Un millón de pasos
Un millón de pasos 10:30
Música electroacústica 1989
Realizada en el Gabinete de Música Electroacústica de Cuenca
Técnico de grabación: Leopoldo Amigo
Portada: Laura Terré
UM/Unió Musics. 1992
Un millón de pasos son, casi con toda exactitud, los que debe dar entre Somport y Compostela quien desee realizar a pie el añejo Camino francés que, desde la Edad Media, consigue reunir bajo muy distintas convicciones tanto a peregrinos como a deportistas, eruditos, iluminados, curiosos, templarios, cuentistas, iniciados… y a tantos otros que, reuniendo en mayor o menos medida las características anteriores, se proponen con esta agotadora empresa alterar su ritmo vital, aproximarse a los acontecimientos bajo otra perspectiva y complementar la frenética actividad con reflexión andariega.
Un millón de pasos son también los que debe dar, en un periplo estrictamente personal, quien quiera atravesar el largo y ladino sendero que une los puntos más distantes de nuestra sensibilidad. Aquel que, harto de empacharse de malos ratos producidos por el ataque machacón de estéticas populares contrarias a su gusto, y ante la absoluta imposibilidad de combatir lo incombatible, se proponga asimilar y gozar de todo aquello que tanto repudiara, deberá, sin duda, realizar un largo recorrido autoeducativo en cuya meta se encuentra otra compostelana quizás más sustanciosa que la primera.
Ambas caminatas son las que sostienen el entramado formal y el contenido estético de esta obra. La primera senda estructura el tiempo, lo divide en etapas, presenta a los personajes, repasa los días y sus recorridos. La segunda, por su parte, añade misterio nocturnal, evoca textos y melodías culturalmente condenados, descarga los conceptos, busca cómplices. Si por un lado tiene un soporte frío, distante y matemáticamente calculado, por otro se arrima al calorcillo de la broma, la sal gorda y la risa reprimida.
Un millón de pasos, como clara consecuencia de lo expuesto, tiene una doble dedicatoria, a los compañeros del autor en la gran caminata santiaguesa, Menchu, Laura, Juan y Sira, y a las Maripilis y Antoñito, combatientes y defensores a la vez del popular cantante conquense de cuyo acervo creativo Palacios ha tomado unas migajas.