01 Ago

04 – Soplos y alientos

Programa radiofónico  nº 4 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Repasamos los instrumentos de viento, tanto los clásicos como los exóticos o caseros. Los clasificamos de dos formas diferentes: por su forma de emisión (según la manera occidental), y por su material (siguiendo la antigua clasificación china).

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♫ El viento impulsa el aire; el aire roza los cuerpos, los tubos y entra en vibración; se produce el sonido ♫. Siempre nos llama poderosamente la atención el sonido del viento en una caña, en los cables de la luz, en un agujero de la pared. Seguramente, hace miles y miles de años a alguien se le ocurrió cortar una caña y soplar imitando el viento ♫. También comprobó que las cañas largas producían sonidos graves ♫ y las cortas agudos ♫. De ahí a esto ♫ sólo hay un paso, el de perfeccionar y estudiar ♫.

Un día, nuestro amigo primitivo estaba decorando su flauta y sin querer le hizo un agujero. Tapando y destapando el agujero con un dedo comprobó que el sonido variaba ♫. De ahí a esto ♫ sólo hay un paso, el de perfeccionar y estudiar ♫.

Otros hombres soplaron sobre lengüetas ♫, sobre cuernos ♫ y siguieron los pasos sucesivos de perfeccionamiento y estudio ♫. El soplo, el aliento, la vibración de los labios, del aire, los agujeros en los tubos, producen sonidos, producen música. Hoy estaremos acompañados de soplos y alientos ♫.

Si enviamos el aire contra una arista fina el instrumento es de embocadura de flauta ♫.

Si el aire pone en movimiento una lengüeta que choca con una abertura, el instrumento es de lengüeta simple, como el clarinete ♫.

Si el aire pone en movimiento dos lengüetas que chocan entre sí el instrumento es de lengüeta doble, como el oboe ♫.

Si son los labios los que vibran en una boquilla, instrumentos de boquilla, como la trompeta ♫.

Si por la acción del aire vibran unas láminas libremente, el instrumento es de lengüeta libre, como la armónica ♫.

Podemos reunir un instrumento del primer grupo, una flauta, un instrumento del segundo grupo, un clarinete, dos instrumentos del tercer grupo, un oboe y un fagot y un instrumento del cuarto grupo, una trompa. Así tendremos una formación clásica: el quinteto de viento ♫.

Y si juntamos muchos instrumentos de viento de una forma proporcionada nos sale una Banda. Todos los músicos se ponen a soplar ♫.

Los instrumentos de viento están repartidos por todo el planeta sin dejar ni un solo resquicio. Cada pueblo los utiliza a su manera, aunque hay instrumentos comunes a muchos pueblos distintos. Os voy a poner un ejemplo, la flauta travesera. Existe en la música popular ♫, en la clásica ♫, en la India ♫, en Extremo Oriente ♫. Por todos lados hay flautas, pero si os parece vamos a observar los instrumentos de viento desde otro ángulo.

♫ La más antigua clasificación de los instrumentos musicales nos viene desde la China. Hace ya 5000 años los chinos clasificaron los instrumentos por los materiales con que se fabrican. El metal: con el que se hacen campanas, gongs, trompetas, tambores de bronce; la piedra: flautas de jade, litófonos que son xilófonos pero de piedra; la tierra: tambores de barro, ocarinas; la madera: oboes, etc. Yo creo que es una estupenda manera de organizarse con los instrumentos musicales. Si os parece vamos a hacer lo mismo que los chinos pero sólo con los instrumentos de viento y aliento. Os los voy a mostrar por materiales ♫.

Primer material: ninguno, cuando no se tiene nada. En fin, siempre nos queda la voz ♫. También podemos soplar en el hueco de las manos o silbar, naturalmente. Esto nos lo cuenta Rosa Alvarez : “El niño soplaba en todas las direcciones posibles. Convocaba todo el aire de sus pulmones para canalizarlo con ayuda de la lengua entre los dientes desiguales y los flexibles labios. Soplaba infatigable porque había emprendido una aventura apasionante. Hacía avanzar el labio superior sobre el inferior, y a la inversa, con lo cual sólo conseguía airearse la barbilla o la nariz. Redondeó los labios en forma de O y también de U, pero tal vez no acertaba con la medida exacta o la dirección precisa y hasta probó soltando el aire por las comisuras produciendo un decepcionante sonido de globo desinflado. Insensible al desaliento lo intentó una vez, y otra vez, hasta que por fin una nota perfecta, una frágil flecha de cristal se escapó de su boca hacia el ancho espacio. El niño comenzó a inventar su música” ♫.

Segundo material: el plástico, un material muy barato que da mucho de sí. Un tubo estriado de electricidad suena sencillamente cuando lo hacemos girar a cierta velocidad ♫. Esto son lengüetas libres en una diminuta melódica de diez centímetros de largo ♫. Una flautita de tubos ♫ y naturalmente una trompetilla de plástico ♫.

Tercer material: la caña, un paraíso para el soplido. Desde flautas de pan ♫ hasta miles de flautas de agujeros ♫, pero sobre todo, con las cañas se hacen lengüetas para montones de instrumentos: clarinetes, oboes, dulzainas, fagotes, saxofones, ya os digo, es un paraíso ♫.

Cuarto material: la madera. Con ella podemos hacer de todo. Los australianos ponen un tronco para que las hormigas se coman su interior y así les queda un tubo, un didjeridu ♫. Con un torno, muchos conocimientos y no menos habilidad podemos hacer una preciosa flauta dulce ♫. En Yugoslavia soplan troncos huecos tan grandes como un fagot que suenan así ♫. En el Tirol hacen unas “turutas” de varios metros de longitud, una barbaridad ♫.

Quinto material: el cristal. Con él se fabrican botellas que se pueden soplar e incluso afinar con más o menos agua ♫. También en el siglo pasado se construyeron flautas de cristal, pero no tengo grabación de ninguna de ellas, así que pasaremos al sexto material, el metal.

Con bronce se fabrican trompetas, trompas, trombones, tubas y demás instrumentos de boquilla, que disfrutan muchísimo tocando juntos, pero también con metales se hacen tubos para sencillas flautas ♫ o para flautas mucho más complicadas, como la flauta travesera ♫. También se hacen de metal las lengüetas para los acordeones ♫ y muchos tubos de los gigantescos órganos ♫, sin olvidar algo muchísimo más diminuto, los pitos ♫.

Séptimo material: el barro. Con tierra y agua hacemos el barro y con el barro ocarinas ♫ y flautas de cerámica ♫.

Octavo material: el hueso. La primera flauta que se conoce, de hace 20.000 años, estaba hecha de hueso, como de hueso son los cuernos de antílope que usa la etnia Banda Linda para hacer su música ♫.

Tampoco habría que olvidar los pitos y “turutas” hechos con conchas y caracolas, pero pasaremos al noveno material, la calabaza. Nos viene de perlas para hacer los órganos de boca de oriente ♫ y esos curiosos instrumentos de encantar serpientes ♫.

Décimo material: la piel, las bolsas de aire de las gaitas ♫.

Undécimo material: la goma, los cláxones de los coches antiguos ♫.

Duodécimo material: el papel. Es la membrana que vibra en los kazoos o mirlitones ♫.

Por último os voy a mostrar algunos instrumentos de viento curiosos, como este vibrante, construido por mi querido amigo Leo. Su sonido viene por la vibración de un globo, como lo oís ♫. O estos instrumentos construidos por el grupo humorístico musical Les Luthiers. Ellos mismos los presentan ♫

Reclamos de patos y de aves, aquí los tengo aunque no los veáis. Los voy a hacer sonar a ver si viene alguno de estos animales ♫. O finalmente este organito portátil de manivela que hace hermosa música callejera, música de viento, por supuesto ♫. ¿Qué os parece si os conseguís algún instrumento de estos que hemos oído y os ponéis a tocarlo? ¿Os saldrá algún sonido? Hay que intentarlo ♫. Y ¿por qué no os hacéis alguno vosotros? Con un poco de imaginación y habilidad, precioso ♫.

Bueno, aquí os dejo, la próxima semana tendremos CANCIONES PARA TODOS.

© Fernando Palacios

Soplos y alientos - Fernando Palacios

01 Ago

03 – Sonido y Oído – Breve historia acelerada

Programa radiofónico  nº 3 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Se afronta nuestro pasado musical desde un imaginario túnel del tiempo, donde vamos retrocediendo hasta llegar a la más remota antigüedad. No es un programa de erudición histórica, sino un entretenido viaje por el tiempo y su música.

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“¡Vamos señores, suban a la máquina! ¡Vengan, vengan, no se queden atrás! ¡Vamos, vamos, acomódense! ¡Sí, sí, sí, lo del túnel del tiempo, sí, es aquí, sí! Venga, señores, tercera fila, señores, sí, sí, sí. Ahí tiene un sitio. No, no, pipas no se pueden comer, ¿no ves que hace ruido, chaval? Venga, pasad por aquí. Venga, dense prisa que salimos ya. ¿Están todos acomodados? ¿Si? ¡Pónganse los cinturones de seguridad y suban el volumen de sus receptores, venga, que vamos a salir ya, ahora mismo!”

“♫ Señoras, señores, jóvenes, niños, bienvenidos todos a este túnel del tiempo musical. Les voy a dar unas breves indicaciones para que puedan disfrutar plenamente de este singular viaje. La duración será de 30 minutos así que no se alarmen, será corto. En este viaje retornaremos en el tiempo hasta el hombre primitivo, de una forma acelerada, o sea, iremos cada vez más deprisa. Nuestro objetivo es observar algunas músicas a lo largo de este curioso recorrido en el tiempo que les repito será tipo cangrejo, es decir, hacia atrás. Haremos las paradas que sean necesarias.”

“Les pido anticipadamente excusas por los muchos errores e imprecisiones que sin duda cometeré en mis comentarios, pero, ya ven ustedes, esta es la primera vez que se hace un viaje así y en fin, si a eso añadimos que la observación de la historia en forma resumida siempre presenta problemas. Bueno, que salga lo que Dios quiera. ¿Preparados, listos?: una breve historia acelerada y al revés comienza ♫.”

Las músicas que habitualmente suenan por las emisoras de radio y televisión, es decir, las Pop, Rock, New Age, Folk etc, en fin, mil etiquetas, tienen sus clásicos. Uno de ellos es este: los Beatles ♫. Otro, las músicas repetitivas, esas que son casi siempre igual ♫. Otro, el Blues, los africanos en América ♫. Pero los compositores de hoy, que hacen esas músicas extrañas que suenan en pocas emisoras, como por ejemplo esta en Radio 2 Clásica, también tienen sus clásicos más recientes, como éstos de esta segunda mitad del siglo XX: Stockhausen ♫, John Cage y su piano preparado ♫ o Pierre Schaeffer y Pierre Henry y la música electroacústica del año 52 ♫. Un poco más atrás tenemos a otros dos clásicos recientes. Un gran sinfonista, Schostakovich ♫ y un inventor, Varèse, que en este mismo año, 1931, por el que estamos pasando, hace la primera obra sólo para percusión.

Nuestro viaje nos lleva ahora algo más atrás, al nacimiento del Jazz ♫. La influencia de esta música es marcadísima en compositores como este, Gershwin ♫. Otros compositores se basan en el folklore para hacer sus músicas, como Falla ♫. O el húngaro Bartók que desata el ritmo con toda su fuerza ♫.

Ya estamos a comienzo de nuestro siglo, época de cambios fundamentales. Stravinsky parte con la pana con su complejo primitivismo ♫. Schönberg pone la música del revés y nadie puede tararear sus melodías ♫. Otros sin embargo se mantienen al margen de los cambios, siempre los ingleses ♫.

Estamos atravesando el siglo, ya estamos en el XIX ♫. Aquí tenemos a Debussy con su música suspendida, casi más para oler que para oír ♫. Y este señor tan raro es Satie, que hace músicas muy sencillas, pero preciosas ♫.

En este siglo XIX es cuando se crean las grandes orquestas. Aquí observamos a cuatro gigantes de la orquesta: Richard Strauss ♫, Mahler ♫, Bruckner ♫ y Chaikovsky ♫. Es también el siglo dorado de la ópera, es decir, de la música y el teatro. Puccini arrebata con sus protagonistas femeninos, que siempre se mueren al final ♫; Bizet es capaz de hacer una genialidad, “Carmen” ♫. Y otros muchísimos que siguieron la senda iniciada por estos dos monstruos de la ópera: Verdi ♫ y Wagner ♫. En España tenemos a nuestra zarzuelilla, que es menos dramática, pero muy salerosa, por ejemplo, esto de Barbieri ♫.

Pero no todo son grandes despliegues; también se practica en este siglo la música entre pocos, es decir, la música de cámara. El maestro en esta materia, ahí lo tenemos, con una barba de un metro y algo gordito, Johannes Brahms ♫. También aparece una música de entretenimiento, más ligera y con menos problemas. La de los Valses y Polkas de la familia Strauss ♫.

Nuestro túnel del tiempo nos lleva ahora a la primera mitad de este interesantísimo siglo XIX, a la cuna del Romanticismo. El piano es el instrumento fundamental. Fijaos cómo toca este hippie elegante, Liszt ♫. Este otro delicado y paliducho chaval es el más inspirado, Chopin ♫. Las orquestas gigantescas que hemos oído hace un rato llegaron a ser así gracias a los descubrimientos y atrevimientos de, por ejemplo, Héctor Berlioz ♫ y al colorido de las orquestaciones de Félix Mendelssohn ♫. Algunas de las esencias del Romanticismo están dentro de canciones. Estos dos jóvenes que vemos son unos superdotados en componer este tipo de cosas: canciones. Un intelectual apasionado como Schumann ♫ y un genio de la melodía; le salen las canciones como churros, Franz Schubert ♫.

Estamos a punto, en nuestro viaje en el tiempo de atravesar otra vez la línea divisoria de dos siglos. Nos encontramos en la frontera con el XVIII ♫. Y entre estos dos siglos, señoras y señores, el compositor número uno, Beethoven ♫.

Vamos a detener un momentito la máquina aquí. Si habéis observado con atención la música ha cambiado mucho en estos dos siglos que llevamos recorridos en sólo 20 minutos. Eso es porque sólo estamos mirando a Europa y Europa no es el mundo; es una pequeña parte. Otros lugares tienen sus músicas que permanecen inalterables por los siglos de los siglos. La India ♫, África ♫, Japón ♫.

Sigamos, ya estamos en el siglo XVIII. Hace 200 años que se murió el compositor que ahora está de moda, bueno, que está de moda en 1991, Mozart, ahí lo tenéis ♫. De esta misma época que llamamos Clasicismo es el padre de la sinfonía y el cuarteto, como quien dice, el que inventó todas estas cosas, Haydn ♫. Gluck acaba de darle más humanidad a la ópera ♫.

Así llegamos en nuestro mágico viaje en el tiempo al final del Barroco, que ocupa toda la primera mitad del siglo XVIII. Mirad, mirad, Juan Sebastian Bach, casi nadie al aparato ♫. Scarlatti, el virtuoso del clave ♫, Händel, el que domina todos los estilos de esta época ♫. Pergolesi, el más delicado ♫; Vivaldi, el más saleroso ♫. Volvemos a atravesar otra vez la frontera de un siglo, del XVIII al XVII, el pleno Barroco. En él un elegante inglés, Purcell ♫.

Seguimos a toda velocidad y entre los siglos XVII y XVI el emperador de la música, Monteverdi ♫. El siglo XVI, ahí lo tenemos, el siglo del Renacimiento musical. El siglo de las preciosas canciones para cantar entre varios, como esta de Orlando di Lasso ♫. El siglo de los hermosos órganos españoles y organistas como Cabezón ♫. El siglo de la polifonía, de la música religiosa para voces. Tenemos en España uno de los mejores, Victoria ♫.

Señoras y señores, estamos llegando al final de nuestro viaje. La velocidad en el tiempo es ya enorme. Del Renacimiento y siempre hacia atrás hemos llegado a la Edad Media, con los trovadores ♫, con la música de los monasterios ♫ y con las músicas de batalla ♫; y más deprisa todavía a la Edad Media y a la Prehistoria. Ya no hay instrumentos ni nada, sólo el diálogo con la naturaleza, eso que tanto echamos en falta ahora.

El ciclo se ha cerrado, el viaje ha terminado, bueno, hay que volver al presente. Cada uno que lo haga por sus propios medios, siguiendo la historia en sentido normal o hacia atrás como lo hemos hecho en este viaje o el que quiera que se quede. La próxima semana un repaso a los instrumentos de viento en “SOPLOS Y ALIENTOS”. Siempre con el soplo musical de Carlos Arévalo.

Hasta entonces, adiós y adiós.

© Fernando Palacios

 

01 Ago

02 – Descubre los Elementos

Programa radiofónico  nº 2 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Un paso por el sonido, el silencio, el pulso, el ritmo, la melodía, la armonía, el contrapunto, la forma, la coherencia y el contenido. Con numerosos ejemplos sonoros 

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El sonido ♫, el silencio, el pulso ♫, el ritmo ♫, la melodía ♫, la armonía ♫, el contrapunto ♫, la forma ♫, la coherencia ♫, el contenido ♫.

Todos ellos son los ingredientes de la música. Son los ladrillos, el cemento, los pilares, las vigas, las tejas, las ventanas, la pintura, que sirven para construir la arquitectura del sonido. Puede faltar alguno de ellos, pero si faltan varios empieza a ser difícil que se produzca el fenómeno de la música, que no es más que eso: arquitectura sonora.

♫ Unas veces, la arquitectura sonora, o sea, la música, nos resulta cercana y habitual; otras, sin embargo, se vuelve enigmática y lejana, quizá por eso es tan difícil definirla; cada uno lo hace a su manera:

  • – Lo que escuchamos en la radio ¿no?
  • – La música es chunda-chunda
  • – Armonía, ritmo y melodía
  • – Yo creo que todo lo que se toca, todos los instrumentos dan música ¿no?
  • – La música… a mí la música me parece, pues muy bonita
  • – Son muchas notas juntas componiendo una sinfonía

♫ Hoy vamos a observar los componentes de los edificios del sonido. Descubriremos los elementos de la música ♫.

Los materiales del arte musical son el sonido y el silencio. El sonido puede producirse naturalmente, como lo origina  el viento, el mar, los animales… Os acordáis, el otro día, teníamos varios ejemplos de este tipo. O las personas, como esto que hago yo ahora, hablar, estoy emitiendo sonido, o también puedo cantar y emito de otra manera ♫. Pero también puede producirse artificialmente por medio de instrumentos, que los hay a millones ♫.

Claro, todos los sonidos no son iguales ni mucho menos. Eso se distingue fácilmente. Según de donde provienen suenan distintos. Por ejemplo, Santi, nuestro amigo Santi, toca el violín y le suena de esta manera… ♫ Salva, nuestro amigo Salva, el flautista, le suena de esta otra ♫ Yo toco un poquillo el piano y suena de una manera muy distinta ♫ Los tres hacemos más o menos lo mismo, pero el sonido tiene distinto color, distinto lustre. A eso le llamamos timbre, ♫ (“riiing”) ♫, pero no es ese timbre, es el timbre del sonido, es aquello por el que reconocemos de qué fuente vienen los sonidos. Es la clave de la diferencia de los sonidos.

♫ Ese es un sonido de viento de un instrumento con una vejiga, en fin, de una gaita. Incluso un mismo instrumento tiene distintos timbres, según el modo en que se toquen las notas, como por ejemplo este violonchelo ♫. Hay sonidos más claros, vibrados, más opacos, etc. Además por ejemplo, un violín barato malo no suena como un Stradivarius, que es un violín buenísimo. E incluso un violín bueno le sonará distinto a un principiante que por ejemplo a Itzhak Perlman, que le saca un timbre maravilloso♫.

Los sonidos también se definen por sus distintas alturas ♫. Dichas alturas sirven para hacer melodías y armonías. También se distinguen los sonidos por su intensidad, o sea, su potencia, que le agrega una tercera dimensión ♫.

En el polo opuesto al sonido está el ruido, aunque en el fondo son la misma cosa. La diferencia entre ambos está en que si lo que suena es deseable le podemos llamar sonido y si es indeseable, ruido. Por ejemplo, una tos o el crujido del envoltorio de un caramelo en un concierto es algo horroroso ♫. Pero también una música que en un momento dado puede molestar porque se está durmiendo, concentrado en una cosa o en una conversación, se convierte en un ruido desagradable automáticamente. Porque cada persona tiene una sensibilidad distinta hacia el ruido y el sonido. Schopenhauer, un filósofo del siglo XIX, venía a decir que las personas que puedan soportar más ruido son más insensibles a la música y al revés, naturalmente ♫.

El otro material del que se sirve la música es el silencio. El silencio es el lago donde flotan y se desplazan los sonidos. Si no hay silencio, es que hay ruido y donde hay ruido no puede manifestarse la música porque la obstruye, la aniquila, por lo tanto el ruido es el enemigo de la música, como se ha comprobado antes con la voz, con el caramelo y Mozart; por el contrario, el gran amigo, el silencio. Sin él no se puede percibir con claridad el sonido. Parece ser pues que la música y el silencio van íntimamente unidos ♫.

Los silencios inundan los espacios entre los sonidos. Los valoran y degustan, imprimen dramatismo ♫, serenidad ♫, melancolía ♫. El silencio es el elemento protector de la música, el que cuida de ella ♫.

♫ El pulso nos señala por una parte que hay vida, que hay dirección, pero por otra, que hay monotonía ♫. Al pulso, en música, se le llama también “metro” y no está nada mal puesto este nombre, porque mide espacios de tiempo. Es el que controla la velocidad de la música. A veces acelera ♫, otras retarda ♫; cuando necesita ir rapidísimo, puede llegar hasta 200 golpes por minuto ♫. O si le da la gana va a paso de tortuga, a 40 por minuto ♫. Es como la vida misma. A veces vamos deprisa, otras despacio, depende. En este caso depende de lo que mande la música ♫. Sobre este pulso voy a marcar más fuerte un pulso de cada dos ♫, ahora cada tres ♫, ahora cada cuatro ♫, etc. Sobre estas agrupaciones de dos, tres, cuatro y demás pulsos edificamos el ritmo .

La verdad es que no hay nada más difícil de definir que el ritmo y sin embargo lo distinguimos perfectamente donde se encuentre. En términos generales os puedo decir que tiene mucho que ver con la duración y ordenación de los golpes o notas. Para que exista ritmo tiene que haber además contraste. Los acentos, o sea, estas notas que marcamos más fuerte, son contrastes ♫. Si los acentos son fijos y regulares el resultado sigue siendo monótono, como una máquina ♫.

La palabra ritmo la solemos emplear para describir lo que no es exactamente regular. Llamamos ritmo a la sorpresa, a lo que baila, a lo que impulsa la música hacia adelante ♫. El ritmo está relacionado con nuestra fisiológica, con la acción, pues bien sabido es que casi todo lo que hacemos, desde respirar hasta andar o correr, son ritmos puros ♫.

La melodía sin embargo, entra a formar parte de nuestra vida afectiva, de la sensibilidad ♫. Esto lo dice el gran pedagogo Edgar Willems, quien además afirma que «la música es el arte del sonido, y no del ritmo, y por lo tanto el arte del canto y no del movimiento». La primacía de la melodía para él es pues evidente ♫.

Si ordenamos unos sonidos con una intención, la que sea, hemos hecho una melodía, mejor o peor, pero una melodía ♫. Dependerá de las alturas de los sonidos, de sus duraciones y naturalmente de la inspiración al combinar todo esto, el que nos salga más bonita o más fea, porque melodías podemos hacer con una sola nota ♫, con dos notas ♫, con tres notas ♫. La melodía es lo que más fácilmente se queda en la memoria, pues es la superficie de la música. Además, las más bellas tienen un poder misterioso sobre nosotros, un poder que sentimos pero que no podemos explicar. Parece mentira que una melodía que al fin y al cabo no es más que un sonido que sale de paseo, pueda arrebatar tantísimo ♫.

Colocad varios sonidos a la vez, hacedlos sonar: ahí tenéis una armonía ♫, ahí tenéis otra distinta ♫. Con más sonidos, más armonías ♫. Incluso fijaos bien, un sólo sonido puede servir para muchas armonías diferentes, según lo rodeemos de diferentes sonidos. Voy a hacer un ejemplo: cogemos este sonido ♫ Lo podemos cantar continuamente, y mientras tanto yo iré variando las armonías ♫.  Todas tienen a esa nota incluida. Todas van bien con ese sonido pero todas son diferentes ♫. Os podéis fijar que unos acordes consiguen una perfecta fusión y otros producen una cierta aspereza. A los primeros los llamamos consonantes y a los segundos disonantes ♫. La armonía nos viene estupendamente sobre todo para acompañar a la melodía. Le da profundidad a la música ♫.

(…) Imaginaos a varias personas hablando a la vez ¡no hay quien se entere de nada! (…) Sin embargo, cuando esto ocurre en música suena que da gloria oírlo ♫. A esto, a este diálogo simultáneo entre líneas melódicas lo llamamos contrapunto.

Los pigmeos son desde siempre unos maestros en esto del contrapunto. Un contrapunto sencillo y que todos conocéis es el canon. La cosa consiste en que uno canta la melodía; cuando está cantando se agrega otro cantando lo mismo pero claro, algo más tarde, imitando al anterior y queda bien, que es lo más gracioso. Al rato, entra otro y así, así, depende del canon. Los hay a dos voces, a tres a cuatro o a cinco, en fin, vamos a escuchar este pequeño ejemplo ♫

La esencia de la música es fluir, “nadie puede detener un río”, esto lo decía el compositor romántico Berlioz y qué razón tenía. Para poder escuchar cualquier música necesitamos forzosamente que pase el tiempo por ella, si no, no existe, porque la música es un arte que se desarrolla a través del tiempo, o lo que es igual, el tiempo se convierte en arte gracias a la música ♫.

Así como en un cuadro se ordenan los colores y las líneas en el espacio que tiene el lienzo, en una pieza musical se ordenan los sonidos y los silencios en el tiempo que dura ♫. Si habéis observado esta diminuta pieza una parte primera así ♫ otra central así ♫ y un final así ♫, el final era igual que el principio, ¿os habéis dado cuenta? Esto es algo que se da mucho en la música, se repiten las cosas, así al repetirse permanecen en nuestra memoria. Aquí tenemos otro ejemplo ♫. Gracias a que tenemos memoria podemos reconocer y recordar las cosas que ocurren en la música. Con la memoria nos damos cuenta de cómo se colocan los sonidos, de la forma de la música ♫.

Los compositores, los improvisadores, nosotros mismos, podemos ordenar los sonidos y los silencios según una forma clara, pero puede suceder que no conexionen bien entre ellos, que no tengan ninguna relación, que aquello no posea ningún sentido ni lógica. A eso le decimos que es incoherente, que no tiene coherencia, que el resultado no tiene coherencia. Escuchamos cómo entiende Salva con su flauta la incoherencia ♫. Miguel considera que esto que toca es completamente incoherente, es decir, que no es música ♫. Otras veces los sonidos y silencios ordenados según una forma musical, aunque sean muy distintos, incluso opuestos, se combinan a las mil maravillas, se encadenan con naturalidad. Eso es coherencia, unidad y sentido. Salva pasa a improvisar algo coherente ♫

Pero aún nos queda por observar un último elemento. De este casi no se puede hablar porque está más allá de la palabra. Lo único que me atrevo a decir es que podemos oír una música que tenga su sonido, su ritmo, su armonía, todo. Encima puede estar todo correctamente hecho y puede parecernos una patata frita, o sea, un horror ¿por qué? porque su contenido musical nos resulta falso, copiado o vulgar, zafio, hortera, poco imaginativo, etc. ♫. Le falta el elemento musical más importante: el contenido, la sustancia, lo que es café-café, es decir, le falla la música ♫.

Y antes de despedirnos os propongo lo siguiente. Mirad, os ponéis una música cualquiera, o si no la hacéis vosotros (con tal de que sea sencilla) e intentáis lo siguiente: distinguir todos sus elementos. Ya sabéis, qué sonidos tiene, instrumentos, los silencios, la pulsación, la melodía, todo eso ♫.

El próximo día tendremos otra cosa muy distinta. Haremos una especie de viaje en un túnel musical del tiempo que nos llevará hacia atrás desde esta época hasta el hombre primitivo. A toda velocidad y en media hora ♫.

¿Lo conseguiremos? La próxima semana la solución. Hasta entonces, adiós y adiós ♫.

© Fernando Palacios

Descubre los elementos - Fernando Palacios

01 Ago

01 ¿Qué es?, ¿qué no es?

Programa radiofónico  nº 1 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

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Se pone en cuestión el término ‘música’, por medio de ejemplos sonoros, encuestas y reflexiones de famosos personajes. Se observa la música de la naturaleza, el silencio, el orden, los gustos, las músicas extrañas… Y se saca una conclusión: todo es música.

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 ♫   Rabindranath Tagore, poeta indio, escribió: “En el principio los balbuceos de la creación resonaron en el lenguaje de las aguas, en la voz del viento”.

♫  ¿La música es invención humana o es anterior al hombre? ♫ Y aquí llega el enigma: ¿Esto es música? ♫ ¿Y esto otro?  ♫ Y esto ¿qué?  ♫

Bueno, en menudo lío nos hemos metido. Aquí delante tengo un piano, el gran piano de cola del Música 1 de Radio Nacional de España y escuchad esto que voy a hacer  ♫. ¿He tocado un acorde o simplemente me he apoyado sobre el teclado? Humm, no os lo voy a decir. Imaginaos que esto que ha sonado pertenece a una obra de estas características  ♫.

La verdad es que es un asunto bastante peliagudo.

 – No, yo no entiendo. De eso no entiendo.

– ¡Que yo no tengo ni idea!¡Que yo no sé lo que es la música!

– ¡Buf! No sé, no sé. Me gusta ¡eh!,  pero no entiendo, eso sí.

– ¡Música! Pues… déjame pensar. Es que ahora mismo, así…

– No, no,no. Corta, corta. Que no, que no.

– Es superdifícil responder a esa pregunta, muy difícil.

– La verdad es que la música no sé lo que es, verdaderamente. Lo que sí se es lo que no es música.

– Je, je. Yo es que… no sé. No sé, de verdad.

– Hombre, esas preguntas no me las hagas. Yo pensaba que me ibas a hacer algo más sencillito. No, no, no, en ese compromiso no me metas.

– ¡Buf! Me pillas in fraganti. Bueno pues…

– La música es brutnstt

– ¡Huy! Eso es mucho.

– ¡No, quiero, hablar!

– No se

Si, si, en estos asuntos es difícil estar seguros de algo. Bueno, bueno, la duda tampoco es tan mala. Por eso hoy en nuestro espacio nos vamos a preguntar: ¿QUÉ ES? ¿QUÉ NO ES?   ♫

– Yo creo que depende mucho del estado de ánimo

– Lo que suena ¿no? Lo que se toca

– Quizá sea la posibilidad que hay más allá de la palabra. Se ha dicho mucho y esa parece una frase cursi. Pero la verdad es que se puede guardar silencio y establecer todo tipo de comunicación a través de la música.

– Todos los ruidos organizados, con intención de expresarse

– Yo me imagino que depende de lo que uno piense por dentro. Y habrá cosas que no son música pero les suene a música. Y cosas que sean música pero que a él no le suenen como música. Entonces depende. Es una interpretación muy subjetiva.

– Pues todo aquello que me dice algo

– O sea, es un sentimiento

– Es una cosa muy personal, no sé

– Pues música todo lo hecho con sentimientos y digamos… con un poco de arte

– Pues música creo que es el lenguaje del corazón

– Es, son muchos sonidos juntos que forman una melodía

Parece ser que lo que es música para unos no lo es para otros. Hay quien piensa que la mejor música es la de la naturaleza., como el escritor irlandés James Joyce. Siempre decía que “todo cuanto vibra hace música; hay música en todas partes” ♫. O como el cantante ruso Fiódor Chaliapin que decía: “la música es la voz del universo” ♫.  Mahler, el famoso compositor, concretaba todavía más: “para mí, afirmaba, la música es siempre y en cualquier parte el sonido de la naturaleza”  ♫.

Pero sobre todo, hay muchas opiniones:

– ¿El canto de los pájaros? Me parece muy bonito.

– Si, porque yo puedo oír pájaros y decirme algo, transmitirme alguna sensación, algún sentimiento. Y la lluvia también, por supuesto.

– Es sentir, sentir algo. Pero para mí la lluvia no es música.

– La lluvia, el canto de los pájaros y las olas del mar pueden llegar a ser música.

– Es un lenguaje, ya no música. Es un lenguaje.

– Es una manera de comunicación. No sé, no estamos muy habituados normalmente a escucharlo ¿no? Quizá nos falta esto.

– Bueno, me parece que puede ayudar en obras musicales, puede ayudar para dar más expresividad ponerlas de fondo. Puede ser muy bonito.

– El ruido de las excavadoras me parece música porque conlleva ritmos industriales y cosas de estas de ahora. Se podría hacer música con truenos

– Si tú empiezas a marcar un ritmo, es que encuentras música al ruido de la música en los cristales.

– El ruido de una excavadora, pues se puede convertir en música bacalao.

– El sonido de una excavadora es muy horroroso y no me gusta.

– El sonido de la lluvia me parece un tambor ¡bum, bum!

– Pues el canto de los pájaros tampoco me parece música. A mis oídos no me parece música. Me parece naturaleza o algo así, pero música no.

♫ Si llega a escuchar esto último Olivier Messiaen, el patriarca de los compositores actuales, que lo que más le gusta es el canto de los pájaros, ¡menuda se arma! ♫

Erik Satie, aquel genio francés, decía algo todavía más arriesgado: “No podemos dudar que los animales aman la música y la practican. Es evidente. Pero parece que su sistema musical difiere del nuestro. Es otra escuela. No estamos familiarizados con sus trabajos didácticos. Tal vez no tengan ninguno”.

♫ Esto lo acaba de hacer nuestro querido amigo Dominique con su fagot, instrumento de viento bien conocido, imitando una vaca, unos patos, una foca, un ronquido, un mugido. Bueno ¿quién imita a quién? Si el rugido al instrumento o el instrumento al rugido. Si el relincho a la trompeta o la trompeta al relincho. Eso habría que hablarlo. Si entramos a observar el sonido sin analizar de dónde viene nos podríamos detener en aquello que decía el teórico y compositor Pierre Schaeffer: “repetid dos veces el mismo fragmento sonoro. Ya no hay acontecimiento, sino música”  ♫

O sea, con que haya repetición es suficiente para que exista la música. Otras opiniones se inclinan más hacia el silencio, donde encuentran la más bella de las músicas. Los silencios sonoros, los silencios silenciosos, los silencios llenos, los silencios confidentes. John Cage, un músico y filósofo americano, compuso hace 39 años una obra que consistía, ¡fijaos!, en cuatro minutos treinta y tres segundos de silencio. Nada más. Está grabado en disco. Escuchad esta versión  ♫.  Sí, sí, podíamos escuchar una campana. ♫ Ahora estamos oyendo una especie de abeja. En fin, es la versión de un grupo de percusión, que es lo más gracioso. Bueno, era una versión reducida de este 4’33′’ de silencio de John Cage. Sin embargo, compositores como Stravinsky o como el español Luis de Pablo consideran que si no hay hombre, que ordena y crea, no hay música. Todo lo más material agradable, acariciante y placentero, pero nunca arte ♫.

Otro muchos piensan que la música está allí donde quiera cada uno encontrarla. Boecio, un filósofo romano de hace tropecientos años ya decía que “quien penetra dentro de sí mismo, sabe lo que es la música”. O Paul Dukas, el compositor de “El aprendiz de brujo”, quien nos contesta a la eterna pregunta de los secretos que pueda tener la música diciéndonos: “es sólo a la música a quien hay que preguntarle por el secreto de la música. Ella nos contesta a su manera”  ♫.

Bueno, la verdad es que es un verdadero lío. Hay opiniones para todos los gustos. Y si hablamos de gustos, esto ya es el colmo.

 – ¿La música que me gusta más? Jazz, la clásica, pop. En general, todo tipo de música.

– A mí me gusta la música de los rituales negros y de los indios. Vamos, los cánticos religiosos que tienen.

– A mí la que más me gusta es la pop porque no es ni rock ni clásica

– Beethoven, MC Hammer, Mecano.

– A mí la de Emilio Aragón.

– Pues clásica, blues, incluso me gusta el jazz. ¡Ptsse!, de todo, todo hecho con calidad y con sentimiento.

– Si es que a mí no me gusta la música.

– A mí lo que no me gusta es cuando cantan esas gordas.

– No me puedo inclinar. Me gusta tanto la música que me es absolutamente imposible inclinarme por una música frente a otra.

– A mí me gusta el Chiringuito. “Yo tengo un chiringuito al borde de la playa. Lo tengo muy bonito y yo quiero que tu vayas”.

Ya lo dice el refrán: sobre gustos es sobre lo que más se ha escrito. Depende de tantas cosas: de la edad, la educación, el medio en que se vive, la tradición familiar… mil cosas. Os contaré una anécdota. Una vez hace muchos años, cuando todavía no había ni radio ni televisión, ni discos, ni casetes ni nada de esas cosas que hay ahora, vino a Europa un político de Oriente que no conocía en absoluto nuestra forma de vida. Para agasajarle le llevaron a la ópera. Vamos a imaginarnos a La Traviata. Cuando acabó le preguntaron: “¿Qué tal? ¿le ha gustado?”. Y él contestó: “Bueno, es todo muy monótono, casi todo son marchas y cosas de esas. Lo más bonito era lo del principio”. “¿La obertura?” le dijeron. “No, no, no, no. Lo de antes, antes de que saliera el director”.  ♫ Lo que más le había gustado era la afinación de la orquesta, porque se parecía mucho a la música de su país  ♫.

Claro, lo que no se conoce es muy difícil que guste. Yo os voy a confesar que a mí me gusta toda la música. Bueno, casi toda. Le voy a poner un casi de seguridad. Y ese espíritu es el que quiero hacer llegar por las ondas a este espacio, intentando despertar curiosidad por la música en general. Porque ya lo decía ese chico cuando le pregunté qué le parecía qué era la música. Y contestó muy seguro: “todo es música”. Yo estoy completamente de acuerdo con el chaval. Lo que pasa es que hay músicas para dar y tomar, de todos los tipos que nos imaginemos. Vamos a dar un breve repasillo.

Fijaos, las hay hechas para que sean interpretadas por un montón de gente  ♫. O músicas para que sean tocadas por una sola persona  ♫. Hay músicas que se tocan con instrumentos muy complicados  ♫. Y otras que se interpretan por un simple silbido  ♫. Hay músicas estruendosas que se oyen muy fuerte  ♫.  Otras sin embargo se sitúan en el límite de la audición  ♫. También hay músicas que se vienen haciendo igual desde hace muchos, muchos siglos  ♫. Hay otras sin embargo que están compuestas como quien dice anteayer  ♫. Otras, están inventadas por un músico e interpretadas, estrictamente, según la partitura  ♫. O improvisadas al instante  ♫.  O son muy complicadas de entender  ♫.  O muy sencillas  ♫. Músicas que definen a un pueblo  ♫.  Y músicas que definen una religión  ♫.

Sí, sí, hay músicas de todos los tipos posibles. ¿Por qué quedarnos entonces con unas pocas? ¿Tan cortos de miras somos? No, no, en este programa vamos a ir a por todas. Bueno, a por todas las que podamos  ♫.

Y ya que hoy estamos con preguntas ¿una silla normal es un instrumento musical? Antonio Agúndez, compositor madrileño, dice que sí y ha hecho una obra para este singular instrumento: la silla plegable  ♫. ¿Y los papeles y cartones? Lo mismo. El Taller de Música Mundana tiene un “Concierto para papel”  ♫. ¿Y el ruido de las bisagras de las puertas, las que no están engrasadas? Pierre Henry, un famoso compositor hace un montón de años hizo unas “Variaciones para una puerta y un suspiro”  ♫.

Y así podríamos seguir escuchando músicas sorprendentes que se hacen por todo el mundo. O podríamos seguir preguntando ¿por qué me gusta más esto que aquello?, ¿qué es oír y qué es escuchar?, ¿qué es lo que dice la música?, etc. Seguramente no vamos a tener tiempo nadie ni para oírlo todo ni para contestarlo todo. Por mi parte os brindo la posibilidad de meditar sobre estos asuntos media hora a la semana en este espacio. No es mucho pero tal y como están las cosas tampoco es poco  ♫.

A lo mejor este es el inicio de una reflexión sobre qué es esto, qué no es aquello. Sería magnífico. Y como la mejor manera de entender la música es haciéndola, desde aquí os propongo lo siguiente ♫. ¿Podríais hacer una pieza musical con un bolígrafo y una carpeta? ♫ Cuando apaguéis la  radio, escuchad con cuidado todos los sonidos que haya. ♫

¿Os han gustado todas las músicas que han sonado en este espacio? ¿Cuáles no? ¿Por qué?  ♫ Y por último: ¿qué podríamos hacer para que nos guste lo que en principio parece que no nos gusta?  ♫

El próximo día tendremos en SONIDO Y OIDO: DESCUBRE LOS ELEMENTOS  ♫ Observaremos un poco todos juntos el ruido, el sonido, el silencio, el ritmo, la melodía, la armonía, el contrapunto, la forma, el contenido y la coherencia. ¡Buf!¡Demasiao! ♫  No os lo perdáis. Estará como hoy bajo el control de Carlos Arévalo. Hasta entonces, ¡adiós y adiós!

© Fernando Palacios

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01 Ago

00 Sonido y Oído – Guía didáctica

Programa radiofónico  “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.

PODCAST disponible aquí

Sonido y Oído – Guía didáctica: En este episodio se informa sobre algunas posibilidades didácticas de «Sonido y oído», así como las relaciones de los programas entre sí, y de posibles trabajos a realizar a posteriori.

Haz clic para acceder a 00-Guia-didactica.pdf

♫ Como se habrá podido comprobar, todos los programas de SONIDO Y OÍDO son diferentes. No  obedecen a un patrón establecido, pues quieren ver el hecho musical desde distintos ángulos. Lo único que tienen en común es que constan de: una introducción, la presentación, el desarrollo del tema y  una conclusión con breves propuestas de trabajo ♫.

Los programas no están ordenados siguiendo progresión alguna, ni tienen entre ellos continuidad; o sea, cada uno es una unidad didáctica. Por lo tanto pueden ser oídos aisladamente sin establecer relación con ningún otro.

♫ Por nuestra parte, en la serie de programas SONIDO Y OÍDO ha habido muy poco margen a la improvisación. Todo su contenido, palabra, tipo de expresión, selección musical, montaje… ha sido sometido a minucioso cálculo. Puede observarse fácilmente que hay programas con mucho texto, otros con más música, unos con muchos ejemplos sonoros cortos, y otros con pocos y algo más largos. Todo esto es porque, además de estar planificados como clases de media hora, no dejan de ser en ningún momento programas radiofónicos de entretenimiento dirigidos tanto a niños como a mayores, con o sin formación musical ♫.

No todos los programas tienen la misma dificultad de escucha. Hay algunos más difíciles de oír que otros. En ello influye, naturalmente, la materia de que se trata. Unas veces por dificultad propia del tema, como es el caso del ritmo o el silencio, y otras por la densidad de la información, como los programas dedicados a la sonata o a la repetición. En la mayoría de los casos se recomienda varias audiciones, más o menos espaciadas de un mismo programa, pues es posible que muchos conceptos y detalles musicales pasen desapercibidos en una primera escucha ♫.

Una gran parte de los programas, no todos, puede ser seguida con un buen aprovechamiento por niños de nueve años en adelante. Eso sí, si han sido suficientemente motivados y si en ellos se han creado previamente hábitos de atención. Con niños de más de once años, estos programas no deberían, en principio, presentar ningún problema para su comprensión. En edades superiores, pueden utilizarse como termómetro para medir su grado de permeabilidad a la música, de sensibilidad hacia los sonidos y de capacidad de atención con los oídos ♫.

Del mismo modo que SONIDO Y OÍDO se ha servido constantemente de fragmentos musicales troceados y ordenados a gusto, quien quiera utilizar para su trabajo docente esta serie queda con plena libertad para servirse de ella como considere oportuno, troceando, invirtiendo y ordenando las casetes a su antojo. Puede ser utilizada en la docencia de muy distintas maneras:

1) Como aportación sonora: su selección musical es prolija y enormemente amplia. Pueden encontrarse músicas de todos los continentes y épocas agrupadas de diferentes maneras. La intención ha sido ofrecer un buen panorama de la música de todo el mundo  ♫

2) Como aportación de ejemplos específicos: hay programas como Pulso y ritmo, Microbios y gigantes o Un  asunto de perspectiva, que contienen ejemplos especialmente realizados para ellos por flauta, fagot, cello, violín y piano. Dichos ejemplos son susceptibles de ser utilizados de distintas maneras  ♫.

3) Como fuente de inspiración temática: sus planteamientos pueden despertar en los oyentes iniciativas imprevistas. De la misma forma que se muestran audiciones musicales tomando como hilo conductor temas diversos, como fuego, la noche y el día, o el hombre del tiempo, cada profesor puede organizarse otras audiciones musicales con temas de su cosecha, más afines a sus necesidades y gustos  ♫.

4) Como esquema a desarrollar: la mayoría de estos programas están muy concentrados y admiten audiciones partidas, con comentarios intermedios e incluso desarrollos de cada uno de sus puntos y secciones. En este sentido creo que son de especial interés las introducciones de cada uno de los programas, pues son especialmente interesantes  para organizar actividades, comentarios y desarrollos  ♫.

 5) Como germen sonoro a ampliar: al estar hecha la selección musical a base de fragmentos muy cortos por razones de tiempo y ritmo radiofónico, se recomienda a quienes quieran utilizar estos programas en la preparación de clases que, sin ningún temor, amplíen con una selección musical propia los momentos que consideren oportunos  ♫.

6) Como pretexto y acicate: su simple audición debe desencadenar conversaciones, discusiones y coloquios sobre música y, sobre todo, puede incitar a componerla e interpretarla  ♫.

 7) Como inicio o colofón de actividades musicales: a partir de la escucha de un programa de la serie pueden planificarse trabajos y ejercicios derivados de él. Del mismo modo, cada programa sirve de colofón a actividades previas programadas bajo el mismo tema  ♫.

Para quienes se acerquen a SONIDO Y OÍDO con interés metodológico observarán que, dentro de un esquema muy general, se pueden agrupar los programas en siete apartados:

1. El que se refiere a instrumentos musicales, que son: 

2. Programas que tratan del fenómeno musical: asuntos de análisis o estética musical muy “sui géneris”.

 3.  Programas que hablan de percepción musical

4.  Los que están hechos basados en una selección musical siguiendo un hilo conductor

 5. Los cuentos musicales

6.  Programas que incitan a cantar y bailar

7.  Otros

Confío que estas 40 horas de material didáctico musical puedan ser de interés y aprovechamiento a los diferentes estamentos docentes que tienen su objetivo en la música.

© Fernando Palacios