08 Oct

El arte de escuchar

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23 Sep

El oído atento – A A B A – (La repetición)

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Para escuchar el programa, pincha AQUI

El oído atento – AABA: A la hora de hablar de algo que se refiera a las formas musicales, debemos partir de una base muy elemental. El sistema que la música utiliza para orientar el oído es la repetición. La repetición, a su vez, se detecta gracias a que tenemos memoria y la memoria es la que nos dice: esto es nuevo, esto no, esto se parece a lo de antes, esto es repetición de lo que hemos escuchado hace un rato, etc etc

Se puede decir, por tanto, que la música es un juego entre repetición y memoria. Los sonidos repiten, para que la memoria los detecte.

La repetición es cómoda para todos. Para el autor, así hace que sus ideas musicales se puedan escuchar varias veces; y para el oyente, que siempre desea volver a escuchar lo que le gusta. ¡Hombre!, y para el intérprete, así tiene que estudiar menos.

La música que siempre es nueva, dificulta la escucha. Al no poder entrar en funcionamiento la memoria, reina el desconcierto.  

© Fernando Palacios
(08/05/2011)

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Acceso al listado de programas «El oído atento»

24 Ago

En el principio era el ritmo

EN EL PRINCIPIO ERA EL RITMO

 Texto para la exposición “Euritmia” de José Carlos Díaz de Cerio
Uno2tres galería de arte. Pamplona. 2008
Fernando Palacios

Cuando el ser humano miró el mar, puso sus manos sobre el pecho, y observó los astros, el día y la noche, las estaciones y los climas, comprobó que en todas partes existía un ordenamiento del tiempo; que todos los fenómenos obedecían a un orden y a una proporción: se dio cuenta de que había algo que impedía que la segunda ola llegara antes que la primera, que los días tuvieran duraciones variables, que el corazón no dejara de latir. Ese algo era el ritmo, una substancia que estaba en todas las actividades del tiempo. Siguió observando. Encontró leyes de equilibrio en los copos de nieve, en las espigas, en las hileras de hormigas; y también en su respiración, en el pulso, en todas las actividades de su organismo. Entonces se dio cuenta de que el ritmo lo invadía todo, de que estaba en todas partes, incluso en el amor.

“En el principio era el ritmo”. Esta frase de Hans von Bulow -importante director de orquesta del siglo XIX- nos sitúa en la antesala de la creación, en ese instante previo a que se forme el primer agujero negro. Antes de todo, antes del mundo, antes de “antes” estaba el ritmo. De él estamos constituidos, con el vivimos, y con él jugamos y trabajamos. Sin ritmo (si fuera posible tal cosa) nada tendría gracia, nada importaría. Eso lo sabe muy bien nuestro artista.

Cuando José Carlos se sitúa frente a su coro, levanta las manos y se hace el silencio, invoca a las eternas leyes del mundo, a las coordenadas que mantienen la vida. Con el movimiento de sus manos, la condensación de ritmos, retenida un instante por él, se dispersa en un orden que, aunque preestablecido por el creador, siempre es nuevo y original. El ritmo se hace arte y comunicación. Toda la geometría secreta y el cálculo matemático que mantiene viva la obra musical se traduce en belleza, y a través de ella nace una semilla de entusiasmo que crece en la misma proporción que lo hará la música.

Cuando José Carlos se sitúa frente a su diseño, se concentra, acerca sus pinceles al lienzo silencioso, y vuelve a invocar a las mismas leyes del mundo. Y los ritmos nuevamente se ponen a trabajar, hasta alcanzar el orden preciso. Otra vez el ritmo se transforma en arte y comunicación. No es necesario que se entienda toda la aritmética oculta, que adivinemos las proporciones exactas (tan queridas por el autor), pues las travesías de líneas y los recintos de color nos hacen disfrutar de una danza de los cinco sentidos que nuestro cuerpo (más que nuestra mente) reconoce como suya, ya que forma parte de todas nuestras sustancias.

Tiempo, espacio y movimiento; he ahí tres parámetros sobre los que se asientan la vida y el arte. Como todo lo fundamental de la existencia, son sencillos de constatar, pero difíciles de describir. Los vivimos, pero que nadie nos pida que les expliquemos cómo son; a pesar de que el género humano está construido a base de estos parámetros, sólo hay una cosa que nos permite penetrar en ellos para dar respuesta a nuestras constantes preguntas: el arte. El arte se desarrolla y juega con estos parámetros; es más, nos permite acercarnos con ellos a los misterios insondables de la vida al margen del razonamiento. La obra artística, independientemente de su procedencia, nos anima a instalarnos en ellos, a disfrutarlos en su conjunto en una dimensión desconocida. Allí, en su comunicación más profunda, los parámetros entran en conflicto, se confunden e intercambian: tiempo, espacio y movimiento pierden sus fronteras y confluyen, disueltos, en un lugar sin nombre más allá de toda explicación.

En ese conflicto de parámetros se encuentra la vivencia artística. La escultura –arte nacido en el espacio– tiene su tiempo, del mismo modo que una música –que se mueve en el eje del tiempo– posee su espacio. En la percepción, los parámetros se intercambian: aunque cada arte se evidencia en uno o varios de ellos, trasmiten sus misterios a través de los demás.

En ese conflicto de parámetros vive José Carlos. Primero escucha la trayectoria de sus líneas perfectas, las ve viajar por el espacio sonoro del tiempo, luego busca quien le hagan compañía y jueguen con ella, examina la proporción armónica exacta en la que pueden convivir, y deja que las leyes del ritmo hagan su labor. O quizás sea lo contrario, o al revés: puede que sea un timbre inicial, un color, el que le llame a arrebato, dicte las normas de conducta y construya un andamio sólido donde se vayan moviendo sus melodías rectas y exactas.

La artista plástica Laura Terré proponía en Los dibujos del sonido –curso de integración música-plástica– el siguiente enunciado: “La notación musical puede ser el nexo o excusa para integrar los lenguajes sonoro y visual; la partitura es un cuadro y todos los cuadros pueden sonar”. Y más adelante agrega: “Es importante observar que la mayoría de los nexos que encontraremos entre el sonido y el cuadro, entre las artes plásticas y la música, tienen su origen en una formulación verbal. Es la poesía (como búsqueda y expresión de imágenes interiores que resumen una experiencia inexpresable/indecible) la que ofrece las sugerencias para el trasvase de la experiencia estética que tiene su origen en el cuadro a la experiencia musical, o viceversa”. En efecto, ahí se encuentra José Carlos, en ese punto de encuentro, en ese término amplio y ambiguo que es la poesía.

Por esa razón, todos los espacios interesan a nuestro poeta, y en todos ellos interviene: desde la rotunda proporción microscópica de un insecto, o la tipología de un libro antiguo, hasta la instalación de los cuadros en las dimensiones de la galería. En todos los tinglados investiga el nacimiento de las leyes rítmicas que rigen todos los órdenes. En realidad -aunque él a lo mejor todavía no lo sabe- no importa demasiado si interviene en un lienzo, en un libro o en una partitura… Más adelante puede que fije su mirada de águila y su oído de centinela en una alfombra persa, en una hoja de helecho o en la pupila de uno de sus hijos, al fin y al cabo estará haciendo lo que ha hecho siempre: bucear en los misterios del ritmo. Y siempre trabajará como lo hace ahora, con una precisión quirúrgica y una técnica propia que sobrepasa a la del más meticuloso miniaturista. José Carlos riza el rizo y hace el más difícil todavía: someter al óleo a la técnica exacta y poética del tiralíneas.

Es fascinante recorrer este micro(macro)cosmos, dónde no sabemos si lo que vemos es música, si lo que oímos son dibujos, si lo representado es un destello de moléculas o de nebulosas, si son códigos de barras con doctorado en estética o recorridos imaginarios de insectos. Miramos y escuchamos sus ritmos, entramos en la profundidad de sus colores y no sabemos si debemos buscar la respuesta en las obras expuestas o en nosotros mismos. Misterio. Pero de algo sí estamos seguros: sólo alguien que es capaz de ver con sus oídos las sendas de los sonidos de un motete puede luego imaginar estas maravillas. El artista abre ante nosotros algunos de sus paraísos para que nos instalemos en ellos y sigamos la exploración que él ha iniciado con tanto acierto.

(Parte de estos textos han sido entresacados por el autor de su artículo “Vivir y educar en el arte” y del programa de radio “Pulso y Ritmo”)

© Fernando Palacios, 2008

 

01 Ago

01 ¿Qué es?, ¿qué no es?

Programa radiofónico  nº 1 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

Se pone en cuestión el término ‘música’, por medio de ejemplos sonoros, encuestas y reflexiones de famosos personajes. Se observa la música de la naturaleza, el silencio, el orden, los gustos, las músicas extrañas… Y se saca una conclusión: todo es música.

Haz clic para acceder a 01-Que-es-que-no-es.pdf

 ♫   Rabindranath Tagore, poeta indio, escribió: “En el principio los balbuceos de la creación resonaron en el lenguaje de las aguas, en la voz del viento”.

♫  ¿La música es invención humana o es anterior al hombre? ♫ Y aquí llega el enigma: ¿Esto es música? ♫ ¿Y esto otro?  ♫ Y esto ¿qué?  ♫

Bueno, en menudo lío nos hemos metido. Aquí delante tengo un piano, el gran piano de cola del Música 1 de Radio Nacional de España y escuchad esto que voy a hacer  ♫. ¿He tocado un acorde o simplemente me he apoyado sobre el teclado? Humm, no os lo voy a decir. Imaginaos que esto que ha sonado pertenece a una obra de estas características  ♫.

La verdad es que es un asunto bastante peliagudo.

 – No, yo no entiendo. De eso no entiendo.

– ¡Que yo no tengo ni idea!¡Que yo no sé lo que es la música!

– ¡Buf! No sé, no sé. Me gusta ¡eh!,  pero no entiendo, eso sí.

– ¡Música! Pues… déjame pensar. Es que ahora mismo, así…

– No, no,no. Corta, corta. Que no, que no.

– Es superdifícil responder a esa pregunta, muy difícil.

– La verdad es que la música no sé lo que es, verdaderamente. Lo que sí se es lo que no es música.

– Je, je. Yo es que… no sé. No sé, de verdad.

– Hombre, esas preguntas no me las hagas. Yo pensaba que me ibas a hacer algo más sencillito. No, no, no, en ese compromiso no me metas.

– ¡Buf! Me pillas in fraganti. Bueno pues…

– La música es brutnstt

– ¡Huy! Eso es mucho.

– ¡No, quiero, hablar!

– No se

Si, si, en estos asuntos es difícil estar seguros de algo. Bueno, bueno, la duda tampoco es tan mala. Por eso hoy en nuestro espacio nos vamos a preguntar: ¿QUÉ ES? ¿QUÉ NO ES?   ♫

– Yo creo que depende mucho del estado de ánimo

– Lo que suena ¿no? Lo que se toca

– Quizá sea la posibilidad que hay más allá de la palabra. Se ha dicho mucho y esa parece una frase cursi. Pero la verdad es que se puede guardar silencio y establecer todo tipo de comunicación a través de la música.

– Todos los ruidos organizados, con intención de expresarse

– Yo me imagino que depende de lo que uno piense por dentro. Y habrá cosas que no son música pero les suene a música. Y cosas que sean música pero que a él no le suenen como música. Entonces depende. Es una interpretación muy subjetiva.

– Pues todo aquello que me dice algo

– O sea, es un sentimiento

– Es una cosa muy personal, no sé

– Pues música todo lo hecho con sentimientos y digamos… con un poco de arte

– Pues música creo que es el lenguaje del corazón

– Es, son muchos sonidos juntos que forman una melodía

Parece ser que lo que es música para unos no lo es para otros. Hay quien piensa que la mejor música es la de la naturaleza., como el escritor irlandés James Joyce. Siempre decía que “todo cuanto vibra hace música; hay música en todas partes” ♫. O como el cantante ruso Fiódor Chaliapin que decía: “la música es la voz del universo” ♫.  Mahler, el famoso compositor, concretaba todavía más: “para mí, afirmaba, la música es siempre y en cualquier parte el sonido de la naturaleza”  ♫.

Pero sobre todo, hay muchas opiniones:

– ¿El canto de los pájaros? Me parece muy bonito.

– Si, porque yo puedo oír pájaros y decirme algo, transmitirme alguna sensación, algún sentimiento. Y la lluvia también, por supuesto.

– Es sentir, sentir algo. Pero para mí la lluvia no es música.

– La lluvia, el canto de los pájaros y las olas del mar pueden llegar a ser música.

– Es un lenguaje, ya no música. Es un lenguaje.

– Es una manera de comunicación. No sé, no estamos muy habituados normalmente a escucharlo ¿no? Quizá nos falta esto.

– Bueno, me parece que puede ayudar en obras musicales, puede ayudar para dar más expresividad ponerlas de fondo. Puede ser muy bonito.

– El ruido de las excavadoras me parece música porque conlleva ritmos industriales y cosas de estas de ahora. Se podría hacer música con truenos

– Si tú empiezas a marcar un ritmo, es que encuentras música al ruido de la música en los cristales.

– El ruido de una excavadora, pues se puede convertir en música bacalao.

– El sonido de una excavadora es muy horroroso y no me gusta.

– El sonido de la lluvia me parece un tambor ¡bum, bum!

– Pues el canto de los pájaros tampoco me parece música. A mis oídos no me parece música. Me parece naturaleza o algo así, pero música no.

♫ Si llega a escuchar esto último Olivier Messiaen, el patriarca de los compositores actuales, que lo que más le gusta es el canto de los pájaros, ¡menuda se arma! ♫

Erik Satie, aquel genio francés, decía algo todavía más arriesgado: “No podemos dudar que los animales aman la música y la practican. Es evidente. Pero parece que su sistema musical difiere del nuestro. Es otra escuela. No estamos familiarizados con sus trabajos didácticos. Tal vez no tengan ninguno”.

♫ Esto lo acaba de hacer nuestro querido amigo Dominique con su fagot, instrumento de viento bien conocido, imitando una vaca, unos patos, una foca, un ronquido, un mugido. Bueno ¿quién imita a quién? Si el rugido al instrumento o el instrumento al rugido. Si el relincho a la trompeta o la trompeta al relincho. Eso habría que hablarlo. Si entramos a observar el sonido sin analizar de dónde viene nos podríamos detener en aquello que decía el teórico y compositor Pierre Schaeffer: “repetid dos veces el mismo fragmento sonoro. Ya no hay acontecimiento, sino música”  ♫

O sea, con que haya repetición es suficiente para que exista la música. Otras opiniones se inclinan más hacia el silencio, donde encuentran la más bella de las músicas. Los silencios sonoros, los silencios silenciosos, los silencios llenos, los silencios confidentes. John Cage, un músico y filósofo americano, compuso hace 39 años una obra que consistía, ¡fijaos!, en cuatro minutos treinta y tres segundos de silencio. Nada más. Está grabado en disco. Escuchad esta versión  ♫.  Sí, sí, podíamos escuchar una campana. ♫ Ahora estamos oyendo una especie de abeja. En fin, es la versión de un grupo de percusión, que es lo más gracioso. Bueno, era una versión reducida de este 4’33′’ de silencio de John Cage. Sin embargo, compositores como Stravinsky o como el español Luis de Pablo consideran que si no hay hombre, que ordena y crea, no hay música. Todo lo más material agradable, acariciante y placentero, pero nunca arte ♫.

Otro muchos piensan que la música está allí donde quiera cada uno encontrarla. Boecio, un filósofo romano de hace tropecientos años ya decía que “quien penetra dentro de sí mismo, sabe lo que es la música”. O Paul Dukas, el compositor de “El aprendiz de brujo”, quien nos contesta a la eterna pregunta de los secretos que pueda tener la música diciéndonos: “es sólo a la música a quien hay que preguntarle por el secreto de la música. Ella nos contesta a su manera”  ♫.

Bueno, la verdad es que es un verdadero lío. Hay opiniones para todos los gustos. Y si hablamos de gustos, esto ya es el colmo.

 – ¿La música que me gusta más? Jazz, la clásica, pop. En general, todo tipo de música.

– A mí me gusta la música de los rituales negros y de los indios. Vamos, los cánticos religiosos que tienen.

– A mí la que más me gusta es la pop porque no es ni rock ni clásica

– Beethoven, MC Hammer, Mecano.

– A mí la de Emilio Aragón.

– Pues clásica, blues, incluso me gusta el jazz. ¡Ptsse!, de todo, todo hecho con calidad y con sentimiento.

– Si es que a mí no me gusta la música.

– A mí lo que no me gusta es cuando cantan esas gordas.

– No me puedo inclinar. Me gusta tanto la música que me es absolutamente imposible inclinarme por una música frente a otra.

– A mí me gusta el Chiringuito. “Yo tengo un chiringuito al borde de la playa. Lo tengo muy bonito y yo quiero que tu vayas”.

Ya lo dice el refrán: sobre gustos es sobre lo que más se ha escrito. Depende de tantas cosas: de la edad, la educación, el medio en que se vive, la tradición familiar… mil cosas. Os contaré una anécdota. Una vez hace muchos años, cuando todavía no había ni radio ni televisión, ni discos, ni casetes ni nada de esas cosas que hay ahora, vino a Europa un político de Oriente que no conocía en absoluto nuestra forma de vida. Para agasajarle le llevaron a la ópera. Vamos a imaginarnos a La Traviata. Cuando acabó le preguntaron: “¿Qué tal? ¿le ha gustado?”. Y él contestó: “Bueno, es todo muy monótono, casi todo son marchas y cosas de esas. Lo más bonito era lo del principio”. “¿La obertura?” le dijeron. “No, no, no, no. Lo de antes, antes de que saliera el director”.  ♫ Lo que más le había gustado era la afinación de la orquesta, porque se parecía mucho a la música de su país  ♫.

Claro, lo que no se conoce es muy difícil que guste. Yo os voy a confesar que a mí me gusta toda la música. Bueno, casi toda. Le voy a poner un casi de seguridad. Y ese espíritu es el que quiero hacer llegar por las ondas a este espacio, intentando despertar curiosidad por la música en general. Porque ya lo decía ese chico cuando le pregunté qué le parecía qué era la música. Y contestó muy seguro: “todo es música”. Yo estoy completamente de acuerdo con el chaval. Lo que pasa es que hay músicas para dar y tomar, de todos los tipos que nos imaginemos. Vamos a dar un breve repasillo.

Fijaos, las hay hechas para que sean interpretadas por un montón de gente  ♫. O músicas para que sean tocadas por una sola persona  ♫. Hay músicas que se tocan con instrumentos muy complicados  ♫. Y otras que se interpretan por un simple silbido  ♫. Hay músicas estruendosas que se oyen muy fuerte  ♫.  Otras sin embargo se sitúan en el límite de la audición  ♫. También hay músicas que se vienen haciendo igual desde hace muchos, muchos siglos  ♫. Hay otras sin embargo que están compuestas como quien dice anteayer  ♫. Otras, están inventadas por un músico e interpretadas, estrictamente, según la partitura  ♫. O improvisadas al instante  ♫.  O son muy complicadas de entender  ♫.  O muy sencillas  ♫. Músicas que definen a un pueblo  ♫.  Y músicas que definen una religión  ♫.

Sí, sí, hay músicas de todos los tipos posibles. ¿Por qué quedarnos entonces con unas pocas? ¿Tan cortos de miras somos? No, no, en este programa vamos a ir a por todas. Bueno, a por todas las que podamos  ♫.

Y ya que hoy estamos con preguntas ¿una silla normal es un instrumento musical? Antonio Agúndez, compositor madrileño, dice que sí y ha hecho una obra para este singular instrumento: la silla plegable  ♫. ¿Y los papeles y cartones? Lo mismo. El Taller de Música Mundana tiene un “Concierto para papel”  ♫. ¿Y el ruido de las bisagras de las puertas, las que no están engrasadas? Pierre Henry, un famoso compositor hace un montón de años hizo unas “Variaciones para una puerta y un suspiro”  ♫.

Y así podríamos seguir escuchando músicas sorprendentes que se hacen por todo el mundo. O podríamos seguir preguntando ¿por qué me gusta más esto que aquello?, ¿qué es oír y qué es escuchar?, ¿qué es lo que dice la música?, etc. Seguramente no vamos a tener tiempo nadie ni para oírlo todo ni para contestarlo todo. Por mi parte os brindo la posibilidad de meditar sobre estos asuntos media hora a la semana en este espacio. No es mucho pero tal y como están las cosas tampoco es poco  ♫.

A lo mejor este es el inicio de una reflexión sobre qué es esto, qué no es aquello. Sería magnífico. Y como la mejor manera de entender la música es haciéndola, desde aquí os propongo lo siguiente ♫. ¿Podríais hacer una pieza musical con un bolígrafo y una carpeta? ♫ Cuando apaguéis la  radio, escuchad con cuidado todos los sonidos que haya. ♫

¿Os han gustado todas las músicas que han sonado en este espacio? ¿Cuáles no? ¿Por qué?  ♫ Y por último: ¿qué podríamos hacer para que nos guste lo que en principio parece que no nos gusta?  ♫

El próximo día tendremos en SONIDO Y OIDO: DESCUBRE LOS ELEMENTOS  ♫ Observaremos un poco todos juntos el ruido, el sonido, el silencio, el ritmo, la melodía, la armonía, el contrapunto, la forma, el contenido y la coherencia. ¡Buf!¡Demasiao! ♫  No os lo perdáis. Estará como hoy bajo el control de Carlos Arévalo. Hasta entonces, ¡adiós y adiós!

© Fernando Palacios

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