer muestra una curiosa teoría: “el sentido del ritmo cambió en Occidente en el siglo XIV después de la aparición del reloj mecánico. Antes de ese siglo los relojes eran silenciosos (relojes hidráulicos, de arena, de sol), pero apareció el reloj de tic-tac Por primera vez en la historia el tiempo quedaba dividido en unidades que sonaban. A partir de entonces empezó la notación rítmica. Las notas se dividieron en unidades rítmicas y todas relacionadas proporcionalmente entre sí. Antes había sido distinto, con mucha mayor libertad. El nuevo arte trajo otras maravillas, pero el ritmo quedó más inflexible .

Tanto oír la pulsación del reloj, tanto ver el péndulo constante, tanto oír monótonos mecanismos se nos ha atrofiado el sentido de la polirritmia, o sea, llevar varios ritmos a la vez. Los que han estado alejados de esto tienen magníficas aptitudes polirrítmicas . Nosotros dividimos los tiempos en conjuntos de dos o tres. George Brassens, un cantante francés estupendo, hacía todas las canciones así de sencillas, a dos  o a tres . Los orientales lo pueden hacer en muchas más partes . Eso sí, en Occidente sabemos combinar con mucha variedad esos conjuntos de dos y de tres .

Los románticos se desligaron de la rigidez métrica, seguramente por el contacto con otras culturas .

La música moderna ha hecho del ritmo su eje expresivo . Stravinsky liberó el ritmo de la simetría tradicional. El resultado daba la impresión de un regreso a las danzas de los pueblos primitivos .

Los africanos sin embargo tienen una habilidad especial para permanecer con el mismo tempo durante horas. Tienen sentido de pulso, de metrónomo. Por ello han desarrollado una gran variedad de motivos rítmicos . El pulso igual y prolongado, si va acelerando, provoca en mucha gente el trance y una cierta hipnosis entre los oyentes .

Los compositores, cuando crean ritmos, pretenden por una parte, repetirlos para hacerlos inteligibles pero por otra no quieren llegar a automatizarlos para no cansar el oído del oyente, porque puede venir la monotonía y la pérdida de interés. Puede haber ritmos regulares e irregulares, lentos o nerviosos, sencillos o complicados, pero todo eso no tiene que ver con su belleza. No debemos confundir complejidad rítmica con ausencia de ritmo. La ausencia de ritmo sería el caos, no como esto que oímos, que es complejo, pero rítmico .

Con vuestro permiso os voy a poner cuatro músicas que tienen ritmos que a mí me gustan muchísimo.

  • Venezuela nos trae este contrapunteo 
  • Grecia este rembético 
  • El jazz nos trae a Oscar Peterson 
  • Y del rock a los Doobie Brothers 

¿Os habéis fijado en el pie de muchas personas mientras escuchan música? Cada movimiento coincide con un acento de la música, porque el ritmo nos despierta reacciones musculares. Hay músicas que casi no podemos oírlas sin movernos . Y es que el baile es un arte rítmico. La danza necesita del ritmo y el ritmo nos reclama para bailar .

 Y así, bailando, bailando, vamos terminando . Si me lo permitís os voy a mandar algunas tareas. Cuando vayáis en tren, en esos trenes que hacen ruido, improvisad canciones con el acompañamiento rítmico que oís . Cuando escuchéis una banda de música, intentad llevar un ritmo diferente con las manos al que ellos tocan. Veréis qué difícil es. Siempre tendemos a resaltar los acentos de la música . Poned un disco en el tocadiscos y hacedlo sonar. Cambiadle la velocidad y observad que el ritmo no cambia. Cambia el tempo, o sea, la velocidad . Si alguna vez os ponéis a improvisar, cosa estupenda, claro, empezad siempre por el ritmo. Es lo más sencillo y nos da una estupenda visión de la forma . Con un instrumento de percusión intentad expresar: tristeza, alegría, nobleza, oscuridad, descanso, cólera… El ritmo puede expresar casi todo .

Aquí os dejo. Atención a la próxima semana. Tendremos IMPROVISAR Y CREAR. Estaremos también con nuestro piloto favorito, Carlos Arévalo. 

Hasta entonces, adiós y adiós .

© Fernando Palacios

Sonido y Oído - Pulso y Ritmo

01 Ago

06 Queramos o no queramos, siempre sonamos

Programa radiofónico  nº 6 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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La voz, la boca, las manos, los pies son instrumentos de gran importancia estética y educativa. Una breve muestra de las muchas posibilidades que tiene nuestro cuerpo para sonar, tanto voluntaria como involuntariamente.

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♫ Atención, el pueblo Banda-Linda está lanzando un mensaje de aldea a aldea. El mensaje dice que un niño acaba de nacer y hay mucha alegría en el pueblo. Todo eso lo dicen con tambores. ¿Sabéis cómo? Imitando con el sonido de los tambores el lenguaje hablado. Ellos tienen un lenguaje tonal, es decir, las mismas palabras dichas más agudas o más graves significan distintas cosas, por eso sus tambores dan distintas alturas, distintas melodías, que significan distintas cosas. ♫

En otra aldea un maestro enseña a leer a los niños. Observad las distintas alturas de sus expresiones. (…)

Marius Schneider, el importantísimo teórico musical, piensa que ese paso del lenguaje tonal a la percusión, pudo ser el nacimiento de la música. ♫

Otro señor, Karl Bücher, dice otra cosa: “la música tuvo su origen en los movimientos corporales rítmicos, especialmente en los trabajos colectivos”. ♫

Otro estudioso, Carl Stumpf sostiene que la música nació por la necesidad de los hombres de hacer señales sonoras para llamarse cuando estaban alejados. ♫

De ahí a las melodías, hay muy poco. ♫

Otro señor, Combarieu, nos dice que el origen de la música nos viene por la necesidad que tiene el hombre de someter a la naturaleza mediante la magia. Por ejemplo, las ranas son el símbolo de la fertilidad de la tierra por medio del agua ¿sabéis por qué? porque están siempre entre el agua y la tierra, luego si imitamos el sonido y el ritmo de las ranas, atraemos a la lluvia hacia la tierra. Así de fácil parece luego. ♫

Gracias a que sonamos, existe la música, o dicho de otra manera, hay música porque queramos o no queramos, siempre sonamos. ♫

Nuestro cuerpo no para de emitir sonidos a todas horas del día. Vamos a clasificar estos sonidos a nuestra manera en tres grupos:

  1. Los que hacemos involuntariamente,
  2. Los que hacemos por necesidad
  3. Los que hacemos porque nos da la gana.

Vamos ya con los primeros, los involuntarios. Estos los emite nuestro cuerpo con o sin consentimiento (…) El corazón la respiración, los estornudos, los ronquidos y delirios nocturnos, los escalofríos, incluso el llanto, la risa, o las exclamaciones (“¡ah!, ¡oh!, ¡Huy!, ¡venga!”), son sonidos que hasta nos muestran el estado de salud.

Murray Schafer, un magnífico profesor de música, se pregunta si el estetoscopio, (ese aparatejo que tienen los médicos con el que nos escuchan el cuerpo, nos auscultan cuando tenemos pulmonía y catarros), ¿es un instrumento?

Según nuestra clasificación llegamos al segundo grupo, los sonidos que hacemos por necesidad, todo lo que nos suena sin que podamos o queramos evitarlo. Desde que nos levantamos de la cama no podemos hacer casi nada sin que suene. Caminar, el rozamiento con las cosas, son sonidos que provocamos en nuestra vida cotidiana. Abrimos un grifo (…), la cisterna del water (…), batimos un huevo (…), la cafetera (…), la máquina de escribir (…), el timbre de la bicicleta (…) y si seguimos así, el coche, el avión, la fábrica… Son necesidades que en un grado de saturación, como ocurre en casi todas las ciudades, ocasionan polución sonora, que es muy perjudicial. (…)

Pero estos sonidos que hacemos con mayor o menor necesidad, controlados pueden ser tan atractivos como este chirrido de hamaca entre los sonidos de la noche. ♫

Seguramente es un sonido que no se busca, pero acompaña. Es de una obra de Luc Ferrari.♫

Nuestro tercer y último grupo de sonidos que hacemos con nuestro cuerpo es el de los sonidos voluntarios, los que podemos y queremos hacer, sin instrumentos, claro. Vamos a observar, a partir de este instante, todos esos sonidos que somos capaces de hacer con la voz, la boca, las manos, los pies, en fin, con nuestro cuerpo. El punto emisor de sonido más importante que tenemos es sin duda la voz. Esto que tengo aquí ahora, con el que me comunico con vosotros. Porque nos sirve para hablar, pero también para cantar ♫. Es Park-Nok Su, una señora importantísima de Corea que interpreta la música del Teatro P’ansori, que está a medias entre lo hablado y lo cantado ♫.

Otro caso de hablar y cantar, pasando de una cosa a otra, casi casi como por arte de magia, es el caso del cantaor flamenco Pepe Marchena. Escuchad como lo hace ♫.

En música, la voz en solitario encarna la melodía ♫.

Una sola voz también hace espléndidamente ritmos ♫.

Aunque parezca mentira, una sola garganta es capaz de hacer armonías ♫.

Varias voces juntas, logran hacer, con mayor razón, de todo: melodías ♫,  ritmos ♫, armonías ♫, contrapuntos ♫.

Estas son nuestras voces, los mejores instrumentos que existen y para mayor maravilla los llevamos incorporados dentro de nosotros.

Por cierto, no siempre es necesario que emitamos nuestra voz con cierta potencia. El susurro, en la intimidad o en la soledad, nos descubre mundos insólitos. Sin emitir la voz, sólo con el aire que sale del mismo, modulado por la boca, entendéis todo lo que digo, ¿a que sí? Es una emisión silenciosa, hasta cariñosa, sólo con las consonantes en susurro se pueden hacer muchísimos efectos tímbricos y rítmicos. Atended a esto (…). Y hasta melodías ♫. Casi en susurro se cantan las nanas, para que no se les despierte el niño ♫.

Siguiendo con la boca llegamos al silbido ♫. Este silbador chino, lo ha practicado tanto que lo hace así de bien ♫. O este cantante y pianista de blues, Memphis Slim, que alcanza a silbar a dos voces él solito ♫.

♫ Ya hemos llegado a las manos ♫. En todo el planeta se usan las manos para llevar o acompañar el ritmo ♫, y para aplaudir, claro (…). Sin duda, de palmas los que más saben son los flamencos ♫. Solamente con los dedos se obtienen los pitos. Nuestro compañero Ángel Sánchez Manglanos es un virtuoso ♫. Todavía nos quedarían las palmas sordas ♫, los nudillos sobre la mesa ♫, y otras muchas variantes (frotando…). Pero pasamos a los pies ♫.

Al marcar un ritmo con los pies, o al hacer un movimiento rítmico de baile, éstos pasan a ser instrumento protagonista ♫.

La voz, las manos y los pies se funden a la perfección. Así lo hacen en África ♫.

El compositor Ligeti fue invitado a dar una conferencia sobre el futuro de la música. Se sentó en su mesa de conferenciante y se mantuvo en silencio durante los ocho minutos que duró la actuación. Las reacciones del público: murmullos, gritos, insultos, palmas, pateos, constituían para Ligeti una creación sonora; una obra realizada por el público (…).

Combinando palmadas, golpes en el pecho, en las piernas y pisotones y pisadas, el americano Keith Terry ha conseguido una sistematización del ritmo por medio de percusión corporal. Un verdadero hallazgo para la educación ♫.

Este es un grupo de alumnos del séptimo grado de la Escuela Orff de San Francisco, en California. Con su profesor Doug Goodkin, hacen percusión con el cuerpo llevando distintos ritmos ♫. Mientras el profesor lleva el pulso con una caja china, los alumnos hacen grupos rítmicos de 3 – 5  – 7 – 9 y más partes. Algo que teóricamente puede ser muy difícil, con el cuerpo está chupado ♫.

Me he dejado para el final algunos casos curiosos de sonidos hechos con el cuerpo. José Alberto, mi cuñado, mete la palma de una mano en la axila y aprieta como si fuera el fuelle de una gaita. Suena así de gracioso ♫. Y con la oreja, oprimiéndola (“cru-cru-cru”) hace esto ♫. Salva, el flautista, a veces susurra mientras toca la flauta; el resultado es éste ♫. Yo de jovencito aprendí de mi compañero de pupitre en la escuela, a hacer un bonito sonido con los dedos ♫. Me gusta tanto hacerlo, que siempre que puedo, ahí estoy, con mi sonidito ♫.

Seguro que tú, que estás escuchando, sabes hacer cosas diferentes. Te voy a dejar un pequeño hueco de silencio para que lo hagas, aquí mismo (… … …).

Así ya queda completo este apartado de curiosidades sonoras hechas por nuestro cuerpo.

♫ Esta es la música de despedida de hoy ♫. Este flautista, Paul Horn, estaba grabando un disco para flauta travesera sola, y estaba dentro del pequeño espacio que es la cámara mortuoria de la Gran Pirámide del faraón egipcio Keops en Gizeh. De repente sintió unos deseos irrefrenables de que su cuerpo participara en la emisión de sonidos y se puso a cantar ♫.

Es verdad, queramos o no queramos, siempre acabamos sonando.

Por cierto: ¿Cuántos sonidos diferentes sois capaces de hacer con la boca? ¿Cuántos ritmos distintos con palmadas? ¿Podéis cantar, tocar palmas y taconear a la vez?

Me gustaría verlo.

La próxima semana, Sonido y Oído se ocupará del pulso y el ritmo.

Hasta entonces, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

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01 Ago

05 – Canciones para todos

Programa radiofónico  nº 5 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Nos entretenemos en repasar seis canciones de muy distintos estilos: una antigua, una caribeña, un ‘lied’, un tango, un madrigal y una canción de humor. Cada canción tiene su tratamiento.

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♫ Algunos cuando nos levantamos de la cama aprovechamos para cantar canciones de ducha, canciones para peinarnos, canciones de desayuno ♫. Hay quien se ayuda de la resonante acústica de los túneles subterráneos para convertir el viaje en canciones silbadas ♫. O quien se acompaña del ritmo de la máquina para cantar canciones de trabajo o de deporte ♫. Tenemos también los que ponen la radio y se las cantan todas, buenas o malas, originales o vulgares, igual les da ♫. O los que buscan constantemente aquello que más les gusta, cuando lo encuentran, eso sí, que no dejan de cantarlo ♫.

Pero, ¡ay tristeza!, hay algo que viene demostrándose los últimos años, cada vez cantamos todos menos, al menos por aquí por los países occidentales. El caso es que cada vez hay más emisoras de radio, más programas con música en televisión, más casetes, más producción discográfica y sin embargo cada vez cantamos menos. A lo peor es por eso precisamente, como nos lo dan todo hecho, ya no tenemos necesidad de cantar como antaño; nos da vergüenza porque no lo hacemos nunca, y así nos va, estamos mudos de canciones.

En este espacio vamos a tener hoy algunas canciones para cantar, tararear o silbar. Canciones para todos. Así que vamos poniéndonos en disposición de cantar y a ver qué es lo que ocurre ♫.

♫ La primera es una canción popular muy antigua, triste y sencilla, es monótona y con ritmo de campanada, silenciosa y nocturna, una maravillosa canción para uno solo, para que cada uno la cante a sí mismo, bueno, mejor si la cantan entre varios, si la cantamos entre todos. Se puede hacer con ella de todo, cánones que pueden entrar por cualquier sitio, armonías diferentes y siempre queda bien; es casi una canción mágica ♫ Eso es todo, no tiene más ni menos. Su letra viene a decir “qué tristeza, qué fastidio, contar toda la noche las horas”. Es una canción que yo personalmente quiero muchísimo, porque la he cantado con casi todos mis amigos y a todos nos gusta, porque se puede hacer o muy corta o muy larga, como se quiera. Admite todo tipo de transformaciones. Esta curiosa versión que oímos se debe a un grupo de los años 60, se acompañan con guitarras acústicas y se llaman Crosby, Stills & Nash. Primero cantan solos, a capella, como se dice, después entran acompañando las guitarras y al final improvisan un poco hasta que todo se deshace ♫.

Nuestra segunda canción nos llega desde Cuba ♫. Este señor que toca tan bien el piano y que canta con esa vocecita tan graciosa es un negrito gordinflón que murió ya hace 20 años: Bolita de Nieve ♫. La canción se llama, ya lo habéis oído, “Babalú”, es de Margarita Lecuona, pero nadie la ha cantado como Bolita de Nieve ♫. Esta canción tiene un poco de brujería porque acaba de morir Babalú, empieza el velorio, le ponen 17 velas y aprovecha todo el mundo para pedir tabaco, aguardiente, dinero, que les de la suerte ♫. Después le pide a Babalú, que se ha ido al otro barrio, distintos deseos: que le quiera su negra, que tenga dinero, que no se muera y así acaba. Es una canción también muy sencilla con dos partes. La primera tiene además una introducción, cuando dice aquello de “Babalú, Babalú ah yeh” !Tiene después un canto casi hablado de corrido: “ya está empezando los velorios, que “hasemo” a Babalú” y sobre todo cuando dice: “dame un poco de tabaco mayente y un poquito de aguardiente”. Y después todo eso se vuelve a repetir. Llegamos a la segunda parte, que es mucho más melódica porque le pide aquello de la negra: “yo quiero pedir que mi negra me quiera”. Y acaba en un tumbao, o sea, se repite una fórmula hasta el infinito, que aquí Bolita lo hace muy cortito: “mi Babalú ah yeh, Babalú ah yeh!” Sería el momento propicio para las improvisaciones. Bueno, “Babalú”, con Bolita de Nieve, canción que vamos a cantar todos juntos ♫.

Y aquí llega la tercer canción, se titula “Caminar” y es un lied, es decir, una canción alemana del siglo pasado, de estilo íntimo, compuesta con ambición artística donde la poesía y la música se funden totalmente ♫. Esta es la primera de las cinco estrofas que tiene la canción con la misma música y con distinta letra. A eso se le llama canción estrófica, cuando se repite la misma música cambiando el texto y es una forma de canción muy popular, como los romances ♫. Si os fijáis, cada estrofa tiene tres partes. La primera es esa que hace (…) se repite dos veces; la segunda es una melodía y su progresión, es cuando hace aquello de (…) y contesta (…); y la tercera la conclusión (…) que también se repite ♫. La canción trata de la delicia que es caminar para el molinero, que es el protagonista. Cuenta cómo los molineros aprenden a viajar, del agua, las ruedas y las piedras que giran en el molino ♫. Ya hemos oído 4 estrofas; sólo nos queda la última de esta hermosa canción que tiene texto de Müller y música de Schubert. Una canción con un piano que muestra un claro ambiente de paseo y un texto que habla de viajar y vagabundear ♫.

Ya estamos en nuestra cuarta canción ♫. Estas guitarras nos indican que es un tango y que el que va a cantar es ni más ni menos que el maestro, Carlitos Gardel ♫. Si la primera  canción, ‘Orleans’, era triste y serena, la segunda, ‘Babalú’, vacilona y graciosa y la tercera, ‘Caminar’, alegre y perfecta, esta cuarta es sórdida y oscura, malévola y machista, de celos borrachera y muerte, o sea, es una canción peligrosa ♫. Hay que situarse en Buenos Aires: en un bar del arrabal, un hombre le cuenta a otro la desesperación porque le ha engañado su mujer con otro y le dice encima que no se explica cómo no la mató. La moraleja, el consejo final, ya, es el colmo; dice que las mujeres dan muy mal resultado, que no se enamore, que no llore, porque los hombres, son muy machos y no deben llorar. O sea, lo de siempre, aparte de este poco ejemplar mensaje, la letra de Lepera es perfecta y la música de Gardel, bueno, qué vamos a decir, muy bonita. La interpretación, sobrecogedora en sus tres partes, de las cuales la primera y la tercera tienen la misma música. “Tomo y obligo” se titula y es así ♫.

La quinta canción es completamente opuesta a ésta. Es una canción de mañana, luminosa, de inocente alegría. El tema es el siguiente: dos mujeres están hablando y una le dice a la otra que su marido es guapo y bueno, que ni le molesta ni le pega, hace las cosas de la casa y le da de comer a los pollos. Eso además le hace muchísima gracia, se ríe un montón y les dice a los pollos: “cocococodaaa, cocoda, cocoda” y eso es todo ♫. “Il est bel et bon”, es guapo y bueno, éste es el título de esta canción y se canta, es cantada siempre por 4 personas: unas se van imitando a otras. Habéis escuchado que una dice: “il est bel et bon” y contesta otra: “il est bel et bon”, luego “il est bel et bon”, “il est bel et bon”. El caso es que lo mismo lo repiten una detrás de otra, después llega la segunda parte, siempre imitándose las voces ♫. Y todo termina imitando a los gallos, a las gallinas y a los pollos con el “cocococoda cocoda petit poulé, cocoda, cocoda” ♫; al final repite el principio y fin, se acabó. Es una canción francesa del Renacimiento, del siglo XVI, aunque parezca mentira, y la compuso Passereau. Ahora la canta el grupo Clement Janequin ♫.

La sexta canción es la parodia de un anuncio de la radio. Es una canción de humor, cantada en directo, con risas del público y se refiere a un matapolillas llamado Nopol, que cuida la ropa ♫. “Mami, mami, ¡cuántas polillas! No se preocupe señora, matapolillas Nopol cuida su ropa”. Es estrófica, como la canción que oíamos de Schubert, o sea, las tres partes de la canción tienen la misma música con letra diferente y entre ellas hay unos diálogos. Un componente del grupo no quiere que ningún veneno mate a las pobres polillas y convence para que el Nopol, que en la primera estrofa las mataba, en la segunda sólo las desmaye y en la tercera las fortalezca. Ya veis, cosas de la publicidad ♫. Tiene ritmo de swing, bajo (“dum dum dum dum”) y batería (“tstsch tstsch”) y está cantada a 4 voces, como la canción anterior. Tiene partes cantadas, partes habladas con voces de fondo (que hacen “daba daba da”) y otras imitando a un spray (“zzz”), que mata las polillas. En fin, es una divina canción de Les Luthiers ♫.

Y así llegamos al final del programa de hoy. Hemos tenido seis canciones ¿os acordáis? ♫ ♫ ♫ ♫ ♫ ♫, ¿podríais tararearlas? Algunas sí, otras… bueno de todos modos seguro que las recordaréis si alguna vez las volvéis a oír. ¿Sabéis lo que podríamos hacer? Las canciones que más os gusten, intentad explicárselas a vuestros amigos. Les decís cómo son, cómo es la melodía, la letra y después se la ponéis, a ver qué pasa ♫.

Atención a nuestro próximo programa que se titulará “QUERAMOS O NO QUERAMOS, SIEMPRE SONAMOS”, o sea, muchos sonidos que podemos hacer con nuestro cuerpo. Esos que estáis pensando y muchos más ♫.

En los mandos estará, como siempre, el capitán Arévalo.

Hasta entonces os decimos, adiós y adiós, con esta canción de los Beatles que es, una preciosidad.

© Fernando Palacios

Canciones para todos - Fernando Palacios

01 Ago

04 – Soplos y alientos

Programa radiofónico  nº 4 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Repasamos los instrumentos de viento, tanto los clásicos como los exóticos o caseros. Los clasificamos de dos formas diferentes: por su forma de emisión (según la manera occidental), y por su material (siguiendo la antigua clasificación china).

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♫ El viento impulsa el aire; el aire roza los cuerpos, los tubos y entra en vibración; se produce el sonido ♫. Siempre nos llama poderosamente la atención el sonido del viento en una caña, en los cables de la luz, en un agujero de la pared. Seguramente, hace miles y miles de años a alguien se le ocurrió cortar una caña y soplar imitando el viento ♫. También comprobó que las cañas largas producían sonidos graves ♫ y las cortas agudos ♫. De ahí a esto ♫ sólo hay un paso, el de perfeccionar y estudiar ♫.

Un día, nuestro amigo primitivo estaba decorando su flauta y sin querer le hizo un agujero. Tapando y destapando el agujero con un dedo comprobó que el sonido variaba ♫. De ahí a esto ♫ sólo hay un paso, el de perfeccionar y estudiar ♫.

Otros hombres soplaron sobre lengüetas ♫, sobre cuernos ♫ y siguieron los pasos sucesivos de perfeccionamiento y estudio ♫. El soplo, el aliento, la vibración de los labios, del aire, los agujeros en los tubos, producen sonidos, producen música. Hoy estaremos acompañados de soplos y alientos ♫.

Si enviamos el aire contra una arista fina el instrumento es de embocadura de flauta ♫.

Si el aire pone en movimiento una lengüeta que choca con una abertura, el instrumento es de lengüeta simple, como el clarinete ♫.

Si el aire pone en movimiento dos lengüetas que chocan entre sí el instrumento es de lengüeta doble, como el oboe ♫.

Si son los labios los que vibran en una boquilla, instrumentos de boquilla, como la trompeta ♫.

Si por la acción del aire vibran unas láminas libremente, el instrumento es de lengüeta libre, como la armónica ♫.

Podemos reunir un instrumento del primer grupo, una flauta, un instrumento del segundo grupo, un clarinete, dos instrumentos del tercer grupo, un oboe y un fagot y un instrumento del cuarto grupo, una trompa. Así tendremos una formación clásica: el quinteto de viento ♫.

Y si juntamos muchos instrumentos de viento de una forma proporcionada nos sale una Banda. Todos los músicos se ponen a soplar ♫.

Los instrumentos de viento están repartidos por todo el planeta sin dejar ni un solo resquicio. Cada pueblo los utiliza a su manera, aunque hay instrumentos comunes a muchos pueblos distintos. Os voy a poner un ejemplo, la flauta travesera. Existe en la música popular ♫, en la clásica ♫, en la India ♫, en Extremo Oriente ♫. Por todos lados hay flautas, pero si os parece vamos a observar los instrumentos de viento desde otro ángulo.

♫ La más antigua clasificación de los instrumentos musicales nos viene desde la China. Hace ya 5000 años los chinos clasificaron los instrumentos por los materiales con que se fabrican. El metal: con el que se hacen campanas, gongs, trompetas, tambores de bronce; la piedra: flautas de jade, litófonos que son xilófonos pero de piedra; la tierra: tambores de barro, ocarinas; la madera: oboes, etc. Yo creo que es una estupenda manera de organizarse con los instrumentos musicales. Si os parece vamos a hacer lo mismo que los chinos pero sólo con los instrumentos de viento y aliento. Os los voy a mostrar por materiales ♫.

Primer material: ninguno, cuando no se tiene nada. En fin, siempre nos queda la voz ♫. También podemos soplar en el hueco de las manos o silbar, naturalmente. Esto nos lo cuenta Rosa Alvarez : “El niño soplaba en todas las direcciones posibles. Convocaba todo el aire de sus pulmones para canalizarlo con ayuda de la lengua entre los dientes desiguales y los flexibles labios. Soplaba infatigable porque había emprendido una aventura apasionante. Hacía avanzar el labio superior sobre el inferior, y a la inversa, con lo cual sólo conseguía airearse la barbilla o la nariz. Redondeó los labios en forma de O y también de U, pero tal vez no acertaba con la medida exacta o la dirección precisa y hasta probó soltando el aire por las comisuras produciendo un decepcionante sonido de globo desinflado. Insensible al desaliento lo intentó una vez, y otra vez, hasta que por fin una nota perfecta, una frágil flecha de cristal se escapó de su boca hacia el ancho espacio. El niño comenzó a inventar su música” ♫.

Segundo material: el plástico, un material muy barato que da mucho de sí. Un tubo estriado de electricidad suena sencillamente cuando lo hacemos girar a cierta velocidad ♫. Esto son lengüetas libres en una diminuta melódica de diez centímetros de largo ♫. Una flautita de tubos ♫ y naturalmente una trompetilla de plástico ♫.

Tercer material: la caña, un paraíso para el soplido. Desde flautas de pan ♫ hasta miles de flautas de agujeros ♫, pero sobre todo, con las cañas se hacen lengüetas para montones de instrumentos: clarinetes, oboes, dulzainas, fagotes, saxofones, ya os digo, es un paraíso ♫.

Cuarto material: la madera. Con ella podemos hacer de todo. Los australianos ponen un tronco para que las hormigas se coman su interior y así les queda un tubo, un didjeridu ♫. Con un torno, muchos conocimientos y no menos habilidad podemos hacer una preciosa flauta dulce ♫. En Yugoslavia soplan troncos huecos tan grandes como un fagot que suenan así ♫. En el Tirol hacen unas “turutas” de varios metros de longitud, una barbaridad ♫.

Quinto material: el cristal. Con él se fabrican botellas que se pueden soplar e incluso afinar con más o menos agua ♫. También en el siglo pasado se construyeron flautas de cristal, pero no tengo grabación de ninguna de ellas, así que pasaremos al sexto material, el metal.

Con bronce se fabrican trompetas, trompas, trombones, tubas y demás instrumentos de boquilla, que disfrutan muchísimo tocando juntos, pero también con metales se hacen tubos para sencillas flautas ♫ o para flautas mucho más complicadas, como la flauta travesera ♫. También se hacen de metal las lengüetas para los acordeones ♫ y muchos tubos de los gigantescos órganos ♫, sin olvidar algo muchísimo más diminuto, los pitos ♫.

Séptimo material: el barro. Con tierra y agua hacemos el barro y con el barro ocarinas ♫ y flautas de cerámica ♫.

Octavo material: el hueso. La primera flauta que se conoce, de hace 20.000 años, estaba hecha de hueso, como de hueso son los cuernos de antílope que usa la etnia Banda Linda para hacer su música ♫.

Tampoco habría que olvidar los pitos y “turutas” hechos con conchas y caracolas, pero pasaremos al noveno material, la calabaza. Nos viene de perlas para hacer los órganos de boca de oriente ♫ y esos curiosos instrumentos de encantar serpientes ♫.

Décimo material: la piel, las bolsas de aire de las gaitas ♫.

Undécimo material: la goma, los cláxones de los coches antiguos ♫.

Duodécimo material: el papel. Es la membrana que vibra en los kazoos o mirlitones ♫.

Por último os voy a mostrar algunos instrumentos de viento curiosos, como este vibrante, construido por mi querido amigo Leo. Su sonido viene por la vibración de un globo, como lo oís ♫. O estos instrumentos construidos por el grupo humorístico musical Les Luthiers. Ellos mismos los presentan ♫

Reclamos de patos y de aves, aquí los tengo aunque no los veáis. Los voy a hacer sonar a ver si viene alguno de estos animales ♫. O finalmente este organito portátil de manivela que hace hermosa música callejera, música de viento, por supuesto ♫. ¿Qué os parece si os conseguís algún instrumento de estos que hemos oído y os ponéis a tocarlo? ¿Os saldrá algún sonido? Hay que intentarlo ♫. Y ¿por qué no os hacéis alguno vosotros? Con un poco de imaginación y habilidad, precioso ♫.

Bueno, aquí os dejo, la próxima semana tendremos CANCIONES PARA TODOS.

© Fernando Palacios

Soplos y alientos - Fernando Palacios

01 Ago

03 – Sonido y Oído – Breve historia acelerada

Programa radiofónico  nº 3 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

Se afronta nuestro pasado musical desde un imaginario túnel del tiempo, donde vamos retrocediendo hasta llegar a la más remota antigüedad. No es un programa de erudición histórica, sino un entretenido viaje por el tiempo y su música.

Haz clic para acceder a 03-Breve-historia-acelerada.pdf

“¡Vamos señores, suban a la máquina! ¡Vengan, vengan, no se queden atrás! ¡Vamos, vamos, acomódense! ¡Sí, sí, sí, lo del túnel del tiempo, sí, es aquí, sí! Venga, señores, tercera fila, señores, sí, sí, sí. Ahí tiene un sitio. No, no, pipas no se pueden comer, ¿no ves que hace ruido, chaval? Venga, pasad por aquí. Venga, dense prisa que salimos ya. ¿Están todos acomodados? ¿Si? ¡Pónganse los cinturones de seguridad y suban el volumen de sus receptores, venga, que vamos a salir ya, ahora mismo!”

“♫ Señoras, señores, jóvenes, niños, bienvenidos todos a este túnel del tiempo musical. Les voy a dar unas breves indicaciones para que puedan disfrutar plenamente de este singular viaje. La duración será de 30 minutos así que no se alarmen, será corto. En este viaje retornaremos en el tiempo hasta el hombre primitivo, de una forma acelerada, o sea, iremos cada vez más deprisa. Nuestro objetivo es observar algunas músicas a lo largo de este curioso recorrido en el tiempo que les repito será tipo cangrejo, es decir, hacia atrás. Haremos las paradas que sean necesarias.”

“Les pido anticipadamente excusas por los muchos errores e imprecisiones que sin duda cometeré en mis comentarios, pero, ya ven ustedes, esta es la primera vez que se hace un viaje así y en fin, si a eso añadimos que la observación de la historia en forma resumida siempre presenta problemas. Bueno, que salga lo que Dios quiera. ¿Preparados, listos?: una breve historia acelerada y al revés comienza ♫.”

Las músicas que habitualmente suenan por las emisoras de radio y televisión, es decir, las Pop, Rock, New Age, Folk etc, en fin, mil etiquetas, tienen sus clásicos. Uno de ellos es este: los Beatles ♫. Otro, las músicas repetitivas, esas que son casi siempre igual ♫. Otro, el Blues, los africanos en América ♫. Pero los compositores de hoy, que hacen esas músicas extrañas que suenan en pocas emisoras, como por ejemplo esta en Radio 2 Clásica, también tienen sus clásicos más recientes, como éstos de esta segunda mitad del siglo XX: Stockhausen ♫, John Cage y su piano preparado ♫ o Pierre Schaeffer y Pierre Henry y la música electroacústica del año 52 ♫. Un poco más atrás tenemos a otros dos clásicos recientes. Un gran sinfonista, Schostakovich ♫ y un inventor, Varèse, que en este mismo año, 1931, por el que estamos pasando, hace la primera obra sólo para percusión.

Nuestro viaje nos lleva ahora algo más atrás, al nacimiento del Jazz ♫. La influencia de esta música es marcadísima en compositores como este, Gershwin ♫. Otros compositores se basan en el folklore para hacer sus músicas, como Falla ♫. O el húngaro Bartók que desata el ritmo con toda su fuerza ♫.

Ya estamos a comienzo de nuestro siglo, época de cambios fundamentales. Stravinsky parte con la pana con su complejo primitivismo ♫. Schönberg pone la música del revés y nadie puede tararear sus melodías ♫. Otros sin embargo se mantienen al margen de los cambios, siempre los ingleses ♫.

Estamos atravesando el siglo, ya estamos en el XIX ♫. Aquí tenemos a Debussy con su música suspendida, casi más para oler que para oír ♫. Y este señor tan raro es Satie, que hace músicas muy sencillas, pero preciosas ♫.

En este siglo XIX es cuando se crean las grandes orquestas. Aquí observamos a cuatro gigantes de la orquesta: Richard Strauss ♫, Mahler ♫, Bruckner ♫ y Chaikovsky ♫. Es también el siglo dorado de la ópera, es decir, de la música y el teatro. Puccini arrebata con sus protagonistas femeninos, que siempre se mueren al final ♫; Bizet es capaz de hacer una genialidad, “Carmen” ♫. Y otros muchísimos que siguieron la senda iniciada por estos dos monstruos de la ópera: Verdi ♫ y Wagner ♫. En España tenemos a nuestra zarzuelilla, que es menos dramática, pero muy salerosa, por ejemplo, esto de Barbieri ♫.

Pero no todo son grandes despliegues; también se practica en este siglo la música entre pocos, es decir, la música de cámara. El maestro en esta materia, ahí lo tenemos, con una barba de un metro y algo gordito, Johannes Brahms ♫. También aparece una música de entretenimiento, más ligera y con menos problemas. La de los Valses y Polkas de la familia Strauss ♫.

Nuestro túnel del tiempo nos lleva ahora a la primera mitad de este interesantísimo siglo XIX, a la cuna del Romanticismo. El piano es el instrumento fundamental. Fijaos cómo toca este hippie elegante, Liszt ♫. Este otro delicado y paliducho chaval es el más inspirado, Chopin ♫. Las orquestas gigantescas que hemos oído hace un rato llegaron a ser así gracias a los descubrimientos y atrevimientos de, por ejemplo, Héctor Berlioz ♫ y al colorido de las orquestaciones de Félix Mendelssohn ♫. Algunas de las esencias del Romanticismo están dentro de canciones. Estos dos jóvenes que vemos son unos superdotados en componer este tipo de cosas: canciones. Un intelectual apasionado como Schumann ♫ y un genio de la melodía; le salen las canciones como churros, Franz Schubert ♫.

Estamos a punto, en nuestro viaje en el tiempo de atravesar otra vez la línea divisoria de dos siglos. Nos encontramos en la frontera con el XVIII ♫. Y entre estos dos siglos, señoras y señores, el compositor número uno, Beethoven ♫.

Vamos a detener un momentito la máquina aquí. Si habéis observado con atención la música ha cambiado mucho en estos dos siglos que llevamos recorridos en sólo 20 minutos. Eso es porque sólo estamos mirando a Europa y Europa no es el mundo; es una pequeña parte. Otros lugares tienen sus músicas que permanecen inalterables por los siglos de los siglos. La India ♫, África ♫, Japón ♫.

Sigamos, ya estamos en el siglo XVIII. Hace 200 años que se murió el compositor que ahora está de moda, bueno, que está de moda en 1991, Mozart, ahí lo tenéis ♫. De esta misma época que llamamos Clasicismo es el padre de la sinfonía y el cuarteto, como quien dice, el que inventó todas estas cosas, Haydn ♫. Gluck acaba de darle más humanidad a la ópera ♫.

Así llegamos en nuestro mágico viaje en el tiempo al final del Barroco, que ocupa toda la primera mitad del siglo XVIII. Mirad, mirad, Juan Sebastian Bach, casi nadie al aparato ♫. Scarlatti, el virtuoso del clave ♫, Händel, el que domina todos los estilos de esta época ♫. Pergolesi, el más delicado ♫; Vivaldi, el más saleroso ♫. Volvemos a atravesar otra vez la frontera de un siglo, del XVIII al XVII, el pleno Barroco. En él un elegante inglés, Purcell ♫.

Seguimos a toda velocidad y entre los siglos XVII y XVI el emperador de la música, Monteverdi ♫. El siglo XVI, ahí lo tenemos, el siglo del Renacimiento musical. El siglo de las preciosas canciones para cantar entre varios, como esta de Orlando di Lasso ♫. El siglo de los hermosos órganos españoles y organistas como Cabezón ♫. El siglo de la polifonía, de la música religiosa para voces. Tenemos en España uno de los mejores, Victoria ♫.

Señoras y señores, estamos llegando al final de nuestro viaje. La velocidad en el tiempo es ya enorme. Del Renacimiento y siempre hacia atrás hemos llegado a la Edad Media, con los trovadores ♫, con la música de los monasterios ♫ y con las músicas de batalla ♫; y más deprisa todavía a la Edad Media y a la Prehistoria. Ya no hay instrumentos ni nada, sólo el diálogo con la naturaleza, eso que tanto echamos en falta ahora.

El ciclo se ha cerrado, el viaje ha terminado, bueno, hay que volver al presente. Cada uno que lo haga por sus propios medios, siguiendo la historia en sentido normal o hacia atrás como lo hemos hecho en este viaje o el que quiera que se quede. La próxima semana un repaso a los instrumentos de viento en “SOPLOS Y ALIENTOS”. Siempre con el soplo musical de Carlos Arévalo.

Hasta entonces, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

 

01 Ago

02 – Descubre los Elementos

Programa radiofónico  nº 2 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

Un paso por el sonido, el silencio, el pulso, el ritmo, la melodía, la armonía, el contrapunto, la forma, la coherencia y el contenido. Con numerosos ejemplos sonoros 

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El sonido ♫, el silencio, el pulso ♫, el ritmo ♫, la melodía ♫, la armonía ♫, el contrapunto ♫, la forma ♫, la coherencia ♫, el contenido ♫.

Todos ellos son los ingredientes de la música. Son los ladrillos, el cemento, los pilares, las vigas, las tejas, las ventanas, la pintura, que sirven para construir la arquitectura del sonido. Puede faltar alguno de ellos, pero si faltan varios empieza a ser difícil que se produzca el fenómeno de la música, que no es más que eso: arquitectura sonora.

♫ Unas veces, la arquitectura sonora, o sea, la música, nos resulta cercana y habitual; otras, sin embargo, se vuelve enigmática y lejana, quizá por eso es tan difícil definirla; cada uno lo hace a su manera:

  • – Lo que escuchamos en la radio ¿no?
  • – La música es chunda-chunda
  • – Armonía, ritmo y melodía
  • – Yo creo que todo lo que se toca, todos los instrumentos dan música ¿no?
  • – La música… a mí la música me parece, pues muy bonita
  • – Son muchas notas juntas componiendo una sinfonía

♫ Hoy vamos a observar los componentes de los edificios del sonido. Descubriremos los elementos de la música ♫.

Los materiales del arte musical son el sonido y el silencio. El sonido puede producirse naturalmente, como lo origina  el viento, el mar, los animales… Os acordáis, el otro día, teníamos varios ejemplos de este tipo. O las personas, como esto que hago yo ahora, hablar, estoy emitiendo sonido, o también puedo cantar y emito de otra manera ♫. Pero también puede producirse artificialmente por medio de instrumentos, que los hay a millones ♫.

Claro, todos los sonidos no son iguales ni mucho menos. Eso se distingue fácilmente. Según de donde provienen suenan distintos. Por ejemplo, Santi, nuestro amigo Santi, toca el violín y le suena de esta manera… ♫ Salva, nuestro amigo Salva, el flautista, le suena de esta otra ♫ Yo toco un poquillo el piano y suena de una manera muy distinta ♫ Los tres hacemos más o menos lo mismo, pero el sonido tiene distinto color, distinto lustre. A eso le llamamos timbre, ♫ (“riiing”) ♫, pero no es ese timbre, es el timbre del sonido, es aquello por el que reconocemos de qué fuente vienen los sonidos. Es la clave de la diferencia de los sonidos.

♫ Ese es un sonido de viento de un instrumento con una vejiga, en fin, de una gaita. Incluso un mismo instrumento tiene distintos timbres, según el modo en que se toquen las notas, como por ejemplo este violonchelo ♫. Hay sonidos más claros, vibrados, más opacos, etc. Además por ejemplo, un violín barato malo no suena como un Stradivarius, que es un violín buenísimo. E incluso un violín bueno le sonará distinto a un principiante que por ejemplo a Itzhak Perlman, que le saca un timbre maravilloso♫.

Los sonidos también se definen por sus distintas alturas ♫. Dichas alturas sirven para hacer melodías y armonías. También se distinguen los sonidos por su intensidad, o sea, su potencia, que le agrega una tercera dimensión ♫.

En el polo opuesto al sonido está el ruido, aunque en el fondo son la misma cosa. La diferencia entre ambos está en que si lo que suena es deseable le podemos llamar sonido y si es indeseable, ruido. Por ejemplo, una tos o el crujido del envoltorio de un caramelo en un concierto es algo horroroso ♫. Pero también una música que en un momento dado puede molestar porque se está durmiendo, concentrado en una cosa o en una conversación, se convierte en un ruido desagradable automáticamente. Porque cada persona tiene una sensibilidad distinta hacia el ruido y el sonido. Schopenhauer, un filósofo del siglo XIX, venía a decir que las personas que puedan soportar más ruido son más insensibles a la música y al revés, naturalmente ♫.

El otro material del que se sirve la música es el silencio. El silencio es el lago donde flotan y se desplazan los sonidos. Si no hay silencio, es que hay ruido y donde hay ruido no puede manifestarse la música porque la obstruye, la aniquila, por lo tanto el ruido es el enemigo de la música, como se ha comprobado antes con la voz, con el caramelo y Mozart; por el contrario, el gran amigo, el silencio. Sin él no se puede percibir con claridad el sonido. Parece ser pues que la música y el silencio van íntimamente unidos ♫.

Los silencios inundan los espacios entre los sonidos. Los valoran y degustan, imprimen dramatismo ♫, serenidad ♫, melancolía ♫. El silencio es el elemento protector de la música, el que cuida de ella ♫.

♫ El pulso nos señala por una parte que hay vida, que hay dirección, pero por otra, que hay monotonía ♫. Al pulso, en música, se le llama también “metro” y no está nada mal puesto este nombre, porque mide espacios de tiempo. Es el que controla la velocidad de la música. A veces acelera ♫, otras retarda ♫; cuando necesita ir rapidísimo, puede llegar hasta 200 golpes por minuto ♫. O si le da la gana va a paso de tortuga, a 40 por minuto ♫. Es como la vida misma. A veces vamos deprisa, otras despacio, depende. En este caso depende de lo que mande la música ♫. Sobre este pulso voy a marcar más fuerte un pulso de cada dos ♫, ahora cada tres ♫, ahora cada cuatro ♫, etc. Sobre estas agrupaciones de dos, tres, cuatro y demás pulsos edificamos el ritmo .

La verdad es que no hay nada más difícil de definir que el ritmo y sin embargo lo distinguimos perfectamente donde se encuentre. En términos generales os puedo decir que tiene mucho que ver con la duración y ordenación de los golpes o notas. Para que exista ritmo tiene que haber además contraste. Los acentos, o sea, estas notas que marcamos más fuerte, son contrastes ♫. Si los acentos son fijos y regulares el resultado sigue siendo monótono, como una máquina ♫.

La palabra ritmo la solemos emplear para describir lo que no es exactamente regular. Llamamos ritmo a la sorpresa, a lo que baila, a lo que impulsa la música hacia adelante ♫. El ritmo está relacionado con nuestra fisiológica, con la acción, pues bien sabido es que casi todo lo que hacemos, desde respirar hasta andar o correr, son ritmos puros ♫.

La melodía sin embargo, entra a formar parte de nuestra vida afectiva, de la sensibilidad ♫. Esto lo dice el gran pedagogo Edgar Willems, quien además afirma que «la música es el arte del sonido, y no del ritmo, y por lo tanto el arte del canto y no del movimiento». La primacía de la melodía para él es pues evidente ♫.

Si ordenamos unos sonidos con una intención, la que sea, hemos hecho una melodía, mejor o peor, pero una melodía ♫. Dependerá de las alturas de los sonidos, de sus duraciones y naturalmente de la inspiración al combinar todo esto, el que nos salga más bonita o más fea, porque melodías podemos hacer con una sola nota ♫, con dos notas ♫, con tres notas ♫. La melodía es lo que más fácilmente se queda en la memoria, pues es la superficie de la música. Además, las más bellas tienen un poder misterioso sobre nosotros, un poder que sentimos pero que no podemos explicar. Parece mentira que una melodía que al fin y al cabo no es más que un sonido que sale de paseo, pueda arrebatar tantísimo ♫.

Colocad varios sonidos a la vez, hacedlos sonar: ahí tenéis una armonía ♫, ahí tenéis otra distinta ♫. Con más sonidos, más armonías ♫. Incluso fijaos bien, un sólo sonido puede servir para muchas armonías diferentes, según lo rodeemos de diferentes sonidos. Voy a hacer un ejemplo: cogemos este sonido ♫ Lo podemos cantar continuamente, y mientras tanto yo iré variando las armonías ♫.  Todas tienen a esa nota incluida. Todas van bien con ese sonido pero todas son diferentes ♫. Os podéis fijar que unos acordes consiguen una perfecta fusión y otros producen una cierta aspereza. A los primeros los llamamos consonantes y a los segundos disonantes ♫. La armonía nos viene estupendamente sobre todo para acompañar a la melodía. Le da profundidad a la música ♫.

(…) Imaginaos a varias personas hablando a la vez ¡no hay quien se entere de nada! (…) Sin embargo, cuando esto ocurre en música suena que da gloria oírlo ♫. A esto, a este diálogo simultáneo entre líneas melódicas lo llamamos contrapunto.

Los pigmeos son desde siempre unos maestros en esto del contrapunto. Un contrapunto sencillo y que todos conocéis es el canon. La cosa consiste en que uno canta la melodía; cuando está cantando se agrega otro cantando lo mismo pero claro, algo más tarde, imitando al anterior y queda bien, que es lo más gracioso. Al rato, entra otro y así, así, depende del canon. Los hay a dos voces, a tres a cuatro o a cinco, en fin, vamos a escuchar este pequeño ejemplo ♫

La esencia de la música es fluir, “nadie puede detener un río”, esto lo decía el compositor romántico Berlioz y qué razón tenía. Para poder escuchar cualquier música necesitamos forzosamente que pase el tiempo por ella, si no, no existe, porque la música es un arte que se desarrolla a través del tiempo, o lo que es igual, el tiempo se convierte en arte gracias a la música ♫.

Así como en un cuadro se ordenan los colores y las líneas en el espacio que tiene el lienzo, en una pieza musical se ordenan los sonidos y los silencios en el tiempo que dura ♫. Si habéis observado esta diminuta pieza una parte primera así ♫ otra central así ♫ y un final así ♫, el final era igual que el principio, ¿os habéis dado cuenta? Esto es algo que se da mucho en la música, se repiten las cosas, así al repetirse permanecen en nuestra memoria. Aquí tenemos otro ejemplo ♫. Gracias a que tenemos memoria podemos reconocer y recordar las cosas que ocurren en la música. Con la memoria nos damos cuenta de cómo se colocan los sonidos, de la forma de la música ♫.

Los compositores, los improvisadores, nosotros mismos, podemos ordenar los sonidos y los silencios según una forma clara, pero puede suceder que no conexionen bien entre ellos, que no tengan ninguna relación, que aquello no posea ningún sentido ni lógica. A eso le decimos que es incoherente, que no tiene coherencia, que el resultado no tiene coherencia. Escuchamos cómo entiende Salva con su flauta la incoherencia ♫. Miguel considera que esto que toca es completamente incoherente, es decir, que no es música ♫. Otras veces los sonidos y silencios ordenados según una forma musical, aunque sean muy distintos, incluso opuestos, se combinan a las mil maravillas, se encadenan con naturalidad. Eso es coherencia, unidad y sentido. Salva pasa a improvisar algo coherente ♫

Pero aún nos queda por observar un último elemento. De este casi no se puede hablar porque está más allá de la palabra. Lo único que me atrevo a decir es que podemos oír una música que tenga su sonido, su ritmo, su armonía, todo. Encima puede estar todo correctamente hecho y puede parecernos una patata frita, o sea, un horror ¿por qué? porque su contenido musical nos resulta falso, copiado o vulgar, zafio, hortera, poco imaginativo, etc. ♫. Le falta el elemento musical más importante: el contenido, la sustancia, lo que es café-café, es decir, le falla la música ♫.

Y antes de despedirnos os propongo lo siguiente. Mirad, os ponéis una música cualquiera, o si no la hacéis vosotros (con tal de que sea sencilla) e intentáis lo siguiente: distinguir todos sus elementos. Ya sabéis, qué sonidos tiene, instrumentos, los silencios, la pulsación, la melodía, todo eso ♫.

El próximo día tendremos otra cosa muy distinta. Haremos una especie de viaje en un túnel musical del tiempo que nos llevará hacia atrás desde esta época hasta el hombre primitivo. A toda velocidad y en media hora ♫.

¿Lo conseguiremos? La próxima semana la solución. Hasta entonces, adiós y adiós ♫.

© Fernando Palacios

Descubre los elementos - Fernando Palacios

01 Ago

01 ¿Qué es?, ¿qué no es?

Programa radiofónico  nº 1 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Se pone en cuestión el término ‘música’, por medio de ejemplos sonoros, encuestas y reflexiones de famosos personajes. Se observa la música de la naturaleza, el silencio, el orden, los gustos, las músicas extrañas… Y se saca una conclusión: todo es música.

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 ♫   Rabindranath Tagore, poeta indio, escribió: “En el principio los balbuceos de la creación resonaron en el lenguaje de las aguas, en la voz del viento”.

♫  ¿La música es invención humana o es anterior al hombre? ♫ Y aquí llega el enigma: ¿Esto es música? ♫ ¿Y esto otro?  ♫ Y esto ¿qué?  ♫

Bueno, en menudo lío nos hemos metido. Aquí delante tengo un piano, el gran piano de cola del Música 1 de Radio Nacional de España y escuchad esto que voy a hacer  ♫. ¿He tocado un acorde o simplemente me he apoyado sobre el teclado? Humm, no os lo voy a decir. Imaginaos que esto que ha sonado pertenece a una obra de estas características  ♫.

La verdad es que es un asunto bastante peliagudo.

 – No, yo no entiendo. De eso no entiendo.

– ¡Que yo no tengo ni idea!¡Que yo no sé lo que es la música!

– ¡Buf! No sé, no sé. Me gusta ¡eh!,  pero no entiendo, eso sí.

– ¡Música! Pues… déjame pensar. Es que ahora mismo, así…

– No, no,no. Corta, corta. Que no, que no.

– Es superdifícil responder a esa pregunta, muy difícil.

– La verdad es que la música no sé lo que es, verdaderamente. Lo que sí se es lo que no es música.

– Je, je. Yo es que… no sé. No sé, de verdad.

– Hombre, esas preguntas no me las hagas. Yo pensaba que me ibas a hacer algo más sencillito. No, no, no, en ese compromiso no me metas.

– ¡Buf! Me pillas in fraganti. Bueno pues…

– La música es brutnstt

– ¡Huy! Eso es mucho.

– ¡No, quiero, hablar!

– No se

Si, si, en estos asuntos es difícil estar seguros de algo. Bueno, bueno, la duda tampoco es tan mala. Por eso hoy en nuestro espacio nos vamos a preguntar: ¿QUÉ ES? ¿QUÉ NO ES?   ♫

– Yo creo que depende mucho del estado de ánimo

– Lo que suena ¿no? Lo que se toca

– Quizá sea la posibilidad que hay más allá de la palabra. Se ha dicho mucho y esa parece una frase cursi. Pero la verdad es que se puede guardar silencio y establecer todo tipo de comunicación a través de la música.

– Todos los ruidos organizados, con intención de expresarse

– Yo me imagino que depende de lo que uno piense por dentro. Y habrá cosas que no son música pero les suene a música. Y cosas que sean música pero que a él no le suenen como música. Entonces depende. Es una interpretación muy subjetiva.

– Pues todo aquello que me dice algo

– O sea, es un sentimiento

– Es una cosa muy personal, no sé

– Pues música todo lo hecho con sentimientos y digamos… con un poco de arte

– Pues música creo que es el lenguaje del corazón

– Es, son muchos sonidos juntos que forman una melodía

Parece ser que lo que es música para unos no lo es para otros. Hay quien piensa que la mejor música es la de la naturaleza., como el escritor irlandés James Joyce. Siempre decía que “todo cuanto vibra hace música; hay música en todas partes” ♫. O como el cantante ruso Fiódor Chaliapin que decía: “la música es la voz del universo” ♫.  Mahler, el famoso compositor, concretaba todavía más: “para mí, afirmaba, la música es siempre y en cualquier parte el sonido de la naturaleza”  ♫.

Pero sobre todo, hay muchas opiniones:

– ¿El canto de los pájaros? Me parece muy bonito.

– Si, porque yo puedo oír pájaros y decirme algo, transmitirme alguna sensación, algún sentimiento. Y la lluvia también, por supuesto.

– Es sentir, sentir algo. Pero para mí la lluvia no es música.

– La lluvia, el canto de los pájaros y las olas del mar pueden llegar a ser música.

– Es un lenguaje, ya no música. Es un lenguaje.

– Es una manera de comunicación. No sé, no estamos muy habituados normalmente a escucharlo ¿no? Quizá nos falta esto.

– Bueno, me parece que puede ayudar en obras musicales, puede ayudar para dar más expresividad ponerlas de fondo. Puede ser muy bonito.

– El ruido de las excavadoras me parece música porque conlleva ritmos industriales y cosas de estas de ahora. Se podría hacer música con truenos

– Si tú empiezas a marcar un ritmo, es que encuentras música al ruido de la música en los cristales.

– El ruido de una excavadora, pues se puede convertir en música bacalao.

– El sonido de una excavadora es muy horroroso y no me gusta.

– El sonido de la lluvia me parece un tambor ¡bum, bum!

– Pues el canto de los pájaros tampoco me parece música. A mis oídos no me parece música. Me parece naturaleza o algo así, pero música no.

♫ Si llega a escuchar esto último Olivier Messiaen, el patriarca de los compositores actuales, que lo que más le gusta es el canto de los pájaros, ¡menuda se arma! ♫

Erik Satie, aquel genio francés, decía algo todavía más arriesgado: “No podemos dudar que los animales aman la música y la practican. Es evidente. Pero parece que su sistema musical difiere del nuestro. Es otra escuela. No estamos familiarizados con sus trabajos didácticos. Tal vez no tengan ninguno”.

♫ Esto lo acaba de hacer nuestro querido amigo Dominique con su fagot, instrumento de viento bien conocido, imitando una vaca, unos patos, una foca, un ronquido, un mugido. Bueno ¿quién imita a quién? Si el rugido al instrumento o el instrumento al rugido. Si el relincho a la trompeta o la trompeta al relincho. Eso habría que hablarlo. Si entramos a observar el sonido sin analizar de dónde viene nos podríamos detener en aquello que decía el teórico y compositor Pierre Schaeffer: “repetid dos veces el mismo fragmento sonoro. Ya no hay acontecimiento, sino música”  ♫

O sea, con que haya repetición es suficiente para que exista la música. Otras opiniones se inclinan más hacia el silencio, donde encuentran la más bella de las músicas. Los silencios sonoros, los silencios silenciosos, los silencios llenos, los silencios confidentes. John Cage, un músico y filósofo americano, compuso hace 39 años una obra que consistía, ¡fijaos!, en cuatro minutos treinta y tres segundos de silencio. Nada más. Está grabado en disco. Escuchad esta versión  ♫.  Sí, sí, podíamos escuchar una campana. ♫ Ahora estamos oyendo una especie de abeja. En fin, es la versión de un grupo de percusión, que es lo más gracioso. Bueno, era una versión reducida de este 4’33′’ de silencio de John Cage. Sin embargo, compositores como Stravinsky o como el español Luis de Pablo consideran que si no hay hombre, que ordena y crea, no hay música. Todo lo más material agradable, acariciante y placentero, pero nunca arte ♫.

Otro muchos piensan que la música está allí donde quiera cada uno encontrarla. Boecio, un filósofo romano de hace tropecientos años ya decía que “quien penetra dentro de sí mismo, sabe lo que es la música”. O Paul Dukas, el compositor de “El aprendiz de brujo”, quien nos contesta a la eterna pregunta de los secretos que pueda tener la música diciéndonos: “es sólo a la música a quien hay que preguntarle por el secreto de la música. Ella nos contesta a su manera”  ♫.

Bueno, la verdad es que es un verdadero lío. Hay opiniones para todos los gustos. Y si hablamos de gustos, esto ya es el colmo.

 – ¿La música que me gusta más? Jazz, la clásica, pop. En general, todo tipo de música.

– A mí me gusta la música de los rituales negros y de los indios. Vamos, los cánticos religiosos que tienen.

– A mí la que más me gusta es la pop porque no es ni rock ni clásica

– Beethoven, MC Hammer, Mecano.

– A mí la de Emilio Aragón.

– Pues clásica, blues, incluso me gusta el jazz. ¡Ptsse!, de todo, todo hecho con calidad y con sentimiento.

– Si es que a mí no me gusta la música.

– A mí lo que no me gusta es cuando cantan esas gordas.

– No me puedo inclinar. Me gusta tanto la música que me es absolutamente imposible inclinarme por una música frente a otra.

– A mí me gusta el Chiringuito. “Yo tengo un chiringuito al borde de la playa. Lo tengo muy bonito y yo quiero que tu vayas”.

Ya lo dice el refrán: sobre gustos es sobre lo que más se ha escrito. Depende de tantas cosas: de la edad, la educación, el medio en que se vive, la tradición familiar… mil cosas. Os contaré una anécdota. Una vez hace muchos años, cuando todavía no había ni radio ni televisión, ni discos, ni casetes ni nada de esas cosas que hay ahora, vino a Europa un político de Oriente que no conocía en absoluto nuestra forma de vida. Para agasajarle le llevaron a la ópera. Vamos a imaginarnos a La Traviata. Cuando acabó le preguntaron: “¿Qué tal? ¿le ha gustado?”. Y él contestó: “Bueno, es todo muy monótono, casi todo son marchas y cosas de esas. Lo más bonito era lo del principio”. “¿La obertura?” le dijeron. “No, no, no, no. Lo de antes, antes de que saliera el director”.  ♫ Lo que más le había gustado era la afinación de la orquesta, porque se parecía mucho a la música de su país  ♫.

Claro, lo que no se conoce es muy difícil que guste. Yo os voy a confesar que a mí me gusta toda la música. Bueno, casi toda. Le voy a poner un casi de seguridad. Y ese espíritu es el que quiero hacer llegar por las ondas a este espacio, intentando despertar curiosidad por la música en general. Porque ya lo decía ese chico cuando le pregunté qué le parecía qué era la música. Y contestó muy seguro: “todo es música”. Yo estoy completamente de acuerdo con el chaval. Lo que pasa es que hay músicas para dar y tomar, de todos los tipos que nos imaginemos. Vamos a dar un breve repasillo.

Fijaos, las hay hechas para que sean interpretadas por un montón de gente  ♫. O músicas para que sean tocadas por una sola persona  ♫. Hay músicas que se tocan con instrumentos muy complicados  ♫. Y otras que se interpretan por un simple silbido  ♫. Hay músicas estruendosas que se oyen muy fuerte  ♫.  Otras sin embargo se sitúan en el límite de la audición  ♫. También hay músicas que se vienen haciendo igual desde hace muchos, muchos siglos  ♫. Hay otras sin embargo que están compuestas como quien dice anteayer  ♫. Otras, están inventadas por un músico e interpretadas, estrictamente, según la partitura  ♫. O improvisadas al instante  ♫.  O son muy complicadas de entender  ♫.  O muy sencillas  ♫. Músicas que definen a un pueblo  ♫.  Y músicas que definen una religión  ♫.

Sí, sí, hay músicas de todos los tipos posibles. ¿Por qué quedarnos entonces con unas pocas? ¿Tan cortos de miras somos? No, no, en este programa vamos a ir a por todas. Bueno, a por todas las que podamos  ♫.

Y ya que hoy estamos con preguntas ¿una silla normal es un instrumento musical? Antonio Agúndez, compositor madrileño, dice que sí y ha hecho una obra para este singular instrumento: la silla plegable  ♫. ¿Y los papeles y cartones? Lo mismo. El Taller de Música Mundana tiene un “Concierto para papel”  ♫. ¿Y el ruido de las bisagras de las puertas, las que no están engrasadas? Pierre Henry, un famoso compositor hace un montón de años hizo unas “Variaciones para una puerta y un suspiro”  ♫.

Y así podríamos seguir escuchando músicas sorprendentes que se hacen por todo el mundo. O podríamos seguir preguntando ¿por qué me gusta más esto que aquello?, ¿qué es oír y qué es escuchar?, ¿qué es lo que dice la música?, etc. Seguramente no vamos a tener tiempo nadie ni para oírlo todo ni para contestarlo todo. Por mi parte os brindo la posibilidad de meditar sobre estos asuntos media hora a la semana en este espacio. No es mucho pero tal y como están las cosas tampoco es poco  ♫.

A lo mejor este es el inicio de una reflexión sobre qué es esto, qué no es aquello. Sería magnífico. Y como la mejor manera de entender la música es haciéndola, desde aquí os propongo lo siguiente ♫. ¿Podríais hacer una pieza musical con un bolígrafo y una carpeta? ♫ Cuando apaguéis la  radio, escuchad con cuidado todos los sonidos que haya. ♫

¿Os han gustado todas las músicas que han sonado en este espacio? ¿Cuáles no? ¿Por qué?  ♫ Y por último: ¿qué podríamos hacer para que nos guste lo que en principio parece que no nos gusta?  ♫

El próximo día tendremos en SONIDO Y OIDO: DESCUBRE LOS ELEMENTOS  ♫ Observaremos un poco todos juntos el ruido, el sonido, el silencio, el ritmo, la melodía, la armonía, el contrapunto, la forma, el contenido y la coherencia. ¡Buf!¡Demasiao! ♫  No os lo perdáis. Estará como hoy bajo el control de Carlos Arévalo. Hasta entonces, ¡adiós y adiós!

© Fernando Palacios

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01 Ago

00 Sonido y Oído – Guía didáctica

Programa radiofónico  “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

Sonido y Oído – Guía didáctica: En este episodio se informa sobre algunas posibilidades didácticas de «Sonido y oído», así como las relaciones de los programas entre sí, y de posibles trabajos a realizar a posteriori.

Haz clic para acceder a 00-Guia-didactica.pdf

♫ Como se habrá podido comprobar, todos los programas de SONIDO Y OÍDO son diferentes. No  obedecen a un patrón establecido, pues quieren ver el hecho musical desde distintos ángulos. Lo único que tienen en común es que constan de: una introducción, la presentación, el desarrollo del tema y  una conclusión con breves propuestas de trabajo ♫.

Los programas no están ordenados siguiendo progresión alguna, ni tienen entre ellos continuidad; o sea, cada uno es una unidad didáctica. Por lo tanto pueden ser oídos aisladamente sin establecer relación con ningún otro.

♫ Por nuestra parte, en la serie de programas SONIDO Y OÍDO ha habido muy poco margen a la improvisación. Todo su contenido, palabra, tipo de expresión, selección musical, montaje… ha sido sometido a minucioso cálculo. Puede observarse fácilmente que hay programas con mucho texto, otros con más música, unos con muchos ejemplos sonoros cortos, y otros con pocos y algo más largos. Todo esto es porque, además de estar planificados como clases de media hora, no dejan de ser en ningún momento programas radiofónicos de entretenimiento dirigidos tanto a niños como a mayores, con o sin formación musical ♫.

No todos los programas tienen la misma dificultad de escucha. Hay algunos más difíciles de oír que otros. En ello influye, naturalmente, la materia de que se trata. Unas veces por dificultad propia del tema, como es el caso del ritmo o el silencio, y otras por la densidad de la información, como los programas dedicados a la sonata o a la repetición. En la mayoría de los casos se recomienda varias audiciones, más o menos espaciadas de un mismo programa, pues es posible que muchos conceptos y detalles musicales pasen desapercibidos en una primera escucha ♫.

Una gran parte de los programas, no todos, puede ser seguida con un buen aprovechamiento por niños de nueve años en adelante. Eso sí, si han sido suficientemente motivados y si en ellos se han creado previamente hábitos de atención. Con niños de más de once años, estos programas no deberían, en principio, presentar ningún problema para su comprensión. En edades superiores, pueden utilizarse como termómetro para medir su grado de permeabilidad a la música, de sensibilidad hacia los sonidos y de capacidad de atención con los oídos ♫.

Del mismo modo que SONIDO Y OÍDO se ha servido constantemente de fragmentos musicales troceados y ordenados a gusto, quien quiera utilizar para su trabajo docente esta serie queda con plena libertad para servirse de ella como considere oportuno, troceando, invirtiendo y ordenando las casetes a su antojo. Puede ser utilizada en la docencia de muy distintas maneras:

1) Como aportación sonora: su selección musical es prolija y enormemente amplia. Pueden encontrarse músicas de todos los continentes y épocas agrupadas de diferentes maneras. La intención ha sido ofrecer un buen panorama de la música de todo el mundo  ♫

2) Como aportación de ejemplos específicos: hay programas como Pulso y ritmo, Microbios y gigantes o Un  asunto de perspectiva, que contienen ejemplos especialmente realizados para ellos por flauta, fagot, cello, violín y piano. Dichos ejemplos son susceptibles de ser utilizados de distintas maneras  ♫.

3) Como fuente de inspiración temática: sus planteamientos pueden despertar en los oyentes iniciativas imprevistas. De la misma forma que se muestran audiciones musicales tomando como hilo conductor temas diversos, como fuego, la noche y el día, o el hombre del tiempo, cada profesor puede organizarse otras audiciones musicales con temas de su cosecha, más afines a sus necesidades y gustos  ♫.

4) Como esquema a desarrollar: la mayoría de estos programas están muy concentrados y admiten audiciones partidas, con comentarios intermedios e incluso desarrollos de cada uno de sus puntos y secciones. En este sentido creo que son de especial interés las introducciones de cada uno de los programas, pues son especialmente interesantes  para organizar actividades, comentarios y desarrollos  ♫.

 5) Como germen sonoro a ampliar: al estar hecha la selección musical a base de fragmentos muy cortos por razones de tiempo y ritmo radiofónico, se recomienda a quienes quieran utilizar estos programas en la preparación de clases que, sin ningún temor, amplíen con una selección musical propia los momentos que consideren oportunos  ♫.

6) Como pretexto y acicate: su simple audición debe desencadenar conversaciones, discusiones y coloquios sobre música y, sobre todo, puede incitar a componerla e interpretarla  ♫.

 7) Como inicio o colofón de actividades musicales: a partir de la escucha de un programa de la serie pueden planificarse trabajos y ejercicios derivados de él. Del mismo modo, cada programa sirve de colofón a actividades previas programadas bajo el mismo tema  ♫.

Para quienes se acerquen a SONIDO Y OÍDO con interés metodológico observarán que, dentro de un esquema muy general, se pueden agrupar los programas en siete apartados:

1. El que se refiere a instrumentos musicales, que son: 

2. Programas que tratan del fenómeno musical: asuntos de análisis o estética musical muy “sui géneris”.

 3.  Programas que hablan de percepción musical

4.  Los que están hechos basados en una selección musical siguiendo un hilo conductor

 5. Los cuentos musicales

6.  Programas que incitan a cantar y bailar

7.  Otros

Confío que estas 40 horas de material didáctico musical puedan ser de interés y aprovechamiento a los diferentes estamentos docentes que tienen su objetivo en la música.

© Fernando Palacios