Programa radiofónico nº 6 de “Sonido y Oído”, realizado por Fernando Palacios para Radio Clásica de RNE en el año 1991/92.
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La voz, la boca, las manos, los pies son instrumentos de gran importancia estética y educativa. Una breve muestra de las muchas posibilidades que tiene nuestro cuerpo para sonar, tanto voluntaria como involuntariamente.
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♫ Atención, el pueblo Banda-Linda está lanzando un mensaje de aldea a aldea. El mensaje dice que un niño acaba de nacer y hay mucha alegría en el pueblo. Todo eso lo dicen con tambores. ¿Sabéis cómo? Imitando con el sonido de los tambores el lenguaje hablado. Ellos tienen un lenguaje tonal, es decir, las mismas palabras dichas más agudas o más graves significan distintas cosas, por eso sus tambores dan distintas alturas, distintas melodías, que significan distintas cosas. ♫
En otra aldea un maestro enseña a leer a los niños. Observad las distintas alturas de sus expresiones. (…)
Marius Schneider, el importantísimo teórico musical, piensa que ese paso del lenguaje tonal a la percusión, pudo ser el nacimiento de la música. ♫
Otro señor, Karl Bücher, dice otra cosa: “la música tuvo su origen en los movimientos corporales rítmicos, especialmente en los trabajos colectivos”. ♫
Otro estudioso, Carl Stumpf sostiene que la música nació por la necesidad de los hombres de hacer señales sonoras para llamarse cuando estaban alejados. ♫
De ahí a las melodías, hay muy poco. ♫
Otro señor, Combarieu, nos dice que el origen de la música nos viene por la necesidad que tiene el hombre de someter a la naturaleza mediante la magia. Por ejemplo, las ranas son el símbolo de la fertilidad de la tierra por medio del agua ¿sabéis por qué? porque están siempre entre el agua y la tierra, luego si imitamos el sonido y el ritmo de las ranas, atraemos a la lluvia hacia la tierra. Así de fácil parece luego. ♫
Gracias a que sonamos, existe la música, o dicho de otra manera, hay música porque queramos o no queramos, siempre sonamos. ♫
Nuestro cuerpo no para de emitir sonidos a todas horas del día. Vamos a clasificar estos sonidos a nuestra manera en tres grupos:
- Los que hacemos involuntariamente,
- Los que hacemos por necesidad
- Los que hacemos porque nos da la gana.
Vamos ya con los primeros, los involuntarios. Estos los emite nuestro cuerpo con o sin consentimiento (…) El corazón la respiración, los estornudos, los ronquidos y delirios nocturnos, los escalofríos, incluso el llanto, la risa, o las exclamaciones (“¡ah!, ¡oh!, ¡Huy!, ¡venga!”), son sonidos que hasta nos muestran el estado de salud.
Murray Schafer, un magnífico profesor de música, se pregunta si el estetoscopio, (ese aparatejo que tienen los médicos con el que nos escuchan el cuerpo, nos auscultan cuando tenemos pulmonía y catarros), ¿es un instrumento?
Según nuestra clasificación llegamos al segundo grupo, los sonidos que hacemos por necesidad, todo lo que nos suena sin que podamos o queramos evitarlo. Desde que nos levantamos de la cama no podemos hacer casi nada sin que suene. Caminar, el rozamiento con las cosas, son sonidos que provocamos en nuestra vida cotidiana. Abrimos un grifo (…), la cisterna del water (…), batimos un huevo (…), la cafetera (…), la máquina de escribir (…), el timbre de la bicicleta (…) y si seguimos así, el coche, el avión, la fábrica… Son necesidades que en un grado de saturación, como ocurre en casi todas las ciudades, ocasionan polución sonora, que es muy perjudicial. (…)
Pero estos sonidos que hacemos con mayor o menor necesidad, controlados pueden ser tan atractivos como este chirrido de hamaca entre los sonidos de la noche. ♫
Seguramente es un sonido que no se busca, pero acompaña. Es de una obra de Luc Ferrari.♫
Nuestro tercer y último grupo de sonidos que hacemos con nuestro cuerpo es el de los sonidos voluntarios, los que podemos y queremos hacer, sin instrumentos, claro. Vamos a observar, a partir de este instante, todos esos sonidos que somos capaces de hacer con la voz, la boca, las manos, los pies, en fin, con nuestro cuerpo. El punto emisor de sonido más importante que tenemos es sin duda la voz. Esto que tengo aquí ahora, con el que me comunico con vosotros. Porque nos sirve para hablar, pero también para cantar ♫. Es Park-Nok Su, una señora importantísima de Corea que interpreta la música del Teatro P’ansori, que está a medias entre lo hablado y lo cantado ♫.
Otro caso de hablar y cantar, pasando de una cosa a otra, casi casi como por arte de magia, es el caso del cantaor flamenco Pepe Marchena. Escuchad como lo hace ♫.
En música, la voz en solitario encarna la melodía ♫.
Una sola voz también hace espléndidamente ritmos ♫.
Aunque parezca mentira, una sola garganta es capaz de hacer armonías ♫.
Varias voces juntas, logran hacer, con mayor razón, de todo: melodías ♫, ritmos ♫, armonías ♫, contrapuntos ♫.
Estas son nuestras voces, los mejores instrumentos que existen y para mayor maravilla los llevamos incorporados dentro de nosotros.
Por cierto, no siempre es necesario que emitamos nuestra voz con cierta potencia. El susurro, en la intimidad o en la soledad, nos descubre mundos insólitos. Sin emitir la voz, sólo con el aire que sale del mismo, modulado por la boca, entendéis todo lo que digo, ¿a que sí? Es una emisión silenciosa, hasta cariñosa, sólo con las consonantes en susurro se pueden hacer muchísimos efectos tímbricos y rítmicos. Atended a esto (…). Y hasta melodías ♫. Casi en susurro se cantan las nanas, para que no se les despierte el niño ♫.
Siguiendo con la boca llegamos al silbido ♫. Este silbador chino, lo ha practicado tanto que lo hace así de bien ♫. O este cantante y pianista de blues, Memphis Slim, que alcanza a silbar a dos voces él solito ♫.
♫ Ya hemos llegado a las manos ♫. En todo el planeta se usan las manos para llevar o acompañar el ritmo ♫, y para aplaudir, claro (…). Sin duda, de palmas los que más saben son los flamencos ♫. Solamente con los dedos se obtienen los pitos. Nuestro compañero Ángel Sánchez Manglanos es un virtuoso ♫. Todavía nos quedarían las palmas sordas ♫, los nudillos sobre la mesa ♫, y otras muchas variantes (frotando…). Pero pasamos a los pies ♫.
Al marcar un ritmo con los pies, o al hacer un movimiento rítmico de baile, éstos pasan a ser instrumento protagonista ♫.
La voz, las manos y los pies se funden a la perfección. Así lo hacen en África ♫.
El compositor Ligeti fue invitado a dar una conferencia sobre el futuro de la música. Se sentó en su mesa de conferenciante y se mantuvo en silencio durante los ocho minutos que duró la actuación. Las reacciones del público: murmullos, gritos, insultos, palmas, pateos, constituían para Ligeti una creación sonora; una obra realizada por el público (…).
Combinando palmadas, golpes en el pecho, en las piernas y pisotones y pisadas, el americano Keith Terry ha conseguido una sistematización del ritmo por medio de percusión corporal. Un verdadero hallazgo para la educación ♫.
Este es un grupo de alumnos del séptimo grado de la Escuela Orff de San Francisco, en California. Con su profesor Doug Goodkin, hacen percusión con el cuerpo llevando distintos ritmos ♫. Mientras el profesor lleva el pulso con una caja china, los alumnos hacen grupos rítmicos de 3 – 5 – 7 – 9 y más partes. Algo que teóricamente puede ser muy difícil, con el cuerpo está chupado ♫.
Me he dejado para el final algunos casos curiosos de sonidos hechos con el cuerpo. José Alberto, mi cuñado, mete la palma de una mano en la axila y aprieta como si fuera el fuelle de una gaita. Suena así de gracioso ♫. Y con la oreja, oprimiéndola (“cru-cru-cru”) hace esto ♫. Salva, el flautista, a veces susurra mientras toca la flauta; el resultado es éste ♫. Yo de jovencito aprendí de mi compañero de pupitre en la escuela, a hacer un bonito sonido con los dedos ♫. Me gusta tanto hacerlo, que siempre que puedo, ahí estoy, con mi sonidito ♫.
Seguro que tú, que estás escuchando, sabes hacer cosas diferentes. Te voy a dejar un pequeño hueco de silencio para que lo hagas, aquí mismo (… … …).
Así ya queda completo este apartado de curiosidades sonoras hechas por nuestro cuerpo.
♫ Esta es la música de despedida de hoy ♫. Este flautista, Paul Horn, estaba grabando un disco para flauta travesera sola, y estaba dentro del pequeño espacio que es la cámara mortuoria de la Gran Pirámide del faraón egipcio Keops en Gizeh. De repente sintió unos deseos irrefrenables de que su cuerpo participara en la emisión de sonidos y se puso a cantar ♫.
Es verdad, queramos o no queramos, siempre acabamos sonando.
Por cierto: ¿Cuántos sonidos diferentes sois capaces de hacer con la boca? ¿Cuántos ritmos distintos con palmadas? ¿Podéis cantar, tocar palmas y taconear a la vez?
Me gustaría verlo.
La próxima semana, Sonido y Oído se ocupará del pulso y el ritmo.
Hasta entonces, adiós y adiós.
© Fernando Palacios