El increíble caso de Elisa Roche, la Maestra
Se mire por donde se mire Elisa Roche (a partir de ahora “la Maestra”) ha roto todos los moldes establecidos en la educación musical de nuestro país. Quienes hemos estado durante años cerca de ella hemos comprobado que el suyo es un caso asombroso, entre otras cosas por la abnegación y perseverancia que tuvo en un trabajo multidireccional dirigido a mejorar (normalizar) la música de nuestro país. Sus alumnos nunca la hemos considerado profesora, porque el término se le queda enano; desde el principio sabíamos que ella se encontraba en el olimpo de los maestros, ese estadio máximo de la educación que jamás coloca hormas para obtener hijos clónicos, sino que investiga las posibilidades de cada cual para potenciarlas.
Para la Maestra no valían las expresiones, tan extendidas, de “no sé si podré”, “no me atrevo”… Cuando estaba convencida de que un aspecto de la educación musical era mejorable se zambullía en él (estudio, profundización, planificación…) hasta encontrar la solución adecuada. Proyectaba su sabía mirada desde diferentes puntos: el minarete le permitía observar los proyectos con perspectiva histórica y extensión planetaria; la lupa le ayudaba a atacarlos desde la base, al detalle. Con un arrojo, con una ausencia total de miedo, que atribuimos a los héroes, la Maestra se enfrentaba a los problemas con el estilete de su mirada, su privilegiado don de análisis, y un atinado ojo clínico.
En la última etapa de su vida (después del injusto cese como Asesora del Ministerio de Educación), su casa se transformó en una asesoría secreta, donde un trasiego continuo de gentes (algunos con gafas oscuras y cuellos levantados para no ser descubiertos) suspiraban porque la Maestra iluminara las sendas que no conocían o no se atrevían a seguir (varias Comunidades han puesto a punto sus sistemas de enseñanza musical gracias a sus consejos en la sombra). ¿Todos somos prescindibles?, no es cierto: el mayor problema social que se ha suscitado ante su desaparición es que nadie es capaz en estos momentos (desaparecida también Almudena Cano) de continuar con su trabajo, pues no es fácil poseer la visión global de la educación musical ni la clarividencia del futuro como tuvo ella.
Ahora se están viendo los cambios que propició la Maestra durante sus años de trabajo. Si una caterva de cuervos envidiosos no le hubiera puesto zancadilla tras zancadilla, si se hubieran podido poner en marcha sus últimos planes, si en la cúpula de las decisiones hubieran confiado en su tino, España ahora sería Finlandia. Gracias a la Maestra. Estoy convencido de que su legado postrero será plenamente entendido en unas cuantas décadas. Eso es normal, eso pasa siempre con los maestros.
© Fernando Palacios, 2009