Programa radiofónico nº 18 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.
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Las melodías tienen muy distintas maneras de ocultarse: unas se esconden en libros olvidados, otras en la inmensidad del océano. Pero también se disimulan en entramados musicales: acompañamientos, acumulaciones, fugas, citas, variaciones e improvisaciones.
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♫ Esta canción tradicional escocesa se llama “Tan temprano en la primavera”; Jacqui la canta sin acompañamiento ninguno. ♫ Su voz describe un hermoso dibujo hecho con el sonido. Eso es una melodía. Con sólo una melodía se puede hacer una perfecta obra musical. Hay muchas que son así: una sola melodía. Otras, más abundantes, consisten en melodía con acompañamiento. Un instrumento o una voz hacen la melodía y otro u otros hacen el acompañamiento. ♫ Hay incluso otras músicas que no tienen ni melodía, ni acompañamiento, ni nada de eso.
♫ Pero hoy no me voy a ocupar de esos casos, sino de aquellos en los que las melodías se disimulan, se esconden, se enmascaran, se tapan, como ésta que está sonando pianito por debajo de mi voz. Está luchando por salir y yo no le dejo. Se mantiene casi callada, ignorada. Bueno, bueno, me voy a callar para que brote y se pueda oír. ♫
Hemos escuchado como esa melodía ha venido y se ha ido, se ha ocultado. Hay muchas músicas que contienen melodías que se transforman, se retiran, aparecen, desaparecen. De eso va a tratar el programa de hoy: de las MELODÍAS OCULTAS
♫ Las melodías tienen muy diferentes maneras de ocultarse, de disimular. Unas veces lo hacen de unas formas y otras lo hacen de formas diferentes. Vamos a observar algunas. Hay melodías que permanecen durante siglos escondidas entre los pentagramas de libros muy antiguos. Casi nadie les hace caso. Allí están en las catedrales, en los museos, en las bibliotecas, esperando a que llegue un investigador, las estudie y las saque a la luz. La mayoría no tienen suerte y están siglos y siglos sin poder sonar. Pero algunas son curioseadas por un musicólogo y al poco tiempo suenan esplendorosamente, como esta que oímos. Luis Lozano la sacó de un viejo libro de la Biblioteca Nacional y ahora, después de cinco siglos en conserva, la podemos escuchar. Ha tenido mucha suerte y nosotros también por poder oír ahora esta música que se utilizaba en ceremonias mágicas contra enfermedades infecciosas. ♫
Las ballenas componen preciosas melodías que muy pocos pueden escuchar. Estas melodías quedan ocultas entre el rumor incesante del mar. Además, son tan graves que nosotros no los podríamos oír, a no ser que alguien las grabara y les subiera el tono, reproduciendo la grabación a más velocidad. Gracias a estos intrépidos reporteros podemos escuchar, sin movernos de nuestra casa, las extrañas, las mágicas melodías de las ballenas. ♫
Hay un caso que en música se repite muchas veces: es el de las melodías que se dejan tapar por otras nuevas. O sea, una melodía se oculta tras otra y, aunque suenan las dos, nuestra atención se centra en la nueva, quedando la primera como apoyo, como acompañamiento. Es como si pusiéramos una red delante de una tela: se ve la tela que está debajo, pero sobre todo se ve la red que está encima.
El ejemplo musical es el siguiente: tenemos esta magnífica melodía de violín ♫ ¿Habéis oído qué maravilla? Bueno, pues cuando acaba aparece una voz de mujer cantando que nos llama la atención. En ese momento la melodía de violín pasa a un segundo plano, para no interferir, o sea, se oculta. ♫
Este ejemplo de Liszt es muy curioso. Empieza la melodía así: ♫ Es muy sencilla, ya lo oís, no tiene más, pero lo repite otra vez: ♫ Y repitiendo sin cesar cada parte de esta melodía obtiene el acompañamiento de la melodía siguiente ♫
Existen músicas que están hechas por muchas melodías que suenan a la vez; por eso es difícil fijarse en una sola. Además, del mismo modo que nos fijamos en la superficie de los objetos, también atendemos a la superficie de la música y nos cuesta escuchar los entresijos, lo que está por debajo. Es decir, resulta difícil oír las melodías ocultas de estas músicas llamadas polifónicas, y se llaman así porque tienen varias melodías superpuestas ♫
Hubo un curioso compositor americano llamado Charles Ives que le encantaba componer acumulando melodías diferentes que tuvieran poco que ver unas con otras. De esa forma se organizaba un barullo considerable que es lo que él pretendía. En su obra ‘Central Park en la oscuridad’ se escuchan los sonidos de la ciudad en la noche ♫
Durante los siglos XV y XVI a los compositores les gustaba componer obras basándose en melodías conocidas, ya fueran populares o religiosas. Que estaba de moda la canción ‘El hombre armado’, por ejemplo, pues componían misas enteras sobre esta canción. Utilizaban parte de la melodía, la subían, la bajaban, le cambiaban el ritmo, la hacían más lenta… y con estos y otros muchos procedimientos ponían en pie obras grandiosas, construidas a partir de pequeñas canciones. Por ejemplo, aquí tenéis una famosa melodía religiosa: ♫ A partir de esta melodía, el gran compositor Josquin des Pres hizo esta misa: ♫
Un caso todavía más complicado es el de esas pequeñas melodías que inventan los compositores para organizar con ellas el entramado más complicado que hay en música: la fuga. Cada fuga se compone tomando una de esas melodías; primero suena sola, después aparece otra vez, y otra, y otra… como en los cánones. Y así va discurriendo la fuga, con apariciones y desapariciones de la melodía. Es como el río Guadiana que se esconde, sale, se vuelve a esconder, vuelve a salir. El máximo artista de este tipo de música es Johann Sebastian Bach. De él vamos a oír esta fuga para teclado. La melodía es ésta: ♫ La escuchamos en entradas sucesivas ♫. Y ahora oímos entera la fuga. Podéis contar las veces que asoma la cabeza la melodía ♫
Una práctica común en nuestros días es citar melodías conocidas. Se hace normalmente en improvisaciones y en composiciones escritas. La cosa consiste en que alguien está tocando una música cualquiera y de repente aparece una melodía de otro lugar, como si fuera clandestina. ¡Claro que esto se puede hacer bien y mal, con buen o mal gusto! Cuando se hace bien el público, si está atento, disfruta una barbaridad. Pero si no está atento el público, puede pasar la melodía disimuladamente, oculta. Vais a ver cómo en esta música contemporánea el violín toca el tema de “Pedro y el lobo” de Prokofiev, ese que dice ♫. Estad atentos ♫
A las melodías les encanta disfrazarse de múltiples formas, ocultarse tras diferentes disfraces. A veces se ponen disfraces tan raros que no las reconocemos, pero aunque varían su forma, nunca dejan de ser ellas mismas. En música a esto se le llama variación. Los artistas van cambiando el disfraz a la melodía: unas veces la melodía se convierte en lenta y majestuosa, otras rápida y ligera, otras triste, otras grandilocuente. Ese es el arte de la variación. Tomemos un famoso ejemplo ♫. Esa es la melodía; oigamos una variación: ♫ Y ahora otra distinta ♫
Vamos con un segundo ejemplo. El tema es éste: ♫. Aquí llega una variación ♫. Y aquí otra, con un disfraz tan romántico y extraño que no se reconoce la melodía original: ♫
Hay otras muchas maneras de disfrazar melodías. Por ejemplo el jazz, es una música que se hace por medio de la improvisación sobre una melodía, o sea, los intérpretes van inventando disfraces para la melodía. Observad, seguramente conoceréis esta música ♫. Se llama “Summertime” y la canta la famosa Ella Fitzgerald. Bien pues, tras cantar la melodía tal y como es, la disfraza de esta manera ♫
Aquí tenemos otro ejemplo. La canción se llama “Carioca”: ♫ El primer disfraz se lo pone el saxofón, es decir, el saxofonista improvisa sobre la canción: ♫ Ahora le llega el turno a la trompeta. Mientras tanto, el saxo se oculta tras ella: ♫. Y para finalizar, los dos juntos interpretan la melodía pero cada uno toca un fragmento distinto y, milagrosamente, queda perfecto: ♫
Otras melodías se ocultan tras su propia dificultad. Son tan difíciles que no se ven, permanecen indescifrables. Para que una melodía se entienda y se pueda tararear no debe ser muy complicada pues sino su propia complejidad la oculta: ♫
Más difícil todavía: ¡hay melodías que no son de notas!, ¿qué os parece? A Anton Webern, un compositor de principios de siglo, se le ocurrió hacer melodías de timbres, o sea, no de alturas de los sonidos sino de colores de los sonidos. Es como si en vez de hacer una melodía tradicional (…) la hiciera así (…). El resultado es este: ♫
Vamos a ver ya nuestro último caso por hoy. El ritmo es un elemento de gran importancia en la melodía. Os voy a poner un ejemplo. Si yo toco esto: ♫ ¿A qué os suena? ¿A esto? ♫ ¿Sabéis por qué os suena a eso? Porque detrás del ritmo se oculta una melodía que conocíamos y sólo su ritmo nos la descubre. Si yo conozco una melodía así: ♫ Cuando escuche esto ♫ rápidamente recordaré la melodía que se ocultaba tras ese ritmo: ♫
Pues hoy hemos tenido en nuestro programa melodías ocultas, melodías que permanecen encerradas en libros gordos, melodías de ballenas, melodías que ocultan a otras, que suenan a la vez, que generan obras, que se citan, que se disfrazan, que se complican, que se recuerdan… O sea, algunos tipos de ocultamientos melódicos. Ya sabéis lo que os toca: buscar melodías ocultas en las polifonías, en las fugas, en las variaciones. Están ahí para que tú las descubras ♫
El próximo programa estaremos la media hora haciendo MÚSICA CON CUALQUIER COSA.
Hoy, como siempre, nos acompañó en el asunto técnico, Carlos Arévalo.
Hasta entonces, adiós y adiós.
© Fernando Palacios