09 Oct

El oído atento – Nace una orquesta

Nace una orquesta

Para escuchar el programa de radio, pincha AQUI

Nace una orquesta. Comenzamos nuestro programa con una Orquesta Clásica. No tiene trombones, ni tuba…  y hay sólo 27 músicos. ¿Por qué no hay más?… Porque interpretan una obra del clasicismo, que necesita tan sólo una orquesta clásica, no una romántica. Ésta es música del siglo XVIII, y no del XIX o XX.

Es impresionante escuchar cómo la orquesta va desapareciendo, de qué manera se le escapa la vida a cada uno de sus órganos: la respiración de los instrumentos de viento, el latido del corazón de la cuerda. Una cosa es cierta: escuchando y entendiendo cómo se escapa la vida, también comprendemos mejor lo contrario: cómo surge. Por eso el programa de hoy no se titula “Muere una orquesta”, sino “Nace una orquesta”.

Cuatro historias donde se cuentan diferentes formas de hacer nacer o morir una orquesta: Haydn (Sinf. 45), J. Strauss (Perpetuum mobile), Ravel (Bolero) y Rimsky-Korsakov (Capricho español)

Guión completo en LA BRÚJULA AL OÍDO

© Fernando Palacios
(12/12/2010)

12 Sep

El niño y los sortilegios

 El niño y los sortilegios

Ópera contada y cantada en versión camerística

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. La historia de un niño malo                                              . Dirección musical: José Gómez
. Producción de la “Escuela Superior de Canto”               . Música: Ravel:  L’enfant et les sortilèges
. Piano, coro y solistas                                                          . Libreto: Colette
. Adaptación y Texto: Fernando Palacios

Colette, la artista francesa que escribía novelas, tocaba el piano y bailaba en el cabaret, ideó el argumento de un ballet donde los objetos y animales de una casa toman vida y se vengan de las perversas acciones de un niño. Sobre esta historia, Ravel construyó un espectáculo lleno de sutilezas, a medias entre el cuento de hadas, la ópera y el ballet. El resultado es una mágica obra maestra, diferente a todas las óperas, en la que cantan pájaros, roedores, insectos, batracios, muebles y ornamentos al son de los ritmos que estaban de moda hace un siglo.

Al reducirse las grandes dimensiones del original a una “ópera de cámara”, la escena y los personajes se nos acercan hasta casi tocarlos, y la orquesta se sublima en un piano que  nos ofrecen un despliegue inusitado de colores sonoros. Un espectáculo para los cinco sentidos.

“Me da la sensación de que los objetos que nos rodean son cada vez más listos. Seguramente os habrá pasado también a vosotros: vais a coger la taza de chocolate y, de pronto, se mueve un poco, como si estuviera viva; incluso a veces se suicida tirándose al suelo de cabeza. ¡¿Que no?!… ¡pues sí, ocurre! Y no son encantamientos, ni brujerías, son cosas normales que cada vez pasan más: miras la lámpara y parece que se mueve, el reloj de pared acostumbra a guiñar un ojo, la silla de todos los días se queja cuando nos sentamos y el piano suena cuando menos te lo esperas.”

En «El Oído Atento» dediqué un programa de radio dedicado a «El niño y los sortilegios», disponible para su escucha AQUÍ