12 Sep

El niño y los sortilegios

 El niño y los sortilegios

Ópera contada y cantada en versión camerística

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. La historia de un niño malo                                              . Dirección musical: José Gómez
. Producción de la “Escuela Superior de Canto”               . Música: Ravel:  L’enfant et les sortilèges
. Piano, coro y solistas                                                          . Libreto: Colette
. Adaptación y Texto: Fernando Palacios

Colette, la artista francesa que escribía novelas, tocaba el piano y bailaba en el cabaret, ideó el argumento de un ballet donde los objetos y animales de una casa toman vida y se vengan de las perversas acciones de un niño. Sobre esta historia, Ravel construyó un espectáculo lleno de sutilezas, a medias entre el cuento de hadas, la ópera y el ballet. El resultado es una mágica obra maestra, diferente a todas las óperas, en la que cantan pájaros, roedores, insectos, batracios, muebles y ornamentos al son de los ritmos que estaban de moda hace un siglo.

Al reducirse las grandes dimensiones del original a una “ópera de cámara”, la escena y los personajes se nos acercan hasta casi tocarlos, y la orquesta se sublima en un piano que  nos ofrecen un despliegue inusitado de colores sonoros. Un espectáculo para los cinco sentidos.

“Me da la sensación de que los objetos que nos rodean son cada vez más listos. Seguramente os habrá pasado también a vosotros: vais a coger la taza de chocolate y, de pronto, se mueve un poco, como si estuviera viva; incluso a veces se suicida tirándose al suelo de cabeza. ¡¿Que no?!… ¡pues sí, ocurre! Y no son encantamientos, ni brujerías, son cosas normales que cada vez pasan más: miras la lámpara y parece que se mueve, el reloj de pared acostumbra a guiñar un ojo, la silla de todos los días se queja cuando nos sentamos y el piano suena cuando menos te lo esperas.”

En «El Oído Atento» dediqué un programa de radio dedicado a «El niño y los sortilegios», disponible para su escucha AQUÍ

25 Ago

LAS ÓPERAS DEL REAL PARA LOS MÁS JÓVENES

Las óperas del Real  Las óperas del Real para los más jóvenesLas óperas del Real para los más jóvenes   Las óperas del Real

ME LO PIDO

Fernando Palacios. Ilustraciones de Jesús Gabán. Editorial Agruparte. Vitoria 2002

PRÓLOGO de Juan Ángel Vela del Campo

EL PLACER DE CONTAR
Hace algo más de una década, la editorial Anthropos editó en su colección Ámbitos Literarios un librillo de desconcertante título: “Los grandes relatos”, del gran escritor José Jiménez Lozano. Digo desconcertante pues las narraciones no sobrepasaban en su mayoría las tres o cuatro paginas de extensión. No eran lo que normalmente se entiende por grandes relatos. Por si fuera poco, en ellas se hablaba de las cosas cotidianas de la vida: las gafas de leer, el grajo, el árbol, el reloj, el forastero, el concurso, el espejo, el molino, los malos pensamientos  y, por supuesto, personajes como la señorita Obdulia, el señor Torres o el Abilito. Eran todas historias cortas, pero, ay, eran conmovedores retazos de vida, eran grandes, grandísimos relatos detrás de su apariencia humilde.

Al leer juntos los comentarios de Fernando Palacios sobre las óperas representadas, o, en su momento a representar, en el teatro Real de Madrid, el inconsciente me ha llevado de inmediato, tal vez por el formato, a los grandes relatos de Jiménez Lozano. No es que el estilo literario de los dos autores sea parecido, pero ambos coinciden en, al menos, tres aspectos: el placer inconmensurable de contar historias al calor del fuego bajo; la sencillez, o, lo que es tan importante o más, la absoluta falta de pedantería; y un cierto tono de escribir para los demás en vez de mirarse el ombligo, algo, por otra parte, tan frecuente. Vaya, pues, por delante que tengo también como grandes relatos los comentarios de Palacios a propósito de las óperas del Real.

Fernando Palacios posee un fino instinto didáctico, que se traduce en una aguda capacidad de síntesis, en una obsesión por los mecanismos de la escucha y en un deseo espontáneo de compartir lo que sabe. El sentido estructural de sus análisis insiste en la claridad evitando la simplificación. Cuando afirma que Puccini reunía todas las cualidades necesarias para arrasar con el público, lo sostiene en base a “un conocimiento superlativo de cómo funciona la escena teatral, una vena melódica típicamente italiana que hipnotiza a quien escucha, dotes para sacar el máximo rendimiento de las voces, sabiduría para extraer de la orquesta destellos luminosos, y arte inigualable para crear heroínas de carne y hueso”. De Massenet, por ejemplo, subraya “la gracia lánguida, sensual y seductora de sus melodías románticas; el dramatismo sofocante de la acción y lo divinamente bien que suena la orquesta”. Y lo mismo incita en sus páginas a la curiosidad por la música de nuestros días, que se detiene en divagar por qué “Così fan tutte” o “La traviata” nunca se traducen del idioma original, mientras es más natural decir en castellano títulos como “El barbero de Sevilla” o “El ocaso de los dioses”.

La amenidad de Fernando Palacios, tan curtida en mil batallas escolares y orquestales, se traslada sin esfuerzo aparente a sus relatos. Hay una cierta ilusión de infancia recuperada en unas descripciones cuya ingenuidad es solo aparente. Detrás de todo ello hay mucho conocimiento y, sobre todo, mucho amor.

La óperas quedan así un poco desmitificadas de su aparato trascendental aunque ganan en proximidad con “un suave no sé qué, un cierto encanto”. Encanto que también poseen las ilustraciones de Jesús Gabán, muy apropiadas al tono de amabilidad que el libro posee. Con todo ello, la sonrisa se impone y el placer de leer se corresponde de inmediato con el placer de contar.

INTRODUCCIÓN

Durante la temporada 98-99, el por entonces Director de Comunicación del Teatro Real, Tomás Martín de Vidales, me encargó que añadiera unos comentarios a las últimas páginas de los programas de mano de las funciones de ópera. El objetivo era que dichos comentarios pudieran ser entendidos por aquellos jóvenes y niños -no muchos, seamos realistas-, aficionados incipientes que acuden a la ópera. Para ilustrar el texto con dibujos adecuados propuse al especialista Jesús Gabán, cuyo trabajo conocía gracias a su colaboración en el cuento El Planeta Analfabia, de Carmen Santonja. Y así comenzó esta experiencia, que ha durado cuatro años.

Todos conocemos lo arduas y engorrosas que son las sinopsis de las óperas (la finalidad de contar demasiadas cosas en poco espacio las convierten en criptogramas paraliterarios), la prosa ministerial de los curriculum de los artistas y la erudición de los comentarios de los programas de mano. Justamente de ese estilo enrevesado queríamos huir. Por ello partimos de la idea de redactar unos textos con un lenguaje comprensible para los públicos “no conocedores” que, huyendo de la trivialidad, procuraran iniciar y entretener a los jóvenes, sin por ello hacer enrojecer a los más expertos.

El trabajo comenzó a tomar un cierto protagonismo. La sorpresa llegó cuando se observó que no sólo los más jóvenes miraban las imágenes y leían los comentarios del programa de mano -o invitaban a sus padres a que se los leyeran-, sino que muchos adultos, algunos de reojo y otros sin disimulo alguno, se detenían a curiosear la pequeña sección. Es cierto que algunos aficionados ponían el grito en el cielo, al sentirse heridos por la inmediatez y descaro de los comentarios -no digo que sin razón-, mientras que otros celebraban esa posibilidad que se les brindaba de comprender algunos mecanismos operísticos que hasta entonces nadie se había entretenido en explicarles. Lo más curioso fue el día en que nos sorprendimos escuchando que durante las retransmisiones radiofónicas de las óperas por Radio Clásica, el comentarista leía parte de estos mismos textos. Lo cierto es que, por una razón u otra, la sección Para los más jóvenes nunca ha pasado desapercibida.

Los textos que reúne este libro han sido sacados de dichos programas de mano y agrupados por compositores de manera más o menos cronológica. Cada uno de los comentarios suele tener varios capítulos breves, de los cuales el último siempre es la reducción al formato de cuento tradicional del drama o comedia que trata cada obra. En cuanto a los primeros, hablan de características del género, de particularidades de su historia, de los autores y sus obras, y de la ópera que se trae entre manos. Si alguien tuviera la ocurrencia de leer seguidos estos primeros minicapítulos, podría llegar a hacerse una idea general de en qué consiste este extraño, pero familiar, fenómeno de la ópera. En cualquier caso, estos textos sólo pretenden ejercer de plataformas de acceso, de ventanas que permitan iluminar aspectos oscuros del arte de la ópera, en ningún caso ansían suplir la experiencia de una representación: más que ningún otro espectáculo, la ópera es el invento más cercano al arte total y, por tanto, el que transmite experiencias más intensas y permite un sinfín de interpretaciones y relaciones entre las artes.

Supongo que estos textos pueden ser útiles en educación musical: están listos para leerse en clase, pueden utilizarse como base de trabajos escolares y, sobre todo, pueden servir para animar a niños, jóvenes y adultos a perder el miedo y entrar en el excitante mundo de la ópera. Para completar los comentarios, he añadido un capítulo final en el que se indica una discografía básica de cada obra (es obvio que en ella no figuran las óperas nuevas que no poseen registro fonográfico).

Mientras escribo esta introducción me comunican del Teatro Real su intención de prescindir en adelante de esta experiencia. Nada podemos hacer, sólo alegrarnos con la aparición de esta edición que, a su manera, deja constancia de un trabajo que en su momento fue útil a quienes asistieron al teatro, y que ahora puede ser disfrutado por todos los públicos.

Fernando Palacios, 2002

Índice

  1. Orfeo
  2. Celos aún del aire matan
  3. Don Giovanni23
  4. Cosi fan tutte
  5. La flauta mágica
  6. Fidelio
  7. La Cenerentola
  8. Lucia di Lammermoor
  9. La Sonámbula
  10. Ernani
  11. Rigoleto
  12. Il Trovatore
  13. La Traviata
  14. La Forza del destino
  15. Don Carlo
  16. Otello
  17. Falstaff
  18. Tannhaüser
  19. Tristán e Isolda
  20. Maestros Cantores
  21. El oro de Rin
  22. Parsifal
  23. Sansón y Dalila
  24. Manon
  25. Werther
  26. Margarita La Tornera
  27. La Bohème
  28. Madame Butterfly
  29. Peleas y Melisande
  30. Elektra
  31. El caballero de la rosa
  32. Babel 46
  33. El niño y los sortilegios
  34. Guerra y Paz
  35. Lady Macbeth de Mtsensk
  36. Don Quijote
  37. La Señorita Cristina

 

11 Ago

28 – Sonido y Oído – Música y Teatro

Programa radiofónico  nº 28 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

El teatro y la música tienen muchos puntos en común: se desarrollan en el tiempo; se escriben, leen y estudian; se interpretan; se hacen en edificios parecidos; y lo más importante: hay muchos espectáculos que se hacen con música y teatro.

Haz clic para acceder a 28-Musica-y-teatro.pdf

♫ ¿Sabéis lo que me ocurrió ayer? ¡Me tocó la lotería!. ¡Cómo lo oís! Lo que fue terrible es que había guardado el décimo premiado en el bolsillo de un chaleco precioso que tengo y cuando fui a cogerlo no estaba en casa. Mi madre lo había llevado a la tintorería. Casi me da un patatús. Al final hubo suerte porque mi hermano se lo puso para ir a una fiesta antes de que mi madre llevara toda la ropa a la tintorería. De esta manera pude recuperar el décimo. De todos modos lo pasamos fatal.

♫ Esta misma anécdota os la voy a contar ahora de otra manera.

Ayer me ocurrió el caso más curioso de mi vida. Estaba buscando mi chaleco y no lo encontraba. Le  pregunté a mi madre:

– Mamá, mamá ¿tú sabes dónde está mi chaleco?  Si, si, el chaleco, el único que tengo.

– En la tintorería, me contestó.

– ¿En la tintorería? ¿Has mirado en los bolsillos?

– No, yo  nunca miro, dijo.

– ¡Pues mira qué bien! Había un billete de lotería que me ha tocado.

¡Madre mía, qué berrinche! ¿Sabéis al final lo que pasó? Que entró por la puerta mi hermanito con el chaleco puesto, que lo había cogido para ir a una fiesta.

– ¡Oye Fernando!, me dijo, en este bolsillo hay un billete de lotería, no sé si sabes; tómalo no vaya a ser que esté premiado.

♫ Esto ha sido la misma historia contada de dos maneras distintas. La primera la he contado de forma narrativa, o sea, he referido lo ocurrido sin repetir palabras exactas ni imitar a los protagonistas. La segunda versión, sin embargo, era mucho más teatral; he revivido un poco los personajes, he actuado.

La primera forma era narrativa. La segunda, teatral. Esa era la diferencia. Puede decirse que todos hacemos teatro a diario: nos demos cuenta o no nos demos cuenta. Tendemos a representar lo que vemos y lo que oímos. Incluso a veces lo revivimos intensamente: entonces hacemos teatro. Claro que para eso es necesario que alguien nos haga caso. Por ejemplo, vosotros sois los espectadores, por eso os lo cuento, porque estáis escuchando. Ésta es la forma más elemental del teatro. Siempre que hay interés por lo que ocurre a nuestro alrededor y arte para mostrar lo más interesante, ¡hay teatro!

♫ Para relatar una historia o representarla se necesita algo de tiempo. Una anécdota se puede contar en un momento, en un plis-plás y se acaba. Pero para describir la vida de una persona, por ejemplo, se precisa de mucho más tiempo. A la música le pasa lo mismo. Una canción es breve, se acaba pronto, pero una sinfonía, donde hay partes diferentes, temas y desarrollados, dura mucho más

♫ El teatro y la música no sólo se parecen en que se desarrollan en el tiempo y en sus distintos tamaños, tienen otros puntos en común. Normalmente la música y el teatro se escriben, después se leen y se estudian, y más tarde se interpretan. Los autores se sirven de intérpretes para mostrar su arte a los espectadores. También hay músicas y teatros que se improvisan, e incluso que se transmiten de boca a boca.

 

♫ Los dos son espectáculos que se hacen en edificios especiales que se llaman teatros, donde hay escenario, patio de butacas, plateas, camerinos.

♫ Y lo más importante: hay muchos espectáculos que se hacen con música y teatro.  ♫ En fin, hoy nuestro programa se ocupa de la MÚSICA Y TEATRO.

♫ La historia que os he contado al principio de dos formas diferentes, ¿os acordáis? Bueno, pues no era cierta. ¡Qué más quisiera yo que me hubiera tocado la lotería! La verdad es que es un cuento que se inventó a principios de siglo Ramos Carrión y le puso música Chueca. Es una forma de teatro musical, o sea, una obra de teatro que también es una obra de música. Las dos cosas encajan perfectamente, porque el autor del texto se adaptó a las exigencias musicales y el compositor a las teatrales. El resultado: una obra humorística que pertenece al estilo que llamamos GÉNERO CHICO y se titula El chaleco blanco. Una maravilla.

♫ Las historias, historietas y acontecimientos se pueden narrar fríamente como lo hacen los noticiarios de la radio ♫. También se pueden narrar con acompañamiento musical ♫. Algunas historias se teatralizan sin música, como el teatro normal, el teatro clásico ♫. Otras historias se cantan ♫. Y por fin, se puede hacer todo junto: contar algo cantando, actuando, declamando, bailando, con escenografía, decorados y una música compuesta especialmente para cada momento.

♫ La música y el teatro se llevan muy bien entre sí, desde siempre, además. Aunque los dos viven perfectamente separados, también viven estupendamente juntos; seguramente porque la música tiene mucho de teatro y el teatro mucho de música. No hay más que ver un concierto de una orquesta sinfónica por ejemplo: todos los músicos vestidos para la representación, el director moviéndose en el podio, los espectadores en silencio ♫. O en un concierto de rock: los artistas vestidos de formas estrambóticas, las luces, el humo, los movimientos de todos… no cabe duda: hay mucho teatro en la música.

♫ En el teatro los actores a veces gritan, otras susurran, hay silencios de tensión, entonaciones diversas, ritmo… tampoco cabe duda: hay mucha música en el teatro.

♫ En la mayoría de las civilizaciones de la tierra ha habido, hay y habrá teatro musical. Además del mismo modo que hay gentes, formas de vida e historias de todos los tipos: hay teatros musicales para todos los gustos imaginables. En el Sur de la India, en Kerala hay un teatro bailado llamado Kathakali, es sólo de hombres y requiere una formación impresionante; empiezan a estudiar a los seis años. En este teatro el recitado, el mimo, la música y la danza son indisolubles ♫. En la China existe el espectáculo más antiguo que se conoce: la Ópera china. Es un espectáculo gigantesco que tiene de todo: circo, malabarismo, danza, máscaras, canto, escenas, trajes, orquesta y muchísimo maquillaje ♫. En Corea hay un teatro musical muy característico llamado P’ansori. Es completamente distinto a la ópera china. Éste dura por lo menos seis horas y sale un solo intérprete que lleva un abanico: representa una historia con el acompañamiento de un solo tambor ♫. En Japón hay dos tipos de teatro musical: el popular, llamado Kabuki, y el más clásico que se llama Noh. Este último es un drama lírico de origen muy antiguo.

♫ En África los ritos religiosos y las aventuras cantadas son formas de teatro que se transmiten de generación en generación. Se dice que cuando un anciano africano muere es como una biblioteca que se quema.

♫ En  Europa y en Norteamérica tenemos muchos géneros teatro-musicales diferentes. El Musical de Broadway o la conjunción de comedia, baile y canciones ♫. La Ópera rock, la música joven con guión teatral ♫. La Opereta vienesa: alta sociedad, nobleza, valses y finura ♫. El Singspiel alemán: entre los diálogos de la función, canción tras canción ♫. El Vodevil francés es un espectáculo de variedades, o sea, teatro con números de cualquier género ♫. Y la Zarzuela española, nuestro teatro lírico con partes habladas y partes cantadas.

♫ Hay otros muchos géneros que me dejo como el Music-hall, el Masque, la Tonadilla escénica, la Revista, la música escénica y otros muchos. Pero no importa demasiado porque: ¡Señoras  y  señores, niñas  y  niños, os presento el espectáculo rey del teatro musical: la Ópera!

♫ Alrededor de 1600 se estrenaron en unos palacios italianos unas fábulas con música que son consideradas las primeras de la historia occidental. Como este Orfeo de Monteverdi.

♫ Esto no quiere decir, ni mucho menos, que antes de 1600 no hubiera en Europa teatro musical. Los griegos y romanos utilizaban música en sus tragedias y comedias;  y en la Edad Media aparecieron los dramas litúrgicos, como este Misterio de Elche.

♫ Han pasado ya cuatro siglos desde la primera ópera. Desde entonces se han compuesto más de treinta mil, de las cuales cien son extraordinarias y se siguen representando.

♫ Hay óperas barrocas, clásicas, románticas, nacionalistas, contemporáneas. Hay óperas en todos los idiomas: en francés, en inglés, en alemán, en italiano, en ruso, en checo, en polaco. Hay óperas trágicas, dramáticas, gloriosas, cómicas… En fin, hay de todo: largas y cortas, amenas y pesadas, grandiosas y pequeñitas. Es un estilo de teatro musical que ha dado y está dando mucho de sí. Seguramente es la forma de arte escénico y musical más elevada de nuestra cultura.

♫ Para que una obra se ponga en marcha es necesario que un escritor y un músico trabajen durante mucho tiempo juntos, que un teatro de ópera estrene la obra, que un público pague una buena cantidad de dinero por la entrada y que le guste a todo el mundo, especialmente a la crítica de teatro y a la crítica musical, naturalmente. También es necesario que una orquesta sinfónica (de unos cien componentes), un coro (otros cien más o menos), un ballet (algunos menos pero por lo menos más de cincuenta), figurantes, tramoyistas, productores, regidores, carpinteros, decoradores, pintores, modistas, diseñadores, maquilladores, directores de escena, directores musicales, programadores… y por supuesto los cantantes, que en la mayoría de la veces son los que atraen al público a la ópera. Como veis, la ópera es el espectáculo más caro que hay.

♫ Hay otras muchas formas de relacionarse la música y el teatro muy distintas a la ópera. En estos breves momentos que quedan os voy a contar algunas. ♫ La obra Match de Mauricio Kagel es una competición entre dos violoncelistas. El árbitro es un timbal. Tom Johnson tiene un ópera titulada Ópera de cuatro notas; y como su título indica sólo se cantan cuatro notas de la escala. Luciano Berio escribió su Secuencia Quinta para Trombón solo: el trombonista además de tocar tiene que hacer gestos, hablar y hacer otras muchas cosas.

Los hapenings, performances y demás espectáculos multimedia que están en la mitad de distintas cosas, tienen como misión poner sobre el escenario los actos más insólitos: pianistas que comen bocadillos, flautistas que no tocan ni una sola nota, cantantes que actúan y no cantan. Algunas de estas acciones músico-teatrales irritan muchísimo al público, aunque siempre hay alguien que se interesa e incluso que se divierte.

Amigos, punto y final. Nuestro programa de música y teatro se acabó. El tema para la semana que viene es muy interesante. Será el siguiente:

¿OIMOS? ¿ESCUCHAMOS? ¿ENTENDEMOS?

En los magnetofones, compactos, platos, estuvo Carlos Arévalo.

Hasta entonces, adiós y adiós.

http://fernandopalacios.es/28-sonido-y-oido-musica-y-teatro/

© Fernando Palacios

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