Fernando Palacios. Ilustraciones de Jesús Gabán. Editorial Agruparte. Vitoria 2002
PRÓLOGO de Juan Ángel Vela del Campo
EL PLACER DE CONTAR
Hace algo más de una década, la editorial Anthropos editó en su colección Ámbitos Literarios un librillo de desconcertante título: “Los grandes relatos”, del gran escritor José Jiménez Lozano. Digo desconcertante pues las narraciones no sobrepasaban en su mayoría las tres o cuatro paginas de extensión. No eran lo que normalmente se entiende por grandes relatos. Por si fuera poco, en ellas se hablaba de las cosas cotidianas de la vida: las gafas de leer, el grajo, el árbol, el reloj, el forastero, el concurso, el espejo, el molino, los malos pensamientos y, por supuesto, personajes como la señorita Obdulia, el señor Torres o el Abilito. Eran todas historias cortas, pero, ay, eran conmovedores retazos de vida, eran grandes, grandísimos relatos detrás de su apariencia humilde.
Al leer juntos los comentarios de Fernando Palacios sobre las óperas representadas, o, en su momento a representar, en el teatro Real de Madrid, el inconsciente me ha llevado de inmediato, tal vez por el formato, a los grandes relatos de Jiménez Lozano. No es que el estilo literario de los dos autores sea parecido, pero ambos coinciden en, al menos, tres aspectos: el placer inconmensurable de contar historias al calor del fuego bajo; la sencillez, o, lo que es tan importante o más, la absoluta falta de pedantería; y un cierto tono de escribir para los demás en vez de mirarse el ombligo, algo, por otra parte, tan frecuente. Vaya, pues, por delante que tengo también como grandes relatos los comentarios de Palacios a propósito de las óperas del Real.
Fernando Palacios posee un fino instinto didáctico, que se traduce en una aguda capacidad de síntesis, en una obsesión por los mecanismos de la escucha y en un deseo espontáneo de compartir lo que sabe. El sentido estructural de sus análisis insiste en la claridad evitando la simplificación. Cuando afirma que Puccini reunía todas las cualidades necesarias para arrasar con el público, lo sostiene en base a “un conocimiento superlativo de cómo funciona la escena teatral, una vena melódica típicamente italiana que hipnotiza a quien escucha, dotes para sacar el máximo rendimiento de las voces, sabiduría para extraer de la orquesta destellos luminosos, y arte inigualable para crear heroínas de carne y hueso”. De Massenet, por ejemplo, subraya “la gracia lánguida, sensual y seductora de sus melodías románticas; el dramatismo sofocante de la acción y lo divinamente bien que suena la orquesta”. Y lo mismo incita en sus páginas a la curiosidad por la música de nuestros días, que se detiene en divagar por qué “Così fan tutte” o “La traviata” nunca se traducen del idioma original, mientras es más natural decir en castellano títulos como “El barbero de Sevilla” o “El ocaso de los dioses”.
La amenidad de Fernando Palacios, tan curtida en mil batallas escolares y orquestales, se traslada sin esfuerzo aparente a sus relatos. Hay una cierta ilusión de infancia recuperada en unas descripciones cuya ingenuidad es solo aparente. Detrás de todo ello hay mucho conocimiento y, sobre todo, mucho amor.
La óperas quedan así un poco desmitificadas de su aparato trascendental aunque ganan en proximidad con “un suave no sé qué, un cierto encanto”. Encanto que también poseen las ilustraciones de Jesús Gabán, muy apropiadas al tono de amabilidad que el libro posee. Con todo ello, la sonrisa se impone y el placer de leer se corresponde de inmediato con el placer de contar.
INTRODUCCIÓN
Durante la temporada 98-99, el por entonces Director de Comunicación del Teatro Real, Tomás Martín de Vidales, me encargó que añadiera unos comentarios a las últimas páginas de los programas de mano de las funciones de ópera. El objetivo era que dichos comentarios pudieran ser entendidos por aquellos jóvenes y niños -no muchos, seamos realistas-, aficionados incipientes que acuden a la ópera. Para ilustrar el texto con dibujos adecuados propuse al especialista Jesús Gabán, cuyo trabajo conocía gracias a su colaboración en el cuento El Planeta Analfabia, de Carmen Santonja. Y así comenzó esta experiencia, que ha durado cuatro años.
Todos conocemos lo arduas y engorrosas que son las sinopsis de las óperas (la finalidad de contar demasiadas cosas en poco espacio las convierten en criptogramas paraliterarios), la prosa ministerial de los curriculum de los artistas y la erudición de los comentarios de los programas de mano. Justamente de ese estilo enrevesado queríamos huir. Por ello partimos de la idea de redactar unos textos con un lenguaje comprensible para los públicos “no conocedores” que, huyendo de la trivialidad, procuraran iniciar y entretener a los jóvenes, sin por ello hacer enrojecer a los más expertos.
El trabajo comenzó a tomar un cierto protagonismo. La sorpresa llegó cuando se observó que no sólo los más jóvenes miraban las imágenes y leían los comentarios del programa de mano -o invitaban a sus padres a que se los leyeran-, sino que muchos adultos, algunos de reojo y otros sin disimulo alguno, se detenían a curiosear la pequeña sección. Es cierto que algunos aficionados ponían el grito en el cielo, al sentirse heridos por la inmediatez y descaro de los comentarios -no digo que sin razón-, mientras que otros celebraban esa posibilidad que se les brindaba de comprender algunos mecanismos operísticos que hasta entonces nadie se había entretenido en explicarles. Lo más curioso fue el día en que nos sorprendimos escuchando que durante las retransmisiones radiofónicas de las óperas por Radio Clásica, el comentarista leía parte de estos mismos textos. Lo cierto es que, por una razón u otra, la sección Para los más jóvenes nunca ha pasado desapercibida.
Los textos que reúne este libro han sido sacados de dichos programas de mano y agrupados por compositores de manera más o menos cronológica. Cada uno de los comentarios suele tener varios capítulos breves, de los cuales el último siempre es la reducción al formato de cuento tradicional del drama o comedia que trata cada obra. En cuanto a los primeros, hablan de características del género, de particularidades de su historia, de los autores y sus obras, y de la ópera que se trae entre manos. Si alguien tuviera la ocurrencia de leer seguidos estos primeros minicapítulos, podría llegar a hacerse una idea general de en qué consiste este extraño, pero familiar, fenómeno de la ópera. En cualquier caso, estos textos sólo pretenden ejercer de plataformas de acceso, de ventanas que permitan iluminar aspectos oscuros del arte de la ópera, en ningún caso ansían suplir la experiencia de una representación: más que ningún otro espectáculo, la ópera es el invento más cercano al arte total y, por tanto, el que transmite experiencias más intensas y permite un sinfín de interpretaciones y relaciones entre las artes.
Supongo que estos textos pueden ser útiles en educación musical: están listos para leerse en clase, pueden utilizarse como base de trabajos escolares y, sobre todo, pueden servir para animar a niños, jóvenes y adultos a perder el miedo y entrar en el excitante mundo de la ópera. Para completar los comentarios, he añadido un capítulo final en el que se indica una discografía básica de cada obra (es obvio que en ella no figuran las óperas nuevas que no poseen registro fonográfico).
Mientras escribo esta introducción me comunican del Teatro Real su intención de prescindir en adelante de esta experiencia. Nada podemos hacer, sólo alegrarnos con la aparición de esta edición que, a su manera, deja constancia de un trabajo que en su momento fue útil a quienes asistieron al teatro, y que ahora puede ser disfrutado por todos los públicos.
Fernando Palacios, 2002
Índice
- Orfeo
- Celos aún del aire matan
- Don Giovanni23
- Cosi fan tutte
- La flauta mágica
- Fidelio
- La Cenerentola
- Lucia di Lammermoor
- La Sonámbula
- Ernani
- Rigoleto
- Il Trovatore
- La Traviata
- La Forza del destino
- Don Carlo
- Otello
- Falstaff
- Tannhaüser
- Tristán e Isolda
- Maestros Cantores
- El oro de Rin
- Parsifal
- Sansón y Dalila
- Manon
- Werther
- Margarita La Tornera
- La Bohème
- Madame Butterfly
- Peleas y Melisande
- Elektra
- El caballero de la rosa
- Babel 46
- El niño y los sortilegios
- Guerra y Paz
- Lady Macbeth de Mtsensk
- Don Quijote
- La Señorita Cristina